Los medios ocultan el papel de la OTAN en los mercados de esclavos
de Libia
Mercados de esclavos del siglo XXI. Seres humanos vendidos por unos pocos cientos de
dólares. Masivas protestas en todo el mundo
BEN NORTON
11 de diciembre de 2017
Inmigrantes esclavizados en Libia.
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Los medios de comunicación estadounidenses y británicos han despertado a la cruda realidad de Libia, donde los refugiados
africanos están a la venta en mercados de esclavos al aire libre. Sin embargo,
un detalle crucial de este escándalo ha sido minimizado e incluso ignorado en
muchas informaciones de los medios corporativos: el papel de la OTAN en la
creación de este mercado de esclavos en el país norteafricano.
En marzo de 2011, la OTAN lanzó una guerra en Libia con el objetivo expreso
de derrocar al gobierno de Muamar Gadafi. EEUU y sus aliados efectuaron 26.000 misiones aéreas sobre
Libia y lanzaron cientos de misiles de crucero, destruyendo la capacidad del
gobierno para resistir a las fuerzas rebeldes.
El presidente de EEUU Barack Obama y la secretaria de estado Hillary
Clinton, junto con sus homólogos europeos, insistieron en que la intervención
militar se llevaba a cabo por razones humanitarias. Pero el politólogo Micah
Zenko (FOREIGN POLICY, 22/03/2016) utilizó los propios materiales de la OTAN para mostrar cómo “la intervención en
Libia buscó el cambio de régimen desde el principio”.
La OTAN apoyó a una serie de grupos rebeldes que luchaban sobre el terreno
en Libia, muchos de los cuales estaban dominados por extremistas islamistas y
defendían puntos de vista violentamente racistas. Militantes de la fortaleza
rebelde de Misurata, respaldados por la OTAN, se referían a sí mismos en 2011 como “una brigada para purgar
esclavos negros”, un presagio espeluznante de los horrores que se avecinaban.
La guerra terminó en octubre de 2011. Aviones estadounidenses y europeos
atacaron el convoy de Gadafi, que fue brutalmente asesinado por rebeldes
extremistas y sodomizado con una bayoneta. Hillary Clinton, que jugó un papel decisivo en la guerra, declaró en CBS NEWS (20/10/2011): “¡Llegamos, vimos y murió!”. El gobierno libio se disolvió poco después.
En los seis años transcurridos desde entonces, Libia se ha visto sumida en
el caos y el derramamiento de sangre. Varios pretendidos gobiernos están
compitiendo por el control de este país rico en petróleo y en algunas áreas
todavía no existe una autoridad central que funcione. Muchos miles de personas
han muerto, aunque es imposible verificar las cifras. Millones de libios han
sido desplazados y casi un tercio de la población había huido a la vecina Túnez para 2014.
Sin embargo, los medios de comunicación corporativos han ignorado en gran
medida el papel clave que desempeñó la OTAN en la destrucción del gobierno
libio, desestabilizando el país y permitiendo el crecimiento de los traficantes
de esclavos.
Por otra parte, los pocos informes de prensa que reconocen la complicidad
de la OTAN en el caos libio no dan un paso más allá e ignoran el violento y
bien documentado racismo de los rebeldes libios apoyados por la OTAN, que
promovieron la esclavitud tras realizar limpiezas étnicas y cometer crímenes
brutales contra los libios negros.
La CNN (14/11/2017) no menciona el papel de EEUU en la venta de esclavos.
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Oh, OTAN, ¿dónde estás?
La CNN (14/11/2017) publicó a mediados de noviembre una historia explosiva que proporcionaba una
mirada de primera mano de la trata de esclavos en Libia. La red mediática
obtuvo un vídeo aterrador que muestra subastas de jóvenes refugiados africanos,
“chicos grandes y fuertes para el trabajo agrícola”, vendidos por tan solo 400 dólares.
El llamativo reportaje audiovisual de la CNN incluía extras en abundancia:
dos vídeos, dos GIFs animados, dos fotos y un gráfico. Pero faltaba algo: la
historia de mil palabras no mencionaba a la OTAN, ni la guerra de 2011 que
acabó con el gobierno libio, ni a Muamar Gadafi, ni ningún tipo de contexto
histórico y político.
A pesar de estos enormes defectos, el reportaje de la CNN fue ampliamente
celebrado y tuvo un gran impacto en un aparato mediático corporativo que se
preocupa muy poco por el Norte de África. Siguió una oleada de informaciones
que hablaban de la esclavitud en Libia como una cuestión apolítica e intemporal
de derechos humanos, no como un problema político arraigado en una historia muy reciente.
