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Majid Khan describe años de tortura y abuso en “sitios negros” de la CIA y en Guantánamo durante su sentencia (parte dos)

10 de noviembre de 2021
Andy Worthington

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 21 de diciembre de 2021


El prisionero de Guantánamo Majid Kahn, fotografiado en la prisión en 2009, después de que se le permitió, finalmente, encontrarse con sus abogados y comenzar a hacer arreglos para su trato negociado con el cual estuvo de acuerdo en el 2012.

Ayer publiqué la transcripción de la primera parte de la extraordinaria declaración que el prisionero de Guantánamo y de un “sitio negro” de la CIA, víctima de tortura Majid Kahn leyó en su audiencia de condena hace dos semanas, en la cual hizo un recuento de su vida temprana, cómo fue cazado por seguidores de al-Qaeda después de la muerte de su madre y la espantosa tortura a la que fue sometido en los “sitios negros”, a pesar de haber dejado claro desde su captura que quería cooperar lo que más pudiera.

Hoy voy a publicar el resto de su declaración, que cubre su tiempo en el último “sitio negro” de la CIA en el que estuvo, otro lugar en Afganistán, con código de nombre “Orange” (Naranja), en donde, a pesar de haber cooperado con sus interrogadores, sus huelgas de hambre en protesta de su encarcelamiento aparentemente eterno sin cargos ni juicio, ni acceso a abogados, en donde lidió con lo que describe como haber sido “violado por doctores de la CIA” que “insertaron tubo u objetos en mi ano en contra de mi voluntad”.

Majid explicó cómo el resumen ejecutivo del reporte Comité de Inteligencia del Senado acerca del programa de tortura de la CIA, publicado en diciembre del 2014, describía precisamente lo que le había sucedido: “Majid Kahn fue sujeto a alimentación rectal involuntaria e hidratación rectal, que incluyeron dos botellas de Ensure. Después, el mismo día, la “charola de comida” de Majid Kahn consistió en hummus, pasta con salsa, nueces y pasas “en ‘puré’ y embutidas rectalmente”. Cuando fue publicado el resumen ejecutivo este fue uno de los nuevos detalles impactantes que escogí para un artículo de Al-Jazeera. Majjid procedió a explicar cómo este abuso vil llevó a que experimentara “extrema incomodidad de hemorroides como resultado del trato recibido”.

También en este período fue cuando comenzó a auto lastimarse, principalmente, dijo, porque estaba “aburrido, solitario y volviéndose loco”. Eventualmente fue transferido a Guantánamo, pero, aunque ningún programa específico de tortura fue aplicado sobre él en Cuba, el abuso y el aislamiento continuaron. Fue en Guantánamo, en octubre del 2006 (el mes después de su llegada) que representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja le dijo que tenía una hija y le dio una foto suya, pero, como explicó Majid, “no mucho tiempo después de que recibí la foto, un guardia me la quitó a la fuerza”.

El siguiente mes, dijo Majid “recibí la oportunidad para tener tiempo de recreación con otro detenido. Con la excepción de mis captores, era la primera vez desde mi captura que hablaba con otro ser humano” y “fue hasta el 2012 que me permitieron darle un abrazo o apretón de manos a alguien más”.

En octubre del 2007 Majid finalmente pudo conocer a sus abogados y el largo proceso de negociar un acuerdo comenzó, a cambio de su cooperación, que sucedió en febrero del 2012. Como expliqué, sin embargo, el cambio por su cooperación “ha sido confinamiento solitario. He estado esencialmente solo por casi una década. No tengo con quién hablar, con la excepción ocasional de guardias amigables, el FBI, a veces un pájaro, iguanas y los gatos que se aparecen para visitarme”.

Al final de su declaración, Majid se disculpó una vez más por sus acciones, específicamente dirigiéndose a su padre, su esposa, su hija y otros miembros de la familia, exhortando “a todos los jóvenes vulnerables y perdidos allá afuera en búsqueda de significado” no “encontrar sentido en la violencia y el odio”, sino aprendiendo de sus errores. Como explicó “intenta entender que la vida es corta y es un regalo estar vivo cada día, así que no desperdicies tu vida como yo lo hice con la mitad de la mía”.

Dado el arrepentimiento y las revelaciones de la tortura brutal a la cual fue sometido Majid, incluso mientras cooperaba, es entendible que siete de sus ocho jurados militares enviaran una carta a la Autoridad Conveniente de las comisiones pidiéndole clemencia en su caso. Ahora depende del presidente Biden asegurarse que el próximo año sea liberado, como acordado, pero hice todo el esfuerzo de copiar y pegar su declaración desde un PDF que estaba severamente mal formateado como recordatorio de las profundidades a las cuales se ha hundido Estados Unidos en su todavía sin fin “guerra contra el terror”, para hacer un llamado para el reconocimiento de ´como la tortura era impuesta seguido en una manera en la que ni siquiera tenía que ver con la búsqueda de la verdad y para recordarle a cualquiera que esté poniendo atención que en Guantánamo todavía existen hombres detenidos sin cargos ni juicio quienes, como Majid Khan, necesitan ser liberados.

