En el caso de Abu
Zubaydah, el juez Gorsuch deja al descubierto el vergonzoso y duradero problema
de tortura del gobierno estadounidense
25.3.22
Andy Worthington
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 15 de abril de 2022
Una imagen
hecha con una foto de Abu Zubaydah en Guantánamo, creada por Brigid Barrett para
un artículo de Wired en julio del 2013.
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Mientras nos instalamos en la tercera década desde los ataques del 11/9
y la brutal y contra producente respuesta de Estados Unidos — el
establecimiento de la prisión de la bahía de Guantánamo y el programa global de
secuestro, entrega y tortura en “sitios negros” de la CIA — el gobierno
estadounidense todavía está furiosamente involucrado en esfuerzos para esconder
la evidencia de lo que le hicieron a quién y dónde incluso a pesar de que mucha
de esa información ya es de demonio público y ha sido por años.
Un ejemplo concreto es un reciente fallo de la Suprema Corte en el caso
de Abu Zubaydah, para quien se desarrolló el primer programa de tortura post
11/9 en una creencia errónea — de la cual se ha deslindado desde entonces el
gobierno estadounidense — de que él era una ficha importante en al-Qaeda. Zubaydah,
un palestino sin país, cuyo verdadero nombre es Zain al-Abidin Muhammad Husayn,
fue secuestrado en una redada en una casa en Pakistán el 28 de marzo del 2002 y
fue llevado al primer “sitio negro” de la CIA en Tailandia. Después lo movieron
a otros “sitios negros” en Polonia, en Guantánamo, Marruecos y Lituania antes
de terminar de vuelta en Guantánamo en septiembre del 2006, con otros 13
“detenidos de alto valor” en donde ha estado desde entonces sin cargos ni juicio.
El caso ante la Suprema Corte no involucró la pregunta de si, después de
veinte años, Abu Zubaydah debería ser liberado, como uno d ellos “prisioneros siempre”
que jamás han sido acusados, aunque esa es una cuestión perfectamente válida —
y una que, en el último año, impulsó
a 99 legisladores a
escribirle al presidente Biden para pedirle que liberara a todos los que
siguen detenidos en Guantánamo que no han sido acusados, un total de 26 de 37 hombres,
incluyendo a Abu Zubaydah.
En lugar de eso, el caso se enfocó en una solicitud para que los
contratistas de la CIA que desarrollaron el programa de tortura — James
Mitchell and Bruce Jessen — fueran interrogados acerca de lo que específicamente
le pasó a Abu Zubaydah durante su encarcelamiento en Polonia, de diciembre del
2002 a septiembre del 2003, como parte de una investigación polaca en curso.
Esta no era una solicitud irrazonable, y sin embargo, en respuesta, el
gobierno de EE.UU. invocó el “privilegio de secretos de Estado”, que, como
describió la Corte, “permite que el gobierno prevenga la divulgación de
información cuando ésta podría dañar los intereses de seguridad nacional”. Los
abogados del Departamento de Justicia argumentaron que la Corte debería
reconocer que el lugar del sitio debe permanecer secreto y, por lo tanto, la
solicitud de Abu Zubaydah debe ser negada.
Vergonzosamente, siete de los nueve jueces estuvieron de acuerdo —
aunque hubo varias disidencias parciales. Sin embargo, el juez Gorsuch,
conservador nominado por Donald Trump, estuvo vigorosamente en desacuerdo. En un
fulminante disentimiento, al que se le unió el juez Sotomayor (nominado por
Obama), castigó a la mayoría apoyando el reclamo del gobierno sobre “secretos
de Estado” — y al gobierno por invocarlo.
El disentimiento del juez Gorsuch
Como lo describió el juez Gorsuch “Zubaydah busca información acerca de
su tortura en manos de la CIA. Los eventos en cuestión sucedieron hace dos
décadas. Ya llevan mucho tiempo desclasificados. Los reportes oficiales han
sido publicados, se han escrito libros y se han hecho películas al respecto.
Todavía, el gobierno busca desechar esta demanda en base a que implica un
secreto de Estado — y hoy la Corte consintió esa petición. El ponerle un fin a
esta demanda podrá aislar al gobierno de algunas medidas modestas vergonzosas
más adelante. Pero, con todo respeto, no deberíamos pretender que esto salvaguardará
algún secreto”.
Gorsuch revisó lo que se publicó acerca del trato a Abu Zubaydah en el
reporte pionero del Comité de Inteligencia del Senado acerca del programa de
tortura, cuya publicación del resumen
ejecutivo desclasificado fue en diciembre del 2014, describiendo su tortura
en detalle y cómo fue movido del “sitio de detención Azul” (Polonia) en
diciembre del 2002 y “después de una estadía ahí y, lo que parecen años de más
transferencias entre sitios negros …fue transferido al centro de detención del
gobierno en la bahía de Guantánamo en el 2006”.