En historias posteriores, cuando las autoridades libias y de la ONU anunciaron
que iniciarían una investigación sobre las subastas de esclavos, la CNN (17/11/2017, 20/11/2017) volvió a caer en el mismo error, ignorando la guerra de 2011 y el papel de la
OTAN en ella.
Un reportaje de la CNN (21/11/2017) sobre una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU señaló: “Los embajadores,
desde el senegalés al sueco, señalaron las causas fundamentales de la trata:
países inestables, pobreza, ganancias del comercio de esclavos y falta de
cumplimiento de la ley”. Ninguna explicación de por qué Libia es inestable.
Otro artículo de la CNN (23/11/2017), continuación del anterior, fue igualmente desorientador. Solo al final del
artículo, un investigador del Observatorio de Derechos Humanos señalaba que “el
gobierno provisional de Libia ha estado retrasando todas las investigaciones
que supuestamente iniciaron, pero nunca terminaron, desde el levantamiento de
2011”, pero se seguía ignorando el papel de la OTAN en este.
Un cable de la AGENCIA FRANCE PRESS, publicado por VOICE OF AMERICA (17/11/2017) y otros sitios web tampoco proporcionaba un contexto histórico para la
situación política de Libia. “Testimonios recogidos por AFP en los últimos años
revelan una letanía de violaciones de los derechos humanos a manos de líderes
de bandas, traficantes de seres humanos y las fuerzas de seguridad libias”,
decía el artículo, pero no se refirió en ningún momento a lo ocurrido antes de 2017.
Un artículo de THE NEW YORK TIMES (19/11/2017) era realmente excepcional, ya que relacionaba el auge de la esclavitud en Libia
con el derrocamiento de Muamar Gadafi; sin embargo, no mencionaba el destacado
papel de EEUU en ese derrocamiento.
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Informaciones de la BBC (18/11/2017), THE
NEW YORK TIMES (20/11/2017), DEUTSCHE WELLE (reimpreso por USA TODAY, 23/11/2017) y ASSOCIATED PRESS (reimpreso por THE WASHINGTON POST, 23/11/2017) también incurrían en el mismo error de no mencionar siquiera la guerra de 2011
y mucho menos el papel de la OTAN en ella.
Otra historia del THE NEW YORK TIMES (19/11/2017) ofrecía un poco de contexto:
Desde que el levantamiento árabe de la primavera de 2011 puso fin al brutal
régimen del coronel Muamar Gadafi, la costa libia se ha convertido en un centro
de tráfico y contrabando de seres humanos. Esto ha alimentado la crisis de la
inmigración ilegal que Europa está tratando de contener desde 2014. Libia, que
se hundió en el caos y la guerra civil después de la revuelta, está ahora
dividida en tres bandos principales.
Pese a todo, el TIMES eliminó el papel clave de la OTAN en el levantamiento de 2011.
En un relato de las grandes protestas que estallaron en los exteriores de
las embajadas libias en Europa y África en respuesta a las informaciones sobre
las subastas de esclavos, REUTERS (20/11/2017) indicó que “seis años después de la caída de Muamar Gadafi, Libia sigue siendo
un estado sin ley, en el que grupos armados compiten por el territorio y los
recursos, y redes de contrabando de personas operan con total impunidad”. Pero
no proporcionó más información sobre cómo fue derrocado Gadafi.
Una información del HUFFINGTON POST (22/11/2017), reimpresa posteriormente por AOL (27/11/2017), admitía que Libia es “uno de los países más inestables del mundo, sumido en los
conflictos desde que el dictador Muamar Gadafi fue expulsado y asesinado en
2011”. No hacía ninguna mención del papel de la OTAN en ese derrocamientoy asesinato.
Parte del problema ha sido la falta de voluntad de las organizaciones
internacionales para señalar la responsabilidad de los poderosos gobiernos
occidentales. En su declaración sobre los informes acerca de la esclavitud en
Libia, el secretario general de la ONU António Guterres (20/11/2017) no mencionó nada sobre lo que ha ocurrido políticamente en el país
norteafricano en los seis últimos años. El informe del Centro de Noticias de la
ONU (20/11/2017) sobre los comentarios de Guterres fue tan descontextualizado y desinformativo
como el comunicado de prensa (21/11/2017) sobre el tema publicado por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
AL YAZIRA (26/11/2017) citó a un funcionario de la OIM que, en palabras de AL YAZIRA, sugirió que “la
comunidad internacional debería prestar más atención a la Libia post-Gadafi”.
