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Guantánamo en su veintidosavo año: “Estados Unidos creó una categoría de prisioneros sin derechos”

1.2.23
Andy Worthington

Traducido por El Mundo no Puede Esperar 23 de marzo de 2023


Activistas de Witness Against Torture afuera del congreso de los EE.UU. en Washington, D.C. el 11 de enero del 2023, en el aniversario 21 de la apertura de la prisión.

Por más años de los que nos importa recordar, activistas por el cierre de la prisión de la bahía de Guantánamo se han reunido en Washington, D.C en y alrededor del 11 de enero, el aniversario de su apertura (en el 2022) para hacer un llamado por su cierre.

Aunque una coalición de grupos se ha involucrado en estas protestas anuales — incluyendo Amnesty International USA, el Center for Constitutional Rights y la National Religious Campaign Against Torture — el corazón latiente de las protestas siempre ha sido Witness Against Torture, fundado en el 2005 por 25 trabajadores católicos. El movimiento de trabajadores católicos fue fundado en 1933 por Dorothy Day y Peter Maurin, cuyo anarquismo cristiano, como ha sido descrito, está enfocado en “vivir de acuerdo con la justicia y la caridad de Jesucristo” sin “lugar para la explotación económica o guerra” y sin “discriminación racial, de género o religiosa”.

Los 25 miembros fundadores de Witness Against Torture, incluyendo a Frida Berrigan, Matt Daloisio y Art Laffin, quienes están involucrados todavía el día de hoy, visitaron Cuba en diciembre del 2005, llamando la atención al valientemente intentar visitar Guantánamo y, a su regreso, comenzaron a organizarse con otros grupos incluyendo CCR, protestando en la Casa Blanca y otras ubicaciones clave — el Capitolio, la Suprema Corte y el Departamento de Justicia — siendo arrestados en algunas ocasiones.

En enero del 2007, como explicaron en su sitio web, organizaron su primer “día de vergüenza nacional” en el aniversario de la apertura de Guantánamo “con grandes demostraciones de resistencia civil en Washington, D.C.” — incluyendo la Casa Blanca — “y alrededor del país” y, como también comentaron, “durante nuestras demostraciones, sostuvimos las palabras de los propios detenidos, trayéndolos a espacios públicos a los que no tienen permitido el acceso. Hacemos huelga de hambre cuando nos reunimos como un medio para hacer conciencia de las huelgas de hambre de los hombres detenidos en Guantánamo, luchando por su derecho a la justicia y libertad”.

Al momento de este primer “día de vergüenza nacional”, yo estaba en Londres metido profundamente en investigación y la escritura que consumió 14 meses de mi vida, de marzo del 2006 a mayo del 2007, mientras contaba las historias de los hombres detenidos en Guantánamo en lo que se convirtió en los The Guantánamo Files, publicados en septiembre del 2007.

Visité, por primera vez, Estados Unidos en marzo del 2008, para promover el libro y regresé en noviembre del 2009, para promover “Outside the Law: Stories from Guantánamo”, el documental que co dirigí con Polly Nash y visité nuevamente en octubre del 2010 para tomar parte en una semana intensiva de protestas contra John Yoo — el autor de los notorios “memos de tortura” que buscaron justificar el uso de tortura por parte de la CIA en sus “sitios obscuros” — en Berkeley, California, en donde Yoo era, y todavía es, un profesor de derecho.

No fue sino hasta enero del 2011 que, con el particular apoyo de Debra Sweet y de World Can’t Wait, que me uní por primera vez a Witness Against Torture en Washington, D.C., finalmente pudiendo enviar un llamado para el cierre de Guantánamo afuera de la Casa Blanca; también pudiendo conocer finalmente a miembros del grupo — algunos de los cuales se habían, mientras tanto, convertido en amigos en línea a través de correos electrónicos y redes sociales — por primera vez.

Fue la primera de diez visitas sucesivas para el aniversario de la apertura de Guantánamo (del 2011 al 2020), durante las cuales no sólo acogí una familia entera de gente en Estados Unidos que, siempre he dicho, verdaderamente deberían gobernar el país, pero también pude apreciar en primera persona el poder de las reuniones de WAT.

Las varias docenas de personas que se llevan juntando estos años por lo menos una semana incluyendo el aniversario, hacen huelga justos, normalmente discusiones acerca de Guantánamo y los hombres ahí y que, diariamente, participan en acciones disruptivas para destacar las injusticias continuas de la prisión.

