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Obama, los tribunales y el Congreso responsables de la última muerte en Guantánamo

17 de septiembre de 2012
Andy Worthington

Traducido del inglés por
El Mundo No Puede Esperar
3 de octubre de 2012

Me sentí mal al escuchar las noticias: el hombre que murió en Guantánamo el pasado fin de semana era Adnan Farhan Abdul Latif, un yemení. Conocía su caso desde hacía 6 años y lo había seguido de cerca. Se había aprobado su liberación con el presidente Bush (en diciembre de 2006) y con el presidente Obama (como resultado de las deliberaciones en 2009 del Grupo de Trabajo de Revisión de Guantánamo).

También tenía concedida por un tribunal estadounidense la petición de habeas corpus, pero, desgraciadamente, no había sido liberado. En vez de ser liberado, a Adnan Latif le fallaron las tres ramas del gobierno estadounidense.

El presidente Obama estaba contento de permitir que se pudriese en Guantánamo después de anunciar una moratoria a la liberación de yemeníes retenidos en Guantánamo después de que Umar Farouk Abdulmutallab, un nigeriano reclutado en Yemen, intentara atentar contra un avión en diciembre de 2009 y fracasara. Esta prohibición era todavía efectiva cuando Latif murió, y se había puesto en marcha en gran parte a causa de la presión del Congreso.

También debemos echar la culpa al Tribunal de Circuito de Apelaciones de Distrito de Columbia (D.C.) y a la Corte Suprema. Latif tenía concedida su petición de habeas corpus en julio de 2010, pero entonces la Tribunal de Circuito de Apelaciones de D.C. cambió las reglas del juego, pidiendo a los jueces de los tribunales inferiores que dieran a las supuestas pruebas del gobierno (lo que es obviamente inadecuado) la presunción de exactitud. El caso de Latif llegó al Distrito Judicial del DC en octubre de 2011, cuando 2 de los 3 jueces (los jueces Janice Rogers Brown y Karen LeCraft Henderson) le dieron la vuelta a su exitosa petición de habeas y solo el juez David Tatel disintió, advirtiendo a sus compañeros que no había ninguna razón para asumir que el informe de la inteligencia del gobierno sobre Latif, hecho en el momento de su captura, fuera cierto, ya que “fue hecho en la niebla de la guerra, mediante un método clandestino del que no sabíamos casi nada”. Además, el juez Tatel advirtió que era “difícil ver lo que queda del mandato de la Corte Suprema” en la sentencia de 2008 de Boumediene contra Bush, que concedía a los prisioneros los derechos de habeas corpus garantizados constitucionalmente, y que el proceso de revisión del habeas es “importante”.

A pesar de esto, cuando la Corte Suprema tuvo la oportunidad de recuperar el control de las peticiones de habeas de los prisioneros de Guantánamo a través de una serie de recursos, incluyendo uno de Latif, en junio de este año, lo rechazaron.

Adnan Latif despertó mi atención cuando estaba investigando en 2006 las historias de los prisioneros para mi libro Los archivos de Guantánamo. Estaba claro que había algo que no estaba bien en su caso, lo que parecía claro que era atribuible al hecho de que había sufrido una herida grave en la cabeza después de un accidente automovilístico en 1994 en Yemen. Esto, a su vez, había sido la razón por la que había viajado a Pakistán y después a Afganistán antes de su captura en diciembre de 2001 (para un tratamiento medico asumible, según había explicado) y el precario estado de su salud mental me fue obvio en cuanto leí la trascripción de su juicio en Guantánamo en 2004.

En el juicio, tal y como expliqué en 2008 en un capítulo en línea de mi libro, “parecía desconcertado, refutando lo que el creía que era una acusación de proceder de un lugar llamado al-Qaeda, a lo que replicaba: “Vengo de Ciudad de Orday, en Yemen, no de una ciudad en al-Qaeda. Mi ciudad está muy lejos de la ciudad de al-Qaeda”.

A pesar de que estaba claro que Latif no estaba bien, las autoridades inicialmente lo consideraron como alguien entrenado para engañar a los interrogadores. En la vista del juicio, su Representante Personal (un oficial militar asignado en lugar de un abogado) señaló que Latif “deambula largos períodos y no responde a la preguntas” y “ha sido claramente entrenado para divagar como una técnica de resistencia”.

Pero las incoherentes de Latif eran a causa de sus problemas mentales. En diciembre de 2006, las autoridades reconocieron que merecía la pena tenerlo arrestado y el contraalmirante Mark H. Buzby, el jefe del Grupo de Trabajo Conjunto en Guantánamo, recomendó que sé le sacara fuera de la prisión en un documento que fue clasificado como secreto y que no fue hecho público hasta abril del 2011 cuando fue publicado por la campaña de WikiLeaks.

Sin embargo Latif no fue liberado ni su calvario llegó a su fin. En agosto de 2008, uno de sus abogados, Mark Falkoff, presentaron una “moción de emergencia para exigir el acceso a los expedientes médicos del peticionario Adnan Farhan Abdul Latif y para otras liberaciones varias” (PDF), en el que señalaba que su cliente mostraba signos de esquizofrenia y que había perdido una considerable cantidad de pesos (de 145 a 107 libras) por razones inexplicables y que no estaba, en ese momento, en una huelga de hambre aunque en un momento anterior de su encarcelamiento su peso había bajado hasta las 90 libras. A Falkoff le había dicho Latif que le habían prohibido tener una manta y un colchón en su celda, a pesar de que se encontraba en un estado muy malo y que describía a su cliente como “cercano a la muerte”.

