Glenn Beck... los "Padres Fundadores"... y una
alternativa radical REAL
primera parte
Investigaciones Revolución
Durante los últimos años, Glenn Beck ha llamado "una vil escoria" (sus
palabras) a los sobrevivientes del huracán Katrina, en su abrumadora mayoría
pobres y negros, que se habían quedado encerrados en el estadio Superdome.
También ha despotricado que la gente progresista es un "cáncer" que hay que
"erradicar" del país. En un episodio de su programa televisivo, Beck imaginó
(con un regodeo mal disimulado) un posible levantamiento armado de "bubbas"
(racistas blancos). Dice que la Casa Blanca de Obama es fuertemente influenciado
o incluso dirigido por comunistas, y que Obama siente "un odio profundamente
arraigado hacia los blancos y hacia su cultura". Toda una gama de milicianos
derechistas, chusmas del Partido del Té y gente desesperada fuertemente armada
adopta muchas de sus ideas acerca de cómo es el mundo y consigue dirección
organizativa de él.
Sin embargo, Glenn Beck alega que lo único que está diciendo en realidad es
que Estados Unidos debe regresar al gobierno que los "Padres Fundadores"
imaginaron y recetaron en la Constitución de Estados Unidos. Que el país debe
regresar a los tiempos antes de que el "gran gobierno" saliera fuera de control,
con la colusión de los dos partidos políticos, y antes de que una clase política
obsesionada por impuestos esclavizara a la clase media con el fin de financiar
programas que alimentan a corruptos y flojos, sean de Wall Street o los que
reciben asistencia pública.
¿Está ideologizando y organizando Glenn Beck a un reaccionario movimiento
draconiano, racista y siniestro? ¿Es un precursor y organizador del fascismo? ¿O
será, como él dice, que simplemente se fundamenta en los valores y la visión de
los "Padres Fundadores"?
La respuesta, como veremos, es que Beck está haciendo ambas cosas. Y
eso plantea un enorme reto para todos los que se indignan por las atrocidades
que él vomita y por lo que representa.
Los valores de los "Padres Fundadores" y la
realidad de Estados Unidos
Glenn Beck invoca continuamente a una sociedad ideal de individuos que se
esfuerzan por llegar al "éxito", unos en competencia con otros, y con una mínima
injerencia del gobierno. Él puede decir, y con cierta justificación, que se
inspira en el ideal de los Padres Fundadores acerca de cómo organizar la
sociedad.
Antes de pasar al hecho de que muchos de los "Padres Fundadores" (por
ejemplo, George Washington, Thomas Jefferson y James Madison) eran dueños de
esclavos, examinemos esa visión, en su expresión "mejor". En sus escritos
Thomas Jefferson elogió una sociedad basada en el pequeño granjero. Planteó una
visión de sociedad definida por la existencia de pequeños propietarios más o
menos iguales. Esta es la visión que Beck invoca y que es atractiva para un
público importante.
En realidad esa sociedad basada en el pequeño granjero nunca existió en
Estados Unidos. Desde luego, muchas personas eran pequeños granjeros
durante gran parte de la historia estadounidense. Pero Jefferson, al igual que
Washington, Madison y otros, representaron y fueron ellos mismos parte de una
clase de grandes propietarios, incluidos dueños de esclavos. Su propia riqueza
era el producto de la esclavización de otros seres humanos. Lo que es más
fundamental, actuaron como representantes políticos y literarios de una
clase de explotadores. El punto de vista y los intereses de esos
grandes terratenientes explotadores, por un lado, y los primeros capitalistas,
por el otro, fueron lo que quedó expresado en la Constitución de Estados Unidos.
El estado creado dijo representar a todos. En la práctica representaba, y solo
podía representar, la clase dominante de esa época. Por eso hasta el rumor de
una rebelión de esclavos llevaba a la represión. Incluso rebeliones de granjeros
pobres (blancos) durante los primeros años del país, por ejemplo, eran
reprimidas con saña por ese mismo estado.
