La ley anti-inmigrante de Arizona es inhumana e ilegítima
Alto a los ataques fascistas del sistema contra
los inmigrantes
Revolución #208, 25 de julio de
2010
Imagínatelo: Tienes familia que mantener; andas camino a la tienda, o al
trabajo, o a recoger tus hijos de la escuela. Se te pega la patrulla. Te das
cuenta que si el oficial te para, te van a pedir los papeles, que no traes. Te
llevarán a migración, te encerrarán en un centro de detención hasta que te
deporten y de ahí está cabrón que regreses. ¿Qué les pasará a los hijos cuando
estás encerrado? ¿Quién los cuidará? O si están contigo cuando te paran, ¿los
encerrarán también? ¿Se separará la familia? ¿O tendrán la “opción” de ser
deportados todos juntos, incluso los niños nacidos en Estados Unidos?
¿Qué
haces?
Este horror será la realidad para cientos de miles de personas si entra en
vigor la ley anti-inmigrante de Arizona, SB1070, el 29 de julio. Esta ley es un
salto odioso y radicalmente reaccionario encima de las condiciones ya
intolerables que sufren los indocumentados en este país. Sataniza y penaliza a
personas originarias de México o Latinoamérica, o que parecen que
posiblemente sean de México o Latinoamérica o de cualquier otro país de
origen de inmigrantes. La ley requiere que la policía le pida a cualquiera al
cual “pare, detenga o arreste” una prueba de residencia legal el cual
sospecha de ser indocumentado. Muchos residentes legales y hasta
ciudadanos serán interrogados por la policía por “cuadrar con la descripción” —
o sea, tener la piel morena, hablar con acento, usar cierta ropa o habitar una
zona de muchos inmigrantes.
Por los menos 11 millones de personas en este país ya se ven obligadas a
vivir en las sombras y sin derechos, deslomarse por una miseria o ser estafados,
y acostarse con el temor de que irrumpan en la casa a toda hora y los deporten.
Servicios médicos quedan afuera del alcance; madres con niños enfermos esperan
hasta un día entero, si no más, para que los atiendan en un hospital del
condado. El impacto de la crisis económica significa sobrevivir a duras
penas.
Ahora en Arizona, no se les aplicará el derecho supuestamente garantizado a
todos por la Constitución estadounidense frente el registro e incautación
injustificados — ya debilitado en las últimas décadas en nombre de la “guerra
contra las drogas”, la “guerra contra el terrorismo” y aprehensión de
“ilegales”. Se están estableciendo nuevas normas para institucionalizar e
intensificar radicalmente un sistema que ya se parece al odioso apartheid
abierto en Sudáfrica; al período Jim Crow de segregación, racismo y brutalidad
legalizados en este país; o a las primeras etapas del maltrato a los judíos por
los nazis en Alemania.
Una docena de estados o más del país están dispuestos a seguir a Arizona…
efectivamente exigiendo que se haga una ley nacional. Se fomenta un ambiente
anti-inmigrante —avivado por historias escabrosas del narcotráfico, delincuentes
violentos, conexiones a los carteles de narcotraficantes de México, etcétera—
que francamente influencia a demasiada gente a echar la culpa de todo al
inmigrante. El noticiero Fox está transmitiendo supuestas secuencias
clandestinas de migrantes que cruzan la frontera con mochilas cargados de
drogas.
En Utah, donde se debate una ley similar, vigilantes “actualizados”
entregaron los nombres y domicilios de personas que, según creen, deben ser
deportadas. Recientemente un grupo que se llama “Concerned Citizens of the
United States” (Ciudadanos de Conciencia de Estados Unidos) mandó una lista de
1.300 residentes de Utah de descendencia latina a los medios de comunicación y
agencias de orden público, y exigió la deportación inmediata de los 1.300 en su
totalidad. Los documentos confidenciales, sacados del Departamento de Servicios
de la Fuerza Laboral de Utah, incluyen domicilios, teléfonos, lugares de empleo,
nombres de niños, incluso las fechas de parto de mujeres embarazadas. La carta
de los “Concerned Citizens” advirtió que “algunas de las mujeres en la lista
están embarazadas,” y reclamó su deportación inmediata antes de que se alivien
en terreno estadounidense. Todo eso huele a la Alemania nazi, cuando los “buenos
alemanes” delataban a los judíos en sus comunidades.
