Estados Unidos en Haití: Un siglo de
dominación y miseria
Revolución #189 17 de enero
de 2010
Tras el terremoto, Estados Unidos posa como el mejor amigo de Haití. Pero
toda la historia de Estados Unidos en Haití demuestra lo contrario.
En el siglo XVIII, el colonialismo francés exterminó a la población nativa y
estableció un sistema de esclavitud tan dura que se asumía que los nuevos
esclavos morirían por exceso de trabajo. La sangre de los esclavos se derramó en
los mercados del mundo capitalista del café y azúcar, haciendo de Haití la
colonia más rentable del mundo.
En 1791, Toussaint L'Ouverture encabezó una rebelión de esclavos que, durante
más de 13 años, derrotó sucesivamente a los dueños de esclavos de Haití, los
ejércitos de España y Gran Bretaña (que vieron la revuelta como una oportunidad
para agarrar Haití ellos mismos), y luego el ejército de Napoleón, el líder
francés que en ese momento había conquistado la mayor parte de Europa1.
Toussaint fue capturado después de haber aceptado negociar la paz con los
franceses y fue llevado a Francia en cadenas, donde murió en la cárcel. Pero la
rebelión siguió hasta que Haití fue independiente y la esclavitud abolida. Esta
fue la primera y única revolución exitosa de esclavos en la historia2.
La revolución haitiana desató pánico entre los gobernantes de
Estados Unidos y de las potencias europeas, que se negaron a reconocer a la
nueva República de Haití. La marina francesa impuso un embargo total sobre
Haití. En 1805, el ministro francés de Relaciones Exteriores le escribió al
Secretario de Estado de Estados Unidos, James Madison: "La existencia de un
pueblo negro en armas, ocupando un país que ha manchado con los actos más
criminales, es un espectáculo horrible para todas las naciones blancas3."
Estados Unidos cumplió el embargo y se negó a reconocer, prestarle asistencia o
establecer comercio con Haití.
El embargo tuvo un impacto devastador en la nación isleña, cuya agricultura
había sido devastada por la guerra. Se mantuvo en vigor hasta 1825, cuando
Francia aceptó ponerle fin a cambio de que Haití se comprometa a “compensarlos”
por la pérdida de su “propiedad” — es decir, sus ESCLAVOS. Esta "deuda" se fijó
en 150 millones de francos — aproximadamente el presupuesto anual francés4.
Haití fue enredado forzosamente en una red de deuda y de extrema pobreza. A
finales del siglo XIX, los pagos de la deuda ascendían a 80% del
presupuesto haitiano5.
En el siglo XX Estados Unidos se declaró el poder dominante en su "patio
trasero". En 1915 invadió y ocupó Haití. Marines yanquis fueron directamente al
Banco Nacional de Haití y retiraron sus reservas de oro y las depositaron en
Citibank en Nueva York. La Constitución de Haití fue reescrita para permitir que
extranjeros fueran dueños de propiedad haitiana; la tierra les fue arrebatada a
los pequeños campesinos para crear grandes plantaciones6; la
economía fue reorganizada de modo que el 40% del producto bruto interno de Haití
fluyera a los bancos norteamericanos7.
El pueblo haitiano se resistió ferozmente a la ocupación en una serie de
revueltas que los militares yanquis aplastaron sin piedad, asesinando a los
líderes, quemando aldeas y matando entre 15 a 30,000 Haitianos8. Los
ocupantes no salieron hasta 1934, dejando atrás al brutal Ejército Nacional de
Haití, adiestrado por los Estados Unidos, para reprimir al pueblo.
En 1957, Francois "Papa Doc" Duvalier llegó al poder en una elección
fraudulenta y creó su propio ejército de asesinos — los Tontons
Macoutes. El reinado del terror duvalierista, apoyado y respaldado por
Estados Unidos, asesinó aproximadamente a 50.000 personas9.