Es más, incluso si se hubiera creado de alguna manera una sociedad
de pequeños granjeros relativamente iguales, dicha sociedad habría evolucionado
rápidamente hacia el mundo en que vivimos hoy: una sociedad de abismales
divisiones entre ricos y pobres, y entre explotadores y explotados. Forzosamente
habría sido necesario crear un estado, con un ejército y un poder ejecutivo al
centro, para proteger los intereses de los ricos y reprimir a los pobres, y para
contender violentamente con otros países capitalistas imperialistas a fin de
saquear el mundo y oprimir a otras naciones. Dicha sociedad habría producido una
cultura, valores y leyes que reflejaran y beneficiaran a la clase que había
llegado a la cima para explotar a los demás.
¿Por qué es todo eso inevitable? En la sociedad de pequeños
granjeros que Jefferson idealizaba, por ejemplo, algunos agricultores, con
mejores tierras, familias más numerosas, mejor clima, etc., pronto habrían
prosperado. Otros que tenían peores tierras o menos hijos para labrar la tierra
o que sufrían de mala salud, habrían quedado atrás y se habrían endeudado.
Dentro de poco, esos pequeños granjeros se habrían arruinado. Así, de acuerdo al
"funcionamiento normal" de este proceso, unos cuantos granjeros hubieran llegado
a la cima, y los que se llevaran la peor parte en cuanto a tierras, recursos,
etc., se habrían visto obligados a venderse a sí mismos, o sea, en
términos específicos del capitalismo habrían tenido que vender su capacidad de
trabajar, a quienquiera tuviera los recursos para emplearlos. Los que terminaran
por ser dueños de los medios de producción, o sea, las tierras, las herramientas
de agricultura, el ganado, etc., habrían estado así en una posición de poder
explotar a otros pagándoles solamente lo necesario para poder sobrevivir y parir
a nuevos esclavos asalariados, al mismo tiempo que se apropiaban toda la gran
riqueza creada. Y, una vez más, incluso en este proceso ideal, los que "llegaron
a la cima" pronto dejarían de trabajar ellos mismos y se dedicarían a supervisar
la explotación de otros que se veían obligados por necesidad a trabajar para
ellos. Este proceso, tal como en el mundo real, habría continuado adelante
regido solo por las leyes ciegas del capitalismo, destrozando a la mayoría de
los que quedaban atrapados en su engranaje.
Así, examinando concretamente cómo todo eso se habría desarrollado, podemos
ver un ejemplo de por qué, incluso cuando existe una igualdad formal, solo
disfraza y perpetúa una profunda desigualdad y explotación. Y, claro, la
fundación de Estados Unidos distaba mucho de ese ideal; la verdad histórica es
que se basó en el casi genocidio de los pueblos que ya vivían aquí, los
indígenas americanos, y la esclavización durante siglos de millones de personas
secuestradas en África.
La "inviolabilidad" de los derechos
capitalistas de propiedad
Glenn Beck insiste en que los "Padres Fundadores" consideraban la propiedad
privada, y los derechos de propiedad, como lo más sagrado e inviolable de todo.
Y eso es cierto. Su libro Glenn Beck’s Common Sense: The Case
Against an Out-of-Control Government, Inspired by Thomas Paine [Sentido
común de Glenn Beck: El argumento contra un gobierno fuera de control, inspirado
por Thomas Paine] recalca una cita de John Adams, uno de los "Padres
Fundadores", que sí expresa la esencia de las "libertades" consagradas
en la Constitución: "El momento en que la idea se acepta en la sociedad de que
la propiedad no es igual de inviolable como las leyes de Dios y que no hay
ninguna fuerza de ley ni de justicia pública que lo proteja, ahí
comienzan la anarquía y la tiranía" (página 82)1.