El reporte del senado se refirió a los “sitios negros” de la CIA sólo por nombres en código,
pero como también explicó Gorsuch, existe evidencia abundante que demuestra que
el “Detention Site Blue” estaba en Polonia:
Remontándonos al 2007, el Consejo de
Europa emitió un reporte largo descubriendo que la CIA tuvo a Zubaydah en un
sitio negro en Polonia después de su captura. En el 2012 Aleksander
Kwasniewski, presidente de Polonia de 1995-2005 les dijo a los reporteros que
el sitio de la CIA se estableció “con su conocimiento”. En 2014 la Corte
Europea de Derechos Humanos descubrió “más allá de cualquier duda” que Zubaydah
estuvo detenido en Polonia de diciembre del 2002 a septiembre del 2003. En
apoyo a su conclusión, el ECHR (por sus siglas en inglés) citó evidencia
abarcando más de 100 páginas, incluyendo registros de vuelo desclasificados,
registros del gobierno polaco y testimonios. Muchas otras fuentes públicas
también han documentado que Zubaydah fue transportado del sitio de detención
verde al azul en Polonia en diciembre del 2002 — y que permaneció ahí hasta
septiembre del 2003.
Gorsuch explicó después cómo “sabemos incluso más de parte de Mitchell y
Jessen” ya que “han hablado y escrito ampliamente — sin objeción alguna del
gobierno — acerca de sus actividades” y cómo “en el 2017, como parte de una
demanda entablada por otros detenidos de la CIA, el gobierno permitió que
Mitchell y Jessen testificaran cómo concibieron el uso de técnicas de
interrogación mejoradas con Zubaydah y cómo el cuartel general se negó”.
También explicó cómo “en 2020, el par testificó con permiso del gobierno, una
vez más, esta vez en audiencias de comisiones militares en Guantánamo. Por más
de ocho días, cubriendo dos mil páginas de testimonio, Mitchell explicó cómo
Zubaydah fue sometido a waterboarding y mantenido despierto por 126 horas consecutivas, junto con otros detalles
acerca de las técnicas de la CIA. Jessen dio un testimonio parecido”.
Incluso, el juez Gorsuch reconoció que “la historia de Zubaydah
permanece incompleta” añadiendo que “mientras que nosotros sabemos que la CIA
detuvo a Zubaydah en el centro de detención azul de diciembre hasta septiembre
del 2003” y mientras que sabemos que ese sitio estaba en Polonia, lo que le
sucedió a él ahí sigue sin estar claro”. Sus abogados, procedió a explicar, han
declarado que “los detalles del trato de Zubaydah durante este periodo en
particular no han sido públicamente documentados” y que el testimonio de
Mitchell y Jessen es necesario porque “los fiscales polacos están buscando
revelar que esa parte de la historia y determinar si es apropiado presentar
cargos criminales en ese país”.
Después de revisar la historia del caso, en el tribunal de distrito y el
de apelaciones, el juez Gorsuch destacó que “al estar llegando a nosotros,
entonces, la pregunta principal en este caso va en relación a la búsqueda de
información acerca de ‘qué le pasó a Abu Zubaydah en su celda entre diciembre
del 2002 y septiembre del 2003’. Es esa información — acerca de su
interrogación, trato y condiciones de confinamiento a manos de la CIA — que los
abogados de Zubaydah dicen necesitar más. Nadie siguiera que esa petición
implique un secreto de Estado. El gobierno no puede (y no quiere) decir que la
custodia de Zubaydah en un sitio negro es, todavía, un secreto de Estado: que
mucho fue desclasificado y documentado en el reporte del senado hace años. El
gobierno ha concedido, también, que las técnicas de interrogación que
utilizaron Mitchell y Jessen y las condiciones de confinamiento y tratamiento
de Zubaydah en su celda durante ese periodo ‘ya no es clasificado’. Como
mínimo, argumenta su abogado, todo esto significa que debería tener permitido
el hallazgo de Mitchell y Jessen acerca de sus interrogaciones, tratamientos y condiciones
de confinamiento de diciembre del 2002 y septiembre del 2003, con salvaguardas
para proteger en contra de la divulgación del lugar del sitio y la
participación de nacionales extranjeros”.
Después el juez Gorsuch abordó la exigencia del Ejecutivo de “máxima
referencia” de que “a su juicio la demanda de Zubaydah debería ser descartada”,
revisando la historia de “privilegio de secretos de Estado” y su abuso por
parte de la rama Ejecutiva, antes de regresar a la vergonzosa decisión del
tribunal de demostrar “máxima referencia” en lugar de insistir que al gobierno
se le pida explicar a un tribunal inferior, en cámara, por qué su arrogante invocación general de “privilegio de
secretos de Estado” es justificable.
