Asadullah Haroon Gul: el huelguista
de hambre afgano olvidado en Guantánamo
20 de octubre de 2020
Andy Worthington
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 1
de noviembre de 2020
Sehar
Bibi, la madre del prisionero Asadullah Haroon Gul, en el campo de refugiados
en Peshawar en donde ella vive con la esposa e hija de su hijo y otros miembros
de la familia. Gul ha estado detenido en Guantánamo, sin cargo ni juicio, desde
el 2007. (Fotografía de AFP/Abdul Majeed).
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Los lectores regulares recordarán la triste historia
de Asadullah Haroon Gul, uno de los últimos dos afganos, entre los 40 hombres
todavía detenidos en la bahía de Guantánamo. En correspondencia desde
Guantánamo, este año, Gul ha escrito
acerca del coronavirus, acerca de no ser un
“detenidos de valor”, acerca del asesinato de George Floyd por parte de
la policía y del movimiento
resurgió de Black Lives Matter.
Como parece abundantemente claro, para todos excepto
para sus captores, Gul, uno de los últimos en llegar a Guantánamo, en junio del
2007, es un prisionero fundamentalmente insignificante cuyo encarcelamiento no
tiene sentido. Estados Unidos ha alegado de manera nebulosa, que estuvo
involucrado con Hezb-e-Islami Gulbuddin (HIG), guiado por el caudillo Gulbuddin
Hekmatyar, quien apoyara a al-Qaeda al momento de la invasión americana. Sin
embargo, como expliqué
el pasado mes de julio, ”Gul claramente no tenía una conexión
significativa con HIG, se extiende únicamente a haber vivido con su esposa y
familia en un campo de refugiados de HIG, pero, así como muchos de los casos de
identidad equivocada en Guantánamo, a las autoridades
estadounidenses no les importa.”
Para echarle limón a la herida, el status de Hekmatyar
cambió. Llegó a un acuerdo de paz con el presidente afgano Ashraf Ghani y al
comienzo de este año un ex detenido en Guantánamo asociado con HIG, Hamidullah,
fue repatriado
a los Emiratos Árabes Unidos en donde había sido enviado con otros afganos
en el 2016 pero, por el acuerdo, seguramente socavó cualquier esfuerzo por
parte de Estados Unidos para decir que Gul todavía debería de estar detenido.
Más allá, como expliqué
en abril, también pasó los primeros nueve años de su encarcelamiento sin
ningún tipo de representación legal “hasta que finalmente aseguró una abogada, Shelby
Sullivan Bennis de Reprieve, quien lo describe como un “hombre joven de
ojos brillantes y platicador”, después de haberse reunido con él para intentar
ayudarlo a prepararse para su Junta de Revisión
Periódica (Periodic Review Board "PBR" sus siglas en inglés), un
sistema tipo libertad condicional establecido por el presidente Obama, que ha
negado, desafortunada y repetidamente, una recomendación de liberación, aunque
Sullivan Bennis le
dijo al junta que “habiendo completado un programa universitario de
dos años en economía y con cinco idiomas, Haroon es más capaz que la mayoría de
comenzar una vida productiva y pacífica con su liberación. No quiere otra cosa
más que regresar a su esposa y su hija, con quienes tiene una enorme culpa por
haberlas dejado a defenderse por sí solas”.
En julio, Gul le notificó al mundo, a través de un
artículo publicado en el sitio web de Common Dreams, que estaba en huelga de
hambre y que pesaba solo 115 libras (aproximadamente 57 kilos). “Ahora soy un experto en
huelgas de hambre”, escribió. “He estado así por casi nueve
semanas y he perdido 30 libras (15 kilos). Ahora peso 115 libras - lo verifiqué
ésta mañana”.
Añadió que “Los primeros tres días fueron
difíciles, pero después de eso mi estómago se encogió y dejé de tener hambre.
Bebo agua, pues de otro modo moriría muy pronto, aunque tampoco siento sed, sí
me siento muy débil”.
Como también explicó “el nuevo oficial médico en
jefe, es un hombre decente y dice entender. Me pregunta si voy a hacerme daño a
mí mismo o a alguien más. Contesto, “No, es una protesta pacífica. “Dame libertad
o dame muerte.” Este principio es muy importante para mí. No quiero sentarme
pacientemente en mi celda hasta que muera aquí. No quiero morir aquí en lo
absoluto, pero tengo que hacer algo. Aprendí un dicho en Inglés: el mundo
es un mundo donde perro come perro” Por ahora, el caníbal soy yo, pues mi
cuerpo se come a sí mismo. No tiene a dónde más recurrir para nutrirse”.
También dijo que “tengo pesadillas. Se repiten y se repiten. Estoy en un área muy sucia. Estoy descalzo
tratando de no pisar el suelo lleno de heces, que resultan ser minas de campo.