Un incidente particularmente memorable que sobresale para mí fue el montaje de la exposición viva “¡Haz historia de Guantánamo!” (Make Guantánamo History!), en el Smithsonian el 11 de enero del 2014.

Todas las acciones de WAT, como he logrado entender, involucran una profunda conexión con los hombres que representan y estoy humildemente honrado de que mi escritura y mis pláticas ocasionales en reuniones con ellos, hayan ayudado a aquellos involucrados para lograr conectarlos más profundamente con los prisioneros.

Este año, después de que el COVID frustrara mis visitas por dos años, mi conciencia acerca del costo ambiental de volar me convenció de quedarme en Londres, en donde estuve ocupado tanto en línea como en eventos en Londres, aunque extraño mucho reunirme con mis amigos estadounidenses.

Detener hombres sin derechos es la verdad fundamental en Guantánamo

Sin embargo, el 10 de enero, encantado de que me pidieran hablarle a la familia de WAT (reunión por primera vez de manera propia desde el 2020) por Zoom desde Londres y, por más de una hora, recorrí la historia del pasado y el presente de Guantánamo, me di cuenta que la temática de este año, para aquellos a quienes les importa, es que, aunque sólo 35 hombres siguen detenidos en Guantánamo y 20 de ellos han sido aprobados para ser liberados, con 16 de esas decisiones tomadas desde que Biden se convirtió en presidente hace dos años, esos hombres siguen, después de 21 años, estando sin derechos humanos de la misma manera que como estaban cuando fueron agarrados — en Afganistán, Pakistán o donde fuera, en una manera ampliamente arbitraria — y llevados en vuelo a Guantánamo para ser detenidos como “enemigos combatientes”.

No quiero implicar que este cruel hecho ha sido jamás olvidado, porque la pura base de ser definido como “enemigo combatiente” involucra, de manera única, el arrancarles a los 779 hombres — y niños — detenidos en Guantánamo, todos sus derechos desde el comienzo y, pareciera que, desde cualquier revisión cuidadosa de la historia de la prisión, el único momento en el que ganaron cualquier derecho — cuando la ley brevemente fue permitida brillar en la maligna realidad de encarcelamiento indefinido sin cargos ni juicio de la prisión, falsamente basada en tortura o de lo contrario, en “confesiones” sospechosas — fue durante el periodo de dos años entre el 2008 y el 2010.

Este fue el periodo en el que, habiendo sido otorgados derechos constitucionalmente garantizados de habeas corpus por la Suprema Corte en Boumediene v. Bush, en junio del 2008, 32 hombres tuvieron su aprobación para ser liberados ordenada por jueces, quienes, después de revisar la supuesta evidencia del gobierno concluyeron que habían fracasado en construir un caso en el que la participación de los hombres en cuestión con al-Qaeda, los talibanes o fuerzas asociadas fuera significante.

Este periodo sólo duró hasta que los jueces de apelaciones apelaciones de derecha lograron emitir un numero de vergonzosos fallos que terminaron con eviscerar el habeas de cualquier significado para los prisioneros, pero desde entonces, aunque no nos hemos olvidado de la verdad fundamental de Guantánamo — que, como describí en el encabezado del artículo, Estados Unidos, en Guantánamo, “creó una categoría de prisioneros sin derechos” — ha pasado desapercibido mientras nosotros hemos luchado por poner presión sobre el gobierno para que sí libere a los hombres: en el periodo de casi tres años con Obama, por ejemplo, del 2010 al 2013, cuando casi nadie fue liberado porque él no estuvo dispuesto a gastar el capital político necesario para luchar contra las obstrucciones cínicas republicanas o en los años salvajes de Donald Trump, cuando, con una sola excepción, los hombres remanentes en la prisión, prácticamente fueron enterrados vivos.

Sin embargo, la triste realidad de la verdad fundamental continua de Guantánamo me pegó con un poder particular y tristeza este año, por el sufrimiento de los 20 hombres aprobados para ser liberados pero todavía detenidos, que no tienen aún una idea de cuándo, si es que algún día, serán liberados y quienes están en esa posición porque la aprobación de su libertad no viene a través de una ruta legal reconocida, sino de un proceso administrativo que no tiene peso legal y no se puede apelar ante algún tribunal, y ahora, el gobierno está arrastrando sus pies para lograr su liberación.

