Revolución #178,
4 de octubre de 2009
El brote del populismo derechista:
Sí, en verdad ES un caso de racismo
El 12 de septiembre, varias decenas de miles de personas realizaron
una manifestación en Washington, D.C., que fue en apariencia una protesta contra
los proyectos demócratas de reforma sanitaria que se debaten en el Congreso. En
realidad, esa marcha, y el movimiento que concentraba, representaron una
importante declaración política de un movimiento fascista
Para darles un sabor, un reportero observó: “... David McElwee, un guardia
correccional fortachón de Pensilvania, alzó un cartelón con la imagen de Obama,
transformada mediante Photoshop en un nativo africano semidesnudo en su choza
con una falda de paja y un hueso que le atravesaba la nariz”. Dos días antes, en
Scranton, Pensilvania: “Por todo el alrededor se veían imágenes del presidente
Barack Obama con la cara blanqueada, o como nazi, brujo africano, marxista o
musulmán...”. Había letreros que comparaban a Obama a Osama Bin Laden. Una mujer
en la multitud le dijo al reportero que Obama estaba colocándose en un mismo
nivel con Dios y que ella rezaba “por su conversión”. Se le preguntó: ¿Es Obama
un musulmán? Ella contestó: “Solo él sabe”. Para colmo, ella había escuchado que
Michelle Obama tiene zapatos valorados en seiscientos de dólares. (Estas
descripciones salen en el artículo “Who is Barack Obama? And why do people say
such loopy, ugly things about him? The enduring rot in American politics”, de
Philip Weiss, en New York Times Magazine, 20 de septiembre de
2009).
El ambiente de las reuniones públicas sobre la reforma sanitaria incluye
varios incidentes en que ciertos individuos han ostentado sus armas. Un hombre
llevaba una pistola cargada de 9mm mientras esperaba fuera de una reunión
pública sobre la reforma sanitaria en la cual Obama participó en Portsmouth,
Nueva Hampshire. Su letrero decía: “Es hora de dar agua al árbol de la
libertad”, en referencia a un pasaje de Thomas Jefferson que dice: “Al árbol de
la libertad hay que refrescarlo de vez en cuando con la sangre de patriotas y de
tiranos”.
En otro incidente muy publicitado de Hagerstown, Maryland, un hombre levantó
un pedazo de cartón en el cual había garabateado: “Muerte a Obama, muerte a
Michelle y a sus dos niñas estúpidas”. El Arizona Republic informó: “Un
hombre, quien decidió no darnos su nombre, andaba por el mitin a favor de la
reforma sanitaria en las calles 3 y Washington con una pistola al cinto y un
AR-15 (un rifle semiautomático de asalto) colgado de una correa sobre el
hombro.”
Aunque las autoridades han interrogado o detenido a unas personas (no a
todas) que llevan armas o hacen amenazas, existe claramente un ambiente que les
hace pensar que pueden actuar con impunidad. Comparen eso con un mitin de
campaña para Bush en 2004 en Virginia del Oeste, en que las autoridades
arrestaron a una pareja por lucir camisetas que decían: “Amen a Estados
Unidos, Odien a Bush”.
A esas fuerzas reaccionarias los están orquestando e incitando voces
poderosas del Partido Republicano y de los medios de comunicación. Glenn Beck
despotrica que Obama (quien en realidad ha evitado hacer cualquier crítica del
racismo durante todos esos episodios) “tiene un odio muy arraigado hacia la
gente blanca”. (Ver en el cuadro en la página 13 más información sobre su papel
particularmente odioso).
Tampoco fue ningún bloguero racista anónimo cualquiera, sino el prominente
operario del Partido Republicano de Carolina del Sur, Rusty DePass, quien
escribió en su página de Facebook que el gorila que se había escapado del parque
zoológico fue “solo uno de los antepasados de Michelle [Obama]”. DePass fue el
copresidente de la campaña presidencial de 2008 de Rudy Giuliani en el mayor
condado del estado y es ex presidente de la comisión electoral del estado.
Después de que DePass pidió disculpas por ese “chiste”, recibió carta blanca del
Partido Republicano de ese estado. Eric Davis, otro funcionario republicano de
Carolina del Sur, dijo: “Todo el mundo dice cosas que lamentan después. Creo que
todos debemos pasar a otros temas”.
