Horror incomprensible: La cifra realista de muertos en
Gaza es de 186.000, pero podría llegar a 600.000
11 de julio de 2024
Andy Worthington
Expertos médicos, en una carta a The Lancet, han roto por fin el silencio de la
comunidad médica respecto a las muertes causadas por el genocidio de Israel en
Gaza, añadiendo una estimación del número de muertes indirectas al número
confirmado de muertes directas, indicando que el número total mínimo de
víctimas mortales será de 186.000.
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Muchas gracias a tres expertos médicos, la investigadora científica Rasha Khatib, el profesor Martin McKee y
el profesor Salim Yusuf,
que por fin han roto el silencio de la clase médica mundial sobre el verdadero
número de víctimas mortales del ataque genocida de Israel contra la Franja de
Gaza, que ya va por su décimo mes, señalando, en correspondencia publicada en The
Lancet, una de las revistas médicas académicas más respetadas del
mundo, que, según una estimación conservadora, es probable que el número total
de víctimas mortales sea de al menos 186.000, y tal vez mucho mayor.
La evaluación de los expertos se basa en multiplicar por cinco las muertes
directas conocidas del brutal ataque sin precedentes de Israel contra los casi
2,4 millones de habitantes de la Franja de Gaza (2.375.259, en 2022), que,
según la opinión general, son unas 37.000 (37.396, a 19 de junio, según el
Ministerio de Sanidad de Gaza), para incluir las muertes indirectas que, como
se ha establecido mediante investigaciones detalladas de los conflictos armados
desde la década de 1990, siempre superan con creces a las muertes directas.
La principal fuente de los expertos para las muertes indirectas en tiempo de
guerra parece ser el informe "Carga Global
de la Violencia Armada" de la Secretaría de la Declaración de Ginebra,
publicado en 2008 después de que 42 Estados adoptaran la Declaración de Ginebra
sobre Violencia Armada y Desarrollo al término de una cumbre ministerial
celebrada en junio de 2007, en la que "se reconoc[ía] que la lucha contra
la lacra mundial de la violencia armada y las perspectivas de desarrollo
sostenible están estrechamente vinculadas".
Como afirmaba el informe (p. 32), "El impacto letal de la guerra moderna va
mucho más allá del número de soldados y civiles que mueren violentamente en
combates armados o enfrentamientos... Los conflictos armados generan una serie
de impactos letales pero indirectos en las comunidades, más allá del número de
personas muertas en batalla o combate. A corto plazo, las víctimas indirectas
de los conflictos armados mueren por diversas causas específicas, normalmente
por enfermedades fácilmente prevenibles como la disentería o el sarampión, o
por hambre y malnutrición. Estas muertes son el resultado de la pérdida de
acceso a la atención sanitaria básica, alimentos y refugio adecuados, agua
potable u otras necesidades vitales... Estas víctimas indirectas de la guerra
no mueren de forma violenta. Pero, desde un punto de vista humano, moral y
político, la distinción entre una muerte violenta y no violenta es irrelevante.
Lo único que importa es que murieron varias personas que, de otro modo, habrían
vivido si la violencia armada no hubiera asolado sus comunidades."
En un pasaje crucial, el informe afirmaba: "En la mayoría de los conflictos
desde principios de la década de 1990 de los que se dispone de buenos datos, la
carga de muertes indirectas fue entre tres y 15 veces superior al número de
muertes directas".
Utilizando estos multiplicadores en relación con Gaza, los expertos optaron por adoptar
una estimación relativamente baja de las muertes indirectas: cuatro veces el
número de muertes directas, lo que hace un total de 186.000 (7,9% de la
población total). Sin embargo, si hubieran tomado el ejemplo más extremo, de 15
veces el número de muertes directas, el total sería de casi 600.000 (casi una
cuarta parte de la población).
Como señalan los expertos en su carta, "se espera que el número total de
muertos sea elevado dada la intensidad de este conflicto; la infraestructura
sanitaria destruida; la grave escasez de alimentos, agua y refugio; la
incapacidad de la población para huir a lugares seguros; y la pérdida de
financiación del OOPS [Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones
Unidas], una de las pocas organizaciones humanitarias que siguen activas en la
Franja de Gaza".
Cabe destacar también que se prevé que la mayoría de estas muertes sean civiles. De
las muertes directas registradas hasta la fecha, el Observatorio
Euromediterráneo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, que ha incluido en
sus cifras a las personas sepultadas bajo los escombros, calcula que el 90% de los muertos
eran civiles, una estimación más realista que las afirmaciones israelíes,
realizadas en febrero, de que en ese momento había matado a 10.000 combatientes
de Hamás. Como informó
entonces la BBC, existían "dudas" sobre si Israel era "capaz de
separar a los combatientes de los civiles ordinarios".