El gobierno está aprobando leyes crueles que atacan a estos inmigrantes,
junto con grandes sectores de personas que se parecen a ellos, mientras cobra
cada vez más fuerza un movimiento fascista furibundo al cual lo desafía un
número de personas demasiado reducido. Mientras tanto, se mueren los
inmigrantes en la frontera… niños quedan abandonados cuando sus padres son
deportados… decenas de miles se pudren en prisiones migratorias, en las cuales
muchos mueren porque se les niegan el tratamiento médico.
Es crucial que todos capten lo injusto, lo inconstitucional y lo
inmoral que es esta ley, que podría extenderse rápidamente por todo el país; el
enorme peligro que ahora amenaza a millones de seres humanos en este país; y por
qué hay que construir una resistencia antes de que entre en vigor. No podemos
olvidarnos de la advertencia: “Si uno no se le opone a esto y no se moviliza
para pararlo, aprenderá —o se verá obligado— a
aceptarlo”.
A cada uno nos toca escoger: o resistir o aceptar; o cuestionar el sistema
que nos llevó a este punto y empezar a pensar en un camino totalmente diferente,
o a cerrar la mente y hacer caso a las autoridades y la grotesca y racista
satanización y el sembrar de terror por parte de sus portavoces fascistas.
* * * * *
¿Cómo hemos llegado hasta este punto? Unos
cimientos empapados de sangre
¿Cómo hemos llegado a una situación en que millones de personas se encuentran
en una tierra ajena, obligadas a abandonar sus lugares de origen en México,
Latinoamérica y más allá para sobrevivir y buscar una vida mejor? ¿Para terminar
en las miras de odio de un creciente movimiento nativista que infama su
presencia y reclama medidas crueles en su contra? Para comprenderlo, tenemos que
analizar brevemente el proceso histórico que nos ha conducido a este punto.
Cuando Obama dijo, al principio de su discurso del 1º de julio, que “somos
una nación de inmigrantes”, dejó sin mencionar ciertos aspectos cruciales de los
“albores” de Estados Unidos. No menciona que “limpiaron” la tierra de su
población indígena mediante guerras de genocidio y la propagación de
enfermedades, que destruyeron a millones de indígenas y consignaron a la mayoría
de los sobrevivientes a reservas. Esos “albores” dependían de la captura y el
secuestro de millones de africanos, que no vinieron aquí como
inmigrantes sino propiedad, quienes quedaron esclavizados durante
cientos de años en las condiciones más indignas y siguen sufriendo hoy
discriminación y opresión a cada paso.
Las fronteras de este país son resultado de la guerra con México en 1846. El
propósito principal de esta guerra fue extender la esclavitud a Texas. La
invasión de Estados Unidos se tragó casi la mitad de México y la gente que vivía
allí, convirtiéndola en el suroeste de Estados Unidos, incluyendo
Arizona. Al hacer esto, los Estados Unidos reemplazó a España como la fuerza que
dominaría y saquearía hasta hoy a México.
Adelantándonos a mediados del siglo 20, después de que Estados Unidos
estableciera su dominio de México y Latinoamérica (vea “Estados Unidos y América
Latina: Díganos, ahora, ¿quién es el que más respeta las fronteras?”, página 6).