Este proceso administrativo, las Juntas de Revisión Periódicas, es un proceso tipo libertad condicional que fue establecido por Obama en el 2013 para revisar los casos de un grupo específico de hombres que fueron catalogados como demasiado peligrosos para ser liberados por el primer proceso de revisión de Obama, el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo, que, durante el 2009 revisó los casos de todos los hombres que heredó de George W. Bush, recomendando que dos tercios de ellos fueran liberados (todo se los cuales eventualmente fueron puestos en libertad). Sin embargo, los casos de 48 hombres que recomendaron para continuo encarcelamiento sin cargos ni juicio (después, de manera precisa, referidos como “prisioneros para siempre” por Carol Rosenberg de New York Times), el equipo especial hizo sus recomendaciones para seguir encarcelándolos sin cargos ni juicio a pesar de aceptar que la evidencia para enjuiciarlos era insuficiente.

Subsecuentemente, un número de hombres inicialmente recomendados para enjuiciamiento también fueron añadidos a este grupo, después de que el sistema de comisión militar fuera robustamente puesto en duda en un tribunal y un número de hombres convictos (de un grupo de convictos) tuvieron sus sentencias revocadas debido a que, vergonzosamente, los “crímenes de guerra” por los cuales habían sido convictos — generalmente a través de acuerdos negociados que habían aceptado porque no podían ver otra manera de salir de Guantánamo — habían sido inventados como “crímenes de guerra” por el congreso.

No tengo duda alguna de que, dentro de la administración de Biden, Tina Kaidanow, la diplomática nombrada el verano pasado como representante senior de los asunto de Guantánamo en el Departamento de Estado, “responsable de todos los asuntos pertinentes a la transferencia de detenidos desde la bahía de Guantánamo a terceros países”, está haciendo lo mejor que puede para negociar repatriaciones desde Guantánamo para aquellos hombres que pueden regresar a casa y acuerdos con terceros países para quienes no puedan (los yemeníes), pero sin peso legal que soporte sus recomendaciones para ser liberados, los hombres no tienen a nadie a quien pedirle ayuda y cumplimiento si estos procesos son prolongados o incluso — en el peor de los casos — si resulta imposible de lograr.

Sin derechos incluso cuando son liberados de Guantánamo

Más allá de Guantánamo, se ha vuelto particularmente evidente en los últimos años que incluso los hombres liberados de la prisión continúan a estar manchados por su designación al momento de la captura como “enemigos combatientes”, de lo cual, básicamente, no hay escape alguno.

Esto, nuevamente, no es noticia. Supe de casos de residentes británicos liberados de Guantánamo, por ejemplo, que retomaron sus vidas sin pasaportes, por lo tanto, sin posibilidad de viajar fuera del Reino Unido y, en el caso de Moazzam Begg, un ciudadano británico, el hecho de que ex prisioneros puedan ser sujetos a acoso arbitrario se hizo asombrosamente obvio en el 2014, cuando fue arrestado y encarcelado por siete meses, antes de ser liberado en la víspera de su juicio, por cargos de terrorismo conectados con viajes a Siria, cosa que la inteligencia británica sabía, pero supuestamente olvidaron declarar a la policía.

En años recientes, sin embargo, ejemplos de prisioneros que fueron privados de sus derechos al salir de Guantánamo se han vuelto más prevalentes. Después de que Mohamedou Ould Slahi, víctima de tortura y exitoso autor, fuera repatriado a Mauritania en octubre del 2016, le dijeron que le sería devuelto su pasaporte en dos años, pero de hecho tomó varios años más hasta que eventualmente le fue regresado, permitiéndole viajar libremente. Y en Serbia, mientras tanto, Mansoor Adayfi, un yemení reubicado ahí en julio del 2016, no tiene pasaporte, no puede viajar, no puede recibir visitas de su familia y, por muchos años, ha sido arbitrariamente acosado por las autoridades. En agosto del 2021 fue publicado el libro de Adayfi Don’t Forget Us Here(“No nos olvides aquí”), con reconocido éxito, pero, aunque ha tenido una extraordinaria presencia en línea a nivel internacional, tomando parte en muchas reuniones en Zoom, físicamente sigue atrapado y aislado en Belgradés.