El senador republicano de Carolina del Sur Jim DeMint, un elemento emergente
en estos círculos que está recibiendo mucha promoción para el futuro, le dijo a
la muchedumbre en Washington salpicada de svásticas (la cruz gamada) y letreros
que decían “No me pisoteen”, que se sentía más a gusto con los manifestantes que
con sus propios colegas del Senado.
Este ambiente de “reunión pública” irrumpió en el Congreso cuando el
representante Joe Wilson de Carolina del Sur le gritó a Obama “Usted miente”,
cuando éste dijo que su plan de reforma sanitaria no incluiría a los inmigrantes
indocumentados. (Que conste, todos los proyectos de reforma sanitaria excluyen
cruelmente a los inmigrantes indocumentados en cuanto a prestaciones
sanitarias). Con cara de palo, la mayoría de los medios de comunicación
establecidos desecharon la idea de que Wilson pudiera ser un racista. ¿Cómo
puede ser? Wilson es miembro de los Hijos de Ex Combatientes Confederados, un
grupo que celebra a los que lucharon para la esclavitud durante la Guerra de
la Secesión, y como legislador estatal votó en contra quitar la
bandera confederada del capitolio de Carolina del Sur. Si este tipo no es
racista, entonces ¿qué es?
No es una exageración ni es tener una imaginación creativa comparar a los que
van a esas reuniones públicas a una turba de linchamiento en ciernes. Una cosa
hay que decir de plano: Aunque Barack Obama, como jefe del estado
capitalista-imperialista estadounidense, no representa nada progresista,
cualquier acción similar a lo que estas fuerzas fomentan, sería un ultraje
reaccionario.
¿Populismo o racismo? Pues, AMBAS cosas
Los análisis de los medios de comunicación establecidos han planteado que
este brote es un renacimiento del populismo y que no es sobre el racismo. En un
ensayo del New York Times titulado “No, no es sobre su raza”, el
columnista conservador David Brooks argumenta que el motor de la furia que ha
brotado en las audiencias sobre la reforma sanitaria es el populismo y no el
racismo. Insiste en que las raíces de este movimiento son el pensamiento de
Thomas Jefferson y Andrew Jackson, y ¿cómo podría ser racista ese?
A lo que una escritora perspicaz respondió en una carta:
“Irónicamente, al invocar los nombres de Jefferson y Jackson, [Brooks] llama
la atención sobre dos de los líderes de nuestra nación más identificados con el
racismo: uno que se benefició directamente de la esclavitud y uno cuyo destierro
de las tribus autóctonas de sus tierras abrió las puertas al expansionismo
yanqui sin obstáculos en el Oeste.
“Además, en su resumen y glorificación de movimientos populistas en la
historia de nuestro país, el Sr. Brooks no menciona la conexión entre el racismo
y el populismo. Los dos no están aislados el uno del otro.
“Históricamente el racismo ha servido como el hilo subyacente que ha sembrado
nuestros movimientos populistas, y continúa haciéndolo hasta hoy” (carta a la
redacción de Angela West Blank, New York Times,
21/09/09).
Exactamente.
Desde el comienzo se ha propagado un gran mito norteamericano: que este país
ha avanzado por medio de la ingeniosidad y el trabajo duro de sus ciudadanos (o
sea, sus ciudadanos varones y blancos) y que la posición superior de las
personas blancas en esta sociedad, y los privilegios que tienen, son los premios
por el trabajo duro y la “cultura” y ética supuestamente superiores. Y que si
las personas negras y de otras nacionalidades oprimidas, en su conjunto, no han
logrado estas cosas, eso no se debe a los siglos de esclavización,
ni al siglo en que vivieron bajo la segregación legal y el terror de
las turbas de linchamiento, ni a la discriminación sistemática en cada
esfera de la vida que continúa… sino porque “son inferiores, no trabajan tan
duramente y su cultura los lleva a ser criminales e inmorales”. Una mentira
cruel, y una que se puede refutar fácilmente, pero una que ha justificado la
opresión y la desigualdad para los que se han beneficiado de ella.