En Estados Unidos a principios de los años 20, cuando existió una incapacidad de
satisfacer las necesidades de una creciente fuerza laboral combinada con la
creciente demanda de trabajo en la agricultura, millones de trabajadores
mexicanos fueron traídos aquí en la recolección de cosechas por muy poca paga y
en pésimas condiciones de trabajo. Los inmigrantes mexicanos se volvieron una
fuente de mano de obra barata y superexplotada en tiempos buenos y enviada a
México en tiempos de vacas flacas. En los años 40 y 50 esto fue formalizado bajo
el programa “Bracero”. Cuando éste terminó, Estados Unidos expulsó a miles y
miles de trabajadores mexicanos y los explotó una vez más al negarles sus
derechos a las pensiones que les descontaba de su paga. Pero la agricultura de
Estados Unidos continúa dependiendo de los trabajadores mexicanos y
latinoamericanos y con el tiempo otros sectores de la economía estadounidense
siguieron el ejemplo (en la industria alimenticia, la construcción y la
producción a pequeña escala) al integrar la mano de obra inmigrante, a menudo
indocumentada, en su fuerza laboral.
La globalización: una frenética comilona para los
tiburones capitalistas
Todo esto dio un salto en los años 80. Se operaron cambios dramáticos en la
economía mundial en los 20 años después del colapso de la Unión Soviética y el
surgimiento de Estados Unidos como superpotencia mundial única. Se dio una ola
de intensiva globalización de la explotación de la gente, para exprimir aún
mayores ganancias a millones de personas cuando los capitalistas encabezados por
los imperialistas estadounidenses trasladaron grandes cantidades de producción a
otros países. En este hemisferio, en 1994 la firma del TLCAN (Tratado de Libre
Comercio de América del Norte) entre Estados Unidos, Canadá y México permitió
que Estados Unidos penetrara y dominara la economía mexicana de nuevas maneras.
Eliminó barreras contra las inversiones directas de las compañías de Estados
Unidos (barreras que se establecieron tras la revolución mexicana de 1910) y los
aranceles sobre las importaciones agrícolas de Estados Unidos. La apertura de la
agricultura mexicana a la competencia de Estados Unidos tuvo devastadoras
consecuencias para los pequeños agricultores o campesinos mexicanos. Los
campesinos que habían subsistido del cultivo de maíz, frijoles y jitomates y
otros productos no pudieron competir con el bajo costo del maíz de Estados
Unidos, y en gran número tuvieron que abandonar la agricultura y emigrar a las
ciudades, o a El Norte. Entre 1994 y 2004, seis millones de campesinos fueron
expulsados del campo a fin de encontrar cómo subsistir.
La globalización exacerbó el auge de plantas ensambladoras, llamadas
maquiladoras, a lo largo de la frontera norte de México, donde las plantas
empleaban a cientos de miles de mujeres atraídas por la promesa de ensamblar
autopartes, televisores y otros equipos electrónicos, confeccionar ropa y demás.
Este afán de mayores ganancias tergiversó y distorsionó en gran medida la
economía mexicana y también infló las ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad
Juárez, abrumando su infraestructura. Pero se establecieron centros
manufactureros aún más rentables en Asia y otros lugares. Las maquiladoras y los
trabajadores que habían sido atraídos allá, fueron abandonados.
En Estados Unidos se satisficieron las nuevas necesidades de mano de obra
barata altamente explotable atrayendo a los inmigrantes desde el otro lado de la
frontera para ocupar puestos no calificados y de bajos salarios. Eso llevó a
millones de personas, especialmente de México y Centroamérica, a dejar atrás sus
terruños y familias y correr el riesgo de ser aprehendidos y morir tratando de
cruzar la frontera. Y la porosa frontera entre Estados Unidos y México ha
beneficiado a las clases dominantes de ambos países. En México, los trabajadores
pueden migrar al norte en busca de trabajo y aliviar la presión de tener
demasiados trabajadores buscando muy pocos trabajos ahí. Para los capitalistas
estadounidenses, cuentan una fuente nueva de los trabajadores que requieren para
superexplotar en sus fábricas y campos.