Citando a expertos "preocupados por la posibilidad de que las IDF estén contando
como combatientes a algunos no combatientes por el mero hecho de formar parte
de la administración del territorio dirigido por Hamás", la BBC citó a
Andreas Krieg, profesor titular de estudios de seguridad del Kings College de
Londres, quien afirmó que "Israel adopta un enfoque muy amplio de la
"pertenencia a Hamás", que incluye cualquier afiliación a la organización,
incluidos funcionarios o administradores".
Obviamente, no hay forma de saber el número exacto de muertos hasta que Israel ponga fin a
su genocidio y comience el horrible trabajo de localizar a los muertos no
contabilizados, pero no se puede sobrestimar la importancia de la carta de los
expertos. Aunque el analista político estadounidense Ralph Nader propuso
por primera vez en marzo un número de muertos de "al menos 200.000
palestinos", pocos comentaristas lo recogieron y, como se señala al
principio de este artículo, los tres expertos que escribieron esta carta a The
Lancet (y los editores de The Lancet, que reconocieron su importancia) son dignos
de elogio por tratar de ampliar nuestra comprensión del alcance
imperdonablemente colosal del genocidio de Israel al tener en cuenta las
muertes indirectas.
Esto es especialmente cierto dada la magnitud de la destrucción de Gaza por parte de
Israel, que en muchos sentidos representa la máxima y deliberada imposición del
"hambre y la malnutrición" y de las "enfermedades fácilmente
prevenibles" identificadas por la Secretaría de la Declaración de Ginebra,
como "resultado de la pérdida de acceso a la atención sanitaria básica, a
alimentos y alojamiento adecuados, a agua potable o a otras necesidades vitales".
En Gaza, "la pérdida de acceso a la atención sanitaria básica" se ha
llevado a cabo con el máximo efecto destructivo mediante la destrucción casi total
de todos sus hospitales e instalaciones sanitarias, mientras que la vivienda
adecuada se ha erradicado casi por completo no sólo mediante la destrucción de
viviendas a una escala sin precedentes, sino mediante las consiguientes órdenes
de evacuación forzosa que han obligado a casi toda la población a abandonar sus
barrios y a vivir en tiendas improvisadas en las denominadas "zonas
seguras" que han resultado no ser seguras en absoluto y donde, por
supuesto, no hay instalaciones de saneamiento ni alcantarillado.
En cuanto a los alimentos y el agua, ambos se han visto gravemente restringidos,
hasta el punto de la inanición y de las enfermedades generalizadas contraídas
por tener que beber agua contaminada, por el "asedio total" que el
ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, impuso poco después de los ataques a
Israel por parte de Hamás y otros militantes el 7 de octubre. Esta misma
semana, expertos de la ONU emitieron un comunicado
de prensa en el que afirmaban no tener "ninguna duda de que la
hambruna se ha extendido por toda la franja de Gaza".
El "asedio total" se ha mantenido en una medida sorprendente desde
entonces y, a través de la prohibición israelí de suministros médicos y
combustible, también ha condenado a casi todas las personas con algún tipo de
problema de salud preexistente a un futuro incierto, si no a una muerte segura.
Resulta alarmante que, incluso después de tantos meses de matanzas grotescas y
sin precedentes retransmitidas en directo, el cerco de Israel sobre Gaza se
haya estrechado aún más en los últimos meses, desde que se cerró el paso
fronterizo de Rafah con Egipto, impidiendo la entrega de casi cualquier tipo de
suministros e impidiendo también a las agencias de ayuda organizar la
evacuación de bebés, niños y adultos gravemente enfermos a centros sanitarios
de otros países.
Como resultado de todo lo anterior, parece razonable suponer que la estimación de
muertes indirectas realizada por los expertos es baja, y que deberíamos esperar
que el total real se sitúe en varios cientos de miles.
La indiferencia occidental, incluso ante la mesiánica intención genocida de
los colonos israelíes de extrema derecha
Lamentablemente, los medios de comunicación occidentales apenas se han dignado a comentar la
carta de The Lancet, y sólo la MSNBC se ha dignado a informar sobre
ella, en una decente
valoración de la "bloguera de noticias de última hora"
Clarissa-Jan Lim.
Esta falta de interés sigue una pauta establecida en los primeros meses del
genocidio israelí, cuando, como informó Lim, "las agencias gubernamentales
israelíes... acusaron al Ministerio de Sanidad de Gaza, dirigido por Hamás, de inflar
el número de muertos". El presidente Joe Biden también
sugirió en un momento dado que esas cifras no eran creíbles. Sin embargo,
grupos de derechos humanos, organizaciones
de noticias e incluso los servicios
de inteligencia israelíes han considerado anteriormente que las cifras del
Ministerio de Sanidad son en gran medida exacta."
En su carta, los expertos también abordaban las alegaciones israelíes de cifras
infladas, señalando que, aunque impugnadas por Israel, "han sido aceptadas
como exactas por los servicios de inteligencia israelíes, la ONU y la OMS.