Cuando murió Papa Doc en 1971, Estados Unidos emplazó acorazados a poca
distancia de la costa haitiana para supervisar la transición del poder sin
obstáculos al hijo de Duvalier, Jean-François (“Bebé Doc”). Bebé Doc estaba
vinculado muy estrechamente con el “Plan Estadounidense10”
que explícitamente tenía como objetivo socavar la agricultura campesina con las
importaciones a gran escala de bienes norteamericanos más baratos, expulsando a
cientos de miles de campesinos del campo e impulsándolos a las ciudades y
barrios marginales, desesperados por trabajar en plantas de montaje
estadounidenses que construyeron empresas como Disney y Kmart, pagando 11
centavos la hora a obreros/as para coser pijamas y camisetas11.
En los años 1985 y 1986 un levantamiento fuerte sacudió a Haití que obligó a
Estados Unidos a rescatar a Bebé Doc y llevarle a la Costa Azul a fin de
preservar su control fundamental del país a través del ejército haitiano. Una
serie de gobiernos militares siguió, que se conoce en Haití como el
“duvalierísmo sin Duvalier”. En 1991 Jean-Bertrand Aristide, un sacerdote
radical y líder de la Ti Legliz (“Pequeña Iglesia”, la expresión del movimiento
de la teología de liberación en Haití) y del movimiento contra Duvalier, fue
elegido presidente. Aunque Aristide no tenía un plan para romper del marco de la
dominación norteamericana, él no se sometía completamente ni a esa
dominación ni a las clases dominantes haitianas pro Estados Unidos, y a menudo
él estaba en conflicto con esas fuerzas acerca de la política extranjera y
doméstica. Los reaccionarios haitianos le odiaban y Estados Unidos no pensaba
que podía “confiar” en él y aún antes de su inauguración trabajó para
derrocarlo12. El 30 de septiembre de 1991, habiendo ocupado su cargo por
solamente nueve meses, la CIA colaboró con las fuerzas militares locales para
llevar a cabo un golpe de Estado sangriento y en las olas subsiguientes de
represión desató a soldados y Macoutes para que destruyeran las redes de
organización populares, especialmente en barrios marginales como la Cité Soleil
que eran la base de apoyo para Aristide. Mataron a miles de sus partidarios,
hasta 300.000 pasaron a la clandestinidad y 60.000 huyeron de la isla en balsas
improvisadas13.
Pero todo eso no sofocó la resistencia ni estableció un “ambiente estable”
para Estados Unidos y por eso en 1994 Estados Unidos concertó un acuerdo para
restaurar a Aristide a su cargo, devolviéndolo del exilio en un acorazado
norteamericano acompañado por 20.000 soldados estadounidenses que se dedicaron a
proteger del pueblo a los paramilitares violentos y dejarlos mantener
sus armas, mientras que reorganizaron el ejército haitiano para reprimir al
pueblo con más eficacia. Los soldados yanquis se quedaron más de un año. Los
términos de este acuerdo, conocido como el Acuerdo de Governors Island, eran que
Aristide abandonara cualquier resistencia al plan estadounidense para Haití, al
ejército haitiano y a la clase dominante haitiana14.
En gran parte Aristide cumplió con este acuerdo pero siguió luchando por
cualquier concesión que podía encontrar, lo que Estados Unidos consideró
inadmisible. El 29 de febrero de 2004, después de muchos meses de preparación
política y militar en que Estados Unidos estaba involucrado directamente a
través de la CIA y el Instituto Republicano Internacional (IRI), se llevó a cabo
un segundo golpe de Estado. El ejército norteamericano literalmente secuestró a
Aristide y a su familia y les mandó por avión a la República Centroafricana,
donde les detuvo mientras que se consolidaba un nuevo régimen en Haití15.
Para el primero de marzo cientos de marines norteamericanos controlaban la
capital de nuevo y nuevas olas de ataques contra el pueblo fueron desatados, a
menudo llevados a cabo por soldados estadounidenses. En junio los reemplazaron
una fuerza de 7.000 soldados de la ONU, principalmente brasileros, que practican
las “ejecuciones sumarias” según grupos pro derechos humanos.
Desde ese tiempo hasta el terremoto no ha habido ningún desafío serio contra
el control económico, político y militar norteamericano de Haití.
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