Jefferson promovió la visión de una sociedad basada en pequeños granjeros
propietarios de tierras, individuos independientes que participarían en pie de
igualdad, como el mejor tipo de sociedad. Pero en realidad, presidió una
sociedad basada en los crímenes gemelos de la esclavitud y el destierro y casi
genocidio de los pueblos indígenas, y defendió los intereses de esa sociedad y
luchó por expandirla. Las leyes de supremacía blanca y el pensamiento racista
impusieron la verdadera deshumanización de los esclavos negros (y de los negros
libres). Y una parte central del aglutinador ideológico y social que siempre ha
cohesionado a este país fue la identidad compartida por la gente blanca de todas
las clases y capas.
Desde el principio, se movilizó a la gente blanca —como gente blanca— para
ver sus intereses en oposición al pueblo negro y los pueblos indígenas, y
amenazados por esos pueblos. Y se ocultó la división fundamental entre las
clases que poseen y monopolizan los medios de producción necesarios para
producir la gran riqueza, y aquellas sin ellos, obligadas a producir esa
riqueza, sea por el látigo o por el hambre.
Este llamamiento al hombre común (blanco) ha sido la base de casi todos los
movimientos populistas en Estados Unidos — de los tiempos de Jefferson, a Andrew
Jackson quien no solamente dirigió el destierro y casi genocidio del los pueblos
indígenas sino que luchó por expandir la esclavitud, hasta el Ku Klux Klan, y
los movimientos de hoy. El racismo sí es el “hilo subyacente”.
En este artículo apenas pudimos tocar el curso de estos acontecimientos
históricos y las enormes implicaciones que éstos tienen para la revolución y el
comunismo. Instamos enérgicamente a todos nuestros lectores a que adquieran y
estudien la obra de Bob Avakian sobre todas estas cuestiones (vea el recuadro)
incluido El comunismo y la democracia jeffersoniana (en inglés).
Las raíces del brote del populismo
derechista
Las últimas décadas han sido un período de gran instabilidad e inseguridad
para millones. Tras el derrumbe de la Unión Soviética y el surgimiento de
Estados Unidos como la superpotencia mundial única, se operaron grandes cambios
geopolíticos, entre ellos, los fuertes retos a la dominación yanqui por parte
del ascenso y el creciente peso de los fundamentalistas islámicos en la región
estratégica del Medio Oriente. Se han dado grandes cambios en la economía
mundial con la globalización y la mayor internacionalización de la producción y
de las actividades especulativas y parásitas del capital. En Estados Unidos, eso
se ha reflejado en los cambios radicales en la economía. Mientras que el capital
recorre el globo a fin de explotar a hombres, mujeres y niños por centavos al
día, ya no existen muchos empleos fabriles de buena paga (y fueron
principalmente para hombres). Las pequeñas empresas y los granjeros
independientes han estado bajo enormes presiones y una enorme cantidad de
granjas familiares han quebrado. Y junto con estos cambios y su impacto en
millones de personas, se han operado grandes cambios en la cultura general de
las masas en este país — y especialmente de los jóvenes. Al comienzo, algunos de
estos cambios culturales eran muy positivos, alentaban sentimientos más
críticos, comunales y anti-hipocresía, pero en las últimas décadas en especial,
éstos han tendido a fragmentarse, a la cosificación de la sexualidad, a cierta
maldad de ánimo, egoísmo y una perversa mentalidad capitalista tipo imagen de
espejo de la cultura gangsta. De todos modos, todo eso ha tenido el efecto de
aflojar la cohesión de los “valores norteamericanos tradicionales (y sumamente
asfixiantes y cerrados) de los pequeños pueblos.
Ahora la crisis económica actual está pegando muy duro. Más del 70% de los
que han perdido su empleo son hombres. Cada vez más familias dependen del empleo
que tienen las mujeres — y parece que todo esto sigue “minando la familia
tradicional”. Una cantidad inaudita de personas blancas en este país que no sean
de la clase dominante está perdiendo su casa propia, la cual constituye una
buena parte de su riqueza — y “seguridad”. Están bajo amenaza la estabilidad
general y los privilegios que las personas de estas capas han tenido por ser
blancas, masculinas y/o vivir en un país que se ceba del resto del mundo y que
sobre esa base han recibido migajas.
