¿Capitalismo del desastre o desastres
capitalistas?
La peor y más alarmante noticia aquí es...
que el 9/11 y otros desastres como la catástrofe del BP Deepwater Horizon son
consecuencias del funcionamiento normal del capitalismo, y específicamente de
las leyes neoliberales.1> |
17 de octubre de 2011 Dennis Loo
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 4 de diciembre de
2011
Naomi Klein en su bien anunciada Doctrina de Choque: El Auge del
Capitalismo del Desastre argumenta que los neoliberales están provocando
desastres voluntariamente para justificar e imponer “soluciones” draconianas en
los mercados para remediar los problemas que ellos crearon primero.
Para entenderlo mejor, la habilidad de los neoliberales para llevar a cabo
esta conspiración (porque eso es lo que es, planes intencionalmente ejecutados
para infligir daño a la gente) depende de la ausencia de auténticos rivales al
capitalismo como sistema y la lógica capitalista como teoría y filosofía:
modelos políticos y económicos alternativos y/o los movimientos sociales de la
Izquierda con organizaciones tales como los sindicatos. Para completar sus
planes los neoliberales necesitan un campo sin enemigos ideológicos y
políticos.
Puesto de otra manera, el objetivo de los neoliberales ha sido completar la
contra-revolución contra los avances de los movimientos sociales de los años 60
y el legado y la influencia del socialismo, que existió concretamente en el
campo socialista, liderado por la Unión Soviética y mas tarde por China, durante
varias décadas en el siglo veinte. El Neoliberalismo después de todo debe su
origen al trabajo de Frederick Hayek, que empezó a proselitista contra cualquier
forma de colectivismo, o de poner las necesidades humanas por encima del
capital, en los turbulentos años 1930-40, cuando el capitalismo estaba asediado
y en crisis y las ideas anti-capitalistas y anti-fascistas eran más populares
mundialmente. Como escribí en mi nuevo libro, Globalization
and the Demolition of Society:
La obra de Hayek llegó durante un periodo de la historia de enorme
confusión y lucha: los años claves de la mitad del siglo veinte. El mundo estaba
listo para ser influenciado ya que los proponentes del fascismo, capitalismo,
socialismo (y anarquismo, particularmente en España) estaban luchando ferozmente
para determinar quien iba a dominar y que visión prevalecería en la sociedad.
Hayek estaba explícitamente opuesto al colectivismo. Para avanzar con su
programa, convocó una pequeña conferencia en Mont Pelerin, Suiza, en 1947,
invitando a personas de ideas afines como el economista Milton Friedman de la
universidad de Chicago. La sociedad de Mont Pelerin emergió de esa conferencia
preparada para combatir el socialismo y las tendencias pro socialistas que en
esa época tenían mucha atracción internacional. En los EEUU, los conservadores
del partido GOP19 buscando una alternativa a los económicos Keynesianos se
volvieron hacia Friedman, Hayek, y Ayn Rand, el último bien conocido líder del
ultra-individualismo. (Pg. 45-46)
Esta contra-revolución liderada por los partidarios del mercado libre empezó
en el campo de la teoría y realizó su primer ataque al poder estatal en 1973 con
el golpe de estado fascista del general Augusto Pinochet contra el presidente
chileno Allende. El gobierno de los Estados Unidos dio su apoyo al golpe y
Pinochet asesinó cinco mil chilenos sólo en los primeros días. 1973 fue el final
de la era de los 1960 y el golpe de Pinochet/U.S.A. su histórico final. Esta
contra-revolución reunió un impulso muy serio en las ciudadelas imperialistas de
los años 80 de Inglaterra y los Estados Unidos donde la producción de petróleo
en alta mar y otras actividades, la popularidad del Darwinismo social, la
flojedad sistemática del sector público, el siempre creciente gasto militar, y
reducciones masivas en los impuestos de los ricos, originó los déficits cada vez
más grandes, la vida cotidiana militarizada, violaciones rutinarias de las
leyes, y “guerras preventivas” que según las Naciones Unidas se conocen también
como guerras de agresión.
Mientras Klein tiene razón cuando dice que los neoliberales han preparado
escenarios para imponer sus “soluciones,” ej., Capitalismo del desastre, podría
ser más preciso observar que los desastres más graves no son los que los
capitalistas han originado deliberadamente. Mas bien, las mayores catástrofes
son las que no están premeditadas. Como Nathan Frier, analista del Departamento
de Defensa escribió en el 2008:
Las más probables y peligrosas conmociones futuras serán poco
convencionales… Sus orígenes es más fácil que aparezcan en forma irregular,
catastrófica, y con objetivos de amenazas híbridas (nacidas de un diseño hostil)
o amenazas de ‘contexto’ (nacidas por la ausencia de objetivos o diseños
hostiles). De las dos, esta última es la menos entendida y la más peligrosa.
