Guantánamo: cuando el niño soldado Omar Khadr cumple
21 años, el abogado militar estadounidense William Kuebler critica a los
canadienses por su indiferencia
24 de septiembre de 2007
Andy Worthington
Antes de visitar Canadá en una breve gira para dar a conocer la difícil situación de
su cliente, Omar Khadr (perfilado aquí
y aquí),
el abogado militar estadounidense Teniente Comandante William Kuebler -cuya
oposición al sistema de juicios por Comisión Militar del gobierno
estadounidense se trató aquí
y aquí-
emitió un comunicado de prensa en el que explicaba sucintamente por qué sigue
siendo imperativo que el gobierno canadiense actúe en su favor.
"Presuntamente adoctrinado y reclutado como niño soldado en Afganistán", escribió
Kuebler, "Omar fue puesto bajo custodia estadounidense tras ser herido de
gravedad por las fuerzas estadounidenses en un tiroteo [en Afganistán] a la
edad de 15 años". Y continuó: "A pesar de su liderazgo en los esfuerzos
internacionales para reconocer a los niños soldados como víctimas que necesitan
protección especial y rehabilitación, Canadá ha permanecido prácticamente en
silencio en el caso de Omar, escondiéndose tras las vagas garantías del
gobierno estadounidense de que Omar está recibiendo un trato humano y un juicio
justo frente a las abrumadoras pruebas de lo contrario. Como consecuencia, Omar
se enfrenta ahora a la perspectiva de ser el primer niño procesado por
"crímenes de guerra" en la historia moderna. Va a ser juzgado ante un
tribunal militar cuyos procedimientos están diseñados para garantizar condenas
basadas en pruebas derivadas de la tortura y la coacción, y que no cumple los
requisitos mínimos para un juicio justo según el derecho internacional."

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El miércoles pasado, el día en que, sin que nadie se diera cuenta y sin
celebrarlo, Omar Khadr cumplía 21 años en Guantánamo, Kuebler hizo un nuevo
llamamiento al gobierno y al pueblo de Canadá, explicando, como lo describió el
Ottawa Citizen, que "cinco años de encarcelamiento en Cuba han atrofiado
el desarrollo de Khadr a un nivel de adolescencia tardía", y que
"funciona como un muchacho de 13 o 14 años y no tiene una comprensión
plena de su situación". "Yo diría que en general entiende lo que está
pasando, en la medida en que cualquiera de nosotros lo entiende", dijo
Kuebler en una entrevista el día del cumpleaños de Omar. "Pero está muy
claro que no tiene la misma comprensión que tendría un hombre normal de 21
años. No ha recibido la interacción social. No ha recibido educación. No ha
recibido ninguna de las cosas que una persona necesitaría a esa edad para
convertirse en un adulto funcional."
El mes pasado, Kuebler y sus compañeros abogados -Dwight Sullivan, Dennis Edney y Lorne Waldman-
convencieron al Colegio de Abogados de Canadá para que presionara a favor de la
liberación de Khadr, tras una reunión en la que Edney declaró,
conmovedoramente, que "cuando vio al Sr. Khadr recientemente, su cliente
estaba tan debilitado mentalmente que lo único que quería eran lápices de colores
y un poco de papel para colorear". Según informó el Globe and Mail, Edney
añadió: "Contrariamente a lo que asegura el gobierno federal de que el Sr.
Khadr está bien, su cliente está en realidad 'enfermo y se está quedando ciego.
Necesita todo tipo de ayuda'".
En su breve gira canadiense, el teniente coronel Kuebler dio continuidad a este éxito atrayendo
la atención del líder de la oposición liberal, Stéphane Dion, quien repitió una
petición que hizo el mes pasado para que el gobierno conservador exigiera la
repatriación de Khadr a Canadá, e hizo una declaración en la que afirmó,
acertadamente, que "Canadá está sola entre las naciones occidentales al no
haber conseguido la liberación de Guantánamo de uno de sus nacionales".
También dijo, como informó AFP, que "el primer ministro Stephen Harper
debe garantizar de una vez por todas que Khadr recibe el mismo apoyo consular
que recibiría cualquier otro canadiense, detenido o no. Es hora de que Canadá
intervenga, como han hecho tantos otros países, para garantizar que se tratan
los cargos contra sus ciudadanos, que es juzgado en un tribunal legítimo y que
recibe el debido proceso". Dion añadió que, si la administración
estadounidense no estaba dispuesta a ofrecer estas garantías, el Primer
Ministro debía "exigir la repatriación del Sr. Khadr a Canadá, donde podrá
ser juzgado por nuestro sistema judicial, como ha ocurrido con los detenidos de
Australia, Reino Unido y Francia".
A pesar de conseguir apoyo legal en Canadá -y aparentemente haciendo caso omiso de su propia función
como abogado-, Kuebler mantuvo durante toda su visita que las "esperanzas
de Khadr residen en una solución política y no judicial". Reconoció que la
causa de su cliente era impopular en Canadá -no sólo por las supuestas actividades
terroristas de su padre (que se llevó a la familia a vivir a Afganistán con
Osama bin Laden, y murió en un tiroteo en Pakistán en octubre de 2003), sino
también por las "polémicas declaraciones de otros miembros de su
familia"-, pero insistió en que "ya basta", explicando: "En
realidad, lo que hay es el gobierno estadounidense intentando castigar a Omar
por los supuestos pecados de su padre y el gobierno canadiense castigándolo a
él por los pecados de su familia."
Fue una actuación valiente. Algún día, cuando todo esto termine, espero que Kuebler y sus
compañeros abogados del JAG -en particular, Michael Mori, que luchó largo y
tendido para repatriar a David Hicks a Australia, y Charlie Swift, que libró
una batalla de principios que destruyó su carrera en favor de otro detenido,
Salim Hamdan- sean héroes en una versión hollywoodiense de su historia. Por
ahora, sin embargo, queda por ver si Bill Kuebler ha persuadido al gobierno
canadiense de su hipocresía al defender los derechos de otros niños soldado de
todo el mundo, mientras falla singularmente con uno de los suyos.
Nota: Para más información sobre la historia de Omar Khadr y su familia, véase mi libro The Guantánamo
Files. Podría contarles algunas historias desgarradoras de las
experiencias de Omar como niño perdido y solitario en Guantánamo, pero eso
sería traicionar su confianza: Me las contó la periodista del Toronto Star
Michelle Shephard, y aparecen en su libro sobre Omar, Guantánamo's
Child, que se publicará el año que viene.
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