Gaza: la normalización del genocidio
a través de la completa complicidad del oeste y su colonización por parte de Israel
25 de octubre de 2024
Andy Worthington
Activistas en la Marcha Por Palestina en Londres el 2 de febrero del
2024. (Foto: Andy Worthington).
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Por un año y tres semanas, todas las personas decentes del mundo han estado en shock y perturbadas, en una magnitud sin precedentes en
nuestras vidas, por la intensa furia genocida desencadenada por el estado de
Israel contra 2.3 millones de palestinos viviendo en la Franja de Gaza, la
“reserva” del tamaño de Chicago, a la cual fueron restringidos en 1948,
mientras que el naciente estado de Israel, en su orgía de extraordinaria
violencia empapada en sangre, incautaron lo que, por siglos, había sido la
tierra palestina.
A lo largo de un año y tres semanas, hemos tenido que ver, con impotencia, a Israel revisitando el intento genocida mesiánico que
lanzó por primera vez en una manera sin restricción, hace 76 años, cuando borró
ciudades palestinas, pueblos y aldeas, asesinando a 15,000 civiles y expulsando
a otros 750,000 basado en el absurdo reclamo histórico y seudo religioso de la
tierra, de hace más de 2,000 años. Contextualizando esta absurdidad, algunos
comentadores han señalado que las acciones de Israel eran el equivalente a los
italianos reclamándole a Inglaterra porque fue conquistada por sus ancestros,
los romanos, hace 2,000 años.
Esta violenta supremacía ha respaldado las acciones del estado de Israel desde entonces. A través de los largos años desde 1948,
Israel se ha negado a considerar seriamente en alguna ocasión que debería compartir
esta peleada tierra con aquellos que la llaman “hogar”. A aquellos expulsados —
a campos de refugiados en países vecinos — les prohibieron el derecho de
regreso (a pesar de haber un acuerdo con la ONU desde el inicio), aquellos en
Israel tuvieron que luchar por años sólo para establecer su derecho a existir
como ciudadanos de segunda clase, mientras que aquellos en Gaza y en
Cisjordania han sido persistentemente objeto de marginación, división, aislamiento
y depredación persistente. Israel dice, irrisoriamente, ser “la única
democracia en el Medio Oriente”, cuando la realidad objetiva es que es un
proyecto de ocupación europeo forzando un sistema repulsivo de apartheid.
Tanto en Gaza con en Cisjordania, las condiciones para cualquier tipo de vida tolerable han sido particularmente erosionadas en el S.
XXI — en Cisjordania a través del enorme muro, puntos de revisión y la
fragmentación continua del territorio palestino para facilitar la expansión de
las colonias israelíes y, en Gaza, a través del bloque total de tierra, aire y
mar que fue impuesto en el 2007, en donde Israel controla cada aspecto de la
entrada y salida de productos y personas, que llevó, precisamente a que toda la
franja sea descrita como una “prisión
al aire libre”.
En contraste con los palestinos, aquellos que los oprimen no tienen, en su mayoría, una conexión histórica al territorio, más
allá de sus fantasías religiosas de 2000 años. Hace cien años, sólo el 10 por
ciento de la población palestina era judía y la mayoría coexistía en paz con
sus vecinos. Los agresores, cientos de miles, llegaron en su mayoría en los
años veintes y treintas, del este de Europa y Rusia, después de que los
británicos, que administraban Palestina después de la Primera Guerra Mundial,
prometieran — en lo que parece ser la promesa más letal de la historia humana —
un estado judío en Palestina para los fanáticos defensores del sionismo, un
proyecto colonialista del S. XIX con un objetivo y sólo uno: establecer, a la
fuerza, una tierra natal judía en una tierra que, inconvenientemente, le
pertenecía a otros.
Después del 7 de octubre del año pasado, cuando militantes de Hamás y otras organizaciones se “escaparon” de la “prisión al
aire libre” de la franja de Gaza y se embarcaron en un ataque breve y espantoso
de asesinatos en el sur de Israel, las compuertas a una nueva y casi
inimaginable respuesta violenta se abrió en Israel con una intensidad venenosa
no vista desde 1948.
Desde el 7 de octubre, cada restricción sobre el comportamiento salvaje y trastornado que se estableció como consecuencia de la
Segunda Guerra Mundial para intentar prevenir que las atrocidades de ese
particular conflicto — especialmente el del holocausto — volvieran a suceder
jamás ha sido triturado por Israel.
