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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Lofti Lagha, detenido tunecino en Guantánamo, dice que las fuerzas estadounidenses abusaron de él

13 de agosto de 2007
Andy Worthington

En junio fui el primer periodista que cubrió la historia de Lofti Lagha, uno de los dos tunecinos repatriados desde Guantánamo, que se enfrentaba a un futuro incierto en su país natal. Mientras se temía que su compatriota, Abdullah bin Omar, se enfrentara a torturas a su regreso a Túnez (lo que se confirmó en julio), el destino de Lagha era imposible de predecir. Al igual que otros cientos de detenidos de Guantánamo, había pasado más de cinco años bajo custodia estadounidense sin cargos, sin juicio y sin conocer nunca a un abogado que pudiera contar algo de su historia al mundo exterior.

Siete semanas después de su regreso a Túnez, a Lagha se le ha permitido por fin reunirse con un abogado, Samir Ben Amor. No ha hablado sobre el trato que ha recibido desde su regreso -aunque Ben Amor señaló que "se espera que sea juzgado en Túnez a finales de este año" y "podría enfrentarse hasta a seis años de prisión" si es declarado culpable de los cargos de "asociación con un grupo terrorista"- y Ben Amor no dio más detalles sobre el conflicto entre las afirmaciones de Lagha de que trabajaba para la organización misionera Jamaat-al-Tablighi y no tomó las armas contra nadie en Afganistán, y las acusaciones de los estadounidenses de que estaba implicado con el terrorismo, limitándose a decir que su cliente "había viajado a Afganistán a principios de 2001 desde Italia, donde se había establecido como inmigrante ilegal y se había convertido en un musulmán devoto"." Associated Press, que informó de la reunión de Lagha con Ben Amor, añadió que, antes de su detención en la frontera pakistaní, "se encontraba en Tora Bora, Afganistán, en plena campaña militar dirigida por Estados Unidos que derrocó al régimen talibán, aunque no quedó claro de inmediato por qué estaba allí."

Sin embargo, de lo que sí ha hablado Lagha es del trato brutal que recibió en Afganistán a manos de las fuerzas estadounidenses. "Tenía las manos y los pies congelados por el frío glacial", declaró a su abogado, y explicó que, tras pasar tres meses en un hospital de Pakistán, fue entregado a los militares estadounidenses, que lo llevaron a su prisión de la base aérea de Bagram, al norte de Kabul. Según Ben Amor, "fue allí donde los médicos estadounidenses dijeron a Lagha que era necesario amputarle los dedos congelados, contradiciendo a los médicos paquistaníes que habían dicho que no necesitaba una operación". Ben Amor añadió que "Lagha se opuso vehementemente al procedimiento, pero una noche lo drogaron y al día siguiente se despertó y descubrió que le habían amputado los dedos, dejándole sólo los pulgares. Cuando despertó, afirma que fue golpeado y pateado por soldados estadounidenses".

Casi seis años después de su captura, Lagha sigue siendo un misterio. Con escasas perspectivas de que reciba un juicio justo en Túnez, estas últimas noticias -de amputaciones forzadas e innecesarias por parte de las autoridades estadounidenses, que, cabe señalar, han sido denunciadas por muchos otros presos, tanto en Afganistán como en Guantánamo- no contribuyen en absoluto a indicar que haya habido justicia en el trato que ha recibido.


Base aérea de Bagram.

[Nota: El nombre del Sr. Lagha está mal escrito. Es "Lotfi", no "Lofti"].


 

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