La declaración no jurada de Majid Khan (parte dos)

“Prisión de la CIA a largo plazo”

En abril del 2004, me movieron nuevamente a un nuevo lugar, que llamo “Prisión a largo plazo de la CIA”. El proceso de transferencia fue igual que el anterior; me encapucharon, me pusieron goles y cinta de ducto. Fui transportado con poco cuidado en contra de mi voluntad. Un doctor tomó mis signos vitales y revisó mi cuerpo buscando marcas y cicatrices. Me fotografiaron desnudo con hombres y mujeres presentes. Me administraron un enema y me pusieron un pañal. Me llevaron a un cuarto nuevo y me sentaron junto a otros prisioneros amarrados. Nos pusieron a todos en camionetas de carga y nos llevaron al aeropuerto. Podía diferenciar voces americanas a través de los cubre orejas. Esta vez el movimiento no fue tan violento comparado con otras transferencias anteriores. No había empujones ni arrastres ni golpes contra la pared.

“La prisión de largo plazo de la CIA” estaba localizada en el Sitio de Detención Naranja.

El vuelo era con escalas y no podía haber durado más de doce horas. No me dieron ni comida ni agua. Cuando aterrizamos era de noche y hacía frío. Los guardias estadounidenses nos movieron a un helicóptero para un vuelo corto de 20-30min. Cuando aterrizamos, fue un viaje de 5 minutos en coche a la prisión. Permanecí en la Prisión de Largo Plazo de la CIA hasta que eventualmente me transfirieron aquí a la bahía de Guantánamo en septiembre del 2006.

La prisión de largo plazo de la CIA era un centro bastante nuevo con electricidad y agua. Contemplaba tres edificios principales, de un piso. El Edificio A era más grande y la unidad disciplinaria tenía las celdas de prisión más pequeñas. Parecía haber tenido una barra atravesada de donde colgaban a los prisioneros, pero la habían quitado y habían resanado y reparado el hoyo. Las celdas del Edificio B tenían solo una puerta y los prisioneros estaban en cadenados a las paredes en todo momento. Las celdas del Edificio C tenían puertas dobles y los prisioneros usaban cadenas en una pierna. Mi celda permanente era en el Edificio C pero inicialmente me llevaron al A en abril del 2004.

En el Edificio A estaba encadenado a un aro en la pared y me dieron una cubeta tapada para ir al baño. Al poco tiempo de mi llegada, me sacaron de mi celda para ser procesado. Mi pañal fue removido y me tomaron más fotos de cuerpo desnudo. Me llevaron al cuarto de regaderas usando solo una capucha, pero ocasionalmente podía ver algo de los guardias. Llevaban jeans negros y mascaras negras y hablaban en comandos cortos y gestos manuales. Había un camino de cemento del Edificio A al B. Yo estaba descalzo, pero mis pies estaban congelándose, como si fuera invierno.

El Edificio B tenía celdas más grandes con inodoro y lavabo con agua caliente y fría. Cada celda tenía un colchón de espuma y una cobija. Había bocinas en cada celda para poner a tope la música y rendijas de ventilación para echar aire caliente o frío a los prisioneros. Me dejaron desnudo por 24 horas en un cuarto helado. Recuerdo pensar que estaba más tibio afuera que en mi celda. Me amarré la cobija alrededor de mí muy apretada. De comida, solo me dieron un plátano, jitomate y una botella de agua. El primer oficial de la CIA en hablar conmigo fue muy directo. Me dijo “no jodas este lugar con tus huelgas de hambre y tus berrinches”. No tenía máscara puesta, pero todos los demás sí en todo momento.

Después del primer día, me dieron ropa. En el segundo día, una almohada. Vi a los guardias usar abrigos de invierno durante ciertas sesiones. Estuve encadenado al piso por cuatro meses. Además de ser transportado entre edificios, estuve encerrado por dos años sin la luz del sol en la instalación de la Prisión de Largo Plazo de la CIA. No había visto mucha luz solar de mayo del 2003 a abril del 2004 mientras estuve en la Prisión A y B. En mi celda, las luces siempre estaban prendidas. La bocina siempre tocaba sonido de fondo.