¿Y qué es lo que se le dice a esta “gente común” es el problema? No se dice
que es el sistema de capitalismo que ha generado estos cambios dramáticos en su
búsqueda de cada vez más ganancias (y, de paso, un sistema que a lo largas de su
historia ha generado un sufrimiento mucho peor para millones y millones
de personas en las zonas urbanas de este país y para miles de millones alrededor
del mundo). Pero las elites —de Wall Street y Hollywood— y los peligrosos
“otros” que están tomando el control del país y que supuestamente están
colaborando para quitarles a los norteamericanos blancos que trabajan duro los
privilegios que han tenido, su prosperidad y sus derechos. Se les dice que estas
“elites” quieren atacar sus valores y socavar su modo de vida y darles a las
masas de las zonas urbanas que no lo merecen lo que supuestamente por derecho es
suyo.
Es verdad que las “elites” manipulan enormes cantidades de capital financiero
y con el apretón de un botón pueden causar miseria a gente alrededor del mundo.
Pero esas “elites” son el producto inevitable de un sistema y son los
administradores del mismo. Ese sistema es el capitalismo-imperialismo. Hay que
recalcar y entender que esas decisiones, incluidas en medio de esta crisis
actual, afectan a las masas por todo el mundo —y en las zonas urbanas de este
país— de las formas más duras imaginables. Además, hoy esas decisiones están
provocando caos y sufrimiento en la vida de muchas personas que antes creían que
por fin hubieran salido adelante. El problema no es que haya quienes que hacen
trampa o se niegan a observar las reglas. El problema son las reglas —
o sea, el funcionamiento y la dinámica básica del capitalismo mismo.
Ante todo, estos movimientos tienen resentimiento y odian a los cambios de
los años 60. Los años 60 fueron una época en que las masas negras, en unión con
muchas otras, libraron una tremenda lucha y tiempos en que fueron hechas
concesiones a esa lucha como la acción afirmativa. Unos tiempos en que surgió un
movimiento poderoso en contra de la injusta guerra que Estados Unidos libraba en
Vietnam. Unos tiempos en que se realizaron cambios de las leyes (o se le dio
nuevas interpretaciones a la Constitución) de maneras que afectaron de modo
decisivo a las mujeres, en particular sobre el aborto. La gente gay empezó a
salir del closet y a afirmar sus derechos. Y fueron tiempos, como analizó Bob
Avakian, cuando “...millones de personas en Estados Unidos desecharon las normas
predominantes y la autoridad tradicional, empezaron a luchar por forjar nuevas
relaciones humanas y nuevas expresiones culturales que no se basaran en el
arribismo y la competencia, y a sabiendas rechazaron el lema de ‘Estados Unidos
es el número uno y Dios está de nuestro lado’. Mucha gente llegó a darse cuenta
de que la fuente de todos los males contra los que luchaba, y el obstáculo que
impedía lograr las cosas por las que luchaba, era el sistema
capitalista‑imperialista… En esos tiempos tumultuosos, los que se rebelaban
contra el orden imperante y las relaciones y tradiciones dominantes encontraron
causa común y forjaron una poderosa unidad. Obtuvieron cada vez más la
iniciativa tanto moral como política, mientras que la clase dominante se
atrincheraba y daba manotazos para defender su posición dominante que se le
escapaba, y muy merecidamente fue perdiendo su autoridad moral y política”
(Predicando desde un púlpito de huesos: Necesitamos moral, pero no la moral
tradicional”, de Bob Avakian, Obrero Revolucionario
(ahora Revolución)#975, 27 de septiembre de 1998).
En las décadas desde entonces, se ha deshecho o eliminado una buena parte de
lo que se logró entonces. Pero, según la concepción del mundo de estos
populistas, solo bastará eliminar y enterrar por completo todo lo que se forjó
por medio de esas luchas. Lo que esos fanáticos derechistas pretenden es
regresar y restaurar plenamente a Estados Unidos a sus raíces blancas y
cristianas... y a su destino... tal como Dios lo adivinó..
La actual polarización ominosa y la
repolarización que se necesita
Mientras tanto, ¿cómo han respondido los demócratas y Obama a todo esto?