Pero el medio no proporcionó ningún contexto acerca de cómo se llegó a la
situación actual de Libia. De hecho, la fuente de AL YAZIRA se esforzó por
enfocar la cuestión en términos apolíticos: “La esclavitud moderna está
extendida por todo el mundo y Libia no es en absoluto una excepción”.
Si bien es cierto que la esclavitud y el tráfico de seres humanos ocurren
en otros países, esta generalizada narrativa mediática despolitiza el problema
en Libia, que tiene sus raíces en decisiones políticas explícitas tomadas por
los gobiernos y sus líderes: la decisión de derrocar al gobierno estable de
Libia, convirtiendo al país norteafricano rico en petróleo en un estado fallido
gobernado por los señores de la guerra y las milicias que luchan entre sí,
algunos de los cuales están involucrados en el tráfico de esclavos y se benefician
del mismo.
Atención selectiva a las secuelas de la OTAN en Libia
Las informaciones de los medios corporativos sobre Libia son en gran medida
un reflejo de las informaciones sobre Yemen (FAIR.org, 20/11/2017, 31/08/2017, 27/02/2017), Siria (FAIR.org, 7/04/2017, 5/09/2015) y otras. El papel del gobierno de EEUU y de sus aliados en la creación del caos
actual en el extranjero es minimizado, cuando no ignorado por completo.
Sorprendentemente, una de las pocas excepciones a esta abrumadora tendencia
de los medios de comunicación la hemos encontrado en un editorial del THE NEW
YORK TIMES (14/04/2017). En esta ocasión, el TIMES no escatimó palabras, llegando a vincular
directamente a la intervención militar respaldada por EEUU con la catástrofe en curso:
Nada de esto sería posible si no fuera por el caos político existente en
Libia desde la guerra civil de 2011, cuando —con la participación de una
coalición de la OTAN que incluía a EEUU— fue derrocado el coronel Muamar
Gadafi. Los inmigrantes se han convertido en el oro que financia a las
facciones beligerantes en Libia.
Se trata de un giro significativo. Inmediatamente después
de que la OTAN lanzara su guerra en Libia en marzo de 2011, el consejo
editorial del TIMES (21/03/2011)
aplaudió el bombardeo, afirmando que “el coronel Muamar Gadafi ha sido durante
mucho tiempo un matón y un asesino que nunca ha pagado por sus muchos
crímenes”. Adoptó tonos poéticos sobre la “extraordinaria” e “impresionante”
intervención militar, y esperó que Gadafi cayera cuanto antes.
El editorial de abril de 2017 del TIMES no fue un mea culpa, pero aún así se trató de un
raro reconocimiento de la verdad.
Este artículo del THE GUARDIAN (10/04/2017) cita “el derrocamiento del líder autocrático Muamar Gadafi”, pero no dice que
EEUU (o Gran Bretaña) jugaron un papel decisivo en dicho derrocamiento.
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En el momento en que se escribió ese sorprendentemente honesto editorial,
se había producido una breve atención de los medios de comunicación a Libia. La
OIM acababa de realizar una investigación sobre la esclavitud en Libia tras el
cambio de régimen, dando lugar a una serie de informaciones en THE GUARDIAN (10/04/2017) y otros medios. Pero tan pronto como esta espantosa historia despertó el
interés de los medios de comunicación corporativos, desapareció con la misma
rapidez. La atención se desplazó nuevamente a Rusia, Corea del Norte y los
ogros del día.
Cuando los gobiernos occidentales esperaban intervenir militarmente en
Libia antes del 19 de marzo de 2011, hubo un torrente continuo de informaciones
en los medios de comunicación sobre las maldades de Gadafi y su gobierno,
incluyendo una buena dosis de noticias falsas (SALON, 16/09/2016). Los principales periódicos apoyaron incondicionalmente la intervención de la OTAN y no ocultaron
sus líneas editoriales a favor de la guerra.
Cuando el gobierno de EEUU y sus aliados se estaban preparando para la
guerra, el aparato mediático corporativo hizo lo que mejor sabe hacer y ayudó a
vender al público otra intervención militar.
En los años transcurridos desde entonces, el interés por las desastrosas
consecuencias de esa guerra de la OTAN ha disminuido exponencialmente, con
algunos picos informativos breves, como ocurrió a principios de 2017. El más reciente
impulso informativo se inspiró en la publicación de un impactante reportaje
audiovisual de la CNN. Pero de la misma forma que llegó, desapareció.