Me di cuenta rápidamente que cuando empezaba huelga de hambre para protestar mi detención o las condiciones en esta prisión, el personal estadounidense venía inmediatamente. Algunos de los mismos CIA de la Prisión A y B estaban en la Prisión a Largo Plazo de la CIA. Mis interrogaciones se convirtieron en “informes” y muchas veces eran diarias. Me mostraban una fotografía de algún individuo y si lo reconocía me llevaban a otro cuarto para una identificación formal. Recuerdo que tenía miedo de los interrogadores y muchas veces me negaba a ver las fotos. Cada vez que decía algo, la CIA lo escribía. Tomaban muchas notas.

Eventualmente hice un trato con uno de los oficiales de la CIA — mi interrogador principal dijo que dejarían de mostrarme fotos si dejaba de portarme mal. Recuerdo que me movieron al Edificio C (la celda menos restrictiva). Las celdas del Edificio C tenían una puerta y por los siguientes dos años permanecí encadenado del anillo del piso a una de mis piernas en todo momento. Recuerdo mi pierna hinchada y me quejaba con los oficiales de la CIA, pero decían “estás encadenado como un animal, esta es tu vida”.

Empezando a principios de septiembre del 2004, comencé una serie de huelgas de hambre que terminaron en que me movieron a la unidad disciplinaria, en el Edificio A. Mientras estaba en mi celda, estaba amarrado y los médicos de la CIA me forzaron a tomar fluidos de manera intravenosa. Las agujas no eran introducidas con cuidado o preocupación y esto pasó de manera repetida por varios días. Recuerdo al “Doctor Tortura” afilando los tubos y poniéndoles salsa picante en la punta en frente de mí. Discutían conmigo mi negación a comer amenazándome. Los oficiales de la CIA decían que me quitarían las amenidades, privilegios, etc si no comía. Eventualmente forzaron el tubo por mi nariz. A veces el tubo estaba insertado incorrectamente, lo que provocaba que sangrara, tosiera y que mi cara se hinchara. Por supuesto, me amarraban durante estas alimentaciones forzadas. La CIA ponía una IV en cada brazo. Me daban forzadamente Ensure y comida licuada o en puré. Cuando estaba demasiado débil o exhausto para resistirme, el proceso tomaba de 15-30min, pero recuerdo haber estado tan determinado a no romper mi huelga de hambre. Mordía el tubo y muchas veces tomaba más tiempo. El oficial de la CIA usaba un desatascador para forzar la comida más rápido en mi estómago. Esto causaba calambres estomacales y en una hora tenía diarrea.

Me alimentaron de manera forzosa incontables veces, múltiples veces al día. Me obligaba a vomitar después. Me acuerdo que estaban preocupados por mi pérdida de peso porque había perdido acerca de 50 libras (25 kilos aproximadamente) desde que había sido capturado en el 2003. No pesaba más de 125 libras (60 kilos). Estaba determinado a que los oficiales de la CIA escribieran un reporte. Que no obedecía. Sentía que era mi única manera de llamar la atención. Todo lo que quería era hablar con un abogado, que me acusaran o dejaran ir. Estas huelgas de hambre frustraban a los oficiales de la CIA. Era una carga para sus actividades diarias. Después de que la alimentación forzada fracasara para que cooperara, regresaron a torturarme. Esta parte es extremadamente difícil para mí, pero quiero que el mundo sepa lo que me hicieron.

Continué con mis huelgas de hambre, las intravenosas y la alimentación forzada me mantuvo con vida, pero no cambiaba mi comportamiento. La CIA revertió a asaltarme sexualmente para mandar un mensaje acerca de la seriedad de lo que hacían. Me violaron varias veces. Esto no era parte de una interrogación, sino un castigo por no obedecer.

“Violado por médicos de la CIA”

En el mes de septiembre del 2004, todavía en la Prisión a Largo Plazo, fui violado por doctores de la CIA. Mientras me restringían, insertaban tubos u objetos en mi ano en contra de mi voluntad. Esto era diferente que los enemas que habían usado previamente. A veces lo hacían en mi celda. En otras ocasiones me restringían en una camilla o me llevaban a otro cuarto. Cual fuera el lugar, estaba amarrado de manera muy apretada y asegurado por dos guardias por lo menos. Un médico de la CIA estaba ahí para administrar las inserciones, pero no era un procedimiento médico. Recuerdo una vez en mi celda, pregunté al médico por qué estaba haciendo esto y susurró con perversidad “Eres un maldito terrorista”.

Usaron mangueras verdes de jardín con un lado conectado al lavabo mientras me “rehidrataban”. Recuerdo sentir inmensa presión en mis entrañas, un dolor que jamás había sentido. No podía evitar evacuar. Creo que estas inserciones rectales forzadas eran hechas para que pareciera que había comido, digerido comida y usado el baño. A este día, experimento extrema incomodidad de las hemorroides como resultado de mi tratamiento.