Al negar en esencia que existe un problema y al negarse a retar a este
movimiento fascista.
Cuando Jimmy Carter y unas cuantas personas más se atrevieron a decir que
esto era un caso de racismo, los portavoces de Obama y Obama mismo se
apresuraron a decir: “No, no, solamente hay diferencias de política”.
¿Diferencias de política? Vea de nuevo la primera sección de este
artículo, o vea el video de Glenn Beck en YouTube descrito en el recuadro
acompañante, el mismo Glenn Beck que se ha convertido en la nueva “estrella
naciente de la Derecha” y “el hombre del momento”, y díganos que esto es un caso
de algunas diferencias sobre cómo van a vender y entregar el seguro médico.
Pero esto no tiene nada de nuevo. Durante unos 20 años los demócratas y Obama
mismo una y otra vez han dejado que estos fascistas se desbocaran, sin
oposición, y les han cedido el terreno moral. Veamos otro ejemplo: ¿cuántos
funcionarios electos demócratas, u otros funcionarios del partido, asistieron al
entierro del Dr. George Tiller, el valiente abortista que los fascistas
cristianos asesinaron en mayo? La respuesta: ni uno. Recalca este hecho los
enérgicos esfuerzos de Obama y los demócratas de impedir cualquier iniciativa de
pagar por el aborto en este programa de asistencia sanitaria.
Para entender por qué esto es así, queremos volver a la obra importantísima,
y todavía muy vigente, de Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista
Revolucionario, titulado “La pirámide del poder y la
lucha por cambiar de base el mundo”. Esta obra fue tomada de las preguntas y
respuestas del DVD de 2004 de Avakian, Revolución: por qué es necesaria, por
qué es posible, qué es. Ahí describe a los republicanos y los demócratas
como, en términos relativos, representantes de dos sectores de la clase
dominante sentados en la cima de una pirámide metafórica de la sociedad.
Describe la clase de movimiento y tácticas fascistas que existían en ese
momento, por ejemplo, los vínculos que tiene ese movimiento fascista en las
fuerzas armadas, y agrega:
Viendo este panorama y lo que están organizando y preparando, preguntemos:
los demócratas, como sector de la clase dominante, ¿cómo van a
contrarrestarlo?
O sea, veamos la pirámide con los republicanos aquí (a la derecha) y su base
social de fanáticos religiosos y dementes fundamentalistas... [Estas fuerzas]
están dispuestas a movilizar una fuerza fascista si lo creen necesario y… a
poner en marcha dicha fuerza y transformar esta sociedad en una sociedad
religiosa fundamentalista fascista si lo consideran necesario.
Al otro lado de la pirámide (supuestamente a la “izquierda”) están los
demócratas. ¿Quiénes son sus bases? No digo que realmente los representan, ¿pero
a quiénes quieren atraer? A la gente progresista y los oprimidos. En realidad el
papel de los demócratas es canalizarlos hacia el proceso electoral establecido
de la burguesía… y canalizarlos nuevamente si es que se alejan o se salen de ese
marco. Porque a las bases las elecciones les dan rabia, por las mismas razones
que ya señalamos: el Partido Demócrata habla de gente común, de los pobres, de
los que sufren discriminación, etc., pero siempre los traiciona. Hasta habla de
los oprimidos, pero como en realidad no representa sus intereses fundamentales,
los traiciona una y otra vez. Representa los intereses del sistema y la clase
dominante, y sirve para engatusar a los oprimidos y los descontentos para que
vuelvan a participar en las elecciones. A todos ellos les dice: “Vénganse,
vénganse. No es tan malo como parece. No olviden que tienen el voto. Tranquilos.
Todo saldrá bien”. Para eso sirven los demócratas. Pero tienen mucho miedo de
movilizar a las bases. Las exhortan a votar, pero les infunde pavor que se
salgan a la calle a protestar o luchar contra los derechistas, que están
cobrando fuerza.