El extremo racismo de los rebeldes libios
La catástrofe que Libia experimentó tras el colapso de su estado era algo
previsible. El propio Gadafi había advertido a los estados miembros de la OTAN, mientras
libraban la guerra contra él, de que iban a desencadenar el caos en toda la
región. Sin embargo, los lídres occidentales (Barack Obama y Hillary Clinton en
EEUU, David Cameron en Reino Unido, Nicolas Sarkozy en Francia y Stephen Harper
en Canadá) ignoraron la advertencia y derrocaron violentamente al líder libio.
Incluso en los pocos reportajes sobre la esclavitud en Libia que reconocen
la responsabilidad de la OTAN en la desestabilización del país, todavía falta
algo.
Volviendo la vista atrás a los rebeldes libios anti-Gadafi, tanto durante
la guerra de 2011 como después de ella, queda claro que el racismo antinegro
extremo estaba muy extendido en la oposición respaldada por la OTAN. Una
investigación realizada en 2016 por la Comisión de Asuntos Exteriores de la
Cámara de Representantes británica (SALON, 16/09/2016) reconocía que “las milicias islamistas militantes jugaron un papel fundamental
en la rebelión de febrero de 2011 y después”. Pero muchos rebeldes no solo eran
fundamentalistas; eran, también, violentamente racistas.
Desgraciadamente, no es de extrañar que estos extremistas libios
esclavizaran posteriormente a los refugiados e inmigrantes africanos; lo
insinuaron desde un principio.
La mayor parte de la cobertura mediática estadounidense y europea en el
momento de la intervención militar de la OTAN fue decididamente favorable a los
rebeldes. Sin embargo, cuando los reporteros llegaban al país, comenzaban a
publicar algunas informaciones más matizadas que dejaban entrever la realidad
de la oposición. Estas fueron insignificantes en número, pero son
esclarecedoras y dignas de ser revisadas.
Tres meses después del inicio de la guerra de la OTAN, en junio de 2011,
Sam Dagher, del WALL STREET JOURNAL (21/06/2011), informó desde Misurata, la tercera ciudad más grande de Libia y un importante
centro de la oposición, donde vio consignas rebeldes como “la brigada para
purgar esclavos negros”.
Dagher señaló que la fortaleza rebelde de Misurata estaba dominada por
“familias de mercaderes blancos muy unidas”, mientras que “el sur del país,
predominantemente negro, apoya al coronel Gadafi”.
Otras pintadas de Misurata decían “fuera los traidores”. Con el término
“traidores” los rebeldes se referían a los libios de la ciudad de Tawurgha, de
la que el JOURNAL decía que estaba “habitada en su mayoría por libios negros,
un legado de sus orígenes en el siglo XIX como ciudad de tránsito en la trata
de esclavos”.
Dagher informó que algunos líderes rebeldes libios “pedían la expulsión del
área de los tawurghanos” y “prohibieron a los nativos de Tawurgha trabajar,
vivir o enviar a sus hijos a las escuelas de Misurata”, agregando que los
barrios predominantemente tawurghanos de Misurata ya habían sido vaciados. Los
libios negros estaban “desaparecidos o escondidos, temiendo ataques de venganza
de los misuratanos, alentados por el ofrecimiento de recompensas por su
captura”.
El jefe rebelde Ibrahim al Halbus dijo al JOURNAL: “Tawurgha ya no existe,
solo existe Misurata”.
Al Halbus reaparecería más tarde en un reportaje del SUNDAY TELEGRAPH (11/09/2011), en el que reiteraba que “Tawurgha ya no existe”. (Cuando Al Halbus fue herido
en septiembre, THE NEW YORK TIMES (20/09/2011) lo retrató con simpatía como un mártir en la heroica lucha contra Gadafi. La
brigada de Al Halbus se ha convertido en los últimos años en una influyente milicia en Libia.)
Al igual que Dagher, Andrew Gilligan, del TELEGRAPH, llamó la atención
sobre el eslogan pintado en la carretera entre Misurata y Tawurgha: “la brigada
para purgar esclavos negros”.
Gilligan informó desde Tawurgha, o más bien desde los restos de la ciudad
mayoritariamente negra, que la ciudad había sido “vaciada de su gente,
vandalizada y parcialmente incendiada por las fuerzas rebeldes”. Un líder
rebelde dijo de los residentes negros: “les dijimos que si no se iban, serían
conquistados y encarcelados. Todos se fueron y nunca permitiremos que vuelvan”.