En un día particular, a finales de septiembre recuerdo haber sido alimentado cuatro o cinco veces en un periodo de ocho horas en mi celda. Recuerdo haberme resistido a que los oficiales de la CIA insertaran un tubo en mi nariz. Me resistí, mordí y mastiqué el tubo y eventualmente me lo saqué. Fue un dolor infernal. El “doctor tortura” y los guardias respondieron amarrándome más, fuertemente con la cinta de ducto y otros amarres. Este es el inocente descrito en el reporte ejecutivo del reporte del SSCI que precisamente dice que: “Majid Khan fue sujeto después a alimentación rectal involuntaria e hidratación anal, que incluyó dos botellas de Ensure. Después en el mismo día, su “charola de comida”, que consistía en hummus, pasta con salsa, nueces y pasas fue licuado y embutido rectalmente”. Yo no sabía que eso es lo que me estaban dando en ese momento, pero recuerdo que deseché todo entre sesiones de alimentación forzada.

Recuerdo que las alimentaciones forzadas continuaron al siguiente día, tanto rectales como nasogástricas. Continué con mi huelga de hambre por casi dos semanas. Recuerdo haberla terminado después de otra sesión de alimentación rectal forzada en algún momento en septiembre o principios de octubre. Recuerdo otra huelga de hambre a finales de noviembre, alrededor del Día de Gracias. En cuanto les anuncié a los oficiales de la CIA me llevaron a otra alimentación nasogástrica. Otra vez me obligué a vomitar lo que continuó a frustrar a los oficiales de la CIA.

También fue alrededor de este momento cuando intenté lastimarme por primera vez. En noviembre del 2004 usé un objeto filoso para cortarme las muñecas. Recuerdo que corrí de frente hacia la pared de mi celda para intentar lastimarme también de esa manera. Unas semanas después, a principios de diciembre, hice otro intento. Intenté morderme, en el brazo izquierdo, la carne del interior de mi codo. Recuerdo haberle dicho al oficial de la CIA que en realidad no quería lastimarme o morir pero que estaba aburrido, solo y me estaba volviendo loco. Después en diciembre, alrededor de Navidad, me corté a propósito en el pie para intentar llamar la atención de la CIA y que escribieran un reporte. Recuerdo haber sangrado tanto, sobre mi ropa, mis zapatos y el piso. Mi cicatriz de 1.5 pulgadas me recuerda el incidente. Usé un pedazo de plástico afilado que había escondido por cerca de un mes. El médico de la CIA me trató, cerró la herida con una aguja e hilo. Como castigo me dejaron en el Edificio A sin amenidades (sin cambio de ropa, sin colchón, cobija, etc.). Ni siquiera vinieron a limpiar la sangre. Empecé otra huelga de hambre ese día. El Resumen Ejecutivo del Reporte del SSCI adecuadamente describe estos eventos explicando que “además de sus huelgas de hambre, Majid Khan participó en actos de autolesión que incluyeron el intento de cortarse la muñeca en dos ocasiones, un intento de morderse el brazo en la parte interna del codo, un intento de cortar la vena en la parte de arriba del pie y un intento de cortar su piel en la unión del codo con un cepillo de dientes afilado”.

Las alimentaciones forzadas recomenzaron al poco tiempo. A finales de diciembre del 2004, un médico de la CIA me amarró y me realizó otro enema forzado en el recto. Al siguiente día staff de la CIA me amarró y forzosamente me pusieron una intravenosa. Creo que también completaron alimentación nasogástrica, pero no sé bien. Probablemente recuerdo haber vomitado lo que pudieron meter a la fuerza.

El 31 de diciembre del 2004, la CIA se puso ruda conmigo y me llevaron al cuarto de alimentación. Estuve amarrado más severamente que antes a la silla con camisa y esposas. Me aseguraron en una silla de jardín y corse ortopédico. Usé una camisa dura con cintas de velcro que impedía cualquier movimiento, incluyendo un collar alto y duro que impedía que moviera mi cabeza. Mis manos fueron encadenadas hacia atrás en el respaldo de la silla y amarradas a un aro en la pared para estuvieran fijas entre la pared y la silla. Después me amarraron a la silla con cinta de ducto. Todo estaba muy apretado, al punto de sentirme adolorido y entumecido. El médico de la CIA llegó y me inyectó a la fuerza con un sedante, pero no pude resistirme. A cierto punto perdí la conciencia.

Cuando desperté estaba mojado y sucio de haberme defecado encima. No podía moverme en la silla, pero luché con todo mi ser. A cierto punto, mi lucha logró liberar algo y la silla se volteó, cayendo todo mi peso sobre un brazo y mano. Grité de dolor. Después de seis horas más o menos, un guardia vino a levantar la silla. Al día de hoy, tengo dolor en el hombro por esta herida. No tengo rango completo de movimiento. Me dejaron en este cuarto un rato, probablemente cuatro o cinco horas.