En otros casos, sin embargo, peor trato se les ha dado a prisioneros después de la reubicación. En el 2016, dos libios reubicados en Senegal en el 2014 fueron repatriados, aunque uno de ellos estaba muy poco dispuesto a regresar y ambos, subsecuentemente, desaparecieron en la custodia de milicias libias post Gaddafi. Y en los EAU, en donde 23 hombres — 18 yemeníes, 4 afganos y un ruso — entre 2015 y 2017, promesas de que les ayudarían a reconstruir sus vidas se convirtieron en cenizas cuando, en lugar de eso, fueron encarcelados en circunstancias por lo menos tan duras como en Guantánamo. Al final, los afganos fueron repatriados y los yemeníes enviados forzosamente a Yemen (desafiando completamente la ley estadounidense en relación a liberar yemeníes de Guantánamo) en donde también están a la merced de milicias en la guerra civil en curso, pero el ruso — Ravil Mingazov, un tártaro — sigue detenido, con la amenaza sobre él de ser forzado a regresar a Rusia, por parte de las autoridades árabes, en donde su vida está en riesgo.

Otros hombres, enviados a Kazajstán, no temían menos. Uno murió de negligencia médica poco tiempo después de su llegada en el 2015, otro, tan gravemente enfermo, logró ser transferido a Mauritania, pero murió ahí en el 2021, al no poder conseguir el tratamiento médico que necesitaba. Más recientemente, en un artículo estremecedor para el Intercept, Elise Swain reportó acerca de la historia de Sabri al-Qurashi, un talentoso artista, que explicó que “no tengo estatus oficial, no identificación, no tengo derechos de educación o trabajo, ni de ver a mi familia. Llevo casado ocho años, pero no le permiten a mi esposa venir a vivir conmigo”. También dijo que “De verdad, mi vida ahorita es tan mala como cuando estaba en Guantánamo y, en muchos aspectos, incluso peor. Por lo menos ahí sabía que estaba en prisión y que algún día saldría. Ahora estoy viviendo como si estuviera muerto y me dicen que estoy libre, cuando no lo soy”.

En los casos de estos hombres — y de muchos otros tristemente — el gobierno estadounidense todavía no muestra disposición para actuar a su favor con gobiernos anfitriones y, en cara a esta inacción, los activistas han llegado para llenar un espacio muy necesitado, con el fondo de sobrevivientes Guantánamo Survivors Fund recientemente establecido para dar “apoyo inmediato de corto plazo” para las “necesidades más urgentes” de algunos de estos hombres, “como cuidado médico, clases de idiomas, colegiaturas y entrenamiento laboral”.

A largo plazo, lo que es claramente necesario es que el gobierno se haga responsable por las consecuencias de los fallidos programas de reubicación, parte de un proceso de responsabilidad que estaré buscando a través del Guantánamo Accountability Project, que espero poder establecer este año, cuyo centro de atención será el llamado a repudiar el estigma permanente de haber sido un “enemigo combatiente” en Guantánamo, a pesar de jamás haber sido acusado de algún crimen o haber sido enjuiciado, que continúa acechando a los ex prisioneros en todas las maneras mencionadas anteriormente.

Sin embargo, mientras que todo lo anterior es de enorme importancia, el sufrimiento de los 20 hombres que siguen detenidos que han sido aprobados para ser liberados, necesita ser destacado tan vigorosamente como sea posible y con presión ejercida para intentar asegurarnos de que el gobierno de Biden no recurra a hacer nada, sólo porque puede.

Abajo publico las reflexiones de Frida Berrigan sobre la plática que le di a la familia de WAT en Washington, D.C. el 10 de enero, mientras destaca la verdad fundamental de la prisión que ha sido el foco de este artículo: que los hombres detenidos ahí no tienen derechos, así como hace 21 años cuando abrió Guantánamo y que, con el fracaso de los tribunales, nos corresponde, en el tribunal de la opinión pública, mantener el recordatorio para el gobierno de Biden, de la urgencia de necesidad urgente de liberar a estos hombres y hacerlo mientras nos aseguramos que, a su liberación, la mancha de Guantánamo ya no estará colgada a ellos, como ha sido con tantos otros liberados de la prisión, pero todavía catalogados como “enemigos combatientes”.


Andy Worthington hablando a través de Zoom para los activistas de Witness Against Torture en Washington, D.C. el 10 de enero del 2023 (Foto: Maria Oswalt).



Acercándonos, escuchando fuertemente

Por Frida Berrigan, Witness Against Torture, 12 de enero, 2023

La cara de Andy Worthington era tan grande como la pared, cuando se acercaba para enfatizar uno de sus muchos puntos, sus lentes llenaban la pantalla. Nosotros, activistas en ayuno de Witness Against Torture, sentados en la oscuridad, con nuestras máscaras, juntos y acercándonos para escuchar, agarrando cada palabra mientras él recorría dos décadas de historia en menos de una hora.