Piensa por un momento, ¿qué desataría eso si Obama dijera lo que es obvio a
casi todos los liberales: que sí, hay un elemento racista enorme e impulsor en
juego en este movimiento fascista teabagger, que como persona negra en
Estados Unidos sabía desde el comienzo que este veneno iba a surgir, que esto es
parte integral de un movimiento fascista con apoyo de los sectores más altos de
la clase dominante y que cualquiera persona que tenga razón debe oponérsele
enérgicamente además de alinearse en la lucha en su contra? ¿Y qué pasaría si
una figura importante del Partido Demócrata llamara a la gente a las calles
contra estos fascistas? Eso es exactamente lo que les da pesadillas a estos
políticos demócratas: la posibilidad de que el pueblo se tome las calles en
contra de estos reaccionarios. Pues, una vez que ese genio se salga de la
lámpara, una vez que los oprimidos y las personas más ilustradas empiecen a ver
a sentir su fuerza potencial e investigar y debatir por qué todas estas
porquerías continúan y lo que se puede hacer para cambiar la situación en
realidad, podrían perfilarse toda clase de posibilidades para el cambio
radical e incluso revolucionario y para todos los sectores de la clase
dominante esta situación sería una pesadilla mucho peor que dejar la cancha
libre para estos fascistas.
Una de las razones, de hecho, que un sector tan grande de la clase dominante
se unió alrededor de Obama era precisamente para evitar y en efecto impedir tal
panorama. Y ahora hay cierta ironía: ¿quién sería “mejor” que un presidente
negro para declarar fuera de lugar las acusaciones de “racismo”, aunque él mismo
es el blanco de un racismo que se está volviendo cada vez más venenoso con cada
día que pase?
Pero hay que preguntar si es posible contener estas contradicciones y por
cuánto tiempo. Y en esta conexión, hay que preguntar qué deben hacer los
revolucionarios y las personas que quieren ver un verdadero cambio a fin de
transformar la realidad que enfrentamos: para desenmascarar lo que se está
desarrollando, para convencer a la gente acerca de la presencia en el
sistema de las raíces profundas de estos movimientos fascistas asquerosos y
la claudicación ante estos movimientos promovida por los demócratas, de modo que
la gente se inspire y resista todo eso y los otros
crímenes de este sistema, entre ellos la brutalidad policial desbocada, los
incesantes ataques contra el derecho al aborto (y los derechos de la mujer en
general), la negación de los derechos de los homosexuales incluso de casarse, la
actual aprobación o codificación legislativa y el uso de la tortura por el
gobierno, la intensificación de la guerra en Afganistán y la actual ocupación de
Irak… todo lo que presiden y promueven Obama y los demócratas… y que los
revolucionarios y las personas que quieren ver un verdadero cambio a fin de
transformar la realidad que nos enfrentamos tienen que hacer todo esto
como parte de repolarizar la sociedad para hacer la revolución.
Lo que hacemos, y lo que no hacemos, contesta hoy todos los días a esas
preguntas.
¿QUÉ TAN SERIOS VAN ESTOS POPULISTAS DERECHISTAS Y FASCISTAS, Y A QUÉ
EXTREMOS IRÁN?
En febrero, un episodio del programa de Glenn Beck en el noticiero Fox se
tituló “Sala de guerra: El ‘efecto Bubba’ — ley marcial, saqueos,
hiperinflación, depresión, caos, implosión de Estados Unidos”. Planteó
repetidamente una escena que en esencia representa un levantamiento fascista
armado contra los responsables del “sufrimiento y la privación de
representación” y de retomar al país, restaurar sus raíces cristianas y blancas…
y su destino… tal como Dios lo adivinó. Todo eso sería un levantamiento que
reemplazara al actual gobierno del país. Además, Beck planteó la probabilidad de
que todo esto contara con el apoyo del ejército estadounidense. Vea el video de
YouTube del episodio: La cara de Beck brilla con una especie de frenética
alegría mientras incita al público a prepararse para esto. (Busque “Glenn Beck”
y “Bubba Effect” en YouTube.) Esta es solamente una versión actualizada, con
unos leves retoques, del tristemente célebre libro Los diarios de
Turner, que “prevé” una guerra racial en Estados Unidos en que unas fuerzas
fascistas “rectas” linchan a los negros y los blancos que quieren una sociedad
integrada. Durante décadas, este libro ha inspirado a muchas reaccionarias
milicias supervivencialistas. |
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