El ejército estadounidense cerró el
Campamento 7, el bloque de “detenidos de alto valor” de la prisión de Guantánamo y los mueve
al Campamento 5
Andy Worthington | 8 de abril, 2021
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 14 de abril de 2021
En noticias de Guantánamo, el
ejército anunció el día de ayer que había cerrado el Campamento 7, el bloque
secreto de la prisión en donde Khalid Sheikh Mohammed y otros llamados
“detenidos de alto valor” han estado detenidos desde su llegada a Guantánamo
provenientes de “sitios negros” de la CIA en septiembre del 2006 y ha movido
a los prisioneros al Campamento 5.
Inspirado en una prisión de máxima
seguridad en Terre Haute, Indiana, Campamento 5, que costó $17.5 millones,
abrió en el 2004 y tiene muros sólidos, celdas aisladas en donde están
detenidos prisioneros a los que se refieren como “no cooperativos”. Mientras
disminuyó la población, fue cerrado, en septiembre del 2016 y los prisioneros
que quedaban fueron llevados al Campamento 6 que opera desde el 2006 e incluye
un área común.
Campamento 7, que costó $17 millones, también fue
construido en el 2004. De dos pisos de altura, fue inspirado en una prisión de
máxima seguridad en Bunker Hill, Indiana y, como explicó Carol Rosenberg ayer
en el New York Times, tenía “una modesta clínica de salud para los
detenidos y un ala psiquiátrica con
una celda acolchonada pero ninguna capacidad de cuidados paliativos o de
término de vida fue planeada
por el Pentágono”.
Rosenberg añadió que fue “diseñado para mantener
confinados a los prisioneros en sus celdas excepto cuando los guardias los movían
a regaderas individuales, jaulas al exterior que serían como patios de
recreación o a otra celda en donde un solo cautivo podía sentarse en un silla
reclinable, encadenado al piso, para ver televisión”.
También explicó que “al segregar a los prisioneros,
bajo la vigilancia de una unidad de guardias especial llamada Equipo de Trabajo Platinum, las agencias de inteligencia podían monitorear estrictamente y
controlar sus comunicaciones y prevenir que divulgaran lo que les había pasado.
Los abogados defensores que tuvieron eventual acceso a estos hombres fueron
obligados por autorizaciones de seguridad a mantener sus conversaciones como
clasificadas, incluyendo las mociones de tribunales que acusan a agentes
gubernamentales de tortura patrocinada por el Estado”.
También explicó que “el Campamento 7 fue por mucho
tiempo el sitio más clandestino de Guantánamo. El Pentágono se reusó a decir a
decir su costo, el contratista que lo construyó y cuándo. Los reporteros no
tenían permitido verlo, los abogados necesitaban obtener una orden del tribunal
para visitar y su ubicación estaba considerada como clasificada, aunque algunas
fuentes lo apuntaban en el
mapa satelital de la base”.
Las condiciones del Campamento 7 fueron robustamente
criticadas en una carta de febrero del 2012 a William K. Lietzau, oficial
senior responsable de la política de detenidos en el Pentágono, que estaba
escrita por los abogados de seis “detenidos de alto valor” Khalid Sheikh
Mohammed, Ammar al-Baluchi, Mustafa al-Hawsawi, Ramzi bin al-Shibh y Walid bin
Attash (todos
acusados de estar involucrados con los ataques del 11/9) y Abu Faraj
al-Libi, arrestado en Paquistán en mayo del 2005, que no ha sido acusado de
algún delito.
En el New York Times, Charlie Savage mencionó que la carta
argumentaba que “las condiciones del Campamento 7 se quedaban cortas de las
garantías mínimas de tratamiento humano bajo la Convención de Ginebra”,
añadiendo que los abogados “pidieron que la carta fuera tratada como un reporte
de una “posible violación de la ley de guerra” que requiere que su alegato sea
investigado”.
A pesar de esto, el Campamento 7 continuó siendo usado
para los “detenidos de alto valor” y no fue hasta la presidencia de Donald Trump
que un “plan para consolidar a los prisioneros fue armado”, debido a las continuas
fallas estructurales del Campamento 7. Rosenberg lo describió como “aguas
residuales a través de los niveles, la luz a veces se iba y algunas puertas no
cerraban en el sitio. La situación empeoró en el verano a pesar de la pandemia
de coronavirus porque era difícil llevar a los contratistas y escatimar
partes”.