Estos datos están respaldados por análisis independientes, en los que se comparan
los cambios en el número de muertes del personal del Organismo de Obras
Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (OOPS) con los comunicados por el
Ministerio, que consideraron inverosímiles las alegaciones de fabricación de datos."
Aunque gran parte de la propaganda negra de Israel se ha evaporado a medida que
avanzaba el genocidio, quienes prestan atención al conflicto saben desde hace
tiempo que ni siquiera el número directo de muertos ha sido exacto durante
muchos meses, porque se basaba en gran medida en que el Ministerio de Sanidad
cotejaba los registros existentes con las admisiones hospitalarias, y era
imposible continuar con exactitud después de que las oficinas administrativas y
los hospitales fueran atacados y destruidos sin piedad. A finales de febrero,
por ejemplo, la estimación del Ministerio de Sanidad era de 30.035, pero es
francamente inconcebible que sólo haya muerto 7.000 personas en los cuatro
meses de matanza transcurridos desde entonces.
Mientras continúan las atrocidades de Israel -que recientemente atacó
cuatro escuelas que albergaban a personas desplazadas, sin ningún argumento
posible de necesidad militar, y ayer ordenó
a toda la población superviviente de la ciudad de Gaza que evacuara
sus hogares- es imperativo que no se ignore -o, lo que es peor, se insulte
y se menosprecie- la evaluación extremadamente razonable y fundamentalmente
indiscutible de los expertos médicos sobre el número de muertos, o, lo que es
peor, insultada y degradada como se ha hecho en todos los medios de
comunicación israelíes, con, por citar sólo un ejemplo, el Jerusalem Post
gritando que se trata de un "libelo de sangre", y calificando la
cifra de 186.000 de "difamatoria"."
¿Piensan los israelíes -y, por extensión, sus todavía resueltos partidarios y
facilitadores en Occidente- que pueden ocultar para siempre la magnitud de sus
crímenes de guerra y contra la humanidad? ¿Piensan de algún modo que pueden
aplazar indefinidamente el día del juicio final, cuando la matanza termine y la
comunidad internacional pueda acceder a las ruinas de la Franja de Gaza para
descubrir por fin el alcance de sus mentiras y de su genocidio?
Como afirman los expertos médicos en la conclusión de su carta: "Es esencial un
alto el fuego inmediato y urgente en la Franja de Gaza, acompañado de medidas
que permitan la distribución de suministros médicos, alimentos, agua potable y
otros recursos para las necesidades humanas básicas. Al mismo tiempo, es
necesario registrar la magnitud y la naturaleza del sufrimiento en este
conflicto. Documentar la escala real es crucial para garantizar la
responsabilidad histórica y reconocer el coste total de la guerra."
También es un requisito legal", añaden. Las medidas
provisionales establecidas por el Corte Internacional de Justicia en enero
de 2024 exigen que Israel "adopte medidas eficaces para impedir la
destrucción y garantizar la conservación de las pruebas relacionadas con las
denuncias de actos comprendidos en el ámbito de aplicación de... la Convención
sobre el Genocidio".El Ministerio de Sanidad de Gaza es la única
organización que cuenta los muertos. Además, estos datos serán cruciales para
la recuperación posbélica, la restauración de infraestructuras y la
planificación de la ayuda humanitaria."
Al igual que Auschwitz y otros campos de exterminio nazis, la verdad sobre el
colosal campo de exterminio que Israel ha creado en la Franja de Gaza debe
acabar saliendo a la luz. La única otra opción -si Israel está decidido a
ocultar su genocidio para siempre- es que cumpla los sueños de sus más
desquiciados partidarios del genocidio, los colonos de extrema derecha que
incluyen a dos ministros del gobierno, Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, y a
la fanática líder de los colonos Daniella Weiss, aislándose completamente del
resto del mundo y exterminando no sólo a toda la población palestina de la
Franja de Gaza, sino también a toda la población palestina de Cisjordania y
Jerusalén Este.
Los asesinos de masas más mesiánicos y desquiciados de Israel no dicen esto en voz
alta -hablando generalmente de "migración
voluntaria" para las audiencias occidentales, aunque ningún país esté
preparado para aceptar una afluencia de refugiados palestinos- pero es lo que
quieren, y de lo que hablan cuando no están controlados, y si, en algún oscuro
futuro en el que Occidente siga sin poner freno a los peores impulsos de la
extrema derecha israelí, siguiéndoles enviando armas incluso cuando su economía
se derrumba y el resto del mundo les trata como a un Estado paria, esta gente,
entre los más malvados que han pisado la tierra, seguirá persiguiendo su sueño
ensangrentado hasta su conclusión lógica: el borrado de 5.3 millones de
palestinos, lo que finalmente confirmaría que rivalizan con Hitler en su
intención genocida.
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