A veces hay serpientes y debo abrirme camino entre ellas. Me despierto de
golpe, sintiendo frío y con el corazón palpitando rápido. Trato
de evadir pisarla, descalzo, heces, aunque resulta ser un campo minado. A veces
hay serpientes y debo encontrar un camino para pasar a través de ellas. Si llego a las 110 libras,
tal vez empiecen a alimentarme por la fuerza. Ya me lo hicieron en el 2013. Te
obligan a beber líquidos nutrientes. Los guardias más amables, te permiten
beberlo frente a ellos. Pero normalmente, te insertan un tubo en la nariz para
introducir el líquido. Es muy doloroso, cuando entra, sientes que debes vomitar
y sacar eso inmediatamente en medio de una desesperación terrible .Es más
doloroso para mí que cuando me tiraron del autobús y se me rompieron los
huesos. Y esto es cada día. Debe tardar una hora y media, pero hacen trampa y
lo aplican más rápido, lo que es más doloroso. Durante este proceso, te atan
fuertemente a la silla de tortura”.
También dijo “Estoy preparado para morir si a eso llego. Miro hacia adelante y sólo veo sufrimiento. ¿Para qué quiero
salud, si no puedo ir a casa? Mi hija tenía tres meses la última vez que la vi.
Ahora tiene 13 y crece sin su padre en un centro de refugiados, donde han
cerrado la escuela por cinco meses a causa del virus. Si estuviera con ella,
podría enseñarle, incluso podría enseñarle inglés, que he aprendido aquí en
Guantánamo. No estoy en huelga de hambre para “molestar” a la administración
militar. Después de 13 años detenidos sin juicio es la única forma de protesta
que me queda, la única forma de proclamar mi humanidad. Guantánamo te despoja
de todo derecho humano, excepto el de vivir. Tal vez, mientras mi vida se
desvanece, los Estados Unidos sean, por lo menos, confrontados sobre la inútil
crueldad de mantenerme aquí”.
La semana pasada, la petición de Gul fue publicitada una vez más, gracias a la AFP agencia de noticias
reportando desde el campo de refugiados Shamshatu cerca de la ciudad
de Pechacar, al norte de Paquistán en donde su madre, Sehar Bibi dijo “A nadie le molesta que mi
hijo siga en la base de Guantánamo. Todos los demás prisioneros han sido
liberados, pero él sigue allí. Ya no tengo más paciencia. He
perdido la razón”.
Como lo describió la familia: “Gul estaba trabajando
como un comerciante viajando entre Pechacar y Jalalabad, al este de Afganistán,
cuando fue arrestado en el 2006 en una trampa que su familia dice ser para
recompensa de combatientes”.
Como remarcó la AFP, que el gobierno estadounidense
“haya presionado para terminar su largo conflicto militar en Afganistán hizo
que su encarcelamiento fuera todavía más difícil de aceptar para su familia
aceptarlo”. Como parte de las negociaciones entre los Estado Unidos y los
talibanes en Doha, “Estados Unidos presionó a las autoridades afganas a liberar
a miles de combatientes incluidos varios que estaban detrás de ataques a
extranjeros”. Y, sin embargo, como fue explicado por Clive Stafford Smith, el
fundador de la ONG Reprieve, quien representa a Gul, aunque el gobierno
estadounidense “insiste en que los afganos deberían liberar a 5000 talibanes,
ellos no han liberado a este afgano sin valor de Guantánamo”.
Stafford Smith añadió que “lo que me parece
psicológicamente más difícil es que sea un don nadie y que esté todavía, al azar, ahí”.
Abordando las razones que dan los Estados Unidos para el encarcelamiento de Gul, Kate Clark, co directora de la Red de Análisis de
Afganistán, dijo que eraba claro que “él no era una figura terrorista
significativa”. Explicó que los alegatos en su contra, que “inicialmente fueron
mantenidos secretos hasta que fueron revelados por WikiLeaks” en el 2011, “se
basaron en chismes”. Añadió que, “sea lo que sea que pienses de Guantánamo, él
no es suficientemente importante para estar ahí…si era algo, era más bien un jugador”.
Con dos semanas antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, todos los que se oponen a la continua
existencia de Guantánamo, deben fervientemente esperar que Donald Trump deje de
ser presidente para que la liberación de los prisioneros insignificantes como Asadullah
Haroon Gu pueda reanudarse.
En casi cuatro años de esta horrible presidencia, Trump ha sellado de manera efectiva a Guantánamo, negándose a incluso
contemplar el considerar si es o no aceptable que cuarenta hombres sigan
detenidos ahí, solo nueve están enfrentando o han enfrentado juicios, 31
aparentemente están consignados a encarcelamiento indefinido sin cargos ni
juicio aunque cinco de ellos fueron unánimemente aprobados para liberación por
el proceso de revisión de alto nivel del gobierno bajo el ex presidente Obama y
la única justificación para el encarcelamiento de los otros 26 es el proceso de Juntas
de Revisión Periódica que se ha desacreditado tanto bajo Trump y que los prisioneros lo están
boicoteando.
“Hago muchas cosas para cooperar con los estadounidenses,
pero aun así no están felices”, dijo Gul en una declaración dada por Stafford
Smith con la AFP en la que dice que “en los video chats facilitados por la Cruz
Roja, la familia de Haroon ha notado cambios en su apariencia física y hábitos
de lenguaje” después de su más reciente huelga de hambre.
“Yo pesaba 175 libras y ahora peso solo 110”, dijo en
una declaración. “Por lo menos 65 libras más han escapado de Guantánamo”.
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