Otro de los abogados de Latif, David Remes, explicó como su cliente había intentado suicidarse en varias ocasiones y, en una visita en mayo de 2009, lo había intentado mientras Remes estaba presente. “Desprendió un trozo de una chapa rígida de la parte inferior de la mesa de conferencias y la usó para cortarse las venas de su muñeca izquierda”, contó Remes, a lo que añadió “cuando se cortó, puso su sangre en un recipiente de plástico y, poco antes de que fuera el momento de irme, me arrojó la sangre del recipiente”.

Amnistía Internacional, que se hizo con su caso, también señaló que lo habían “mantenido en reclusión en solitario en el pabellón siquiátrica de Guantánamo desde por lo menos noviembre de 2008”, y que dijo a sus abogados “cuando está despierto ve fantasmas en la oscuridad, escucha voces aterradoras y sufre pesadillas cuando está dormido”. También sufre de “varios problemas físicos, incluyendo una fractura de pómulo, un tímpano roto, ceguera en un ojo, un omoplato dislocado y una rodilla posiblemente dislocada”, así como “un constante dolor en la garganta y el estómago que le dificulta comer”, pero cuando respondió a su abandono empezando una huelga de hambre, las autoridades lo ataron en una silla de inmovilización y lo alimentaron a la fuerza hasta tres veces al día con un tubo que iba desde la nariz hasta el estómago.

En mayo de 2010, justo antes de que ganase su petición de habeas que después fue desestimada por la Tribunal de Circuito de Apelaciones de D.C., Latif estuvo en aislamiento en el Campo 5, reservado para huelgas de hambre y/o a aquellos de los que se piensa que pueden tener influencia sobre otros prisioneros y, en mazo de 2010, les dijo a sus abogados que todavía era objeto de malos tratos y que se quería suicidar. Amnistía Internacional explicó en una segunda apelación, que en la carta a sus abogados confirmó que era regularmente objeto de asaltos violentos de la Fuerza de Respuesta Inmediata (FRI), un grupo de guardias que castigan incluso las menores transgresiones con violencia desproporcionada.

“El equipo del FRI entra en mi celda de forma regular”, escribió. “Me tiran y me arrastran por el suelo. Dos días antes de escribir esta carta (el equipo del FRI) me estrangularon y me presionaron con fuerza detrás de las orejas… perdí la conciencia durante más de una hora”.Añadía que las circunstancias en las que estaba viviendo “le hacían más deseable la muerte que la vida…no tengo ganas de vivir, dormir ni descansar”.

Puede que nunca descubramos que le ocurrió exactamente a Adnan Latif. El último fin de semana, fue “encontrado inconsciente en su celda” en el Campo 5 “y no se le pudo reanimar”, según explicaron las autoridades en su comunicado. El Servicio Naval de Investigación Criminal hará una investigación, pero puede terminar sin conclusiones. En mi opinión, fue liquidado por Guantánamo (tan agotado estaba que murió de desesperación y agotamiento) y el presidente Obama y sus asesores, así como los jueces Janice Rogers Brown y Karen Lecraft Henderson son culpables.

En conversación con el New York Times, David Remes describió a Latif como “un poeta con talento y un hombre profundamente devoto” que era “mentalmente frágil y que a veces estaba sedado, puesto en vigilancia por sus tendencias suicidas y enviado a la sección psicológica de la cárcel”. Añadió que “cualquier esperanza tuvo, desapareció. Sentía que su espíritu estaba muriéndose, que no podría soportar más estas condiciones”. En el Washington Post, Remes dijo: “La muerte de Latif es una tragedia y pudo haberse evitado. Era una persona que nunca debió ser enviada a Guantánamo. Era débil física y mentalmente y clamaba por un tratamiento”.

En otro duro comunicado, David Remes escribió: “Los militares no han determinado la causa de la muerte. Sin embargo, Adnan murió, fue Guantánamo lo que lo mató. Su muerte es un recordatorio del coste humano de la política de detenciones en Guantánamo del gobierno y pone en relieve la urgencia de la liberación de los detenidos que el gobierno no tiene intención de procesar”.

Esto es de hecho una preocupación apremiante cuya urgencia fue enfatizada por Wells Dixon del Centro de Derechos Constitucionales, que, como explicó Associated Press, dijo que “el sentido de desesperación entre los prisioneros en general parece haber empeorado desde que la Corte Suprema anunció en junio que no revisaría la manera en la que los jueces estaban llevando los desafíos individuales de las personas sobre su confinamiento”.

“La moral está muy baja”, dijo Dixon a AP, añadiendo que “hay mucha gente que lo está pasando realmente mal… muchos de ellos han perdido toda esperanza de que vayan a ser liberados sin importar su estatus”.

Espero que la muerte de Adnan Latif no haya sido en vano y que lleve a una nueva presión sobre el presidente Obama para liberar a los presos de Guantánamo a quienes, como a Latif, se les dijo que iban a abandonar Guantánamo (algunos incluso desde 2004) pero que todavía están encerrados allí. Si no habrá más muertes, más desgracias, y más de esa sensación real de que los hombres que están en Guantánamo son, como Geoge W. Bush intentó hace cerca de 8 años, una subespecies humanas sin ningún tipo de derecho.

Nota: Vean aquí el artículo de Marc Falkoff sobre Adan Latif para la revista de Amnistía Internacional en 2007, en el momento en el que el libro que creó, Poems from Guantánamo: The Detainees Speak (Poemas desde Guantánamo: hablan los detenidos), fue publicado y que contiene un poema, “Hunger Strike Poem” (Poema de la huelga de hambre), escrito por Adnan Latif.

Andy Worthington es el autor de The Guantánamo Files: The Stories of the 774 Detainees in America’s Illegal Prison (publicado por Pluto Press, distribuido por Macmillan en los EE.UU. y disponible en Amazon: pulse aquí para los EE.UU. y Reino Unido)


 

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