Sin embargo, la Constitución de Estados Unidos, cuando se escribió, reflejaba
y hacía satisfacer las necesidades de formas de propiedad muy
específicas: es decir, las que correspondían al capitalismo, por un lado, y a la
esclavitud por el otro. Con la guerra de Secesión de 1861 a 1865, se enmendó la
Constitución para abolir la esclavitud y para corresponder más completamente a
las formas de explotación capitalista, y extenderlas. Esta es la propiedad
privada que la Constitución protege ante todo. Cuando el dueño del negocio Whole
Foods afirmó, durante el debate sobre la reforma sanitaria, que no hay ningún
derecho constitucional a la asistencia médica, fue una declaración cruel y
desalmada, pero muy en lo cierto en cuanto a la Constitución. Es más,
definitivamente no hay nada en la Constitución que prohíba la
explotación.
La consagración de los derechos de propiedad como el derecho más "sacrosanto"
se desarrolló en la realidad concreta de los comienzos de la sociedad
estadounidense, en la forma de robar violentamente tierras de los pueblos
indígenas y declararlas la "propiedad privada" de quienes las habían robado (o
en aras de cuyos intereses las habían robado). También se expresó en la
represión de levantamientos de las clases inferiores, incluidos los
esclavos.
Lo inviolable y "sacrosanto" aquí es el derecho de los capitalistas a
apropiarse el trabajo de otros; acumular siempre más riqueza y poder mediante
esa acumulación; y usar dicha riqueza y poder para dominar el instrumento del
Estado y usar dicho estado para reprimir aún más a las clases explotadas. Hoy en
día, la mayor parte de las necesidades de la sociedad se satisfacen mediante el
trabajo colectivo de la principal clase reprimida en la sociedad, el
proletariado; sin embargo, ese trabajo socializado es apropiado por unos cuantos
capitalistas individuales, hablando relativamente. Entre los capitalistas, eso
solo puede conducir (y siempre conducirá) a una competencia salvaje y una
producción en que arrojan mercancías ciegamente al mercado con la esperanza de
vender más que la competencia, sin ningún plan racional, global y basado en la
necesidad social que guíe esa producción. Ha llevado, y solo puede llevar, a
guerras y otras formas de contienda entre las naciones-estados que sirven como
"base nacional" para bloques de capital, además de las continuas invasiones
masivas, matanzas, guerras de sustitutos y acciones militares de todo tipo
lanzadas contra naciones y pueblos oprimidos del mundo. En resumen, hacer que la
propiedad privada sea inviolable solo conducirá al mundo de explotación,
opresión, sangre y crueldad en el cual vivimos hoy, donde los derechos de
propiedad, específicamente el derecho de los capitalistas a poseer y
controlar los grandes recursos productivos de la sociedad, es lo más sagrado de
todo.
Por lo tanto, las declaraciones capitalistas de que "todos los hombres se
crearon iguales" ocultan un hecho básico y primordial en cuanto al sistema
capitalista. El capitalista y el proletario (es decir, el obrero que no tiene
propiedad) confrontan el uno al otro en mercado como iguales, en el sentido
legal. Uno cambia su capacidad de trabajar por un sueldo; el otro cambia ese
sueldo por el trabajo del primero durante un período de tiempo fijo. Pero este
intercambio entre iguales se basa en una relación muy desigual, explotadora y
opresiva entre dos clases, y sigue profundizándola: una clase es dueño de los
medios de producir cosas (o sea, las fábricas, etc.) y así paga sueldos, y la
otra no posee nada que no sea su capacidad de trabajar para ese sueldo (aquí no
se trata de bienes como un carro para poder ir al trabajo, etc.) y así tiene que
buscar a alguien que le dé trabajo.
En Estados Unidos, esa desigualdad encubierta, mediante un intercambio
aparentemente entre iguales, quedó aún más disfrazada debido a que la noción de
igualdad se reservó para los hombres blancos solamente. No se prometió
ninguna igualdad formal a los negros, los indígenas o los mestizos. Se
crearon clases de parias (gente considerada como infrahumana según las leyes y
la cultura de la nueva sociedad estadounidense). De esa manera, desde los meros
principios del país se forjó un lazo ideológico en que la
gente blanca que no pertenecía a la clase dominante se identificaba en gran
parte con sus opresores de la clase dominante, en oposición a los negros e
indígena2.