(p.116)
La perspectiva de Frier y la mía son bastante diferentes, pero lo que llama
la atención aquí es que estamos de acuerdo en relación con nuestro análisis de
los peligros inherentes de la situación mundial. Frier afirma que los peores
desastres serán los que la burocracia no puede prever y los que no están
tratando de crear deliberadamente. Mientras que hay una conspiración en marcha,
el punto más importante aquí es que la misma estructura y lógica del sistema
capitalista está provocando desastres mucho más grandes que los que está
causando deliberadamente la clase capitalista (ej., Calentamiento global). Estos
desastres son el resultado inevitable de la naturaleza fundamental, implacable y
consumista del capitalismo y su interminable ansia de lucro que ha estado
operando por unos treinta años sin ningún tipo de oposición para reducir ese
apetito y esas tendencias naturales.
En otras palabras, la peor y más alarmante noticia aquí, no es que el 9/11
fuera una obra premeditada, una gran conspiración dentro de los puestos más
altos del gobierno de los Estados Unidos. Pero lo es que el 9/11 y otros
desastres como la catástrofe del BP Deepwater Horizon son consecuencias del
funcionamiento normal del capitalismo, y específicamente de las leyes
neoliberales. Esto es mucho más alarmante que creer que el 9/11 fue un trabajo
interno. (p.163)
Una mejor descripción para la situación actual sería desastres capitalistas
en lugar de capitalismo del desastre ya que esta última usa desastres como un
adjetivo o modificador del nombre, capitalismo, y la primera trata esos
desastres como un producto del capitalismo.
La subordinación de la seguridad y bienestar públicos a los dictados de
las ganancias garantizan dos resultados: inmensas ganancias para los grandes
capitales y desastres regulares para la gente. La misma naturaleza de las leyes
neoliberales hace que estas dos consecuencias continúen. Esto pasa porque no es
lucrativo asegurar que todos los productos y procesos como la carne de
hamburguesas sean seguros. Es más barato permitir que algunos patógenos (fallos
y accidentes evitables) se vendan (y ocurran) regularmente. Cuesta mucho menos
dinero pagar por un pleito por incidentes donde las personas mueren o se
enferman gravemente, y se les deja, como en el caso de Stephanie Smith con
parálisis (y en las grandes catástrofes como la catástrofe del petróleo de BP)
que prevenir que esos incidentes ocurran en primer lugar.
Esta fue la misma lógica que usó Ford Motor Company con su infame Pinto
1970. Sólo les hubiera costado, según sus cálculos $6 por cada coche para
arreglar el defecto que causaba que los Pintos explotaran en llamas en
determinados tipos de impactos. Pero costaba menos pagar por daños a la
propiedad y pérdidas, que éllos habían calculado que podrían ser unos pocos
centenares de vidas, que pagar $6 por cada coche, ya que millones de esos coches
tenían el defecto. Y ¿qué es lo que hizo Ford? Los directores de Ford no
arreglaron el defecto. Como así fue, Ford calculó que el número de personas que
murieron era bajo. Mil doscientas personas murieron. Cuando el caso se llevó a
juicio el juez no permitió poner como evidencia el memo “smoking gun”, que
probaba la “mejor idea” de los ejecutivos de Ford de no arreglar ese defecto
mortal. (p. 165)
Lo que fue notable en los años 70, como un ejemplo particularmente atroz de
malversación corporativa en los Ford Pinto, ahora es normal en el sector
financial y está mucho más extendida en el mundo empresarial. Como escribí en mi
libro:
L. Randall Wray, Profesor de Economía de la universidad de Missouri,
Kansas City, ofrece un análisis más profundo de los latentes problemas
estructurales existentes:
El “[F]inanciamiento” de las economías significa dos cosas al mismo
tiempo, “globalización” y creciente desigüaldad. El mundo de las finanzas se ha
alejado de las instituciones – que estaban orientadas por una cultura de
relación con los clientes – hacia el “comercio” (el modelo “creado para
distribuir” asegurando una fuente de hipotecarios es un buen ejemplo). Esto
virtualmente elimina las subscripciones (asegurando la validez del crédito de
los clientes) y también favorece la “visión a corto plazo” (ganancias
inmediatas) de los comerciantes (sólo eres tan bueno como tu última transacción)
en vez de la visión a largo plazo de las instituciones financieras que ofrecen
los préstamos.