Lo que el mundo ha sido muy lento para despertarse a, sin embargo, es cómo, después de todo un año de horrores más allá de lo
imaginable — con más de cien palestinos, la mayoría civiles, asesinados cada
día, en promedio y 200 civiles, heridos cada día, muchos tan salvajemente que
Gaza ahora alberga una avalancha de niños amputados — lo que está haciendo
Israel ahora, en el norte de Gaza, es moral y legalmente incluso peor de lo que
ha estado haciendo el último año.
Para contextualizar esto, vale la pena ver cómo el asalto genocida de Israel está conformado por tres fases distintas.
La primera fase del genocidio
La primera fase, que se llevó a cabo desde octubre del 2023 a mayo de este año, consistió en sistemáticamente arrasar con la franja de
Gaza, del norte al sur, destruyendo o dejando inhabitable alrededor de dos
tercios de los hogares de los 2.3 millones de habitantes y también apuntando y
destruyendo o dejando inoperables la mayoría de sus 36 hospitales, todas sus
escuelas y universidades, mezquitas, edificios gubernamentales, suministros de
agua, caminos, fábricas, tierra para agricultura, negocios, cafés y
restaurantes…la lista podría continuar y continuar.
Todas las anteriores son, claramente, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad o acciones genocidas y, sin embargo, fueron
justificadas y apoyadas completamente por la mayoría de los líderes
occidentales basándose en que Israel tenía el “derecho a auto defenderse” y que
sus dos objetivos declarados — “erradicar Hamás” y rescatar a los 251 rehenes
secuestrados el 7 de octubre — eran tanto prácticos como legalmente
permisibles. También es destable la amnesia colectiva, con el oeste conspirando
sin reservas estar de acuerdo con Israel acerca de que los eventos del 7 de
octubre se llevaron a cabo en un vacío y no como parte de lo que, en su
momento, era una historia de 75 años de crímenes sistemáticos en contra de los
palestinos por parte de los israelíes.
En contraste, la verdad acerca del “derecho a auto defensa” de Israel fue, desde el inicio, que no se estaba defendiendo para
nada, sino que fue una venganza exacta y extraordinaria que disfrazó objetivos
incluso más profundos y obscuros. La destrucción de la infraestructura civil de
Gaza fue claramente genocida, involucrando “deliberadamente causando sobre un
grupo de palestinos condiciones de vida calculadas para destruirlos físicamente
en su totalidad o en parte”, como está definido en la Convención
de Genocidio de 1948, mientras que la intensidad de sus ataques en contra
de hogares civiles fue una clara demostración de la “intención de destruir, en
su totalidad o en parte, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, como
lo fue la consecuencia de esta destrucción sostenida — la migración forzada,
durante el año pasado, de la mayoría de la población de Gaza del norte al
centro de la Franja y al sur, a zonas humanitarias prometidas que jamás
existieron, en donde apenas subsistían en tiendas de campaña improvisadas,
rodeadas de suciedad y aguas residuales, con apenas algo de provisiones médicas
y en donde continúan siendo atacados regularmente.
Desde el inicio, Israel jamás ha dicho que existían más de 30,000 militantes en la Franja de Gaza — menos del 3% de la población
total — y, a pesar de eso, destruyeron o hicieron inhabitables más cientos de
miles de hogares a través de programas de uso de IA, que, supuestamente, les
daba objetivos precisos de cualquiera conectado con Hamás y otros grupos militantes.
Genocidio a través de programas radicales poco definidos de IA
En sorprendentes revelaciones en noviembre, sin embargo, publicadas
por la revista israelí +972 Magazine, quedó claro que esta supuesta ubicación
precisa era todo menos eso. Como lo describió la revista +972 Magazine, el
programa “puede ‘generar’ objetivos casi automáticamente a un ritmo que excede,
por mucho, lo que era posible previamente” y fue descrito por un ex oficial de
inteligencia como una “fábrica de asesinato masiva” facilitada.
Israelís involucrados en la implementación del programa admitieron que, como
describí posteriormente, “no sólo fue utilizado para identificar las
supuestas ubicaciones de líderes senior de Hamás, también reveló supuestos
hogares de quienes apenas son ‘operativos junior de Hamás’ aprobándolos para
ser eliminados a pesar de la pérdida asociada con vidas civiles”.
Como explicó una fuente, de manera escalofriante, “Nada sucede por accidente. Cuando una niña de tres años es asesinada en su
hogar en Gaza, es porque alguien en el ejército decidió que no era un asunto
importante que fuera asesinada — que ese es el precio que vale la pena pagar
para golpear otro objetivo”.
