Cuando ocurre en Estados Unidos, la matanza de
niños es una tragedia. Cuando ocurre en Pakistán, solo se consideran bichos
espachurrados
George Montbiot Guardian.UK 23
de diciembre de 2012
“Las palabras tan solo no pueden equipararse a lo profundo de vuestro dolor
ni pueden sanar vuestros corazones heridos…Estas tragedias deben acabar. Y para
que terminen, debemos cambiar”1. Cualquier padre puede conectar con lo que dijo Barack Obama del
asesinato de 20 niños en Newtown, en el estado de Connecticut. Apenas si puede
haber una persona sobre la tierra con acceso a los medios que no se haya visto
afectada por el dolor de la gente de esa ciudad.
Debe deducirse que lo que se aplica a los niños allí asesinados por un joven
trastornado se aplica también a los niños asesinados en Pakistán por un sombrío
presidente norteamericano. Estos niños son igual de importantes, igual de
reales, igual de merecedores de la preocupación del mundo. Pero no hay para
ellos discursos presidenciales ni lágrimas presidenciales; no hay imágenes en
las portadas de los diarios del mundo, ni entrevistas con parientes dolidos, ni
análisis minuciosos de lo qué sucedió y por qué.
Si las víctimas de Obama de los ataques con aviones no tripulados las
menciona alguna vez el Estado, se habla de ellas en términos que sugieren que
son menos que humanos. La gente que hace funcionar los aviones no tripulados,
informa la revista Rolling Stone, describe a sus víctimas como “bichos
espachurrados”, “pues contemplar el cuerpo a través de una imagen verdosa de
video con mucho grano da la impresión de un insecto aplastado”2. O quedan reducidos a
vegetación: justificando la guerra de aviones no tripulados, el asesor de
contraterrorismo de Obama, Bruce Riedel, explicaba que “hay que segar la hierba
todo el tiempo. En cuanto dejes de segar, va a volver a crecer la hierba”3.
Al igual que el gobierno de Bush en Irak, la administración de Barack Obama
ni documenta ni reconoce las bajas civiles de los ataques de la CIA con aviones
no tripulados en el noroeste de Pakistán. Pero un informe de las facultades de
Derecho de las universidades de Stanford y Nueva York sugiere que, durante los
primeros tres años de su mandato, los 259 ataques de los que es en última
instancia responsable mataron entre 297 y 569 civiles, de los cuales 64 eran
niños4. Estas cifras
proceden de informes creíbles: puede que haya muchos más que no hayan sido
plenamente documentados.
Los efectos más amplios sobre los niños de la región han sido demoledores.
Muchos han dejado de ir a la escuela por temor a convertirse en blanco de
cualquier reunión grande de gente. Ha habido varios ataques contra escuelas
desde que George W. Bush lanzó el programa de aviones no tripulados que Obama ha
ampliado de modo tan entusiasta: una de las meteduras de pata de Bush mató a 69
niños5.
El estudio informa de que los niños gritan de terror cuando escuchan el
sonido de un avión no tripulado. Un psicólogo local dice que su temor y los
horrores de los que son testigos les provocan una permanente cicatriz mental.
Los niños heridos en ataques con aviones no tripulados contaron a los
investigadores que están demasiado traumatizados para volver al colegio y han
abandonado la esperanza de seguir la carrera que hubieran podido elegir: sus
sueños se han quebrado lo mismo que sus cuerpos6.
Obama no mata niños deliberadamente. Pero sus muertes son el inevitable
resultado de la forma en que se despliegan sus aviones no tripulados.
Desconocemos cuáles son los efectos emocionales que podrían tener sobre él, dado
que ni él ni sus funcionarios discuten la cuestión: casi todo lo que tiene que
ver con los asesinatos extrajudiciales de la CIA en Pakistán se mantiene en
secreto. Pero se tiene la impresión de que no le quita mucho el sueño a nadie de
la administración.
