Tras años en cárceles secretas, EAU amenaza con
repatriar a Yemen a ex presos de Guantánamo
24 de octubre de 2020
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 18 de septiembre de 2023
Fotos de 16 de los 18 yemeníes enviados desde Guantánamo a Yemen entre 2015 y 2017, que fueron
encarcelados en lugar de, como se les había prometido, darles una nueva vida, y
a los que ahora se amenaza con devolver a Yemen, a pesar de los peligros que
entraña. Las fotos están tomadas de los archivos militares clasificados de
Guantánamo que fueron publicados por Wikileaks en 2011, y en los que trabajé
como socio mediático.
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Una noticia deprimente pero importante sobre la vida después de Guantánamo fue publicada por Associated Press el miércoles, centrándose en el trato atroz que han recibido los ex
presos de Guantánamo desde que fueron reasentados en Emiratos Árabes Unidos
entre noviembre de 2015 y enero de 2017, cuando el presidente Obama dejó el
cargo; en concreto, 18 yemeníes (de un total de 23 hombres enviados a EAU), a
los que ahora se les ha comunicado que EAU se dispone a repatriarlos, a pesar
de que sus vidas bien podrían correr peligro en Yemen.
Como describió la periodista Maggie Michael, a los presos "se les prometió que iban a ser
enviados a un país musulmán para una rehabilitación que les ayudaría a
integrarse en la sociedad, abriéndoles el camino a trabajos, dinero y
matrimonio, según sus abogados y familias. Era mentira".
Para cualquiera que prestara mucha atención, esto no era noticia. The Washington Post informó en mayo de 2018 que los ex prisioneros
enviados a los EAU después de haber sido aprobados unánimemente para su
liberación por procesos de revisión de alto nivel del gobierno estadounidense
siguen encarcelados, a pesar de las promesas de que su nuevo país de acogida
los ayudaría a reconstruir sus vidas. El reportaje de Missy Ryan se titulaba:
"Tras más de una década en Guantánamo, se suponía que estos hombres iban a
quedar libres. En cambio, están encerrados en un centro secreto en EAU".
Escribí
sobre la historia poco después de su publicación, como "Escándalo de
Guantánamo: Los presos liberados que languidecen en secreto en los EAU",
pero nunca le di seguimiento públicamente, porque el consenso entre abogados y
ONG parecía ser que EAU respondería muy mal a las críticas de los medios, y que
sería mucho mejor intentar persuadirlos de que cumplieran sus promesas de
ayudar a los ex prisioneros en lugar de castigarlos a través de organismos
internacionales como las Naciones Unidas.
Sin embargo, con las últimas noticias parece que la paciencia de todos se ha agotado. La ONU comenzó
a actuar en julio, enviando
una carta a las autoridades de los emiratos en la que denunciaba el trato
dispensado a 20 de los hombres trasladados a EAU desde Guantánamo:
"dieciocho detenidos yemeníes, que permanecen detenidos sin cargos y
sufren malos tratos"; Ravil Mingazov, "que continúa detenido en EAU
sin cargos, sometido a tortura y malos tratos, y amenazado con ser repatriado a
su Rusia natal, donde corre el riesgo de sufrir torturas y abusos"; y Haji
Hamidullah, "que estuvo recluido en un lugar secreto sometido a tortura y
malos tratos, hasta que fue repatriado por la fuerza a su Afganistán natal, el
23 de diciembre de 2019, donde murió aquejado de problemas de salud derivados
de la tortura y los malos tratos sufridos tanto en Guantánamo como en los centros
de detención de los EAU".
Los relatores que escribieron la carta señalaron, en relación con los yemeníes, que "al
parecer han sido castigados por los guardias cuando se les consideraba
desagradables. Los castigos incluyen la privación de alimentos adecuados,
ejercicio y tratamiento médico para los detenidos que padecen diabetes y
enfermedades cardíacas. Un detenido declaró que había sido torturado por los
guardias y recluido en régimen de aislamiento. En cuanto a las visitas
familiares, los detenidos eran llevados a un tercer lugar para reunirse con sus
familias, con los ojos vendados y atados de pies y manos. Los detenidos también
han sido castigados en retribución de las visitas, y uno de ellos afirma que lo
tratan mal y lo trasladan a una habitación oscura antes de cada visita.
