IRAK: Víctimas de la guerra seguirán naciendo en
Faluya y Basora
Karlos Zurutuza IPS 16 de abril de 2012
Una bebé con el síndrome de Dandy Walker en el hospital de Faluya Crédito:
Karlos Zurutuza/IPS |
FALUYA, Irak, abr (IPS) - "Las familias entierran a los recién nacidos apenas
mueren y sin decirlo a nadie. Esto les produce una enorme vergüenza". Nadim Al
Hadidi, del hospital de Faluya, explica por qué es imposible elaborar un censo
de bebés con malformaciones congénitas en esta central ciudad iraquí.
Aquí son demasiados. "Tan solo en enero registramos 672 casos, pero sabemos
que son muchos más", dijo Hadidi, responsable de prensa del centro, apoyándose
en una elocuente muestra de fotografías que exponía en un proyector.
Según él, Faluya es hoy uno de los lugares del mundo donde más niños nacen
sin cerebro, sin ojos o con los intestinos fuera de la cobertura abdominal. Esa
imaginería del horror es ya seña de identidad local.
Mientras resulta difícil mantener la vista sobre las fotografías, la gente
local asegura que señalarían a los responsables con los ojos cerrados.
"En 2004 los estadounidenses probaron
todo tipo de sustancias químicas y explosivos: bombas termobáricas, fósforo
blanco, uranio empobrecido… ¡Nosotros no hemos sido más que ratones de
laboratorio!", se quejó Hadidi a IPS tras apagar el proyector.
En los meses que siguieron a la invasión estadounidense de Iraq, en marzo de
2003, las manifestaciones contra la ocupación y los desafíos a los toques de
queda se encadenaban a diario en Faluya, esta ciudad de 350.000 habitantes
situada 65 kilómetros al oeste de Bagdad.
El 31 de marzo de 2004, dieron la vuelta al mundo las imágenes de los cuerpos
mutilados de cuatro mercenarios de la empresa militar privada Blackwater
–ahora rebautizada como Academi– colgando de un puente sobre el río
Éufrates.
La población en su conjunto no tardó en pagar las consecuencias de esta
acción, reivindicada por la red extremista islámica Al Qaeda. Así comenzó la
Operación Furia Fantasma, la mayor batalla urbana desde la de Hue (Vietnam,
1968), según el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
La primera ofensiva fue en abril de 2004, la peor, en noviembre de ese mismo
año. Los violentos registros casa por casa dieron paso a intensos bombardeos
nocturnos.
Los estadounidenses aseguraron que habían utilizado fósforo blanco "para
iluminar objetivos durante la noche", hasta que un grupo de periodistas
italianos demostró que aquella no fue sino otra más de las armas prohibidas
usadas contra la población civil.
Todavía se desconoce el número total de víctimas. Muchas de ellas no han
nacido aún.
Abdulkadir Alrawi, médico en el mismo hospital de la ciudad, acaba de atender
un nuevo y extraño caso.
"Esta niña ha nacido con el síndrome de Dandy Walker. Tiene el cerebro
partido en dos y no creo que sobreviva. Se da un caso entre 25.000", explicó
Alrawi a IPS, justo unos segundos antes de que la luz se cortara en todo el
hospital.
"No contamos ni con las infraestructuras más básicas, ¿cómo quieren que
atendamos una emergencia como ésta?", se quejó este facultativo nacido en
Bagdad.
Según un estudio publicado en julio de 2010 por la revista científica
International Journal of Environmental Research and Public Health, con sede en
Suiza, los aumentos de mortalidad infantil, cáncer, leucemia y de alteraciones
en la proporción de los nacimientos por sexo en el nacimiento son
significativamente mayores que los reportados de sobrevivientes de las bombas
arrojadas en 1945 en Hiroshima y Nagasaki.
El estudio asegura que la leucemia en personas de hasta 35 años entre 2005 y
2010 superó en 38 veces las tasas de países como Egipto y Jordania.
Samira Alaani, una de las médicas jefa del hospital, participó de un estudio
realizado en Londres junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), que
halló elevadas cantidades de uranio y mercurio en la raíz del cabello de los
afectados. Esa podría ser la evidencia que vincule el uso de armas prohibidas
por el derecho internacional a la gran cantidad de enfermedades congénitas en
Faluya.
Además del fósforo blanco, se señala el uranio empobrecido, un componente
radioactivo que, según expertos militares, aumenta significativamente la
capacidad de penetración de proyectiles y obuses. Se calcula que este metal
pesado tiene una vida de 4.500 millones de años.
Varios organismos internacionales han exigido a la Organización del Tratado
del Atlántico Norte (OTAN) que investigue si ese componente fue utilizado en las
operaciones bélicas que condujo en 2011 en Libia, durante la guerra civil de ese
país.
Este mes, el Ministerio de Salud de Iraq, en colaboración con la OMS, va a
poner en marcha su primer estudio sobre malformaciones congénitas en las
provincias de Bagdad (centro), Anbar (oeste), Di Car y Basora (sudeste) y
Suleimaniya y Diyala (noreste).
Encerrados entre las fronteras con Irán y Kuwait, y con los pies hundidos en
una de las mayores reservas de petróleo del mundo, los habitantes de Basora
apenas han conocido otra cosa que la guerra en las últimas tres décadas, desde
el conflicto con Irán (1980-1988), pasando por la primera Guerra del Golfo
(1991) hasta la ocupación estadounidense (2003-2011).
Un estudio de la Universidad de Bagdad indicaba que los casos de
malformaciones congénitas se habían multiplicado por 10 en Basora dos años antes
de 2003. La tendencia está al alza, pero los responsables de salud siguen sin
estar a la altura.
A pesar del imponente aspecto del nuevo hospital de Basora, financiado con
fondos estadounidenses e impulsado en 2010 por Laura Bush, esposa del
expresidente George W. Bush (2001-2009), las condiciones aquí no son mejores que
en Faluya.
"El aparato de radioterapia pasó más de un año y medio almacenado en el
puerto de Basora porque nadie se ponía de acuerdo sobre a quién correspondía
pagar las tasas portuarias", relató Laith Shakr al-Sailhi, director de la
Organización de Niños con Cáncer de Irak.
"Nuestros hijos morían mientras esperaban un tratamiento que no llegaba",
dijo a IPS el también padre de un afectado.
"La lista de espera para recibir tratamiento en Bagdad es interminable y
muchos se marchan al extranjero", explicó este hombre en el barracón que sirve
de sede de su asociación, justo al lado del hospital. Según él, la enfermedad de
los niños a menudo trae también la ruina de las familias.
Los números hablan por sí solos. "En Siria (el tratamiento cuesta) alrededor
de 7.000 dólares, y 12.000 en Jordania. La opción más económica es Irán, 5.000
dólares", dijo Al-Sailhi. "Pero muchas familias se ven obligadas a dormir en las
calles de Teherán, porque no pueden pagar una habitación de hotel"
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