Mientras tanto esas mismas presiones causadas por el impacto de la
globalización han traído la desaparición de trabajos relativamente bien pagados
en la manufactura que garantizaban “el estilo de vida americano” para
importantes sectores del pueblo en este país. La actual crisis económica está
intensificando más esta situación. Esto contribuye a un sentimiento generalizado
de inestabilidad e inseguridad en grandes sectores, principal pero no
exclusivamente blancos de la clase media y de clase media baja. En lugar de
canalizar su enojo y frustración contra el sistema capitalista y sus leyes que
han generado esta situación, los están movilizando poderosas fuerzas
reaccionarias conectadas a un sector de la clase dominante. Les lavan el coco
para que culpen de su pérdida de posición social y privilegios a los
inmigrantes, mientras azuzan peligrosos sentimientos nativistas y racistas
contra los inmigrantes.
La amenaza al reaccionario “aglutinador” social
de Estados Unidos
La confrontación sobre la ley anti-inmigrante de Arizona SB 1070 revela
profundas y volátiles divisiones sociales, en los corredores del poder y en la
sociedad en general. La clase dominante estadounidense tiene la necesidad de
“aglutinar” la sociedad de distintas maneras y existe una lucha aguda a su
interior sobre cómo hacerlo. En este momento la iniciativa está en manos de un
creciente movimiento fascista derechista en este país que tiene el aval de
poderosas voces del Partido Republicano y los medios.
En Estados Unidos, existe un gran mito que ha jugado un rol crucial en
mantener la estabilidad y cohesión de esta sociedad desde sus inicios: que este
país ha avanzado por el ingenio y el trabajo duro de sus ciudadanos (o sea, sus
ciudadanos blancos masculinos) y que la posición superior de la gente blanca en
esta sociedad y los privilegios que tiene son la recompensa del trabajo duro y
la supuesta cultura y ética “superior”. La cruel mentira al centro de todo esto
es que si otros no han adquirido estas cosas, no se debe a la arraigada
discriminación y opresión sino a que “los otros son inferiores, no trabajan tan
duro y su cultura los anima a ser criminales e inmorales”. En este país
históricamente, se ha usado esta mentira para justificar la opresión del pueblo
negro y hoy se está usando para justificar los ataques fascistas contra los
inmigrantes.
Los trastornos y la gran lucha de los años 60, especialmente la lucha por la
liberación del pueblo negro, desafiaron ese "contrato social" basado en el
privilegio blanco y el privilegio masculino. Se hicieron concesiones como la
acción afirmativa, y el racismo y la supremacía masculina estaban bajo ataque y
millones asumieron el reto de luchar por nuevas relaciones entre las personas;
se puso el patriotismo ciego a la defensiva por medio del movimiento contra la
guerra de Vietnam; y mucho más. La gente de este movimiento anti-inmigrante hoy
y otros semejantes odiaron y se contrariaron por todos esos cambios y todavía se
molestan y se enfurecen, porque dichos cambios cuestionaron el contrato social
en su conjunto. En las décadas desde entonces, han desmantelado o echado a
tierra una buena parte de lo que se logró entonces. Pero desde la perspectiva de
este movimiento, el único resultado aceptable será que todo lo que lograron esas
luchas sea echado por tierra y enterrado. Eso se manifestó en el reciente
conflicto en primer plano entre la NAACP y el Tea Party anti-inmigrante.
El meollo del programa de estos fascistas es restaurar o regresar a ese
contrato social original, con la supremacía de los hombres y de los blancos, que
relacionan con un tiempo cuando "le iba bien" para Estados Unidos. De hecho,
muchos hasta sueñan con la Confederación que sólo existía para defender la
esclavitud. Según ellos, si se requiere un régimen fascista para lograrlo, que
así sea. Están atrayendo a la gente que cree que su modo de vida está bajo
amenaza. Ven una cultura decadente y quieren regresar a los valores anteriores.
Dicen: “Si no fuera por gente como Obama... Si no fuera por esas elites... y los
magnates de Wall Street, quienes están malgastando nuestra riqueza…” Observan la
situación y ven todo eso y creen que sin un centro sólido, el país entero va a
deshilacharse.
