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Los refugiados de Guantánamo liberados en Uruguay siguen buscando reparación

Aisha Maniar
Truthout
27 de mayo de 2015


Agosto 2008: Manifestantes enmascarados contra el centro de detención en Guantánamo se arrodillan durante la Convención Nacional Demócrata en Denver, Colorado. (Foto: Lilac Mountain / Shutterstock.com)

[Esta nota fue publicada en el diario alternativo norteamericano Truthout. Puede ser un indicativo de la trascendencia internacional de las cosas que pasan acá]

En diciembre de 2014, 15 presos fueron liberados de Guantánamo, el número más grande en un mismo mes bajo la administración Obama. Entre ellos se encontraban seis hombres - un tunecino, un palestino y cuatro sirios - que fueron reasentados en Uruguay como refugiados.

Todos habían sido detenidos sin cargos ni juicio durante más de 12 años en Guantánamo, y su liberación estaba aprobada por lo menos desde 2010, pero no pudieron ser devueltos a sus países de origen debido a la guerra u otros riesgos de seguridad. Oros 57 hombres permanecen en una situación similar en Guantánamo.

Todos estas hombres son supervivientes de la tortura y necesitan rehabilitación. Hace apenas unos meses, algunos de ellos estaban siendo alimentados a la fuerza por las fosas nasales debido a su participación en la huelga de hambre continua en Guantánamo. Uno de estos ex presos todavía utiliza muletas para caminar como consecuencia del deterioro físico que sufrió, y todos necesitan asistencia para superar la tensión mental y física de la detención arbitraria y la tortura.

Aunque agradecidos a Uruguay por su asistencia, el regreso a la "vida normal" no ha sido fácil y la ayuda no se ha dado en el grado necesario. Consiguieron una vivienda para compartir entre ellos, pero tenían la impresión de que eventualmente recibirán hogares particulares. Se les ofrecieron puestos de trabajo, pero las secuelas, los problemas de comunicación y de salud han hecho que no siempre sea fácil aceptarlos.

Con el fin de recibir un pequeño estipendio y asistencia limitada por un año, se les pidió firmar un acuerdo; Sin embargo, no fue en los términos que les habían asegurado por medio del ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay. Sintiéndose estafados por el trato que se les ofreció y que sus denuncias estaban siendo ignoradas, el 24 de abril llevaron adelante una protesta frente a la embajada de Estados Unidos, que sentían era responsable de su situación.

Antes de su protesta, el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, también había dicho que Washington debería proveer recursos a las seis ex prisioneros.

Cuatro de los hombres establecieron un campamento de protesta. Uno ya había aceptado el acuerdo con las autoridades uruguayas y el sexto estaba demasiado enfermo para unirse a la protesta.

Sin embargo, durante las tres semanas tres y media de la protesta, los funcionarios de la embajada de Estados Unidos no los recibieron, y en vez de ello lugar un vocero de Estados Unidos dijo que este país no tiene la obligación de compensar a estos hombres, ya que fueron "legalmente detenidos durante la guerra."

En una declaración los ex reclusos dijeron: "estamos protestando frente a la embajada porque el gobierno de Estados Unidos nos tuvo detenidos injustamente durante 13 años y ahora nos debe proporcionarle los medios para vivir como seres humanos normales.

No pueden simplemente descargar sus errores sobre los demás, sino que deben ayudarnos con casas y apoyo financiero No estamos pidiendo lo imposible para ellos: nos detuvieron durante 13 años y deben ayudarnos. Creemos que esto es lo menos que pueden hacer, y es lo que pedimos".

Se realizaron una serie de negociaciones, entre el abogado de los ex reclusos y un representante del gobierno uruguayo. El 14 de mayo se llegó a un acuerdo básico con el negociador uruguayo, por el cual estos hombres seguirán recibiendo una remuneración de 15.000 pesos mensuales (unos 560 dólares), seguridad social, seguro de salud y el se les pagará el alquiler de su propio hogar a cada uno, así como la continuación de clases de español y ayuda para la reconversión laboral.