Hemos dedicado mucho espacio a desentrañar todo esto, porque Beck fundamenta
gran parte de su atractivo ideológico en "regresar a la Constitución". Y aunque
es verdad, como veremos, que en realidad Beck apoya la eliminación de algunos
derechos legales ahora garantizados en la Constitución, una crítica seria de su
pensar no debe limitarse a defender esos elementos de la Constitución que sí
protegen ciertos derechos legales de la población, sino debe hacer un examen de
la naturaleza opresiva de dicha constitución, tomada en su conjunto.
SÍ, en verdad ES un caso de racismo
Glenn Beck se ofende mucho por las acusaciones de racismo lanzadas contra él
o contra sus huestes. Por ejemplo, a mediados de julio, la NAACP (Asociación
Nacional para el Avance de la Gente de Color) criticó "la continua tolerancia de
parte del Partido del Té de prejuicios y afirmaciones prejuiciadas". Glenn Beck
respondió: "¿De qué afirmaciones hablan? No he visto ninguna". Bueno, racistas
abiertos y afirmaciones racistas abundan en cada evento del Partido del Té,
expresándose en la glorificación de la Confederación (y de la esclavitud) o las
personas que portan imágenes de Obama con la nariz atravesada por un hueso y
luciendo una falda de paja, frente a una choza de paja... con la cara
blanqueada... o como un brujo africano (ver "El brote del populismo derechista:
Sí, en verdad ES un caso de racismo", Revolución, #178, 4 de octubre de
2009).
Y no, no se trata de sectores al margen del movimiento del cual Beck es
paladín. Una semana después de la declaración de la NAACP, Mark Williams, líder
del Tea Party Express, uno de los grupos Partido del Té de más influencia,
publicó en línea una perorata violentamente racista en la forma de una carta de
"parodia", supuestamente de ex esclavos al presidente Lincoln, en la cual decían
(mediante las palabras venenosas de un líder del Partido del Té) que la
esclavitud fue un "empleo buenísimo. Tres comidas completas al día, alojamiento
y toda decisión tomada por el amo de la casa". Agregaba: "Nosotros la gente de
color hemos tomado una votación y decidimos que no nos cae bien eso de la
emancipación. La libertad significa tener que trabajar duro, pensar para sí
mismo y aceptar las consecuencias de la misma manera que los beneficios.
Nosotros, la gente de color, ya soportamos eso, y ¡demandamos que se la
detenga!" La perorata continuaba, otra vez supuestamente en la voz de un ex
esclavo pero en realidad como expresión del racismo de ese líder del Partido del
Té: "¿Cómo vamos nosotros, la gente de color, a conseguir un televisor de
pantalla grande para cada habitación de la casa, si la gente que no es de color
puede quedarse con todo el dinero que gane?"3
En un nivel más fundamental, Glenn Beck no tiene que invocar burdos insultos
racistas él mismo para ser catalogado como un racista de primera. Su mensaje de
"menos impuestos" y "gobierno más pequeño" sirve en gran medida para
fomentar el odio racista hacia los negros y latinos, en particular
hacia la gente pobre que vive en las zonas céntricas de las ciudades. Cuando
Beck incita a sus lectores con una retórica que dice: "Aunque tú trabajaste
duro, vivías con prudencia y gastabas sabiamente, aquellos que hacían lo
contrario ahora están siendo rescatados a tu cuenta", está usando palabras que
ya son un tipo de "clave" para desatar precisamente ese tipo de arrebato
intensamente racista.
Después de todo, su oposición a los impuestos y al gran gobierno no
se extiende al que recibe la mayor parte, y con mucho, del "dinero de los
contribuyentes" estadounidenses: el enorme aparato militar que posibilita la
existencia del imperio estadounidense, al imponer a la fuerza la explotación
capitalista imperialista y la destrucción del medio ambiente, y al aplastar
cualquier tipo de oposición política por todo el mundo. Beck es un partidario
entusiasta de toda la guerra estadounidense en el Medio Oriente y más allá.
Los arrebatos de Beck contra el "gran gobierno" tampoco incluyen oposición,
por ejemplo, a las enormes subvenciones a la industria petrolera expresadas en
investigaciones ("financiadas por los contribuyentes"), proyectos de
infraestructura como caminos y exenciones tributarias sumamente cuantiosas.
