Muhammad Salih, preso yemení, muere en Guantánamo
02 de junio de 2009
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 6 de septiembre de 2023
Se acaba de informar de que Muhammad Ahmad Abdallah Salih (también conocido como
Mohammed al-Hanashi), preso yemení en Guantánamo, ha muerto, al parecer suicidándose.
La noticia se produce sólo tres días después del segundo
aniversario de otra muerte en Guantánamo -la de Abdul Rahman al-Amri, preso
saudí que murió el 30 de mayo de 2007- y sólo ocho días antes del tercer
aniversario de las muertes de otros tres presos -Ali al-Salami, Mani
al-Utaybi y Yasser al-Zahrani- que murieron el 10 de junio de 2006, y sin duda
debe acelerar los llamamientos para la repatriación urgente de otros presos
antes de que se produzcan más muertes en la prisión.
Associated Press, que informó por primera vez de la noticia, declaró que oficiales militares
estadounidenses habían informado de que Salih, que tenía 31 años, fue
encontrado "inconsciente y sin respiración en su celda el lunes por la
noche", y que había muerto de un "aparente suicidio".
Al igual que los demás presos que murieron de "aparentes suicidios" en Guantánamo, Salih
llevaba mucho tiempo en huelga de hambre, negándose a comer como único método
disponible para protestar por su prolongado encarcelamiento sin cargos ni
juicio. Según los registros de peso publicados por el Pentágono en 2007, pesaba
124 libras a su llegada a Guantánamo, pero en un momento dado, en diciembre de
2005, durante la mayor huelga de hambre de la historia de la prisión, su peso
descendió a sólo 86 libras.
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Salih era uno de los cerca de 50 prisioneros de Guantánamo que habían sobrevivido
a una masacre en Qala-i-Janghi, un fuerte del norte de Afganistán, a
finales de noviembre de 2001, cuando, tras la rendición de la ciudad de Kunduz,
varios cientos de combatientes extranjeros se entregaron al general Rashid Dostum,
uno de los líderes de la Alianza del Norte, en la creencia errónea de que se
les permitiría regresar a casa. En lugar de ello, fueron encarcelados en
Qala-i-Janghi, un fuerte de barro del siglo XIX en Mazar-e-Sharif, y cuando
algunos de los hombres iniciaron un levantamiento contra sus captores, que se
saldó con la muerte de un agente de la CIA, las Fuerzas Especiales
estadounidenses, en colaboración con la Alianza del Norte y las Fuerzas
Especiales británicas, lanzaron bombardeos para reprimir la revuelta, lo que
causó cientos de muertos. Los supervivientes -que, en su mayoría, no habían
participado en los combates- se refugiaron en el sótano del fuerte, donde
soportaron nuevos bombardeos, y sólo salieron después de que muchos más
hubieran muerto cuando el sótano fue incendiado y luego inundado.
Como muchos de los presos de Guantánamo, Salih había viajado a Afganistán muchos meses antes de
los atentados del 11-S, para luchar como soldado de infantería de los talibanes
en la larga guerra civil de Afganistán contra los musulmanes de la Alianza del
Norte. Cuando el ejército estadounidense revisó su caso en Guantánamo en 2004,
se negó a asistir a la vista, pero facilitó una declaración a través de su
Representante Personal (un representante del ejército asignado en lugar de un
abogado), en la que afirmaba que había llegado a Afganistán ocho o nueve meses
antes de los atentados del 11-S, y admitía ser miembro de los talibanes, pero
matizaba: "Sí, pero eso no significa que apoyara a Osama bin Laden".
También admitió haber luchado en el frente contra la Alianza del Norte, pero añadió "que disparó
contra el enemigo, pero no mató a nadie", y también admitió haberse
alojado en cuatro casas de huéspedes diferentes gestionadas por los talibanes
en Afganistán y Pakistán, aunque también aclaró que no había oído hablar de Al
Qaeda "hasta por los medios de comunicación en el frente". También
explicó que no participó en operaciones militares contra Estados Unidos o sus
socios de la coalición, afirmando: "La primera vez que vi a
estadounidenses fue en Kandahar" (en la prisión estadounidense utilizada
para procesar a los prisioneros tras su captura). También negó la acusación de
que Osama bin Laden hablara con "su grupo" en Tora Bora (escenario de
una batalla entre fuerzas estadounidenses y afganas y restos de Al Qaeda y los
talibanes a finales de noviembre y principios de diciembre de 2001), afirmando
que nunca había estado en Tora Bora, lo cual, por supuesto, era cierto, ya que
en su lugar estuvo en Qala-i-Janghi, y luego fue trasladado a la prisión del
general Dostum en Sheberghan, donde estaba encarcelado cuando tuvo lugar la
batalla de Tora Bora.