Como explicó “la pluralidad confunde a la apropiada referencia para los
juicios predecibles del Ejecutivo ante los asuntos exteriores con referencia
inapropiada en relación a las preocupaciones acerca de sus propios percances,
errores y equivocaciones. En el pro eso, la pluralidad abdicó responsabilidad
judicial para usar herramientas ordinarias de litigio a favor del deseo del
ejecutivo para echar este caso por la puerta. No honoramos el estado de derecho
al aceptar ese impulso”.
Añadió que “el gobierno se preocupa acerca de la confirmación del lugar
del sitio de detención, pero no se ha mostrado cómo el hacerlo dañaría la
seguridad nacional en vista de lo documentado que eso ya está. Peor aún, el
gobierno no ha mostrado siquiera cómo esta demanda requeriría la confirmación
de la ubicación de su sitio de detención. No tenemos, en este caso, una
cuestión acerca de qué tan lejos investigar el reclamo de privilegio del
gobierno; no hemos sondeado eso para nada. Hemos reemplazado la investigación
independiente con un sello de goma”.
Su párrafo concluyente deja expuesto el significado del fracaso del
tribunal para desechar exigencias fuera de lugar de “máxima consideración” de
parte de un gobierno que, después de 20 años, todavía busca una manera
completamente injustificable para esconder lo que hizo para evitar más
vergüenza.
Como explicó “al final, el único argumento para desechar este caso en su
origen comienza a hacer sentido. No tiene nada que ver con la especulación del
gobierno de que agentes gubernamentales podrían accidentalmente soltar
abruptamente la palabra ‘Polonia’. No tiene nada que ver con la ficción de que
Zubaydah es libre de testificar acerca de sus experiencias como quiera. No
tiene nada que ver con los miedos de los tribunales siendo incapaces de aplicar
herramientas familiares para desglosar hallazgos en relación a algunos asuntos
(ubicación, nacionales extranjeros) de otros (técnicas de interrogación, trato
y condiciones de confinamiento). En verdad, parece que el gobierno quiere esta
demanda desechada porque espera impedir una investigación criminal polaca y
evitar (o por lo menos retrasar) más vergüenza por errores pasados. Tal vez en
un sentido esto sea suficiente para entender. Los hechos son difíciles de
enfrentar. Sabemos que nuestro gobierno trató a Zubaydah de manera brutal — más
de 80 sesiones de waterboarding, cientos de horas enterrado vivo y lo que le llaman ‘rehidratación rectal’. Más
evidencia parecida podría yacer en las bóvedas del gobierno. Pero por más
vergonzoso que sean estos hechos, no existe algún secreto de Estado aquí. La
obligación del tribunal es con el estado de derecho y la búsqueda de la verdad.
No deberíamos dejar que la vergüenza obscurezca nuestra visión”.
“Eventualmente la verdad se sabrá”
Aunque el fallo del tribunal significa que Abu Zubaydah empieza de cero
al buscar obligar a Mitchell y Jessen a testificar acerca de lo que le hicieron
en Polonia, Joseph Margulies, uno de los abogados de Abu Zubaydah desde hace
tiempo, no tiene duda alguna de que, como explicó en un artículo para Just Security, “la verdad eventualmente se
sabrá”. Destacó cómo el juez Breyer abiertamente describió el trato de Abu
Zubaydah como tortura y cómo “ningún miembro del tribunal obstaculizó el
lenguaje que usó, ni siquiera el juez Thomas y Alito”, quien mostró más condescendencia
con el gobierno y destacó cuán importante esto era — “vigorosamente
refrescante”, como lo describió — porque antes
de la audiencia en el caso, en el tribunal de apelaciones del noveno
circuito, “fue la primera vez que un tribunal de apelaciones había descrito las
llamadas ‘técnicas de interrogación mejoradas’ como tortura, incluso eso
provocó una reprimenda” de parte de algunos jueces.
Sin embargo, Margulies estaba lleno de alabanzas por el opositor juez Gorsuch.
“En lenguaje que vivirá por siglos”, escribió “él castigó al gobierno por su
vergonzosa determinación de reducir el pasado y esconder sus pecados” y “pensó
que era absurdo que un hecho que todos saben pudiera ser un ‘secreto de
Estado’”.
“Pero más que nada”, añadió Margulies, “uno siente que cree que es más
debajo de la dignidad de una democracia madura el rechazar responsabilidad por
sus fallas morales y legales”.
Como también explicó, aunque “muchos observadores expresaron sorpresa de
que este mensaje debería venir de los miembros más conservadores del tribunal”,
él “no estaba sorprendido”. Como lo puso, “hay un espacio en el que las voces
conservadoras y liberales se unen. Es la creencia que el servicio del gobierno
es un privilegio, pero sólo cuando el gobierno es honorable. Cuando los líderes
electos traicionan su lealtad a la ley y abandonan su fe en el poder limpiador
de la verdad, no deben encontrar ninguna clemencia en el tribunal”.
En conclusión, añadió que su esperanza es que “este mensaje no se pierda en el gobierno de Biden mientras tiene el destino de
Abu Zubaydah, el prisionero siempre”.
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