Recientemente, al menos un detenido inició una huelga de hambre. Se describe a
este detenido como cercano a la muerte".
Hay mucho más en la carta de los relatores en relación con el trato a Ravil Mingazov y Haji
Hamidullah, y la semana pasada dieron continuidad a las noticias sobre la
propuesta de repatriar a los yemeníes pidiendo a EAU
que detuviera sus planes, afirmando que "su regreso forzoso ponía en
peligro sus vidas y violaba los derechos humanos internacionales y el derecho humanitario."
Los relatores también declararon: "Estamos seriamente preocupados por el secretismo que rodea
los términos y el modo de aplicación de este programa de reasentamiento
acordado entre los EAU y Estados Unidos", y añadieron: "Es
preocupante que en lugar de someterse a un programa de rehabilitación, o ser
liberados de otra manera ... estos hombres han sido sometidos a detención
arbitraria continua en un lugar no revelado. Ahora corren el riesgo de ser
repatriados a la fuerza a su Yemen natal en medio de un conflicto armado en
curso y una profunda crisis humanitaria."
También señalaron que los yemeníes "fueron presuntamente obligados a firmar documentos
consintiendo su repatriación, o de lo contrario permanecer indefinidamente
detenidos en Emiratos", y explicaron: "Este proceso de repatriación
se está produciendo sin ningún tipo de garantías judiciales, ni examen y
evaluación individual de los riesgos, lo que viola flagrantemente la
prohibición absoluta de no devolución en virtud del derecho internacional
humanitario y de los derechos humanos."
Peor que Guantánamo
Para Associated Press, Maggie Michael proporcionó más detalles de los abogados y familiares de los
presos, señalando cómo "en breves y esporádicas llamadas telefónicas desde
lugares no revelados de los EAU -incluida una tristemente célebre prisión
plagada de torturas- varios susurraron a sus familias que, por muy mala que
fuera la vida en Guantánamo, desearían volver allí". Añadió que
"cuando uno se quejó de "presiones" hace tres años, se cortó la
llamada" y "no se ha vuelto a saber de él". También señaló cómo
cuando Mingazov "hizo una huelga de hambre, lo dejaron en régimen de
aislamiento y lo maltrataron".
La AP también señaló que un "alto funcionario del gobierno yemení confirmó los planes, a la
espera de los arreglos de seguridad", y "un funcionario del
Departamento de Estado indicó que el gobierno de EE.UU. estaba al tanto de que
estaba sucediendo", ambos funcionarios hablaron "bajo condición de
anonimato porque no estaban autorizados a hablar con la prensa". Los EAU,
por su parte, "no respondieron a las preguntas de AP".
Los temores sobre lo que les esperará a estos hombres si son devueltos a Yemen son muy reales. Como
señaló AP, "la tortura y la detención arbitraria están muy extendidas en
redes de prisiones secretas y formales dirigidas por diversas facciones que
controlan distintas partes del país." Como dijo Hussein, hermano de uno de
los yemeníes (identificado como Bir para proteger su identidad): "Aquí el
propio gobierno legítimo no está seguro. ¿Quién se hará cargo de ellos?".
La familia de un segundo yemení, identificado como Salem, dijo: "Tememos que los maten a
tiros o los acorralen en cuanto pongan un pie en Yemen". Otro temor, como
señaló AP, es que sean "reclutas de primera para terroristas en
Yemen", como el ex preso Ibrahim al-Qosi, liberado como resultado de un
acuerdo con la fiscalía, que apareció en la publicidad de Al Qaeda en Yemen dos
años después.
Como también explicó AP, el encarcelamiento en curso de estos hombres "viola las promesas
hechas por los funcionarios estadounidenses" cuando fueron enviados por
primera vez a los EAU, y "subraya los defectos del programa de
transferencia", así como "el fracaso de la administración del
presidente Donald Trump para garantizar su trato humano", que se produjo
debido a la completa falta de interés de Trump en supervisar el estado de los
ex prisioneros (incluso por razones de seguridad nacional estadounidense). Como
explica AP, "desmanteló una oficina entera" -la Oficina del Enviado
para el Cierre de Guantánamo- que tenía "la tarea de cerrar la instalación
de Guantánamo, supervisar las transferencias y hacer un seguimiento de los
detenidos reasentados."