El acuerdo fue hecho por un año y se puede ampliar. En espera de una traducción al árabe que estos hombres podían leer, la protesta continuó hasta que se firmaró el 19 de mayo.

El acuerdo es una mejora considerable desde su situación actual, pero está lejos de ser ideal. Después de 12 años en el limbo de precariedad de Guantánamo, un acuerdo que puede ser renovado año tras año no proporciona estabilidad. Por otra parte, si bien establece que pueden traer a sus familias al país y la Cruz Roja informa que actualmente investigando sobre eso, dados los bajos salarios que puedan ganar, incluso junto con su estipendio, parece poco probable reunirse con sus familiares a corto plazo.

Uno de los hombres no ha firmado el acuerdo y está considerando solicitar asilo en otro lugar. El ex preso palestino que había acordado los términos anteriores, también ha firmado este nuevo acuerdo.

Aunque se niega a un compromiso directo con estos hombres, los Estados Unidos ha jugado un papel a través de los medios de comunicación. Las afirmaciones de que la protesta ha desalentado a otros países de la región a aceptar otros presos de Guantánamo no se justifica; en septiembre de 2014, meses antes de la transferencia, tanto Perú como Chile ya habían descartado aceptar prisioneros. Uruguay no es el único país de la región que ha aceptado ex presos de algún lugar: En el 2012, El Salvador aceptó dos chinos uigures [etnia del noroeste de China, 8 millones, y también presentes en Uzbekistán, Kazajistán y Kirguistán, también conocidos como “chinos musulmanes”; y hay allí un movimiento separatista] que también habían sido detenidos sin cargos ni juicio durante una década.

Las preocupaciones planteadas por el representante republicano Ed Royce (California) por el riesgo de liberar estos hombres llegan por lo menos con seis meses de retraso, y aparte que nunca fueron acusados, en primer lugar, para acusarlos de potencial reincidencia tendría que probarse primero que estos los ex presos estaban involucrados en acciones de combate o terrorismo.

Comentarios del ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa que el ex presidente José Mujica había actuado con "falta de previsión" en la aceptación de estos hombres, apenas un día antes de que se alcanzase el acuerdo, demuestra el alcance del control que Estados Unidos sigue aicando sobre los ex presos, incluso después de su liberación.

Esta no es la primera protesta de este tipo: En 2010, en un "gesto de solidaridad", Eslovaquia accedió a reasentar a tres presos de Guantánamo que no podían regresar a sus países de origen. Bajo la promesa de que serían reubicados, fueron enviados a un centro de detención de inmigrantes cuyas condiciones, según ellos, eran "peor que Guantánamo".

Seis meses más tarde, se declararon en huelga de hambre para llamar la atención sobre su difícil situación y al atraer la atención internacional, la situación mejoró. Dos de esos hombres ya han regresado a casa con sus familias. Eslovaquia accedió a reasentar a otros tres presos en 2013.

Guantánamo es un desastre que Estados Unidos creó y que espera que sea el resto del mundo el que lo limpie. Muchos de los 122 prisioneros restantes se encuentran en una situación similar a la de los hombres liberados hacia Uruguay.

Cuanto más tiempo se quedan en el limbo, peor es su sufrimiento físico y mental y las consecuencias a largo plazo. EE.UU. no acepta la responsabilidad, pero señalando con el dedo como culpables a las víctimas cuyas vidas ha destruido, muestra lo bajo que puede llegar EE.UU. Para tratar de encubrir sus crímenes contra la humanidad.

[Aisha Maniar es activista de derechos humanos residente en Londres que trabaja en la “London Guantanamo Campaign” y otras organizaciones, principalmente en temas relacionados con prisioneros, derechos de las minorías, y tortura].

Fuente: semanario-alternativas.info


 

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