La Junta de Revisión Periódica recomienda la
liberación del quinto preso de Guantánamo, pero ¿cuándo saldrán en libertad?
Andy Worthington
Close Guantánamo
24 de octubre de 2014
Muhammad al-Zahrani, en una foto tomada en
Guantánamo e incluida en los archivos militares clasificados publicados por
WikiLeaks en 2011.
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"¿Qué hace falta para salir de Guantánamo?" es una pregunta que ya he formulado antes, pero que sigue
siendo, lamentablemente, de permanente actualidad. La semana pasada volvió a
surgir cuando se anunciaron dos decisiones relativas a hombres -ambos saudíes-
cuyos casos habían sido estudiados por las Juntas de
Revisión Periódica (PRB, por sus siglas en inglés), un proceso establecido
el año pasado para revisar los casos de los presos de Guantánamo cuya puesta en
libertad no ha sido aprobada y que no se enfrentan a juicios. En el momento en
que se crearon las PRB, se trataba de 71 hombres, pero algunos de ellos han
sido liberados desde entonces.
Los PRB decidieron que un hombre, Muhammad Murdi lssa al-Zahrani, cuya
revisión tuvo lugar en junio, debía ser puesto en libertad. La
junta explicó que "tuvo en cuenta el carácter no corroborado de la
información sobre el nivel de implicación del detenido con Al Qaeda, la falta
de contactos o vínculos continuos del detenido y su familia con extremistas en
libertad, el comportamiento del detenido durante su detención y la franqueza
del detenido con la junta sobre su presencia en el campo de batalla, sus
expresiones de arrepentimiento y sus deseos de una vida pacífica después de
Guantánamo".
Los miembros de la junta también declararon que habían "considerado el programa de rehabilitación saudita" y que
"confiaban en la eficacia del programa para un detenido con su mentalidad
particular", y añadieron: "El detenido demostró comprender el
programa de rehabilitación saudita y estar dispuesto a participar, y su familia
también expresó su apoyo al programa."
Sin embargo, cualquier alegría que Muhammad al-Zahrani pudiera haber sentido ante esta noticia se habría visto sin duda
atenuada por el hecho de que, aunque es el quinto hombre cuya puesta en
libertad recomienda un PRB desde enero de este año, todos ellos siguen
detenidos.
Muhammad al-Zahrani, en una foto tomada en
Guantánamo e incluida en los archivos militares clasificados publicados por
WikiLeaks en 2011.
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El otro hombre, Muhammad Abd al-Rahman
al-Shumrani, cuya revisión
tuvo lugar en mayo, y que se negó a asistir por su objeción a los registros
físicos íntimos, vio recomendada su continuación en prisión por el PRB,
basándose en que "la continuación de la detención del detenido conforme a
la ley de guerra sigue siendo necesaria para protegerlo contra una amenaza
significativa y continuada para la seguridad de Estados Unidos".
Sin embargo, no es en absoluto seguro que el razonamiento de la junta de revisión, tal como se expone en su determinación
final, sea exacto. La junta lo describió como "un reclutador y
facilitador de Al Qaeda y los talibanes en Arabia Saudí", que luchó en
Afganistán, y que ha demostrado "un comportamiento problemático e
impredecible durante su detención, incluidas infracciones disciplinarias
significativas".
Esto último puede ser cierto, pero tal vez sólo demuestre que está descontento con su encarcelamiento sin cargos ni juicio
durante casi 13 años, y con sus abusivas condiciones de reclusión durante esos
años. En cuanto a los primeros puntos, sin embargo, las conclusiones suenan
mucho más graves de lo que lo hicieron en el momento de su PRB, cuando, como lo
describí en ese momento, señalaron que:
fue "reclutado para la yihad mientras trabajaba como profesor de secundaria en Arabia
Saudita", y posteriormente viajó a Afganistán, donde recibió entrenamiento
militar y luchó contra la Alianza del Norte durante unos meses. Las autoridades
estadounidenses alegan que, además, "casi con toda seguridad" también
luchó contra las fuerzas estadounidenses, pero no se aportan pruebas de esta
acusación adicional.
Además, me preocupa que los PRB den un barniz de legitimidad al encarcelamiento sin cargos ni juicio de casi todos los
149 presos restantes, cuando, después de 13 años, no hay ninguna razón legítima
para que sigan detenidos sin cargos ni juicio. Deberían ser juzgados o Estados
Unidos debería prepararse para ponerlos en libertad, ya que la razón para
retenerlos -la importante presencia militar estadounidense en Afganistán-
pronto llegará a su fin.
Por el momento, sin embargo, la principal preocupación de quienes trabajamos por el cierre de Guantánamo son los hombres
cuya liberación ha sido aprobada, pero que siguen retenidos, y no son sólo los
cinco hombres cuya liberación fue aprobada por los PRB, sino otros 75, cuya
liberación fue aprobada
hace cinco años -en 2009- por el Equipo de Trabajo para la Revisión de
Guantánamo de interinstitucional de alto nivel que el presidente Obama
estableció para revisar todos los casos de los presos poco después de asumir el
cargo en enero de 2009.
La mayoría de estos 80 hombres -58 en total- son yemeníes (incluidos tres
cuya puesta en libertad recomendaron los PRB), y el gobierno de Obama debe
encontrar el valor para enviar a estos hombres a casa, y superar la reticencia
general del establishment estadounidense a dejar de lado sus temores respecto a
la situación de seguridad en Yemen; de lo contrario, los procesos de revisión
en Guantánamo carecen de sentido.
Los otros 22 hombres proceden de otros países, entre ellos Shaker Aamer, el último
residente británico en Guantánamo. Para algunos de estos hombres, las
negociaciones están ciertamente en marcha, como en los casos de seis hombres
que no pueden ser repatriados de forma segura, y que esperan que Uruguay
les ofrezca un nuevo hogar.
Sin embargo, ahora hay otros dos hombres -no yemeníes- cuya liberación ha sido aprobada por los PRB; no sólo Muhammad
al-Zahrani, sino también Fawzi al-Odah, uno de los dos últimos kuwaitíes en
Guantánamo, cuya liberación fue
aprobada en julio (mientras que a su compatriota, Fayiz al-Kandari, se le
recomendó que continuara en prisión). Nadie ha dado una razón válida por la que
Fawzi al-Odah no haya sido liberado -a Kuwait, un sólido aliado de Estados
Unidos- y eso es porque no hay ninguna buena razón.
Para que las Juntas de Revisión Periódica
puedan presumir de alguna integridad, los cinco hombres cuya puesta en libertad
se ha aprobado deben ser liberados lo antes posible; y para la credibilidad del
gobierno de Obama, también es importante que los otros 75 hombres cuya puesta
en libertad se ha aprobado también sean liberados.
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