Aunque "no se hicieron públicos los términos de los acuerdos que Estados Unidos firmó con los
Emiratos Árabes Unidos y con docenas de otros países que recibieron detenidos
de Guantánamo", Ian Moss, ex jefe de gabinete del enviado del Departamento
de Estado a Guantánamo, declaró a AP: "Queríamos que estos individuos, una
vez liberados, tuvieran un nuevo comienzo en la vida. No formaba parte del
trato que fueran encarcelados. Eso nunca formó parte del trato".
Moss "culpó a la administración actual por la falta de compromiso", como lo describió AP,
diciendo que "los emiratíes sabían que a la administración Trump no le
importaba lo que hacían con estas personas o cómo las trataban. Esto es vergonzoso".
Lee Wolosky, el enviado para el cierre de Guantánamo entre 2015 y 2017, cuando los yemeníes
fueron trasladados a EAU, confirmó la versión de Moss. "Puedo negar
categóricamente que hubiera un plan para mantener a los hombres detenidos tras su
traslado desde la custodia estadounidense", declaró por correo
electrónico.
Al hablar de la situación en EAU, Katie Taylor, coordinadora del proyecto "La vida después
de Guantánamo" de la ONG jurídica Reprieve, dijo a AP que había
documentado "las vidas de casi 60 ex detenidos en 25 países", pero
explicó que "la situación a la que se enfrentan los hombres reasentados en
EAU es de las peores y más preocupante."
Los comentarios de Taylor son importantes, porque ayudan a proporcionar un contexto más amplio a
la difícil situación de los hombres en los EAU, sobre
la que he escrito antes: cómo todos los liberados de Guantánamo, pero
especialmente los reasentados en terceros países, son vulnerables a los malos
tratos de sus anfitriones, No sólo por la indiferencia de Donald Trump hacia
ellos, sino porque no existe un código de conducta acordado internacionalmente
que rija a los ex presos de Guantánamo, que siguen siendo, fundamentalmente,
los "combatientes enemigos" sin derechos que la administración Bush
declaró que eran cuando inicialmente terminaron bajo custodia estadounidense.
Algún día habrá que abordar esta grave omisión, pero por ahora la gravedad de los comentarios de
Katie Taylor puede deducirse recordando las circunstancias en las que se han
encontrado otros ex presos, en particular, los dos libios reasentados en
Senegal, que luego fueron devueltos a Libia (uno voluntariamente, el otro
involuntariamente), donde posteriormente
desaparecieron en manos de milicias hostiles. La única buena noticia de
esta historia en concreto es que, al parecer, ambos hombres siguen vivos y uno
de ellos, al menos, es ahora un hombre libre, pero esta historia -y la de los
EAU- pone de relieve lo vulnerables que siguen siendo los ex presos de
Guantánamo a los abusos de sus gobiernos de acogida o de origen.
Para consultar un artículo anterior sobre este tema, véase La
diáspora perdida de Guantánamo: cómo el cierre de Donald Trump de la oficina de
monitoreo de ex prisioneros pone en peligro la seguridad nacional.
Ejemplos de malos tratos en los EAU
De los 17 o 18 yemeníes que se encuentran en los EAU - "informes no confirmados"
sugerían a AP que "un yemení abandonó la prisión debido a complicaciones
médicas"-, uno está representado por la abogada Patricia Bronte, quien
confirmó que "funcionarios del Departamento de Estado les habían dicho a
ella y a los detenidos que estarían recluidos de seis a 12 meses en un centro
de rehabilitación, y que después se les permitiría reunirse con sus familias en
los EAU". Sin embargo, según explicó, "desde el principio, las
garantías que me dieron no se cumplieron".
Ella dijo que no había tenido "ningún contacto con su cliente desde su llegada a los EAU en
2016", y los familiares de otros presos dijeron a la AP que "su
comunicación con sus seres queridos ha sido poco frecuente, y preocupante."
Un ejemplo es Abdo, que tiene 41 años, y cuyo nombre, como los de todos los yemeníes mencionados,
ha sido "retenido por temor a que puedan enfrentarse a represalias."