El racismo virulento desempeña un papel importante en restaurar ese viejo
contrato social. Son los "otros" peligrosos que están tomándose el país y
supuestamente colaborando para privarles a los "americanos" blancos que trabajan
duro del privilegio que han disfrutado, su prosperidad y derechos. Esas
"elites", se les dice, quieren atacar sus valores y minar su modo de vida en
general y dar lo que es supuestamente suyo a las masas "no merecedoras" de los
centros urbanos pobres. Este programa extremo es la estrategia de un sector de
la clase dominante asociado con los republicanos.
La opción que no es una opción
¿Qué programa, qué respuesta plantean los demócratas y su líder de turno? La
"diferencia" entre los republicanos y los demócratas en este encuentro es que
los republicanos abiertamente satanizan a los inmigrantes mientras que los
demócratas como Obama fingen simpatizar con los inmigrantes pero dejan tener
toda la iniciativa a los republicanos.
Aunque Obama sí expresó alguna compasión para los inmigrantes en su discurso
del 1º de julio, en general adoptó los términos republicanos y hasta sus
propuestas. Acusó a los indocumentados de "burlarse de" los que solicitan
legalmente a entrar al país. Dijo que es comprensible que los fascistas que
apoyan la SB 1070 estén frustrados; e hizo todo lo posible para cerrar la brecha
entre su propuesta de "reforma migratoria" y la republicana.
Obama y los demócratas también quieren el "orden" sobre todo, pero más que
nada no quieren convocar a la calle a la gente horrorizada por lo que está
pasando, a ponerse en pie y oponerse a estos fascistas. Acomodarse y conciliarse
repetidamente con el fascismo durante muchas décadas ha causado daños
incalculables. Por demasiado tiempo ha animado e influenciado a la gente
progresista a acomodarse con una dinámica en que, como ha señalado Bob Avakian,
"la atrocidad de ayer llega a ser la 'posición acomodaticia' de hoy
y los límites de lo que se puede imaginar mañana"1, y
ha contribuido a la desorientación de las personas progresistas ante este
creciente movimiento fascista. Si se mantuviera en ese camino, el futuro
constituiría solamente observar mientras las cosas se empeoran aún más, mientras
continuamente encierran a las masas de inmigrantes en una posición más
superexplotada y sin salida.
La respuesta: Un movimiento para la
revolución
Al acercarse el 29 de julio, millones contienen la respiración: ¿Ahora
qué va pasar?
Algo sabemos sin duda: si no hacemos nada, la situación descrita al principio
de este artículo se hará realidad para cientos de miles en Arizona y muy pronto
se extenderá a otras partes. Nuevos horrores, basados en lo que "el sistema"
requiera para sobrevivir, surgirán y las cosas empeorarán aún más.
Y sí, es un sistema. Lo que hemos descrito y analizado en este artículo y en
otras partes de este periódico, como la historia general de dominación y
explotación, la cual ha dejado una vida de sufrimiento terrible y montones de
muertos, no salió de la nada. Salió del sistema capitalista, y ese sistema se ha
transformado y ha supurado como un cáncer al seguir desarrollándose. La
situación de hoy en que algunos luchan desesperadamente para subsistir mientras
a otros, algunos de los cuales también se encuentran conducidos al límite, los
desvían y despistan para que luchen en contra de los primeros, se debe a las
reglas, el funcionamiento y la historia de este sistema, el sistema de
capitalismo-imperialismo2.
Pero hay otro futuro posible. Sí, estos imperialistas son fuertes. Pero ten
en cuenta que su orden social está bajo extrema presión y es muy inestable, lo
que se refleja incluso en los conflictos entre ellos en la cima (p.e., los
republicanos v Obama). Y sí, hasta ahora han podido suprimir la resistencia
potencial de millones de inmigrantes. Pero esos millones no van a irse. Y aunque
los políticos han podido azuzar a personas descontentas para que canalicen su
ira contra los inmigrantes, estos imperialistas no tienen ninguna respuesta
fundamental para dichas personas, y es posible ganar a algunos con un movimiento
decidido. El amplio sentimiento de que la situación se está "deshilachando" se
basa en la realidad, y en tales tiempos existe el potencial para que la gente
busque soluciones completamente diferentes y que cambie de idea muy rápidamente.