Dos días antes de los asesinatos de Newtown, al secretario de prensa de Obama
le preguntaron por las mujeres y niños muertos por aviones no tripulados en
Yemen y Pakistán. Se negó a contestar sobre la base de que dichas materias sé
encuentran “clasificadas”7. Por el contrario, dirigió al periodista a una declaración de
John Brennan, asistente de contraterrorismo de Obama. Brennan insiste en que la
“muerte de inocentes a manos Al Qaeda, en su mayoría hombres, mujeres y niños
musulmanes, ha mancillado gravemente su atractivo y su imagen a los ojos de los
musulmanes”8. Parece
incapaz de advertir que la guerra con aparatos no tripulados ha tenido el mismo
efecto en lo que respecta a los Estados Unidos. Para Brennan la gente del
noroeste de Pakistán no son ni insectos ni hierba: sus objetivos son un “tumor
canceroso”, el resto de la sociedad, “el tejido que lo rodea”. Cuidado con
cualquiera que describa a un ser humano como algo distinto de un ser humano.
Sí, lo reconocía, ocasionalmente hay algún “daño colateral”, pero los EE.UU.
tienen “extremo cuidado [de] asegurarse la precisión y evitar la pérdida de
vidas inocentes”. Sólo se actuará si existe “una amenaza real en curso” a vidas
norteamericanas9. Es un
camelo de muchísimo cuidado.
La doctrina del “ataque con firma” desarrollada con Obama, que no tiene una
base legal discernible, busca simplemente pautas10. Una pauta podría
consistir en un grupo de hombres desconocidos que llevan armas (lo que apenas
les distingue del resto de la población masculina del noroeste de Pakistán), o
un grupo de gente no identificada que parece como si estuviera tramando algo.
Así es cómo se liquida a los invitados a bodas y funerales; así es cómo saltaron
por los aires cuarenta ancianos que discutían los derechos de explotación de una
mina de cromita en marzo del año pasado11. Y es una de las razones por las que sigue habiendo niños
muertos.
Obama apenas ha mencionado el programa de aviones no tripulados y nada ha
dicho de su matanza de niños. La única declaración que he podido encontrar es
una breve y vaga respuesta en el curso de una videoconferencia de enero pasado12. Se ha dejado que las
muertes las justifiquen otros. En octubre, Joe Klein, animador de los
demócratas, afirmó en la MSNBC que “al final, la conclusión es: ¿qué niño de
cuatro es el que va a morir? Lo que estamos haciendo es limitar la posibilidad
de que a los niños de cuatro años los maten aquí en actos indiscriminados de
terror”13. Tal como ha
puntualizado el estimable Glenn Greenwald, matar niños de cuatro años es lo que
hacen los terroristas14.
No impide asesinatos en represalia; los alienta, pues el dolor y la venganza son
con frecuencia cómplices.
La mayoría de los medios de comunicación del mundo, que han conmemorado a los
niños de Newtown, o bien ignoran los asesinatos de Obama o aceptan la versión
oficial de que todos los muertos son “activistas”. Los niños del noroeste de
Pakistán, tal parece, no son como nuestros niños. No tienen nombre ni foto ni
memoriales con velas y flores y ositos de peluche. Pertenecen a lo otro: al
mundo no humano de bichos, hierba y tejidos.
“¿Estamos preparados”, preguntaba Obama el domingo, “para decir que esa
violencia que cae sobre nuestros niños año tras año tras año supone de algún
modo el precio de nuestra libertad?”15. Es una pregunta válida. Debería aplicarla a la violencia que
hace él caer sobre los niños de Pakistán.
Notas :
George Monbiot es uno de los periodistas medioambientales
británicos más consistentes, rigurosos y respetados, autor de libros muy
difundidos como The Age of Consent: A Manifesto for a New World Order
yCaptive State: The Corporate Takeover of Britain, así como de volúmenes
de investigación y viajes como Poisoned Arrows, Amazon Watershed
No Man's Land.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|