Intenté lastimarme nuevamente en marzo del 2005. Me corté las muñecas utilizando el borde del lavabo de metal en mi celda. Escribí en la pared con mi sangre “No hay dios, sino dios”. Exigí que me enviaran de vuelta a Pakistán o que me dieran un juicio justo. Cerca de una semana después, me movieron a otra celda más pequeña sin lavabo o baño. Recuerdo haberme sentido tan triste y sin esperanza en ese momento. Después ese año, finalmente me dieron un par de lentes.

En junio del 2005 intenté cortarme el brazo con un cepillo de dientes afilado. Como castigo me pusieron en una celda acolchonada y me amarraron con cadenas y un collar en el cuello. Cada vez que me lastimé, los guardias de la CIA tomaban fotos de mis heridas. Me sacaban de la celda y llevaban al cuarto de medios en donde otros detenidos veían televisión a solas. Creo que fue porque la CIA quería documentar la transferencia como algo menos severo. No pensé que estuvieran reportando que “me corté las muñecas” porque no podía entender cómo nada se estaba haciendo al respecto. Sin embargo, mis castigos siempre eran los mismos, la pérdida de privilegios y ser movido de vuelta al Edificio A. A cierto punto ya no tenían privilegios o amenidades que quitarme, lo cual fue la fuente de frustración de los oficiales de la CIA. Creo que por esto me asaltaban sexualmente.

Mis sentimientos de desesperanza continuaron. No recuerdo bien el inicio o el fin de todas mis huelgas de hambre. Eran tantas que pareciera que corrieron juntas todos estos años después.

Para el último período en la Prisión de Largo Plazo de la CIA, sentí que la CIA comenzó a tratarme mejor. Comenzando con el inicio del año nuevo en 2006 había una distintiva diferencia en cómo los oficiales de la CIA respondían a mis protestas. Todavía luchaba, me resistía y me quejaba. Por ejemplo, a finales de enero del 2006, escribí en las paredes de mi celda con marcador o crayón rojo “¡Dejen de torturarme!” Exigí ver a mis abogados, al ICRC, la ONU, el ICC y la OTAN. Recuerdo que los oficiales de la CIA me dieron la instrucción de limpiar las paredes o me moverían a otra celda más pequeña. Me dieron productos de limpieza y me supervisaron, pero el marcador era permanente. Uno de los oficiales de la CIA se ofreció ayudarme a repintar las paredes. En otra ocasión, a principios de abril del 2006, la CIA quería hacer un chequeo médico. Exigí ver al Comité Internacional de la Cruz Roja y que ellos hicieran el examen médico. Negaron mi petición, pero no me obligaron a completar el examen médico.

A finales de mayo del 2006 comencé una huelga de hambre anunciándola al personal de la CIA. Les dije que quería que se levantara un reporte para que la situación recibiera la atención de altos niveles. La Agencia no me castigó por estas protestas. Después, a principios de junio del 2006 yo continuaba a sentirme muy triste y deprimido. Me querían recetar Prozac, pero no confiaba en la medicina o en el cuidado médico así que me negué. El personal de la CIA habló conmigo por un largo tiempo en varios días para entender mis sentimientos. Me dijeron que mis protestas eran “actos voluntariosos de rebeldía” pero argumenté que mi depresión era la causa de estos comportamientos. En estas sesiones les dije a estos oficiales de la CIA todo acerca del espantoso trato que había sufrido para intentar convencerlos. Habían pasado más de tres años desde mi captura. A través de este periodo de tiempo, jamás vi el sol. El aislamiento sin fin y la falta de estimulación mental fueron casi tan difíciles de soportar como la tortura física.

Guantánamo

En septiembre del 2006 fui transportado a un avión y volado a varias paradas, eventualmente terminando en GTMO. El vuelo duró entre 24 y 36 horas. Estaba entre una docena de detenidos en nuestro vuelo a GTMO. Aunque estaba encapuchado y mis oídos estaban tapados, el trato durante el transporte había cambiado drásticamente. Ya no abusaron de mí físicamente como antes. Hubo definitivamente un cambio en cómo fui tratado. Me sentí agradecido de estar vivo y por primera vez sentí que tal vez podría sobrevivir esto. La llegada a GTMO me trajo algo de estabilidad y entendimiento, pero después destacó mi suposición de que jamás sería liberado. Sólo esperaba que ahora que tendría acceso a mi abogado que pudiera ayudarme a luchar estas injusticias.

A mi llegada a GTMO fui llevado al Campamento 7 y alojado solo en mi celda. El confinamiento solitario continuaría por varios años. Tenía la esperanza de que las cosas fueran diferentes, pero desde las primeras horas en GTMO me di cuenta de que el maltrato continuaría. Apenas me podía mover y una vez que me pusieron en la celda pedí usar el baño, pero me dejaron ahí seis horas. Grité pidiendo asistencia, pero fui ignorado. Ahí fue cuando me di cuenta de que GTMO no era diferente a los otros lugares.