Además, la filosofía de “maximización de los beneficios totales de los
accionistas” y el distanciamiento de las asociaciones en inversiones bancarias
hacia las propiedades públicas promueve el esquema de “inflar y dejar caer”para
incrementar el valor de las opciones de las acciones que benefician a los
ejecutivos y comerciantes.
Ha triunfado una “mentalidad de comercio” que fomenta acciones basadas en
el enfoque “suma zero”: en cada transacción hay un vencedor y un perdedor. En la
práctica el banco es el vencedor y el cliente el engañado.
Esta transformación ayuda a explicar porqué el fraude desenfrenado es
normal en los negocios. Competición entre los negociantes y los ejecutivos para
incrementar los beneficios ha llevado a bajar incluso más las garantías
estándars para incrementar el volumen de los negocios – con cuotas incrustadas
en cada una de ellas – y con grandes incentivos para “inflar los libros”
(registrando falsas ganancias). Una vez el fraude de cuentas se ha iniciado, hay
un incentivo más grande para continuar con formas más audaces para esconder los
previos delitos. Al final, el sistema financial de los EEUU (y quizás muchos
otros) no son mas que una conspiración masiva para defraudar a los
prestatarios…
Escalofriantes palabras. El profesor Wray no explica porqué el peso de las
finanzas se ha movido hacia las “transacciones.” Para contestar esta pregunta
muy sucintamente, el poder del financiamiento del capital refleja el flujo
natural del capital hacia áreas donde se consiguen beneficios más grandes y más
rápidamente. Para un sistema que está basado en conseguir beneficios, este
cambio en el mundo de las finanzas que Wray describe como una “conspiración
criminal masiva” es algo esperado.
La lógica a corto plazo, supera cualquier lógica a largo plazo; las ganancias
que se hacen hoy anulan cualquier consideración seria de horizontes más lejanos.
Es una pérdida de tiempo argumentar que el enfoque del capital con ganancias a
corto plazo está poniendo en peligro la estabilidad y viabilidad del sistema a
largo plazo. El sistema sólo puede estar gobernado por el lucro, mientras
continúe el mismo sitema y no sea cambiado por otro sistema. Haciendo lo que es
mejor para el sistema a largo plazo no es como el sistema funciona. (Pg.
173-174)
Este último punto tiene que subrayarse porque va en contra de lo que la gente
está acostumbrada a pensar. Somos propensos a encogernos, por razones
emocionales, ante posibles realidades que nos pueden asustar. Afrontar esas
realidades requiere que sigamos una cadena de razonamientos muy cuidadosamente
para llegar a conclusiones apropiadas en contra de nuestra reticencia natural de
ver claramente noticias realmente malas.
Este neoliberalismo que genera desastres tanto globales como personales como
parte esencial de su naturaleza es una de las varias características que exploro
en mi libro. Para el objetivo de este artículo me voy a enfocar en sólo una de
estas características. Por la desregulación, se espera que las corporaciones se
auto-supervisen. La lógica del lucro significa que las corporaciones no
necesitan auto-supervisarse y que las corporaciones prefieren pagar dinero en
demandas legales y prefieren ser rescatadas en los grandes desastres (ej., el
desastre del petróleo de Horizon Deepwater o la crisis financiera del 2008) por
el gobierno, los impuestos de los trabajadores, y las compañias de seguros, a
ninguna otra medida preventiva. Si tu objetivo está dictado sólo por la lógica
del resultado final, esto tiene sentido. Sólo si estás preocupado sobre otros
aspectos, como el bienestar de la gente, y la protección del medio ambiente
podrías actuar de una manera diferente y desde el punto de vista del capital,
estos aspectos son externos (e irrelevantes). Incluso la mala publicidad que
puedes recibir de un desastre no es tan cara en general de lo que te podría
costar si estuvieras gastando dinero en prevención consistentemente. Por otro
lado, el plazo de tiempo que el capital tiene para hacer este tipo de decisiones
es a muy corto plazo.
Cómo afrontar esas inevitables realidades es lo que se está expresando en las
calles de todo el mundo y en más de 1300 lugares en los EEUU, donde han surgido
ocupaciones para responder a las depredaciones, la absoluta indiferencia por el
bienestar del planeta y de las personas, y las cada vez más profundas
inestabilidades que el neoliberalismo nos ha traído. La gente está luchando por
respuestas. Este es un maravilloso y bienvenido movimiento. En Globalization
and the Demolition of Society, exploro diferentes expresiones y
dimensiones a estos problemas del capital, principalmente en el capítulo Tres y
Cuatro. Si queremos arrebatar un futuro diferente a los horrores que se están
desplegando en frente de nuestros ojos de una manera tan real, entonces tenemos
que leer y pensar profundamente, y discutir y debatir estos asuntos
ampliamente.
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