Tortura, tortura por todas partes
Andy
Worthington 21 de diciembre de 2012
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 28 de enero de
2013
Para los que llevamos años discutiendo que los funcionarios retirados y los
abogados de la administración Bush deben ser considerados responsables por el
programa de torturas que introdujeron y usaron en su “guerra contra el terror,”
la semana pasada fue de hecho una semana interesante, con los cambios que
tuvieron lugar en Estrasburgo, en Londres y en Washington DC, que apuntaban
todos hacia que fuera imposible que los torturadores puedan escapar sin rendir
cuentas para siempre.
Esto puede ser hacerse ilusiones, dados los esfuerzos de los funcionarios de
los EEUU y otros sitios para evitar responder por sus crímenes, y las maneras
por las que, a través de argumentos legales y acuerdos en la trastienda, han
suprimido todos los intentos para hacerlos responsables. Sin embargo, a pesar de
esto, parece que mantener silencio absoluto es imposible, y la semana pasada se
produjo un gran avance cuando, con unanimidad, un panel de 17 jueces de la Corte Europea de
Derechos Humanos falló a favor de Khaled El-Masri, un alemán vendedor de
coches de segunda mano de origen libanés, que es uno de los casos más famosos de
error en la identificación de toda la “guerra contra el terror.” Ver un resumen
aquí.
Describiendo el fallo, el Guardian
explicó cómo la corte declaró que “los agentes de la CIA torturaron a un
ciudadano alemán, sodomizado, encadenado y golpeado, mientras la policía estatal
de Macedonia observaba,” y “también encontró a Macedonia culpable de torturarle,
abusar y encarcelarle en secreto,” también anotando, “es la primera vez que la
corte ha descrito el tratamiento impuesto a los sospechosos de terrorismo por la
CIA como tortura.”
El-Masri tuvo la mala suerte de tener el mismo nombre de un hombre que al
parecer ayudó a los secuestradores del 11 de septiembre, y cuando, después de
una discusión con su esposa, llegó solo a Macedonia en la Nochevieja del 2003
para un corto descanso, fue, en cambio, agarrado y mantenido en una habitación
de hotel durante 23 días por agentes macedonios, y después entregado a
operativos de la CIA en el aeropuerto de Skopje.
Después “le pegaron numerosas veces por todas partes,” así lo describió la
corte, añadiendo, “le arrancaron la ropa del cuerpo con tijeras y un cuchillo.
Le quitaron la ropa interior a la fuerza. Le tiraron al suelo, con las manos en
la espalda le pusieron una bota en la espalda. Después sintió cómo le
introducían un objeto firme por el ano... en esa ocasión le administraron un
supositorio a la fuerza.” Entonces le pusieron un pañal, encapuchado, lo
encadenaron y montaron en un avión.
Terriblemente, la CIA llevó a El-Masri volando a “Salt
Pit,” (Cantera de Sal en inglés), una prisión secreta de tortura en
Afganistán, donde se le mantuvo durante cinco meses hasta que la CIA se dio
cuenta de que era un caso de una identificación errónea, y se le llevó de vuelta
a Europa. Soltado en la frontera con Albania, lo abandonaron y dejaron a que se
les apañara solo de vuelta a casa, con su historia que suena increíble.
Desde entonces, a cada puerta que ha ido a pedir responsabilidades se la ha
encontrado cerrada, y ha lidiado con problemas de salud mental como resultado de
su dura experiencia. El veredicto de la Corte Europea de Derechos Humanos (ECHR
por sus siglas en inglés) ayudará a vindicar a este pobre hombre, y los 60.000
Euros con los que la corte lo ha indemnizado serán probablemente de alguna
utilidad también.
Su victoria no obligará a los EEUU a aceptar responsabilidad de ninguna
clase, por supuesto, pero se une a la
condena en Italia de 22 agentes de la CIA y un oficial militar de los EEUU
retirado, por el secuestro y rendición extraordinaria con tortura en Egipto
de un clérigo, Abu Omar, en febrero de 2003, y también da esperanzas a que otros
casos ante el ECHR (contra Polonia,
Rumanía
y Lituania,
por estar envueltos en el programa de torturas de la administración Bush)
llevarán a victorias similares para aquellos envueltos, en este caso, los
“detenidos de alto valor” Abu
Zubaydah y Abd
al-Rahim al-Nashiri, que están en la actualidad en Guantánamo.