Como había estado en el programa de tortura de la CIA no debía socializar con el resto de los detenidos en GTMO. Todos los detenidos de alto valor (HVD por sus siglas en inglés) estaban hospedados juntos en Campamento 7. Campamento 7 era la muerte por miles de cortadas. Quería creer que las cosas mejorarían, pero nunca lo hicieron. No me malentiendan, la evidente tortura física y mental que experimenté antes se detuvo, pero el “gota, gota, gota” de mi maltrato continuó. Pensé que llegando a GTMO finalmente me darían acceso a mi abogado. Sabía que tenía abogados dispuestos a representarme, no importa cuántas veces pedí hablar con ellos, siempre me lo negaron. Pensé que estar en territorio estadounidense me daría ciertos derechos, pero no fue el caso. Había aprendido de la Prisión de Largo Plazo de la CIA que la única manera en llamar la atención era portándome mal y ganar interacción social de los guardias.

Cualquier tipo de desobedecimiento terminaba en que me pusieran en estatus disciplinario. Perdía las libertades y amenidades que me eran otorgadas.

“La primera vez que me informaron que tenía una hija”

En octubre del 2006 el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC por sus siglas en inglés) me dio una foto de mi hija. Esa fue la primera vez que me informaron que tenía una hija. Estaba deleitado de emoción. Es difícil ponerlo en palabras dieciséis años después, acerca de lo que estaba sintiendo, pero me trajo alegría y felicidad después de años de desesperanza. Sin embargo, esos sentimientos eran fugaces porque al poco tiempo de recibir la foto, el guardia me la quitó. Grité por horas para que me regresaran la fotografía, pero no sirvió.

El siguiente mes, fui otorgado con la oportunidad de tiempo de recreación con otro detenido. Con la excepción de mis captores, esta fue la primera vez desde mi captura que había hablado con otro ser humano. No fue sino hasta el 2012 que me permitieron darle un abrazo o estrecharle la mano a alguien.

Como expliqué antes, GTMO era una sentencia por miles de cortes. Podría darles 600 páginas de entradas conteniendo detalles específicos de abuso arbitrario y agravios que sufrí durante esos años en Campamento 7, pero en lugar de eso, déjenme darles solo algunos ejemplos que dan perspectiva a lo que sufrí diariamente. Por ejemplo, la comida era un problema persistente en GTMO. En numerosas ocasiones encontré piedras y pedazos de metal en mi comida. Después de quejarme con los guardias y no ver resultados tangibles, decidí quedarme con las charolas. Quería enviarles un mensaje de que la comida era insalubre, pero en respuesta los guardias me rasuraron la cabeza a la fuerza. Para el futuro inmediato, me servían la comida en las manos.

Los guardias hacían sonidos constantes de golpes a mitad de la noche, lo cual hacía imposible dormir. Me despertaban a propósito cuando estaba durmiendo. La cámara en mi celda hacía un constante sonido de “llorido” que me volvía loco, me quejé varias veces a la fuerza de guardias, líder del Campamento 7 y otras autoridades, pero había diferencia alguna. Tenía una bocina en mi celda, que era para anunciar el rezo, pero lo guardias hacían anuncios cuando yo dormía y daban mal la hora de rezar. La habilidad de poder practicar mi religión fue muy tensa en esos años. Los guardias me interrumpían cuando rezaba y evitaban que celebrara Eid. No respetaban mi religión y no me otorgaban los derechos para hacerlo adecuadamente. No puedo recordar una sola semana sin experimentar estas cosas.

Para diciembre del 2006 ya había tenido suficiente maltrato. Escribí “dejen de torturarme. Necesito a mi abogado” en la pared de mi celda. Como resultado, fui puesto en estatus disciplinario. Desde ese momento, comencé a frecuentes huelgas de hambre para mandar el mensaje en relación a la falta de acceso a mi abogado. La fuerza de guardias me quitaba las amenidades y me ponían en estatus disciplinario en un intento de romper mi huelga de hambre.

Mi tiempo en Campamento 7 era una rutina diaria de maltrato y frustraciones. Todo era una lucha. Frecuentemente me quitaban las cosas que eran importantes para mí. Los guardias hicieron casi imposible practicar mi religión. El continuo aislamiento y la falta de estimulación mental fue lo más difícil de soportar para mí. Tenía tantas ganas de comunicarme con mis abogados y en el primer año evitaron que lo hiciera. La continua falta de certeza y estar detenido sin cargos era enloquecedor.