Estas son las "contradicciones ocultas" del sistema, no muy obvias pero existen,
justo debajo de la superficie.
Ese otro futuro posible depende de hacer la revolución contra este sistema.
Existe un partido, el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que no
sólo está dedicado a forjar ese otro futuro sino que tiene una estrategia para
hacerlo y que ahora mismo está llevando a cabo una campaña importante para dar
un salto en la realización de dicha estrategia y hacer real ese futuro. Como
deja claro el Mensaje y Llamamiento del Partido3:
"Hoy aún no es el momento, en este país, de jugárselo todo para tomar el poder
de los que nos gobiernan y crear un nuevo poder al servicio de nuestros
intereses. Pero ahora SÍ ES el momento de estar TRABAJANDO PARA LA
REVOLUCIÓN —de estar aumentando la resistencia mientras que se está forjando un
movimiento para la revolución— a fin de prepararse para el momento en que SÍ
SERÁ posible jugárselo todo para tomar el poder".
Las batallas políticas como la que está en marcha ahora mismo en Arizona
tienen mucho que ver con la estrategia para llegar a la revolución. Ahora la
polarización en esta lucha no es buena, es decir, en la superficie parece que
todo va en contra de la gente que está resistiendo la opresión. Pero esta
situación puede cambiar, la situación puede repolarizarse... para la
revolución. Por medio de nuestras acciones, podemos plasmar en realidad el otro
lado de esas "contradicciones ocultas" que tratamos arriba. ¿Cómo podría pasar
esto?
Si las personas las cuales reconocen la enorme injusticia que está en marcha
entraran en acción y movilizaran a otros a resistir a partir de ahora y sobre
todo en el crucial período entrante y se pusieran de pie contra esta ilegítima
ley fascista y la ofensiva fascista general, dando inspiración a aquellos que
quieren ver esta resistencia y si mediante sus audaces acciones, lograran que
las personas “indecisas” o confundidas recapaciten…
Si los revolucionarios se unieran con eso y lo cohesionaran en una dirección
hacia delante, demostrando de manera contundente la fuente del problema en el
sistema y la solución en la revolución, elevando la conciencia de las personas y
dejando que millones conozcan que SÍ existe un movimiento para la revolución y
una dirección para dicho movimiento y ganando a un núcleo de entre ellas para
que asuman este entendimiento y construyan este movimiento revolucionario…
Si se trazaran las conexiones entre la represión en Arizona y muchos otros
ultrajes y luchas en la sociedad, y su fuente común, sobre todo mediante la
distribución del periódico Revolución y la obra de Bob Avakian, el
líder del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos y de la revolución y
si al conocer esa dirección y al leer este periódico las personas llegaran a ver
que es posible tener un mundo radicalmente diferente y así elevaran sus
aspiraciones a lo que es posible…
Si mediante la propagación de la revolución y la mayor resistencia, millones
llegaran a ver que lo que hacen estos gobernantes es completamente ilegítimo y
que de hecho no merecen ser gobernantes…
Y si mediante todo eso, pudiera crecer la fuerza organizada de este
Partido…
En tal caso, podría empezar a cambiar la ecuación política, de
manera radical. En tal caso, podríamos empezar a hacer avances hacia
una situación política completamente diferente, una en que, mediante otros
cambios en el mundo y el mayor desarrollo de este movimiento, las personas
podrían hacer la revolución en serio.
Como parte de hacer eso, HAY que desafiar, resistir y a la larga detener esta
ley fascista, toda esta ofensiva fascista. El movimiento para la revolución, o
sea, el movimiento que SÍ ESTAMOS CONSTRUYENDO, tiene que extenderse y
fortalecerse. Se ha lanzado el reto; la gente tiene que responder en
consecuencia.
¡Dejen de pensar como estadounidenses! ¡Empiecen a
pensar acerca de la humanidad! |
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