El ejército describió el movimiento de Campamento 7 a Campamento
5 como, en las palabras de Rosenberg “una consolidación de operaciones de
detención que pudo recortar costos y reducir el número de tropas” en Guantánamo
y el mayor Gregory J. McElwain, vocero del Comando del Sur, que supervisa la
prisión, lo llamó “una decisión fiscalmente responsable” cuya planeación
“involucró a todas las organizaciones relevantes para incluir a la comunidad de
inteligencia”.
Incluso James Connell, uno de los abogados defensores
de Ammar al-Baluchi, quien está normalmente y, completamente entendible,
criticando las condiciones bajo las cuales su cliente está detenido, dijo que
el movimiento “suena como una solución a la caída del Campamento 7”.
Rosenberg procede a explicar que el “Campamento 7
funcionó bajo
un memo de acuerdo del 2006 entre Donald H. Rumsfeld y Michael V.
Hayden, el secretario de defensa y director de la CIA en ese entonces”, aunque
añadió que “no fue inmediatamente conocido el domingo si se llegó a un nuevo
acuerdo o el Viejo fue disuelto”.
Lo que tampoco se sabe es bajo qué condiciones los
“detenidos de alto valor” estarán encarcelados en el Campamento 5. Los ex
prisioneros de los “sitios negros” fueron mantenidos en aislamiento en los
primeros años del Campamento 7. Como explicó Rosenberg, “Cada uno tenía
permitido hablar únicamente con un prisionero a través de una lona durante el
tiempo de recreación, en conversaciones que eran grabadas por razones de
inteligencia”.
Añadió que sus abogados “describieron las condiciones
como soporíferas hasta hace años recientes, cuando los comandantes le permitieron
a los prisioneros comer y orar juntos bajo estricta vigilancia” y también
se les dio acceso a “una celda en donde pudieran preparar alimentos”.
“No se sabe si el ejército va a emular ese estilo de
vida comunal en el nuevo ambiente de los prisioneros”, explicó Rosenberg, “pero
es fundamentalmente necesario que lo hagan, porque los hombres que mudaron al Campamento
5 están o encerrados en audiencias interminables previas a juicio o
encarcelados indefinidamente sin cargos ni juicio como ‘prisioneros siempre’”.
Y mientras es absolutamente apropiado que se haya
cerrado el Campamento 7 y que los hombres hayan sido movidos de ahí, no hace
nada el abordar la injusticia fundamental de o enjuiciarlos en un sistema de
juicios fallido que es incapaz de lograr justiciar, como el caso de diez de
ellos (los cinco del 11/9 mencionados anteriormente más Abd al-Rahim al-Nashiri, Abd al-Hadi al-Iraqi y Hambali, dos supuestos cómplices) o seguir deteniéndolos
indefinidamente sin cargos ni juicio, como es el caso de los otros seis (el
palestino sin Estado Abu Zubaydah,
para quien se desarrolló el programa de tortura,
en el error de la creencia de que era un miembro senior de al-Qaeda, Abu Faraj
al-Libi, mencionado anteriormente, así como un somalí, un keniano y dos
afganos).
Otro hombre, Ali Hamza al-Bahlul, está encarcelado solo después de haber
recibido una sentencia perpetua en un juicio de comisión militar de octubre del
2008, en el cual se reusó a organizar una defensa mientras que otro, Majid Khan, acordó un trato en el 2012 pero sigue esperando
por la confirmación, de cuándo, como resultado de, su encarcelamiento terminará.
Los otros 22 prisioneros, detenidos en Campamento 6,
son “detenidos de bajo valor”. Seis de ellos han sido aprobados para ser
liberados por procesos de revisión gubernamental de alto nivel, pero siguen
encarcelados, mientras que los otros 16 son también “prisioneros siempre”,
detenidos de manera indefinida sin cargos ni juicio.
Mover a los “detenidos de alto nivel” resuelve de
manera inmediata el problema de un bloque de prisión fallido en el que vivían,
pero no hace nada para resolver el problema más grande es la fallida prisión
per se. En la revisión del futuro de la prisión que los oficiales de la administración
de Biden han prometido,
con la sugerencia de que el cierre de la prisión es un objetivo de Biden, los
seis hombres autorizados necesitan ser liberados y el gobierno necesita aceptar
que no puede continuar a detener de manera indefinida a estos hombres que no
tiene intención de enjuiciar y debe acusar o liberar a los 22 “prisioneros
siempre”, incluyendo a los llamados “detenidos de alto valor”.
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