En febrero del 2007, di mi primera declaración al FBI. Antes de la entrevista, pedí por mi abogado y les informé que ya tenía representación. El FBI me informó que, como no estaba acusado de algún crimen, no tenía derecho a un abogado. Después me enteré de que eso no era correcto y que debía haber tenido acceso a mi abogado antes de hablar. Quería cooperar y ayudar lo más que pudiera, pero no quería decir mucho sin mi abogado ahí. No quería que otros cometieran los mismos errores que yo. Tomó otros ocho meses para que finalmente conociera a mis abogados.

Tienen que entender que he sido torturado y que a veces dije lo que fuera que mis captores querían que escuchar para que se detuvieran. Tenía tanto miedo. El miedo persistió por años porque sentía que en cualquier momento empezarían a torturarme otra vez. Así que hubo momentos en los que dije cosas falsas, cosas a las cuales mis interrogadores respondieron y que les hicieron pensar que era obediente y cooperativo. Pero cuando llegué a GTMO, mis miedos aumentaron nuevamente. El nuevo ambiente no era mejor y solo reforzó mis traumas y experiencias previas. Así que continué a decir mentiras de vez en cuando para evitar que me torturaran otra vez. Antes de conocer a mis abogados, pretendí saber o no saber ciertas respuestas a las preguntas de mis interrogadores. De verdad quería hacer lo correcto y decirles la verdad, pero todavía estaba tratando de decirles lo que querían escuchar.

Octubre del 2007: “Conocí a mi equipo de defensa por primera vez”

Pero todo cambió en octubre del 2007. Es cuando conocí a mi equipo de defensa por primera vez. Les comuniqué que estaba dispuesto a decir la verdad y a cooperar y, como expliqué antes, tenía que hacer lo correcto. Tomé la decisión de hacerme responsable de lo que había hecho. No iba a dejar que Guantánamo fuera el último capítulo escrito de mi vida. Tomó casi dos años, antes de que las negociaciones en relación al acuerdo negociado a cambio de mi cooperación. Le di información al gobierno estadounidense y les dije todo lo que tenía que ofrecer.

El 29 de febrero del 2012, me declaré culpable de todos los crímenes de los que era culpable. Declararme culpable y decidir cooperar con el gobierno estadounidense fue una muy buena decisión. Nunca he dudado de esta decisión y sigo firme con mi compromiso para asistir al gobierno estadounidense en cualquier forma que pueda. Además de mis abogados y mi familia, también recibí buenos consejos de gente en la que llegué a confiar en Guantánamo. La gente que conocí en 2009 me trató bien. Me trataron con respeto. Me trataron como un ser humano. El SJA aquí en GTMO también habló conmigo ampliamente en relación a mi situación y mi decisión de declararme culpable. No estaría en donde estoy hoy sin ellos y les agradezco por su apoyo.

Desde que me declaré culpable, he hecho todo lo que me han pedido. He cooperado con las autoridades estadounidenses para incluir fiscales e investigadores, ambos para los casos de las comisiones y casos civiles federales y criminales. Siempre he dicho la verdad y nunca me avergoncé de lo que ha sido mi implicación.

Por más de nueve años y cacho, he tenido mucho tiempo para reflexionar. Mi tiempo en en mi nuevo lugar no ha sido un picnic. Aunque me han otorgado varias amenidades a las que otros prisioneros no han tenido acceso, el intercambio ha sido confinamiento solitario. He estado prácticamente solo por casi una década. No tengo a nadie con quién hablar, con la excepción de algunos guardias amigables, el FBI y algún pájaro, iguanas o gatos que llegan a visitarme. También hay un SJA con quien he creado una relación cercana. Este oficial militar senior pasó mucho tiempo hablando conmigo, asesorándome y esta persona fue instrumental en mi decisión de cooperar. No nombraré a esta persona para evitar la indeseada atención, pero sabes quién eres, siempre me has apoyado y quiero agradecerte desde el fondo de mi corazón.

Pero, de nuevo, no ha sido fácil para mí. Especialmente desde la pandemia, la única manera de comunicarme con mis abogados es a través de correo legal y eso ha hecho que mi preparación para la sentencia sea extremadamente difícil. Me dan una llamada (o grabación) cada tres meses con mi esposa e hija o con mi familia en Estados Unidos. Sin interacción social he intentado mejorarme a través de aprender cómo cocinar, leer, ver documentales y estudiar todos esos temas que la mayoría de la gente aprende en la universidad. Espero poder ir a la universidad algún día como debería de haber hecho cuando era más joven. He hecho todo en mi poder para educarme y ampliar mis horizontes, incluyendo estudiar varios idiomas del mundo, pero sin acceso a tecnología, aprender estos idiomas ha sido una lucha. De todas formas, me he vuelto familiar con varios idiomas como árabe, persa, español, italiano, francés, ruso, chino y, por supuesto, urdu e inglés. Tengo un interés verdadero en idiomas y estoy verdaderamente orgulloso de lo que he logrado.