Mientras Khaled El-Masri aseguraba su victoria en Estrasburgo, otra víctima
de “rendición extraordinaria” y tortura, Sami al-Saadi, libio y antiguo opositor
del ex-dictador Muammar Gaddafi, aseguraba
una importante victoria en el Reino Unido, cuando el gobierno británico
accedió a pagarle 2.23 millones de libras (3.5 millones de $) en un acuerdo sin
juicio relacionado con el papel clave jugado por el Reino Unido, trabajando con
los EEUUy Libia, en secuestrar al Sr. al-Saadi y a su familia y entregarlo al
Coronel Gaddafi que lo encarcelaría y torturaría.
El rol británico en el secuestro y tortura de al-Saadi se confirmó en cartas
encontradas en la oficina del jefe de inteligencia del Coronel Gaddafi Moussa
Koussa en Trípoli, durante la caída de Gaddafi el año pasado, y da el papel a
Inglaterra con una luz sombría, no sólo en relación a Sami al-Saadi, sino
también en el caso de Abdel Hakim Belhaj, otro oponente por mucho tiempo de
Gadafi, que también fue secuestrado (en Malasia) y torturado estando envueltos
los británicos. Ambos secuestros tuvieron lugar en 2004, mientras Gadafi era
llevado a juicio para que abandonara el terrorismo, y concediera a EEUU e
Inglaterra acceso a sus campos petrolíferos. Belhaj todavía está llevando su
reivindicaciones contra el gobierno británico a través de los tribunales,
incluso si su amigo al-Saadi aceptó un acuerdo.
Al-Saadi explicó, “Mi familia sufrió bastante cuando fue secuestrada y
llevada a la Libia de Gadafi. Ahora tendrán la oportunidad de completar su
educación en la nueva y libre Libia. Ahora podré afrontar el tratamiento médico
que necesito debido a las heridas que sufrí en prisión.”
Añadió, “Empecé este proceso creyendo que un tribunal británico llevaría la
verdad a mi caso. Pero hoy, con el gobierno intentando presionar a través de
tribunales secretos, siento que seguir adelante no es lo mejor para mi familia.
Ya pasé por un juicio secreto antes, en la Libia de Gadafi. En muchos aspectos,
fue tan malo como la tortura. No es una experiencia que tenga ganas de repetir.
Incluso ahora, el gobierno británico no ha dado una respuesta clara a la
pregunta: ¿estuvisteis implicados en mi secuestro, en el de mi mujer y mis
hijos?”
De nuevo, los EEUU no están directamente implicados, pero las resonancias del
acuerdo no pueden ignorar a los EEUU, y, parece, todavía hay más por venir en el
caso de Abdel Hakim Blehaj, que dijo de al-Saadi, “Cuando mi amigo Sami al-Saadi
fue liberado de la prisión de Abu Salim el 23 de agosto de 2011, pesaba muy
poco. Estaba casi muerto. Es un milagro que sobreviviera a ese sufrimiento y
ahora está en casa con su familia.”
La tercera novedad significativa de la semana pasada fue la aprobación, por
el Comité seleccionado por el Senado en Inteligencia, de un informe
de 6000 páginas que llevó tres años terminar, el cual da un análisis
exhaustivo del programa de torturas de la CIA bajo la administración Bush. El
informe se enviará a la CIA y a la administración Obama, aunque no está claro si
será nunca publicado. Debido a que se mantiene clasificado, los juristas no
tuvieron la libertad para discutir su contenido tan abiertamente como lo
desearían, aunque su crítica al programa de torturas era evidente. La Senadora
Dianne Feinstein (Demócrata por California) declaró,
“El informe descubre alarmantes detalles sobre el programa de detenciones e
interrogatorios de la CIA y plantea cuestiones críticas sobre las operaciones de
inteligencia y su control.” También declaró, “Creo con firmeza que la creación
de “sitios de interrogación” de larga duración y clandestinos, y el uso de las
llamadas “técnicas de interrogación mejorada” fueron terribles errores. La
mayoría del Comité está de acuerdo.”