Aún no se sabe si el Pentágono del presidente Obama tratará su muerte con más sensibilidad que en
ocasiones anteriores. Me sorprendería que se hicieran comentarios
comparables a los del contralmirante Harry Harris, comandante de Guantánamo
en el momento de las muertes en 2006, que dijo: "Creo que no ha sido un acto
de desesperación, sino un acto de guerra asimétrica cometido contra
nosotros", o a los de Colleen Graffy, subsecretaria adjunta de Estado para
Diplomacia Pública, que describió los suicidios como una "buena maniobra
de relaciones públicas para llamar la atención", pero en todos los casos
anteriores de "suicidio" en Guantánamo, el Pentágono se ha
pronunciado posteriormente de forma oficial sobre la supuesta implicación de
los hombres con el terrorismo, a pesar de que -como Muhammad Salih- nunca
habían sido acusados ni juzgados, y a pesar de que no existían pruebas
sustanciales que sugirieran que ese fuera el caso.
En el caso de Salih, como en el de muchos -si no la mayoría- de los presos de Guantánamo, la falsa
acusación que he identificado más arriba no es la única pieza de material poco
fiable que se hace pasar por prueba en su expediente. Como informé
hace tan sólo dos semanas, cuando se anunció que uno de los "detenidos
de alto valor" de Guantánamo, Ahmed Khalfan Ghailani, iba a ser llevado a
juicio ante un tribunal federal de Nueva York, descubrí durante mi
investigación para mi libro The Guantánamo Files que otra acusación contra Muhammad Salih había sido formulada por
Ghailani, mientras estaba recluido en condiciones desconocidas en una prisión
secreta dirigida por la CIA.
Como expliqué entonces:
Uno de los aspectos más inquietantes de la recopilación de pruebas utilizadas contra los presos de
Guantánamo es la acumulación de alegaciones de [sus tribunales y juntas de
revisión, en las que] un enorme número de afirmaciones se atribuyen a "un
alto operativo de Al Qaeda" o a "un alto lugarteniente de Al
Qaeda". Al no facilitarse nombres, ha sido imposible determinar la fuente
de estas afirmaciones, aunque con frecuencia son tan contradictorias con una
cronología previamente establecida de las acciones de los prisioneros
-ubicándolos en campos de entrenamiento y en casas de huéspedes cuando ni
siquiera estaban en Afganistán, por ejemplo- que resulta evidente que muchas de
estas afirmaciones, si no la mayoría, se produjeron bajo coacción, probablemente
cuando a los supuestos "detenidos de alto valor" se les mostró el
"álbum familiar" de prisioneros que se utilizó desde los primeros
días de las prisiones gestionadas por Estados Unidos en Afganistán, a finales
de diciembre de 2001.
Sólo en una ocasión descubrí que una de esas fuentes de "Al Qaeda" había sido nombrada, y no era otra que
Ahmed Khalfan Ghailani. Como expliqué en The Guantánamo Files, "el yemení
Mohammed al-Hanashi [Muhammad Salih] admitió ante su tribunal en 2004 que llegó
a Afganistán ocho o nueve meses antes del 11-S y que luchó con los talibanes.
Sin embargo, en el momento de su revisión, en 2005, se habían añadido nuevas
acusaciones, incluida la afirmación de que Ahmed Khalfan Ghailani "le
identificó por haber estado en el campo de al-Farouq [el principal campo de
entrenamiento para árabes, asociado en los años anteriores al 11-S con Osama
bin Laden] en 1998-99 antes de pasar al frente en Kabul". En otras
palabras, aunque al-Hanashi admitió haber viajado a Afganistán para servir como
soldado de infantería de los talibanes, a un hombre que estuvo detenido en
circunstancias extremadamente dudosas en otra parte del mundo se le mostró su
foto y se inventó una historia sobre haberlo visto dos o tres años antes de su
llegada a Afganistán, lo que, en adelante, se consideraría una prueba en su
contra."
Me parece suficientemente inquietante que, tras siete años y medio de encarcelamiento sin
cargos ni juicio, Muhammad Salih haya muerto en Guantánamo, pero mientras
esperamos más detalles de las autoridades penitenciarias, espero sinceramente
que este hombre -no un terrorista, sino un soldado en lo que él creía que era
una guerra santa contra otros musulmanes- no sea calumniado en la muerte, como
lo fueron antes Ali al-Salami, Mani al-Utaybi, Yasser al-Zahrani y Abdul Rahman al-Amri.
POSTSCRIPT: El siguiente es un comunicado de prensa emitido por la embajada de
Yemen en Washington D.C.
Nos entristece la noticia del fallecimiento de Muhammad Ahmad Abdallah Salih Alhanashi, detenido
yemení en Guantánamo que, al parecer, se suicidó anoche (lunes 1 de junio de
2009). Un representante de la Embajada está en camino a Guantánamo para ser
informado de la situación y participar en los procedimientos que se requieren
después de tal incidente. El representante de la Embajada supervisará que los
restos del detenido fallecido sean tratados de acuerdo con las costumbres
islámicas. Colaboraremos estrechamente con el gobierno estadounidense para
repatriar los restos del fallecido lo antes posible. Hacemos llegar nuestro más
sentido pésame a la familia del fallecido. Además, este incidente demuestra la
urgencia de cerrar el centro de detención de Guantánamo. El gobierno yemení
espera cooperar estrechamente con la administración estadounidense para
acelerar la decisión del presidente Obama de cerrar Guantánamo.
Mohammed Albasha
Portavoz
Embajada de la República de Yemen
Washington DC
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