Cuando sea liberado, tengo sueños sencillos. Quiero reunirme con mi esposa y mi hija y ser un proveedor para ellas. He estado ausente de sus vidas por tanto tiempo que sé que no podré compensar el tiempo perdido, pero solo puedo esperar poder darles una mejor vida conmigo a su lado. Sé que el futuro es incierto, pero no puedo predecir lo que será de mí cuando sea liberado, pero sé de algunas cosas que son certeras. He estado detenido y aislado por los últimos veinte años y he pagado caro por eso. Pero he intentado tomar responsabilidad y hacer lo correcto y puedo decir claramente que no soy la persona que era en 2002 y 2003. No soy el joven impresionable y vulnerable que era hace veinte años.

Quisiera terminar de una vez reiterando mis disculpas a todos los que han sido lastimados por mis acciones. Primero, a todas las personas que han sido heridas por mis acciones. No hay manera alguna en la que pueda cambiar el pasado, pero puedo verme siendo un miembro constructivo que contribuye en la sociedad, haciendo enmiendas y tomando responsabilidad por mis acciones, que es lo que he estado haciendo la última década. No hay un día que pase en el que no haya lamentado lo que he hecho. He hecho todo en mi poder por enmendar las cosas, pero entiendo que podría no ser suficiente jamás.

Después, a mi esposa Rabia: lamento mucho haberte dejado sola para criar a nuestra hija. Sueño con nuestra vida juntos después de que me liberen y no puedo esperar por estar contigo nuevamente.

A mi hija Manaal: siento mucho no haber estado ahí para verte crecer. Me perdí tu niñez. Lamento mucho que hayas tenido que aguantar crecer sin un padre. Me duele el corazón saber que has tenido que contestar preguntas acerca de mí y que te haya causado tanto dolor. Tu compromiso conmigo ha significado todo. Abrazarte por primera vez será el día más feliz de mi vida.

A mi padre. Tengo tanto dolor sabiendo lo que te he provocado. Sé que ya me perdonaste, pero como tu hijo más joven, merecías mucho más. Estoy agradecido por todo lo que has hecho por mí. Sólo puedo esperar ser tan buen padre para Manaal como tú lo has sido conmigo.

A mis hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas. Sé que he hechos sus vidas increíblemente duras. Sé que mis acciones los ha impactado en maneras en las que jamás imaginé y lamento mucho eso. Siento mucho por no haber estado ahí y ayudarles después de que muriera mamá. Colectivamente, su amor y apoyo me han ayudado a salir adelante cada día.

También quiero decirle a los niños vulnerables y perdidos en busca de significado: no busquen significado en la violencia y el odio: aprendan de mis errores y no tomen las mismas decisiones que yo. Intenten entender que la vida es corta y es un regalo estar vivo diario, así que no desperdicien su vida en la forma en la que yo desperdicié la primera mitad de la mía.

Finalmente, me gustaría terminar esta declaración reiterando en dónde estoy parado hoy. Soy un hombre de 41 años que ha pasado los últimos dieciocho encarcelado. Estoy aquí por lo que hice. Cuando era joven, me dejé manipular por otros cometí crímenes que, meses antes de que mi madre muriera y mi vida se saliera de control, jamás pude haber imaginado que yo haría. Pero hice lo que hice. No lo niego. No lo minimizo. Acepto mi responsabilidad y he intentado expiar mis acciones. Después de mi captura fui torturado en maneras que es difícil describir y he aguantado inimaginable dolor físico y mental. Tengo cicatrices físicas y emocionales. Por mucho tiempo he tenido pesadillas y he sufrido de PSTD. He tomado muchas medicinas. Pero he mejorado mucho y tomar responsabilidad por mis acciones fue el primer paso. Desde que llegué a GTMO he hecho todo en mi poder para hacer enmiendas por mis acciones declarándome culpable y cooperando con el gobierno estadounidense en cada oportunidad posible. Soy un esposo, un padre, un hijo y un hermano. Mi único deseo es ser liberado para que pueda ver y abrazar a mi hija por primera vez. Tengo tantas cosas malas que quiero corregir. Sé que mi historia debe ser difícil de comprender, ha sido un viaje impensable. De un adolescente estadounidenses normal a ser un detenido de alto valor en GTMO. Pero no quiero ser definido por Guantánamo y cómo llegué aquí. En lugar de eso, quiero ser definido por las contribuciones positivas que hago en adelante y por ser un esposo y padre amoroso y comprensivo.

Gracias. Gracias a todos por escuchar lo que tenía que decir. He querido contar mi historia por mucho tiempo y aprecio mucho su atención. Gracias por dejarme compartirla con ustedes hoy.


 

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