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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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De Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org):

El 4 de noviembre: Un día de valor y convicción, un verdadero comienzo

11 de noviembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

Vea también...

El 4 de noviembre: Miles marchan en una veintena de ciudades con la demanda, “¡Esta pesadilla tiene que terminar: El régimen de Trump y Pence tiene que MARCHARSE!”

Discurso principal de Rechazar el Fascismo en los mítines y marchas del 4 de noviembre:
NOSOTROS LO HAREMOS

Ante las mentiras, distorsiones y amenazas directas por porte de una campaña fascista incesante en las redes sociales, encabezada por el agente trumpista declarado Alex Jones…

Ante milicias fascistas armadas en por lo menos tres ciudades, y núcleos agresivos de fascistas en la mayoría de las otras…

Ante una presencia policial extremadamente gruesa en muchos lugares…

Ante la bajeza, el chismorreo, y de plano el macartismo de la vieja guardia, así como la rendición al macartismo por parte de muchos que debían saber mejor…

Ciudad de Nueva York, 4 de noviembre


Chicago, 4 de noviembre


Los Ángeles, 4 de noviembre


Filadelfia, 4 de noviembre

Y ante una supresión mediática hasta unos pocos días antes — acudieron de todos modos. A veces con centenares y más, a veces con un puño de gente animada, el 4 de noviembre cuatro mil personas en más de dos decenas de ciudades hicieron presencia como una fuerza decidida a PARAR al fascismo de Trump y Pence.

Cuatro mil personas participaron en las actividades del día —de 1.500 en Nueva York y mil en Los Ángeles, a 250 en Honolulu y otras 300+ en Chicago, a dos docenas firmes en Pittsfield, MA, diez en Indianápolis y siete en Akron. En Austin, Texas 45 manifestantes de Rechazar el Fascismo desafiaron a más de 200 fascistas armados y gritones, así como una presencia policial intimidante que impidió que las personas entraran a la marcha. Filadelfia fue marcado por carrozas y despliegues coloridos y, ahí también, el valor comprometido y enfocado frente a contra-manifestantes armados y amenazantes. En Boston, miembros de Veterans for Peace (Veteranos por la Paz) y Antifa trabajaron en coordinación con Rechazar el Fascismo para mantener el enfoque del mensaje frente a provocadores fascistas.

Y en Chicago, un cuerpo de tambores se formó en el acto y tamborileó un ritmo de regocijo desafiante que daba ganas de bailar.

Acudieron por muchas razones y por una sola. Acudieron porque no toleran la satanización de sectores enteros de personas y el atrincheramiento de la supremacía blanca a un nivel no visto en varias generaciones, y lo peor por venir. Acudieron porque quieren que sus hijos hereden un planeta en que la gente aún pueda vivir y respirar. Acudieron porque valoran la verdad. Acudieron porque no tolerarán los que “agarran las conchas de las mujeres” en ninguna parte, mucho menos en la Casa Blanca. Acudieron porque se niegan a vivir bajo un gobierno religioso. Acudieron porque no quieren un mundo donde el presidente estadounidense no sólo amenaza con usar armas nucleares sino que, al parecer, ansia usarlas, donde tiran la puerta en la cara de refugiados desesperados, donde el recelo y el racismo y el miedo establecen los términos y ponen las reglas, donde la mueca y el mohín son la cara constante del poder. Acudieron porque creen que es necesario que el pueblo pueda disentir, ponerse de pie o “hincar la rodilla” como les parezca apropiado — sin que los amenacen y los insulten desde los niveles más altos ni desde todo un movimiento fascista. Acudieron por lo de Charlottesville. Acudieron porque se acuerdan de las lecciones de la historia, y porque quieren un futuro. Acudieron porque en nombre de la humanidad, se niegan a aceptar a un Estados Unidos fascista.

Juntos, empezaron a perforar una temporada de normalización. Juntos empezaron a forjar una ética y una cultura de resistencia decidida, de claridad y valor y solidaridad ante la distorsión y la amenaza. Juntos forjaron un camino.

Una amplia diversidad

Los que dieron discursos o mandaron mensajes representaron el embrión de lo que hace falta para atraer a los millones de personas a las calles. Entre ellos, hubo una diversidad ecuménica de cleros, entre ellos musulmanes; activistas negros, indígenas, y latinos en varias ciudades; veteranos, Cindy Sheehan (la madre de un soldado muerto en combate en la Guerra del Golfo, conocida por haber confrontado a George W. Bush), y en Hawái, una activista de visita de Corea; se leyeron desde el escenario declaraciones de activistas y artistas como Eve Ensler, Arturo O’Farrill y Gloria Steinem; compartieron la plataforma ambientalistas, miembros de movimientos de derechos LGBTQ, abogados, y activistas del movimiento de derechos de los discapacitados; hubo miembros de Indivisible u otras organizaciones afiliadas con el partido Demócrata, y comunistas revolucionarios. En muchas ciudades los presentes disfrutaron de presentaciones de músicos y poetas.

