worldcantwait.org
ESPAÑOL

Español
English-LA
National World Can't Wait

Pancartas, volantes

Temas

Se alzan las voces

Noticias e infamias

De los organizadores

Sobre nosotros

Declaración
de
misión

21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

"¿Por qué hacer una donación a El Mundo No Puede Esperar?"

"Lo que la gente esta diciendo sobre El Mundo No Puede Esperar


Gira:
¡NO SOMOS TUS SOLDADOS!


Leer más....


La tortura de la CIA comenzó en Afganistán 8 meses antes de la aprobación del DoJ

27 de abril de 2009
Andy Worthington


El pasado diciembre, en una defensa típicamente altisonante de la conducta de la administración Bush en la "Guerra contra el Terror", el Vicepresidente Dick Cheney declaró: "Sobre la cuestión de la llamada 'tortura', nosotros no torturamos, nunca lo hemos hecho. No es algo que esta administración suscriba. [Procedimos con mucha cautela; lo comprobamos, hicimos que el Departamento de Justicia emitiera los dictámenes necesarios para saber dónde estaban las líneas claras que no se podían cruzar. Los profesionales implicados en ese programa fueron muy, muy cautos, muy cuidadosos, no harían nada sin asegurarse de que estaba autorizado y de que era legal. Y cualquier sugerencia en sentido contrario es simplemente errónea".

Los "dictámenes necesarios" a los que se refería Cheney consistían principalmente en dos memorandos publicados en agosto de 2002 por la Oficina de Asesoría Jurídica (OLC) del Departamento de Justicia, cuyos abogados interpretan la ley en lo que se refiere a las competencias del poder ejecutivo, que se emitieron en relación con el programa de "detenidos de alto valor" de la administración.

El primero de estos memorandos (PDF), conocido simplemente como el "memorando sobre la tortura", se filtró en junio de 2004, a raíz del escándalo de Abu Ghraib. Famoso por los intentos de su autor principal, el abogado John Yoo, de redefinir la tortura como la imposición de un dolor físico "equivalente en intensidad al dolor que acompaña a una lesión física grave, como la insuficiencia orgánica, el deterioro de las funciones corporales o incluso la muerte", o la imposición de un dolor mental que "provoca un daño psicológico significativo de duración significativa", había sido vilipendiado por abogados y activistas de derechos humanos durante casi cuatro años y medio cuando Cheney hizo su declaración.

Sin embargo, no fue hasta hace dos semanas, cuando el gobierno de Obama hizo público el otro memorando -que autorizaba el uso de técnicas específicas, incluido el submarino, una antigua técnica de tortura que consiste en el ahogamiento controlado, en un "detenido de alto valor" concreto, Abu Zubaydah-, cuando las "líneas claras" tan cuidadosamente delineadas por Cheney empezaron a difuminarse de forma incontrolable.

El principal problema de los memorandos, por supuesto, es que implican intentos de justificar el uso de la tortura que son, sencillamente, injustificables. La ley estadounidense contra la tortura define la tortura como todo acto cometido por un individuo con la "intención específica de infligir dolores o sufrimientos físicos o mentales graves [...] a otra persona bajo su custodia o control físico", y define además "dolores o sufrimientos mentales graves" como "el daño mental prolongado causado por o como resultado de" una serie de factores entre los que se incluye "la imposición intencionada o la amenaza de imposición de dolores o sufrimientos físicos graves". Además, como deja claro la Convención de la ONU contra la Tortura, "No podrán invocarse circunstancias excepcionales tales como estado de guerra o amenaza de guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública como justificación de la tortura."

Por lo tanto, queda meridianamente claro que ningún tipo de asesoramiento creativo por parte de abogados astutos, argumentando que el ahogamiento simulado, la privación prolongada del sueño y una serie de otras técnicas grotescas y proscritas son de algún modo aceptables, puede eludir esta definición o superar la prohibición absoluta del uso de la tortura, por mucho que los abogados protestaran, como hicieron en repetidas ocasiones, que "muchos de los términos clave de la ley [contra la tortura] (por ejemplo, 'grave', 'prolongado', 'sufrimiento') son imprecisos".