Gilligan señaló la existencia de “un trasfondo racista”. Y añadió: “Muchos
tawurghanos no son inmigrantes ni mercenarios africanos al servicio de Gadafi,
pero descienden de esclavos y tienen la piel más oscura que la mayoría de los
libios”.
La OTAN ayudó a estos rebeldes virulentamente racistas de Misurata. Fuerzas
de la alianza lanzaron frecuentes ataques aéreos contra la ciudad. Aviones de combate franceses derribaron aviones libios sobre
Misurata. EEUU y Reino
Unidos dispararon misiles de crucero contra objetivos del
gobierno libio y el ejército estadounidense lanzó ataques con drones Predator.
La fuerza aérea canadiense también atacó a las fuerzas libias,
expulsándolas de Misurata.
En un vídeo de relaciones públicas de la OTAN, publicado en mayo de 2011, a
principios de la guerra de Libia, la alianza militar occidental admitió
abiertamente que había permitido deliberadamente “a los rebeldes libios el
transporte de armas desde Bengasi a Misurata”. El politólogo Micah Zenko
(FOREIGN POLICY, 22/03/2016) señaló las implicaciones de este vídeo: “Un barco de la OTAN estacionado en el
Mediterráneo para imponer un embargo de armas hizo exactamente lo contrario y
la OTAN se sintió cómoda al publicar un vídeo que demostraba su hipocresía”.
El Observatorio de Derechos Humanos (4/09/2011) documentó la persecución racista en la Libia post-Gadafi.
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A lo largo de la guerra y después de que terminara, los rebeldes libios
continuaron llevando a cabo ataques racistas y sectarios contra sus
compatriotas negros. Estos ataques han sido bien documentados por las
principales organizaciones de derechos humanos.
El ex director ejecutivo del Observatorio de Derechos Humanos, Kenneth Roth, aplaudió la intervención de la OTAN en Libia en 2011,
calificando el apoyo unánime del Consejo de Seguridad de la ONU a una zona de
exclusión aérea como una “notable” confirmación de la llamada doctrina de
“responsabilidad de proteger”.
La organización de Roth, empero, no pudo ignorar los crímenes de los
militantes antigadafistas cometidos contra los librios negros y los inmigrantes.
En septiembre de 2011, cuando la guerra estaba aún en curso, el
Observatorio de Derechos Humanos informó sobre las “detenciones arbitrarias y los abusos cometidos contra trabajadores
inmigrantes africanos y libios negros, a los que se calificaba de mercenarios” pro-Gadafi.
Luego, en octubre, la principal organización de derechos humanos de EEUU
señaló que las milicias libias estaban “aterrorizando a los residentes desplazados de
la cercana ciudad de Tawurgha”, una comunidad mayoritariamente negra que había
sido un bastión de apoyo a Gadafi. “Esta ciudad de 30.000 habitantes ha sido
completamente abandonada, algunas viviendas fueron saqueadas e incendiadas, y
los jefes rebeldes de Misurata advirtieron a los residentes que no debían
regresar nunca”, añadió el Observatorio. Varios testigos “relataron de forma
creíble cómo milicias de Misurata disparaban a tawurghanos desarmados, les
detenían de forma arbitraria y les golpeaban, llegando en algunos casos a
matarlos”.
En 2013, el Observatorio de Derechos Humanos informó sobre la limpieza étnica de la comunidad negra de Tawurgha. La organización, cuyo
jefe había apoyado tan efusivamente la intervención militar, escribió: “El
desplazamiento forzado de unas 40.000 personas, las detenciones arbitrarias,
las torturas y los asesinatos son generalizados, sistemáticos y suficientemente
organizados como para constituir crímenes de lesa humanidad”.
Estas atrocidades son innegables y han conducido
directamente a la esclavitud de los refugiados y de los inmigrantes africanos.
Pero para reconocer la complicidad de la OTAN en el crecimiento de estas
milicias racistas extremistas, los medios de comunicación corporativos tendrían
que reconocer el papel de la OTAN en la guerra de cambio de régimen de 2011 en Libia.
Ben Norton es periodista y
escritor. Es reportero de Grayzone Project, de AlterNet, y colaborador de FAIR.
Su sitio web es BenNorton.com y
en Twitter es @BenjaminNorton.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
Fuente: https://medium.com/diferencias/los-medios-ocultan-el-
papel-de-la-otan-en-los-mercados-de-esclavos-de-libia-848862117b82
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