Reflexiones sobre la liberación de Mohamed Jawad de Guantánamo
2 de septiembre de 2009
Andy Worthington
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Los lectores veteranos de mi trabajo sabrán que defendí la causa de Mohamed Jawad,
el preso afgano liberado de Guantánamo el 24 de agosto, durante casi dos años,
desde el momento en que fue, ridículamente, propuesto para un
juicio ante una Comisión Militar en octubre de 2007. A Jawad se le acusó de
lanzar una granada que hirió a dos soldados estadounidenses y a un traductor
afgano en un mercado de Kabul en diciembre de 2002, a pesar de que sólo de su
testimonio se desprendía claramente que era un adolescente en el momento del
ataque, que había sido engañado para unirse a un grupo insurgente, que estaba
drogado en el momento del ataque y que se le había obligado a confesar mientras
estaba bajo custodia afgana. Su caso fue también, en su momento, el ejemplo más
evidente de cómo la administración Bush, en su "Guerra contra el
Terror", había tergiversado la legislación vigente sobre crímenes de
guerra, y estaba intentando afirmar que cualquiera que se opusiera a las
fuerzas estadounidenses en una situación de guerra no estaba participando en
una guerra legítima, sino en una empresa criminal.
Desde entonces, he cubierto asiduamente los diversos giros de su historia, incluyendo, en particular, la
crisis del sistema de la Comisión que se precipitó en septiembre de 2008,
cuando su fiscal militar, el
teniente coronel Darrel Vandeveld, dimitió declarando que el sistema de la
Comisión era incapaz de hacer justicia, y explicando cómo había pasado de ser
"un verdadero creyente a alguien que se sentía realmente engañado".
los incidentes de octubre
y noviembre
de 2008, cuando su juez militar, el coronel del ejército Stephen Henley, se
negó a aceptar las confesiones realizadas por Jawad poco después de su captura
(tanto bajo custodia afgana como estadounidense), porque habían sido extraídas
mediante amenazas de tortura, una
explosiva declaración del Tte. Cnel. Vandeveld en enero de este año, que
acompañó a la demanda de hábeas corpus de Jawad, en la que el ex fiscal hizo
una denuncia aún más exhaustiva de los fallos sistémicos de la Comisión, el
descubrimiento por parte de sus abogados en mayo de que Jawad podía
tener tan sólo 12 años cuando fue detenido por primera vez, la
salvaje denuncia del caso del gobierno que hizo la juez Ellen Segal Huvelle
durante la vista de hábeas corpus en julio, cuando condenó al Departamento de
Justicia por su persistente obstrucción y subrayó repetidamente que el gobierno
no tenía ni un solo testigo fiable y que el caso era "pésimo",
"problemático", "increíble" y "plagado de
agujeros", y las declaraciones realizadas en julio por el
teniente coronel Vandeveld y el abogado defensor de Jawad, el
teniente coronel David Frakt ante una comisión del Senado y la Cámara de Representantes.
No sólo proporcionaron la última palabra sobre toda la sórdida historia del encarcelamiento y los malos
tratos de Jawad, sino que también proporcionaron -en el electrizante testimonio
de Frakt, en particular- un relato exhaustivo de la génesis y el desarrollo
fatalmente defectuosos de las Comisiones, que debería haber convencido a la
administración y a los políticos de que su
propuesta de revivir las Comisiones en una forma revisada está condenada al
fracaso, y que deberían ser relegadas al basurero de la historia, junto con
cualquier otra innovación ideada por el ex vicepresidente Dick
Cheney y sus asesores cercanos.
Extiendo mis felicitaciones tardías a estos hombres y mujeres valientes y de principios por conseguir la
liberación de Mohamed Jawad y por defender los valores de los que se
enorgullece Estados Unidos, y me complace observar que, a su regreso, Jawad se
reunió con su familia e incluso se le concedió una audiencia con el Presidente
Hamid Karzai, que se ofreció a ayudar al ex refugiado a readaptarse a su nueva
libertad proporcionándole una casa. Associated Press informó de que
"hombres con turbantes, muchos de los cuales habían viajado a Kabul desde
pueblos de una provincia cercana, le recibieron con una ráfaga de abrazos y
amplias sonrisas", y añadió que Jawad, de pie en un patio rodeado de
familiares, declaró: "Estoy que reviento. He pasado mucho tiempo en
prisión y ahora estoy muy contento de volver con mi familia". The
London Times también informó de que el ministro de Defensa, Abdul Rakhim
Wardak, "se ofreció a pagarle unos estudios en el extranjero", tras
unas declaraciones de Jawad en las que anunciaba que le gustaría estudiar para
ser médico.
A continuación, un vídeo de al-Jazeera (vía YouTube) con un reportaje
sobre el regreso de Jawad y una breve entrevista. También habló con otros
representantes de los medios de comunicación, entre ellos Jeremy Page, del London
Times, quien informó de que Jawad "fruncía el ceño y se inquietaba
nerviosamente mientras se esforzaba por explicar su extraordinario calvario de
los últimos siete años". "Este es uno de los momentos más felices de
mi vida: volver a Afganistán después de todo este tiempo", explicó, y
añadió: "No había hecho nada, me tomaron por nada. Lo único que podía
hacer era esperar que algún día sería libre y volvería a casa, a Afganistán,
con mi madre".
Page señaló que, cuando Jawad se reunió por fin con su madre, "al principio se negó a creer que
era su hijo porque había cambiado mucho, y se desmayó en un ataque de
histeria", según Sher Khan Jalalkhil, amigo íntimo del difunto padre de
Jawad. Jalalkhil añadió: "Sólo cuando volvió en sí y comprobó que tenía un
bulto característico en la nuca, lo abrazó como a su vástago". También
explicó que la familia había buscado a Jawad durante nueve meses tras su
desaparición inicial. "No sabíamos si lo habían matado, secuestrado o
perdido. Su madre se volvió loca", dijo, y añadió que no se dieron cuenta
de que estaba en Guantánamo hasta que un miembro del Comité Internacional de la
Cruz Roja fue a visitarlos.
En una rueda de prensa celebrada el 27 de agosto, uno de los abogados de Jawad, el mayor de los
Marines Eric Montalvo, declaró que Jawad tenía previsto demandar al gobierno
estadounidense para obtener una indemnización por su larga experiencia, aunque
el propio Jawad se negó a dar más detalles. El mayor Montalvo explicó que
"no quería que ninguna declaración percibida como antiestadounidense
pusiera en peligro su reclamación legal de indemnización." "Si
empieza a hablar en los próximos días, podría ponerse en riesgo", dijo el
mayor Montalvo. Cuando se le preguntó si el "riesgo" se refería al
gobierno estadounidense, se limitó a decir que "no había acabado
bien" para otros presos de Guantánamo.
Tras su liberación, Jawad describió en privado los malos tratos sufridos bajo custodia estadounidense,
reforzando las afirmaciones de sus abogados y del teniente coronel Vandeveld.
Su tío, Gul Nek, que se reunió con él "durante largo rato" la tarde
de su regreso, según describió Associated Press, dijo que su sobrino
"relató historias de tortura por privación de sueño", y explicó:
"Se le ve en la cara que ha sido torturado."
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