Sin embargo, incluso si aceptamos, por ahora, que los memorandos de la OLC proporcionaron a la administración el "escudo dorado" que tan desesperadamente buscaba (y espero fervientemente que un informe interno del DoJ largamente esperado confirme que no existe ningún "escudo dorado" para aquellos que intentaron sancionar creativamente el uso de la tortura), el problema para Cheney y sus compañeros torturadores en este momento es la existencia de pruebas que confirman que la tortura de Abu Zubaydah en realidad comenzó mucho antes de que se emitiera el consejo de la OLC, como informé en un artículo del viernes pasado, "¿Quién autorizó la tortura de Abu Zubaydah?"

"Entregas extraordinarias" antes de agosto de 2002

Además, aunque los memorandos de la OLC trataban específicamente de un programa de "detenidos de alto valor" que comenzó con la captura de Abu Zubaydah el 28 de marzo de 2002, también está claro que la administración comenzó a trabajar en cómo tratar a los prisioneros fuera de los marcos legales existentes pocos días después de los atentados del 11-S. La mayor parte de esta labor se centró, en aquel momento, en ampliar el programa de "entregas extraordinarias" desarrollado por la CIA bajo el mandato de Bill Clinton para entregar a "sospechosos de terrorismo" a terceros países, donde podrían ser interrogados por torturadores interpuestos o incluso "desaparecer".

Esto en sí mismo era enormemente preocupante, por supuesto. El programa de la era Clinton ocupaba una zona horriblemente gris, en la que "sospechosos de terrorismo" -en su mayoría egipcios- eran capturados por la CIA y entregados a la custodia del gobierno egipcio, que era entonces libre de matarlos, torturarlos o encarcelarlos tras juicios amañados, pero era al menos un programa cuidadosamente controlado, en el que participaron 13 prisioneros entre 1995 y 2000, según la investigación realizada el año pasado por Peter Bergen para Mother Jones, y un detallado rastro documental que exigía la existencia de una sentencia dictada por un tribunal, incluso una dictada en rebeldía por un gobierno con un preocupante historial en materia de derechos humanos.

Sin embargo, tras el 11-S se abandonaron todas estas restricciones. A los 12 días de los atentados de Nueva York y Washington, un yemení llamado Jamal Mar'i, que trabajaba para una organización benéfica saudí en Pakistán, fue secuestrado en su casa de Karachi y entregado a Jordania, uno de los varios países con los que la administración Bush había establecido rápidamente acuerdos de "entrega extraordinaria" y tortura. En los diez meses siguientes, antes de que la OLC emitiera sus indefendibles dictámenes, al menos 25 prisioneros más fueron sometidos a tortura en Egipto, Jordania, Marruecos y Siria, y ahora sabemos, por uno de los tres memorandos adicionales de la OLC publicados hace dos semanas -escrito en mayo de 2005 por Steven G. Bradbury, Fiscal General Adjunto Principal, y en el que se revisan los dictámenes sobre tortura de la OLC de agosto de 2002- que, después de que la CIA introdujera la tortura en su organización en agosto de 2002, 94 prisioneros en total fueron mantenidos bajo custodia secreta de la CIA.

Torturas de la CIA en Afganistán desde diciembre de 2001

Sin embargo, aunque toda esta historia medio sumergida necesita ser expuesta a la luz, y con cierta urgencia, parece que, al menos por ahora, la CIA puede afirmar plausiblemente que no participó en la tortura de ninguno de los hombres entregados a prisiones de terceros países antes de agosto de 2002. El jueves pasado, sin embargo, los abogados de Rafiq Alhami, preso tunecino en Guantánamo, introdujeron otro elemento inquietante en la narración, que confirma sin sombra de duda que la CIA estuvo torturando a presos en Afganistán desde diciembre de 2001.

