Asadulla Harroon Gul, un “Detenido sin valor”
y uno de los últimos dos afganos en Guantánamo, pide ser liberado.
22 de abril de 2020
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 29 de abril de 2020
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Fotografía del prisionero
Asadulla Haroon Gul tomada por representantes del Comité de la Cruz Roja en
Guantánamo, proporcionada por su familia.
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Con los prisioneros de Guantánamo hoy aislados del mundo
exterior, más que nunca ahora con la amenaza del coronavirus, las visitas de
sus abogados han llegado a su fin, al menos en el futuro cercano. De lo único
que podemos enterarnos de los 40 prisioneros que continúan capturados, es de las cartas que envían a sus abogados, o
por las notas de los últimos encuentros que tuvieron con sus clientes, y que han sido desclasificadas después de la
revisión del equipo de censura del Pentágono.
Para los abogados que tengan algunas palabras para sus clientes que deseen compartir con el mundo, nos dará
gusto publicarlo. Mientras tanto nos complace entrecruzar este artículo de Asdulla Harroon, uno de los dos últimos prisioneros afganos en Guantánamo, con
el publicado abajo, sobre uno de los últimos prisioneros en llegar a la
prisión, en 2007, cuya previa misiva sobre Guantánamo sobre la amenaza que
representa el corona virus para los prisioneros,
publicamos
hace apenas algunas semanas.
En este segundo artículo publicado en el Afghanistan Times, Gul se
enfoca específicamente en su status como el último prisionero Afgano, de forma
equivocada, pasando por alto a Muhammad
Rahim quien fue el último prisionero en llegar, en 2008. Así, enlaza todo
ello con sus descripciones de otros prisioneros afganos a los que han capturado
y liberado. También nos muestra una distinción útil respecto de los 40 hombres que permanecen
detenidos, por un lado los que se consideran.: Detenidos de Alto
Valor, que están detenidos en el Campamento secreto 7, y los demás, -entre los que se incluye- a quienes describe como “Detenidos Sin Valor“.
En el pasado, los prisioneros afganos conformaban el grupo más grande por nacionalidad en Guantánamo, con 219
de los 779 hombres capturados por la milicia estadounidense a lo largo de toda
la historia de la prisión, han sido afganos, y a todos se les ha devuelto su
libertad, excepto a Gul. Y aunque no es completamente apropiado concluir, como
él lo hace, que los 218 afganos liberados eran “detenidos sin valor”, tampoco
está lejos de ser verdad. Ninguno pertenecía a Al Qaeda, a pesar de que hubo un
grupo mayor que mantenía altas posiciones dentro de los Talibanes y a quienes
por supuesto deberían haber tratado como criminales de guerra., bajo l
convención de Ginebra, y no como “combatientes enemigos, sin derechos.
Esto mismo se aplica a todos los prisioneros, pero especialmente a los afganos, cuyo país fue invadido.
Tristemente, la inteligencia estadounidense fue tan pobre, que que de los 219 afganos capturados, la
mayoría eran gente común, -afganos elegidos al azar, para luchar con los talibanes. Sospechosos sin pruebas
con los que barrían en operativos concebidos malintencionadamente, y en una
docena de casos, se trataba de gente que trabajaba para los Estados Unidos y
cuyos rivales mintieron sobre ellos y terminaron siendo envidos a Guantánamo,
porque las autoridades de Estados Unidos, con un completo y despreciable desdén
por la justicia, no se ocuparon ni tuvieron el menor interés por investigarla
verdad sobre aquellos a quienes encarcelaban.
Gul menciona a algunos de estos hombres la verdad de sus historias, que ayudé a exponer desde 2007, cuando mi
libro, The
Guantánamo files, fue publicado, hasta que finalmente alcanzaron
la libertad. Ahora bien, él no menciona el indignante caso de Abdul Razzaq
Hekmati un chofer que había ayudado a un buen número de prominentes figuras
anti Talibán a escapar de una prisión Talibán. Y quien terminó en Guantánamo, a causa de mentiras de rivales. A pesar
de llamar con persistencia a las autoridades estadounidenses, para que se
comunicaran con oficiales afganos, y averiguaran su verdadera identidad. .
Hekmati murió de cáncer en Guantánamo en diciembre de 2007. Y después de su
muerte, los Estados Unidos mantuvieron la versión basada en mentiras que cuando
aún vivía. Situación que expuse, con Carlotta Gail, en una historia en primera
plana para The New York
Times, en febrero de 2008.
Otro aspecto triste de toda esta historia, es su revelación de que jamás fue visitado por ninguna delegación
afgana, una declaración vergonzosa que aquí consta y la cual revela que él sí
era para su propio gobierno, un nadie, que ni siquiera podía abogar por su
liberación. . Espero que los oficiales del gobierno afgano, pongan atención finalmente, al
sollozo de Gul, pidiendo ayuda. Y espero que todos ustedes se tomen el tiempo
de leer estas palabras, para que las compartan y las encuentren útiles.
SOY UN NÚMERO DE SERIE
Abril 5, 2020
Por Guantánamo ISN 3148, también conocido cómo, Asadullah Harroon.
La base militar de Guantánamo es prácticamente invisible para el mundo; los detenidos que permanecen aquí, se
han desvanecido del mundo. Somos los sin nombre, sin rostro, aquellos a los que
se refieren como internos de “número en serie”. Como si fuéramos partes de un
disco duro en vez de humanos. Un nombre hace a una persona única e individual.
Los números de serie son para objetos inanimados. Soy el número 3148. Es fácil
maltratar algo llamado número 3148. En un número no hay dignidad.