Además, el Senador John McCain (Republicano por Arizona) declaró,
“Tengo la esperanza de que podamos alcanzar un consenso en este país para que no
volvamos a emplear estos horribles abusos, y que la mera sugerencia de hacerlo
debería ser sacada de nuestro discurso político, independientemente de qué
partido esté en el poder. Por tanto espero que este Comité tomará los pasos que
sean necesarios para finalizar y desclasificar el informe, de manera que todos
los estadounidenses puedan ver la crónica por sí mismos, lo que creo cerrará
finalmente este doloroso capítulo para nuestro país.”
Por desgracia, mientras también espero que, primero de todo, el informe será
publicado, y, segundo, que no será censurado en exceso, es preocupante darse
cuenta de que todo lo relacionado con él será graduado por los que están en el
poder para evitar la posibilidad de que ninguno sea hecho responsable por lo que
tuvo lugar en los más oscuros años de la administración Bush.
Por desgracia, la tortura permanece, o bien fuera de los límites, o
glorificada en los dos sitios donde cuenta: en las comisiones militares de
Guantánamo, donde el juez principal, el oficial Coronel James Pohl, confirmó la
semana pasada que a aquellos que estaban enfrentando juicios se les prohibía
mencionar la tortura a la que fueron sujetos en los “puntos negros” de la CIA,”
además de en los cines a lo largo del país, donde la nueva película de Kathryn
Bigelow, “La noche más oscura”, será pronto proyectada.
Como Carol Rosenberg describió en el Miami
Herald, el juez Pohl “aprobó el uso del retraso temporal en la emisión
pública del juicio de pena de muerte del 11 de septiembre de igual manera que un
censor en su corte, para asegurarse de que nadie divulga detalles de un programa
de interrogación de la CIA ahora obsoleto, citando intereses de seguridad
nacional.” Rosenberg también explicó que, en una orden de protección de 20
páginas acompañando su sentencia, en respuesta a una objeción de la Unión de
libertades civiles americana (ACLU por sus siglas en inglés), explicó con
detalle que “cualquier cosa bajo custodia de la CIA es clasificado, incluyendo
“sus observaciones y experiencias”, queriendo decir que los acusados no pueden
decir en un juicio público lo que les pasó en los llamados “sitios oscuros.”
Al contrario, el director de cine Kathryn Bigelow no se enfrenta a ninguna
censura por su ingenua y peligrosa explicación de los hechos que llevaron al
asesinato de Osama bin Laden. Como Jane Mayer del New
Yorker explicaba la semana pasada, la película “parece aceptar casi sin
dudas que las “técnicas de interrogatorio avanzado” de la CIA jugaron un rol
clave en permitir a la agencia identificar el mensajero que sin querer los llevó
a bin Laden,” a pesar de que “esta afirmación ha sido desacreditada,
repetidamente, por fuentes fiables con acceso a los hechos.”
Mayer también explica que la película “no captura la complejidad del debate
sobre el brutal programa estadounidense de detención. No incluye una sola escena
en la que la tortura sea cuestionada, incluso aunque durante los años de Bush
estuvieran sacudidos por luchas internas en torno a ese asunto, de nuevo, no
sólo entre abogados de libertades civiles y derechos humanos, sino dentro del
FBI, el ejército, el Departamento de Justicia, y la CIA misma, que en un momento
abandonaran el uso de la asfixia porque temían, acertadamente, que el hecho
constituía un crimen de guerra.”
Como las películas son tan poderosas, temo que Bigelow estará jugando un gran
papel de animador para los defensores de la tortura, para los que la mejor
respuesta, mientras se destaque repetidamente el caso de Khaled El-Masri y la
vergüenza de entregar oponentes políticos al Coronel Gaddafi para asegurarse su
apoyo y su petróleo, será para el presidente Obama y el Congreso asegurarse de
que el amplio informe sobre la tortura sea publicado, y no escondido, para que
las torturadores no puedan seguir evadiendo responsabilidades por sus crímenes.
Sin responsabilidad, el virus tóxico de la tortura en el cuerpo político de
Estados Unidos continuará infectando todo el país con sus veneno. Es el momento
de que la negación termine.
Andy Worthington es el autor de Los archivos de
Guantánamo: Las historias de los 774 detenidos en la prisión ilegal de Estados
Unidos (publicado por Pluto Press, distribuido por Macmillan en los
Estados Unidos, y disponible en Amazon, pincha para los EEUU
y para GB).
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