En su demanda, Alhami declaró, tal y como lo describió Associated Press, que, a partir de diciembre de 2001, estuvo recluido en tres "lugares oscuros" de la CIA, donde "su presencia y su existencia eran desconocidas para todo el mundo excepto para los detenidos estadounidenses", y donde, en varias ocasiones, fue "desnudado, amenazado con perros, encadenado en dolorosas posiciones de estrés durante horas, golpeado, pateado y expuesto a calor y frío extremos". También declaró que sus interrogadores "rociaron gas pimienta en sus hemorroides, causándole un dolor extremo."


Es probable que todas las afirmaciones de Alhami sean ciertas. En mi libro The Guantánamo Files, escribí sobre él (identificándolo, como había hecho el Pentágono, como Rafiq al-Hami), señalando, a partir de la transcripción de su tribunal en Guantánamo, que declaró que había estado trabajando en restaurantes en Alemania, y que había viajado a Pakistán en 1999 para estudiar con la vasta organización misionera Jamaat-al-Tablighi.

Hablando de sus experiencias antes de su traslado a Guantánamo, Alhami explicó: "Estuve en ... prisión[es] afgana[s], pero los interrogatorios los hacían los estadounidenses. Estuve allí alrededor de un año, trasladándome de un lugar a otro". Añadió que una de las prisiones era la "Prisión Oscura", cerca de Kabul, conocida sobre todo por la historia del residente británico Binyam Mohamed, liberado de Guantánamo hace dos meses, que pasó allí cuatro o cinco meses tras haber sido torturado durante 18 meses en Marruecos. Ya he descrito anteriormente la "Cárcel Oscura" como "una mazmorra de tortura medieval con el añadido de música y ruido a un volumen desgarrador, que se introducía en las celdas las 24 horas del día", basándome en relatos de prisioneros que estuvieron allí recluidos, entre ellos Binyam Mohamed, que describió su estancia allí como "los peores días de su cautiverio", peores que los 18 meses en Marruecos, donde los torturadores interpuestos de la CIA le rebanaban regularmente los genitales con una cuchilla de afeitar.

Alhami, que tenía 33 años cuando fue detenido, declaró ante el tribunal que fue torturado durante tres meses en la "Cárcel Oscura", donde, según dijo, "me amenazaron. Me dejaron fuera toda la noche en el frío... Pasé dos meses sin agua, sin zapatos, en la oscuridad y en el frío. Hubo oscuridad y música alta durante dos meses. No me dejaron rezar... Estas cosas están documentadas. Las tienen ustedes".

Sometido a tortura desde Irán

Sorprendentemente, la demanda de Alhami revela que en realidad fue capturado en Irán y trasladado a la custodia de la CIA mediante un acuerdo entre los gobiernos estadounidense e iraní que nunca se ha explicado. Además, no fue el único. Aunque no pude identificar su país de captura mientras investigaba The Guantánamo Files , pude establecer que al menos otros cuatro prisioneros capturados en Irán también habían estado recluidos en la "Prisión Oscura", y describí las historias de dos de estos hombres como sigue:

    Wisam Ahmed, jordano de 25 años (liberado de Guantánamo en abril de 2004), regentaba una tienda de ropa en Jordania y viajaba todos los años a Pakistán con un grupo religioso. Tras casarse en 2000, decidió llevar a Pakistán a su esposa y a su hijo recién nacido para su visita en agosto de 2001. En diciembre, viajaban en autobús de regreso a casa cuando fueron detenidos en un puesto de control en Irán, y Ahmed -bajo sospecha "porque asociaron [mi] tocado con Al Qaeda y debieron pasar por alto el hecho de que también era mi traje nacional"- fue detenido. Trasladado a Afganistán el 1 de marzo de 2002, fue recluido en la "Prisión Oscura", en [lo que él describió como] "condiciones inimaginables que no pueden tolerarse en una sociedad civilizada", y pasó 77 días en una habitación que "estaba tan oscura que no podíamos distinguir las noches de los días. No había ninguna ventana y no vimos el sol ni una sola vez en todo el tiempo". Después fue trasladado a otra prisión secreta -la "Prisión Número Tres"-, donde la comida era tan mala que perdió una importante cantidad de peso, y posteriormente fue trasladado a Bagram, donde, en los 40 días anteriores a su traslado a Guantánamo, fue amenazado con perros, obligado a ver vídeos de torturas e intimidado de otras formas: "solían encender una sierra eléctrica y mientras serraban oíamos gritos de agonía. Pensaba que tarde o temprano me cortarían en pedazos".