Aquí es lo que rápidamente anoté mientras él hablaba:

– 779 hombres han estado en la prisión desde su apertura el 11 de enero del 2002
– Durante el gobierno de George W. Bush, 532 hombres fueron liberados
– El gobierno de Obama liberó a 196
– Un hombre fue transferido de Guantánamo a pesar de la obstrucción y la islamofobia de Trump durante su tiempo detrás del escritorio Resolute en la Oficina Oval
– Hasta ahora, en casi dos años de gobierno de Biden 5 hombres han salido de Guantánamo
– “No es suficiente”, dijo Worthington.

Después de todos los números y la información y la prisa en el recuento de la infinidad de maneras en las que el gobierno de Bush, Obama, Trump Y Biden le han fallado a los hombres en Guantánamo, a sus familias y al estado de derecho, Worthington dijo esta cosa sabia: al escoger establecer la prisión de la “guerra contra el terror” en la base naval estadounidense en Guantánamo hace 21 años, “los Estados Unidos creó una categoría de humanos que NO tienen derechos”.

Quiso decir que muchos de los cientos de hombres liberados de Guantánamo enfrentan todo un nuevo conjunto de problemas una vez que salen. Para muchos, es una libertad frágil, salir de Guantánamo para futuros inciertos y difíciles en terceros países en donde son vistos — a lo mucho — como objetos de miedo y escrutinio. Muchos viven lejos de sus familias, sin pasaportes o medios para ganar su sustento. Y no hay nadie en Estados Unidos que sea responsable de salva guardar sus derechos o de resolver los varios asuntos que surgen para ellos en los países nuevos y extraños.

Este asunto ha sido recientemente reportado por The Intercept y otros medios. Mansoor Adayfi, un yemení que estuvo encarcelado en Guantánamo por más de 14 años, ahora vive en Serbia. Es el autor del libro Don’t Forget Us Here recientemente publicado. Dijo que “todo se va al estigma de la vida después de Guantánamo. Así que Guantánamo no se de ti cuando dices: ‘hola, adiós’. No, no ha terminado contigo. Así que seguimos viviendo en Guantánamo 2.0”.

En todos estos años ha habido suficiente culpa. Pero, ahora, al comienzo del 2023, Worthington le da responsabilidad de cerrar Guantánamo y trasferir a los hombres aprobados para ser liberados fuera de la prisión de la isla, al actual presidente Joe Biden. “Biden y Blinken (Secretario de Estado) necesitan aceptar la responsabilidad”, dijo Worthington, “tienen dos años más para lograr esto”.

Hizo un llamado a los activistas a enfocarse en los casos de Moath Al-Alwi y Khalid Qasim en particular, dos artistas que han sido aprobados para ser liberados. Necesitan que los Estados Unidos arreglen una reubicación segura a nuevos países, ya que la ley estadounidense prohíbe su regreso a Yemen.

Al-Alwi fue uno de los primeros hombres en llegar a Guantánamo. Un artista talentoso y auto didacta, que hace modelos elegantes de embarcaciones, su trabajo ha sido expuesto en el ohn Jay College of Criminal Justice, apareció en un artículo de opinión en el New York Times Op-Doc y otros lugares. En el 2015, redactó una carta publicada en Al Jazeera: “Esta guerra supuestamente es la razón por la cual quedé atrapado, pudriéndome en el horror sin fin en Guantánamo. Escribo esta carta el día de hoy para preguntar, si esta guerra terminó, ¿por qué sigo aquí? ¿Por qué no ha cambiado nada?”

Qasim tenía sólo 25 años cuando fue capturado en su primer viaje fuera de casa y terminó en Guantánamo. Ahí pinta escenas de mar vívidas y abstractas que expresan su profunda frustración por su encarcelamiento. Ha estado en la prisión la mitad de su vida y siete años en huelga de hambre en protesta.

Aprobados para ser liberados, estos hombres podrían ser libres mañana si el gobierno fuera serio acerca de cerrar este triste capítulo de nuestra historia.

Andy Worthington mantiene el reloj de GITMO, que nos recuerda cada minute hasta hoy en el que la prisión ha estado abierta, 7,670 días, 22 horas, 11 minutos and 7 segundos [ahora 7,692 días].

Seguíamos acercándonos, escuchando fuertemente, mientras Andy Worthington hablaba, hambrientos no sólo por comida, sino por magnitud y profundo conocimiento. ¡Gracias por todo lo que haces, Andy!


 

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