Los propios manifestantes incluían padres con sus hijos, grupos de estudiantes, gente de las zonas residenciales clasemedieras, y gente de las zonas urbanas marginadas y multifamiliares públicos. Muchos eran de los sectores satanizados por Trump, con una presencia especialmente fuerte e importante de inmigrantes. Muchos eran de ciudades pequeñas, que tomaron posición, incluso contra sus propias familias en ocasiones, para decir ¡NO!, no conciliaremos con esto, NO lo normalizaremos, NO nos acomodaremos.

Asistieron estudiantes de a uno o de a dos, y a veces en grupos más grandes: de la Universidad de Boston, de Wellesley, Berkeley, Stanford, UCLA, Universidad de Sur de California, DePaul y Columbia en Chicago, la Universidad Columbia y la Universidad de la Ciudad de Nueva York, ambas en Nueva York, y muchas más. No se sabe cuántas personas quizás dejaran de participar por las campañas de chismorreo y desprestigio a todo volumen. Una estudiante en Chicago que trabaja en una ONG dijo que en la oficina las personas debatían si asistir o no, pero “temían la violencia”; ella vino de todos modos (y no hubo violencia). En más de un caso, un grupo de personas había planeado asistir pero al último sólo llegaron una o dos. Pero, debido a que suficientes personas estaban dispuestas a ser las primeras, a dar un paso hacia lo desconocido, ahora otras pueden seguirlas… en las cantidades que tanto urgen.

Rechazar el Fascismo se negó a rehuir ni de callarse frente la campaña de desprestigio por un lado y la supresión mediática por el otro. Contrarrestaron las mentiras con la verdad, y buscaron agresivamente las vías para contar la historia auténtica. Lucharon con periodistas, y recaudaron los fondos para publicar un anuncio en el New York Times. Hubo, y hay, mucho en juego como para permitir que quede sin retar la calumnia ni el silencio. Al último, pudieron perforar la neblina mediática en algunos lugares y difundir la historia.

Los retos

Los acontecimientos del 4 de noviembre plantean retos grandes.

A los que no son fascistas y dicen que se oponen a Trump, pero aun así creían conveniente atacar a Rechazar el Fascismo: ¿dónde está su conciencia? En particular, aquellos que se rebajaron al macartismo y denigraron a Rechazar a Fascismo por la presencia en ello de miembros del Partido Comunista Revolucionario — ¿no aprendieron nada de Martin Niemöller, el reverendo alemán que, después de demorar y titubear mucho, le opuso resistencia a Hitler? Niemöller, que terminó en un campo de concentración, dijo, “Primero vinieron por los comunistas, pero yo no era comunista, así que no dije nada. Luego vinieron por los judíos, pero yo no era judío, así que no dije nada. Luego vinieron por mí... y no quedaba nadie para hablar”.

A aquellos que pensaron en participar pero quedaron al margen para tomar la medida del 4 de noviembre: hay un lugar para ustedes aquí. Ya se ha forjado un camino; pero estos tiempos son urgentes y la hora es avanzada, y ya es hora de tomar ese camino. Cualquiera que sea el trabajo que ustedes estén haciendo ahora, por valioso e importante que sea, sin acción masiva en las calles, no violenta y sostenida, que exija poner fin a esta pesadilla de régimen, se cerrará la pequeña ventana que aún nos queda abierta, en la que podríamos impedir la plena imposición del fascismo — que suprimiría toda resistencia y derechos básicos y transformaría las leyes. Ya es hora de unirnos a un nivel amplio, al reconocer el grave peligro de una guerra nuclear y de la devastación ambiental catastrófica, por lo que la humanidad no puede esperar. Sólo por medio de las acciones de millones de personas en las calles en olas de protesta continua, en última instancia, se podría evitar una gran calamidad, sacando del poder al régimen de Trump y Pence. Ahora tenemos que unirnos con creatividad y determinación para movilizar hasta aquel punto en que los miles se conviertan en cientos de miles y después en millones.

En conclusión, a los que acudieron: debemos todos aprender a hacer muchas cosas que nunca hemos hecho. Tenemos que hacer trabajo de divulgación y atraer e incorporar a otras personas. Debemos apoyarnos unos a otros cuando suframos dudas, cuando tengamos miedo, cuando nos desanimemos… como haremos and hacemos inevitablemente. Tenemos que acordarnos de lo mucho que está en juego, y estar a su altura, con convicción y valor. Más de todo, tenemos que recordar constantemente a nosotros mismos, unos a otros, a las personas que encontremos y con las que nos conectemos, de lo muchísimo que está en juego en lo que nos confronta, y tenemos que trabajar juntos para estar a esa altura. Podemos hacerlo, y lo haremos.


 

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