Entonces... ¿qué es lo que queda? Los servicios básicos gubernamentales, que en
el perverso mundo de Beck y sus simpatizantes son dádivas para los negros y los
latinos. El hecho de que los partidarios del movimiento del Partido del Té son
capaces de demandar sistemáticamente (y a instancias de sus líderes): "Gobierno
¡manos fuera de mi Medicare!", sí revela que es un movimiento de gente que es
incapaz de pensar críticamente. Pero, más fundamentalmente, eso es una
ilustración de la mentalidad de un sector de la población para quienes los
programas gubernamentales que benefician a ellos, ¡no son en realidad
programas gubernamentales!4 Desde
su punto de vista, los programas como Medicare son una especie de derecho que
naturalmente les corresponden (como personas blancas). Al mismo tiempo
consideran que los programas gubernamentales, por minúsculos que sean, que
parecen proveer un tantito de ayuda a los que no son blancos, son un
regalo de "dinero de los contribuyentes, ganado a duras penas" a gente que es,
como Beck llamó a los negros desesperados y pobres que quedaron encerrados en el
Superdome tras el huracán Katrina... en sus propias palabras, "una vil
escoria".
En resumen, los llamados de Glenn Beck por un "gobierno pequeño" y "menos
impuestos" son palabras en clave para el racismo.
Las obcecadas peroratas racistas de Glenn Beck contra las
reparaciones
En los días antes de la aprobación de la muy limitada "reforma sanitaria" de
Obama, Glenn Beck dijo: "Barack Obama está creando un cuidado médico universal,
estudios universitarios para todos y trabajos verdes como reparaciones
simuladas. De esa manera se mantiene la condición de víctima. Y también retoma
la cuestión de reparaciones, por la puerta de atrás".
Aquí Beck está refiriéndose a la demanda de pagar reparaciones a los
afroestadounidenses por dos siglos y medio de trabajo espantoso como esclavos. Y
a eso hay que responder: ¿Qué tendría eso de malo? Que se paguen
reparaciones por los horrores de la esclavitud, por la riqueza incalculable
exprimida con el sudor y la sangre de los esclavos, por el bárbaro crimen moral,
además del profundo legado que ha dejado hoy... esta es una demanda
justa. Pagar reparaciones a los descendientes de los esclavos
afroestadounidenses, no importa la suma, solo tocaría la superficie y no
alcanzaría para reparar la gran injusticia y el brutal crimen de la
esclavitud.
Esa no es una cuestión solamente de historia, sino de la realidad presente.
El auge de Estados Unidos, históricamente y como existe hoy, se
relaciona íntima e integralmente con la esclavización de los
afroestadounidenses, pues en gran parte ese auge se cimentó en ella. La
gran riqueza sacada literalmente a fuerza de golpes a los esclavos
afroestadounidenses, por medio de su sangre y sudor, y más tarde de los
aparceros negros en el Sur, fue un elemento clave en la fundación del país tal
como se desarrolló y como lo conocemos hoy. Ese obviamente fue el caso
en el Sur donde, durante y después de la época de la esclavitud, los hijos del
amo vivían en casas grandes e iban a las universidades a base de la riqueza
producida por los esclavos o aparceros, mientras que los hijos de los esclavos o
aparceros solo recibían lo más básico para vivir, si es que recibían eso.
También fue el caso en el Norte, donde la industria bancaria, de carga y
manufacturera, y un nivel de vida relativamente alto para muchas personas, eran
el producto directo o indirecto de la esclavitud5. En
la medida en que el sistema de la esclavitud (y los vínculos entre la
Confederación y la manufactura y capitalismo británicos) impidieron, u
obstaculizaron, el crecimiento del capitalismo en el Norte, ese problema fue
"resuelto" a favor de la clase capitalista con la victoria del Norte en la
guerra de Secesión. Después de dicha guerra, los negros ya no eran la propiedad
de nadie, en el sentido textual. Pero ahora su opresión se expresó en
condiciones de vida casi iguales a la esclavitud, bajo el sistema de
aparcería.