    Walid al-Qadasi, yemení de 22 años (transferido a custodia yemení desde Guantánamo en abril de 2004), también fue capturado en Irán y trasladado a Afganistán en enero de 2002. Describiendo su estancia en [una prisión que identificó como] la "prisión oscura" [pero que probablemente era otra prisión secreta], dijo: "Los estadounidenses nos interrogaron en nuestra primera noche, que acuñamos como 'la noche negra'. Nos cortaron la ropa con unas tijeras, nos dejaron desnudos y nos hicieron fotos antes de darnos ropa afgana para ponernos. Después nos esposaron las manos a la espalda, nos vendaron los ojos y empezaron a interrogarnos... Me amenazaron de muerte, acusándome de pertenecer a Al Qaeda". Tras este interrogatorio inicial, dijo, "nos metieron en una celda subterránea de unos dos por tres metros. Éramos 10 en la celda. Pasamos tres meses en la celda. No teníamos sitio para dormir, así que teníamos que alternar... Hacía demasiado calor en la celda, a pesar de que fuera la temperatura era gélida (había nieve), porque la celda estaba abarrotada". Añadió que sólo les daban de comer una vez al día, que la música alta se utilizaba como "tortura" y que uno de sus compañeros "se volvió loco", y señaló que, cuando se permitía la visita de representantes de la Cruz Roja, los presos más gravemente perturbados eran trasladados en secreto a otra celda prohibida.

Como se desprende claramente de estos relatos, ambos hombres fueron claramente sometidos a tortura en instalaciones gestionadas por la CIA entre enero y mayo de 2002 (tres meses antes de que se publicaran los memorandos del OLC) y, además, muchos más prisioneros que también acabaron en Guantánamo también fueron recluidos y torturados en la "Prisión Oscura" durante el mismo periodo de tiempo. Muchos de estos hombres fueron capturados tras la campaña de Tora Bora, cuando las fuerzas estadounidenses permitieron que Osama bin Laden y otros altos cargos de Al Qaeda y los talibanes escaparan a Pakistán, y uno de ellos, Mohammed Khusruf, un yemení de 60 años, declaró ante su tribunal que, tras ser capturado, él -y un número indeterminado de prisioneros heridos- fue trasladado de una cárcel de Jalalabad a "una prisión subterránea" de Kabul, donde "nos interrogaban y nos golpeaban".

Sin excusas para evitar el procesamiento

No sé usted, pero según mi lectura de esta historia, varios de los funcionarios de más alto rango de la administración Bush necesitan ser llevados ante los tribunales lo antes posible, y ser confrontados con la evidencia de que, hasta ocho meses antes de que se aseguraran una hoja de parra legal para su abominable viaje al "Lado Oscuro", ya habían autorizado la tortura en varias prisiones secretas de Afganistán.

Alegarán, sin duda, que todo lo que ocurrió estaba supuestamente cubierto por el "memorando de notificación" emitido a la CIA por el presidente Bush el 17 de septiembre de 2001, que autorizaba a la agencia, en los términos más amplios posibles, a "capturar, detener e interrogar a sospechosos de terrorismo". Si esto es así, es evidente que no había necesidad de persuadir a los abogados de la OLC para que idearan todas sus contorsiones jurídicas posteriores para justificar el uso de la tortura. Sin embargo, como se desprende claramente de las palabras de Dick Cheney, citadas al principio de este artículo, los dictámenes del Departamento de Justicia de agosto de 2002 eran esenciales para que la administración "supiera dónde estaban las líneas claras que no se podían cruzar", y sin ellos Cheney y sus colegas eran nada menos que torturadores sin escrúpulos, que operaban al margen de la ley.


 

¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.

 

¡El mundo no puede esperar!

E-mail: espagnol@worldcantwait.net