Contó a su hermano Ahmed que "pasó 70 días en régimen de aislamiento -con
los ojos vendados, esposado y con las manos y los pies encadenados al suelo-
desde su llegada". Tal como lo describió Ahmed, "no hubo
rehabilitación ni 'sesiones de desradicalización'". En su lugar, Abdo y
otros presos fueron "trasladados a una 'prisión sucia y oscura' durante 16 meses".
Ahmed dijo que su hermano le había dicho: "Fue simplemente terrible allí", y también
explicó que luego fue "trasladado a la prisión de al-Razin, ubicada a casi
200 kilómetros (125 millas) de Dubái, donde los grupos de derechos humanos han
documentado abusos y torturas". En la primavera de 2019, Abdo fue llevado
de nuevo a la "asquerosa" prisión, donde permanece."
Según Ahmed, Abdo dijo: "No es lo que pensaba. Desearía volver a Guantánamo... aquí es mil
veces peor". Entonces, como describió AP, "se cortó la llamada".
Otro preso, Bir, brevemente mencionado anteriormente, es un enfermero de 41 años, que fue
identificado en 2015 en su Junta de Revisión Periódica (el proceso de tipo
libertad condicional que condujo a su liberación) como "un 'militante
yemení de bajo nivel' que fue detenido en redadas pakistaníes en sept[embre] de
2002 y trasladado a Guantánamo." Su hermano, Hussein, declaró a AP que,
"a pesar de las promesas anteriores de una nueva vida, su hermano acabó en
'condiciones misteriosas. No sabemos nada'".
Hussein añadió: "Sigue viviendo entre rejas con otros detenidos yemeníes, se enfrentan a
la injusticia más brutal de la historia". Explicó que, en las llamadas
telefónicas que se le permiten cada 10 días, "no dice nada excepto: '¿Cómo
estás?' No puede hablar. Están prohibidas".
El artículo de AP también mencionaba a Ravil Mingazov, señalando que "nunca se ha reunido
físicamente con su hijo Yusuf, de 19 años, que vive en Londres", pero
"han hablado". Yusuf dijo que "su padre se quejaba de haber sido
humillado por sus captores y de haber sido privado de alimentos y
medicinas". La madre de Mingazov, Zoria Valiullina, dijo que su hijo le
había dicho que "quería volver a Guantánamo" y le había dicho:
"Allí se está mejor".
La familia de otro yemení, Abdel-Rab, de 44 años, que había "trabajado como pintor de casas
en Yemen" antes de su nefasto viaje a Afganistán en 2000, que le llevó, a
su vez, a Guantánamo, dijo que, tras su traslado a EAU, "desapareció hace
tres años después de dos llamadas telefónicas en las que se quejó de las
condiciones y dijo nervioso: 'Estoy bajo presión... Guantánamo era mucho mejor.
Mil millones de veces'".
Según explica AP, tras decir esto, "la llamada se cortó" y "no volvió a llamar".
Sus familiares dijeron que "no tienen ni idea de si está vivo". En
junio, inquietantemente, "un hombre que se hizo pasar por Abdel-Rab llamó
a la familia", pero, como dijo su hermano, "no era su voz. No era el mismo".
El artículo de AP también hablaba de Hamidullah, cuyo antiguo abogado declaró que "su
cliente era un 'detenido modelo', un 'hombre pacífico' que nunca había sido
miembro de los talibanes" y que, de hecho, había sido "encarcelado
por los talibanes a finales de la década de 1990".
Hamidullah "vivió para contar las condiciones de su encarcelamiento en EAU, aunque a duras
penas". Tras tres años y medio en cárceles emiratíes, fue devuelto a
Afganistán el pasado diciembre, pero murió en mayo de este año, "tras
haber disfrutado sólo de cuatro meses de libertad después de casi 20 años
detenido", según explicó AP, que añadió que su familia "cree que las
condiciones que soportó en las cárceles de EAU contribuyeron a su muerte".
Su hijo Ahmed habló con AP y "recordó la primera vez que visitó a su padre" en EAU,
describiendo, en un inglés entrecortado, cómo "lo trajeron con cadenas en
manos y pies, le cubrieron los ojos con tela negra y también lo apretaron con
cadenas en el asiento".
Tras su regreso a Afganistán, Hamidullah había "compartido más detalles de su
encarcelamiento" en EAU con su hijo, contándole que los guardias "le
obligaban a desnudarse cada vez que iba al baño". El hijo lo calificó de
"tortura mental".
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