Significativamente, soy también Asadullah Haroon, el ciudadano afgano de Nanganhar. Mi esposa espera año tras
año, noticias de que su esposo vuelva a casa. Mi pequeño bebé, Mariam, es ahora
una adolescente.
23 de nosotros “números nadie”, permanecemos aquí, en Guantánamo. Ninguno es afgano excepto yo, así que nadie
habla ni Pashto, ni Dari, por lo cual estoy en peligro de perder mi propia
lengua. Al menos, no. 1094, no. 1460 y no. 1461 son paquistaníes y podemos
hablar un poco de Urdu. No 1460 fue torturado tan terriblemente, que prefiere
vivir en otro bloque, fundamentalmente en soledad, con sus pensamientos tristes.
Dejaron como saldos a los detenidos sin valor (NVDs por sus siglas en Inglés), no. 27, no. 28, no. 38,
no. 63, no 242, no. 244, no 309, no. 569, no 682, no. 685, no 694, no 708, no
841, no. 893, no 1016, no. 1017, no, 1453, no 1457, y no. 1463.
En el pico más alto, hubo alrededor de 760 “detenidos sin valor” en Guantánamo,- el grupo más numeroso
era de afganos, unos 219 de nosotros, “detenidos sin valor”. Hasta hoy 218
afganos, “detenidos sin valor”, han sido liberados, y sólo uno ha quedado- Yo.
Algunos pensarán que si sigo aquí después de 13 años, debo ser culpable de algún crimen -aunque me han
detenido sin cargos en mi contra, y sin que haya habido juicio alguno-. Aunque
los prejuicios de la gente, los hace creer que todos los que han estado aquí
son “terroristas.” Somos prisioneros de una guerra que hace mucho terminó. Y
aún aquellos que toman partido en una guerra, en la que su país es invadido,
los invasores matan niños con drones, y consideran que no han hecho nada malo.
La única forma de cometer crímenes en una guerra, es lo que ha hecho Estados
Unidos, asesinando deliberadamente a civiles, y torturando “prisioneros de
guerra”, como yo. A medida que los “sin rostro”, los hombres numerados fueron
dando sus testimonios, el mundo empezó a entender el terrible error de haber
barrido con tanta gente, haciéndoles cruzar la mitad del mundo, a esta prisión
estadounidense en la Bahía de Guantánamo, en Cuba. Aquí estuvo el no. 1154, el
Dr. Ali Shan Mousovi, un pediatra de Gardez, quien huyó de los talibanes, y
trabajó para las Naciones Unidas. Su esposa, economista, y tres hijos pequeños,
esperaron años, antes de que fuera liberado sin cargos en su contra.
Aquí estuvo, el no. 1009, Haji Nusrat Khan, un hombre de 80 años de Sarobi, que fue traído a Guantánamo en
camilla. Un ictus lo había dejado paralizado y confinado a una cama. “Miren mi
barba blanca; los estadounidenses me sacaron de mi hogar y de mi país, con esta
barba blanca” dijo. “No he hecho absolutamente nada, ni siquiera he dicho una
sola palabra en contra de los estadounidenses” A él, como a todos los demás,
jamás le levantaron cargos. Su avanzada edad no lo protegió de” humillaciones
infinitas”: fue golpeado, herido, y desnudado frente a mujeres castrenses. En
una ocasión lo amarraron con fuerza a una tabla de madera y lo dejaron tirado
en la tierra por algún tiempo. Finalmente, uno de los soldados, miró hacia
abajo, y preguntó, cómo estaba. Cuando el intérprete tradujo, Nusrat empezó a
reír; “Debes ser un idiota para preguntarme esto”, dijo. “Soy un anciano
paralizado, y ustedes me amarraron como a un perro y me tiraron al suelo.
Mírame, ¿cómo crees que estoy?“ Poco después de liberarlo, Nusrat falleció en su
casa en Sarobi.
Aquí estuvo el no. 1001, Hafizulla Shabaz Khali, un químico farmacéutico con educación universitaria y
un firme defensor de la influencia política de Hamid Karzai.
Aquí estuvo el no. 1021. Chaman Gul, quien se preocupaba sin cesar por el envejecimiento de su madre. Y el no.
560, el afgano Wali Mohammad, quien utilizaba el humor, para enmascarar el sufrimiento.
Aquí estuvo el no. 1002, un maestro de escuela afgano, Abdul Matin, acusado de poseer un reloj Cassio. Y la
lista sigue. Después de tantos años de maltrato, angustia mental e indignidad
incalculable – 218 de 219 han sido liberadas por no ser una amenaza para nadie;
aunque sin lugar a dudas, después de esta experiencia, sufren de profundas depresiones.
Esto significa que los Estados Unidos han liberado al 99.5% de Afganos “detenidos sin valor”. Sólo quedo yo.
Soy el no. 3148, Asad Haroon y he visto a todos los demás irse a casa. Trato de
mantenerme ocupado para no enloquecer. A veces me pregunto si mi gobierno me ha
olvidado por completo -ninguna delegación afgana me ha visitado jamás-. Me
preocupa saber que no les importo a mis paisanos. No soy nadie. Lo admito. Fui
arrebatado del hogar en mi país, Afganistán, hace ya muchos años. Me trajeron a
este lugar espantoso y se olvidaron de mí. Veo cómo liberan a los otros y
aunque me dé gusto por ellos y sus familias, también profundiza mi tristeza.
Como parte del acuerdo de paz, diariamente liberan prisioneros, o los dejan ir a casa para apoyar a sus
familias en esta crisis de virus; me pregunto lo mismo todos los días: ¿Volveré
a ver a mi esposa y a mi hija alguna vez, y mi respetable padre y mi querida
madre, estarán vivos, si algún día vuelvo a casa?
Fuente: http://www.afghanistantimes.af/i-am-a-serial-number/
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