Mirando la otra cara de la moneda, la historia de este país se ha
caracterizado por dar privilegios menores, aunque de importancia social, a
muchos blancos. Eso ha sido cierto aunque, en el sentido más básico, este
sistema no ha operado en beneficio de los intereses reales de la mayoría de los
blancos, de ninguna manera. Y los blancos que no se conforman con las cosas, que
"se pasan de la raya", protestan o se rebelan, o incluso tratan de pensar con
ojos críticos, se han enfrentado a la "mano de hierro" del sistema.
Desde un principio, las tierras robadas a los indígenas se repartían a
granjeros blancos. Después de la guerra de Secesión, sus hijos recibían
capacitación, subsidiada por el gobierno, en métodos avanzados de agricultura e
ingeniería, en universidades fundadas para ese propósito. (Por supuesto, Glenn
Beck y sus simpatizantes indudablemente habrían apoyado esas dádivas
gubernamentales).
Tras la II Guerra Mundial, todo eso llegó a ser aún más sistemático. A raíz
de la guerra, Estados Unidos se lanzó contra las naciones oprimidas de Asia,
África y Latinoamérica (que antes eran dominadas por países europeas) e
incorporó a gran parte del globo a su imperio. Debido a la extrema explotación
de los países del tercer mundo (Asia, África y Latinoamérica), la clase
dominante de Estados Unidos podía ofrecer a grandes sectores de la población
estadounidense un alto nivel de vida, según indicadores como la "libertad" de
vivir en un vecindario segregado, tener carro y pasar 30 años en un trabajo
seguro, aunque insípido, y después jubilarse.
Dicho "estilo de vida estadounidense" siempre había tenido raíces en la
supremacía blanca, y el racismo blanco lo empapaba. Tras la II Guerra Mundial,
por ejemplo, las dependencias federales dieron préstamos a los ex combatientes
blancos para poder comprar una casa, pero por política oficial la gente negra
quedó excluida de los suburbios, discriminada continuamente al pedir préstamos y
canalizada a apiñados multifamiliares de pobre construcción en el centro de las
ciudades. Otra vez: se trató de la política del gobierno federal6.
Seguían existiendo dos "Estados Unidos", entidades distintas y sumamente
desiguales, aun cuando todo eso iba evolucionando en nuevas formas.
Sobre esa base económica, se levantó una superestructura — es decir,
las leyes, las instituciones políticas y sociales, la cultura, la moral y otras
ideas. Entre las principales ideas en esa superestructura estaba la noción
completamente falsa de que el alto nivel de vida en Estados Unidos se debía a la
"ética de trabajo" de sus ciudadanos (blancos), cuando en realidad se debía a
una combinación del robo de todo un continente, el secuestro y esclavización
durante siglos de un pueblo y una larga historia de guerras rapaces y acciones
militares en el extranjero. Esa idea sería risible, si no fuera tan ampliamente
aceptada y tan vilmente cruel en sus efectos.
Y durante todo ese proceso, mediante el funcionamiento de este sistema y las
políticas elaboradas conscientemente para promover privilegios para los blancos,
los gobernantes de Estados Unidos han mantenido relativamente estables,
apaciguados y leales a grandes sectores de la población.
Sin embargo, hoy todo eso enfrenta tremendas tensiones y presiones, y la
amenaza de que todo se venga abajo. Con el desarrollo de la situación, se
plantean grandes preguntas acerca de cómo volver a aglutinar este sistema de
horrores, o si se debiera hacerlo... o luchar para forjar un mundo completamente
diferente. Como veremos en la segunda parte, Glenn Beck propone una respuesta
extremadamente racista y extremadamente fascista a esa pregunta. También
veremos, y explicaremos, que otros sectores de la clase dominante están
paralizados actualmente frente a Beck y gente de su calaña. No obstante, también
demostraremos que HAY otra respuesta... HAY otro camino... para salir de la
crisis siempre más profunda que hoy está azotando la sociedad
estadounidense.
Continuará.
Notas
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