En un artículo de
seguimiento en abril, también se reveló que “por cada operativo junior de
Hamás marcado por ‘Lavanda’ (un segundo programa de IA), era permisible
asesinar de 15 a 20 civiles”, superando reglas previas que no aceptaban que
existiera “daño colateral” durante el asesinato de supuestos militantes de bajo
rango. Las fuentes también explicaron que, “si el objetivo era un oficial
senior de Hamás con un rango de comandante de batallón o brigada, el ejército
en varias ocasiones autorizó el asesinato de más de 100 civiles para matar a un
solo comandante”, mientras que, en un operativo en especial, para asesinar a Ayman
Nofal, el comandante de Hamás de la Brigada Central de Gaza, el ejército
autorizó “el asesinato de aproximadamente 300 civiles” en el campo de
refugiados de Al-Bureij. Una cifra de bajas parecida ocurrió en junio de este
año cuando 276 civiles palestinos fueron masacrados en un
operativo de rescate de cuatro rehenes en el campo de refugiados de Nuseirat.
El artículo de la revista +972 Magazine también discutió, en profundidad, cómo al programa ‘Lavanda’ le alimentaron con
información acerca de la mayoría de los 2.3 millones de habitantes de la Franja
de Gaza, buscando señales de militancia y también supuestos detalles análogos
en la población general para que, por ejemplo, “estar en un grupo de Whatsapp
con un militante conocido, cambiando el celular cada ciertos meses o dirección
frecuentemente” fuera suficiente para convertirse en objetivo. Como explicaron
las fuentes, el programa de IA “a veces señala individuos por error, que
tuvieron patrones de comunicación similares a operativos de Hamás o PIJ — incluyendo
trabajadores de la policía o de defensa civil, familiares de los militantes,
residentes que resultaron tener un nombre o apoyo idéntico que el de un
operativo y los habitantes de Gaza que utilizaron algún dispositivo (sin saber)
que perteneció a un operativo de Hamás”.
A través de su masacre generada por IA, ninguna revisión jamás fue realizada, fallos conocidos en el sistema fueron ignorados y,
como explicó una fuente, cuando se trata de apuntarle a la gente en sus
hogares, a través de un programa asquerosamente llamado “¿En dónde está papá?” —
familias completas fueron eliminadas, muchas veces por equivocación. Como se
explicó, en varias ocasiones cuando surgieron reportes post ataques, fue claro
que el objetivo principal no estaba presente cuando fue el bombardeo. “Me
sucedió en varias ocasiones en las que atacaos una casa, pero la persona ni
siquiera estaba ahí”, dijo una fuente, añadiendo que “el resultado es que
asesinaste una familia sin razón alguna”.
Cuando ‘Lavanda’ se instaló, explicó una fuente, los programadores “utilizaron el término ‘operativo de Hamás’ libremente”, así que
“los trabajadores del Ministerio de Seguridad Interna manejado por Hamás, que
no son considerados militantes” fueron incluidos. Por extensión es fácilmente
comprensible qué tan vasto el número de objetivos evidentemente no tenían nada
que ver con la militancia de Hamás por una sencilla razón, consistentemente
ignorada en el occidente, en donde varios países han, a través de la presión
israelí, complacientemente designado a Hamás como una organización terrorista. La
realidad es que Hamás fue el gobierno local, responsable por manejar y mantener
la infraestructura civil en Gaza, con el ala militar completamente desconectada
de sus asuntos civiles.
Una vez que a la red se le permitió esparcirse tan amplia e incontrolablemente, sin embargo, todos los involucrados en el
funcionamiento de la sociedad civil podían ser descritos como miembros de bajo
nivel de Hamás — burócratas, abogados, policías, jueces, doctores, enfermeras,
maestras, profesores de universidad, ingenieros de agua, policías…nuevamente,
la lista sigue y sigue.
Crucialmente, sin embargo, incluso lo que se admitió — lo cual desgarró completamente la ley humanitaria internacional en relación a
la protección de civiles en guerra y cualquier noción de proporcionalidad —
fracasó en capturar los verdaderos horrores de las acciones de Israel.
¿Cómo, de otra manera, podemos explicar que, más allá del supuesto programa de objetivos de IA, más
de 900 familias extendidas completas — varios con más de cien personas
en total — han sido eliminadas en ataque tras ataque que destruyó manzanas
residenciales completas? Estos ataques fueron tan asombrosamente persistentes
en los primeros meses del genocidio que Robert Pape, un historiador militar
estadounidense le dijo a la Associated Press
que “Gaza es una de las campañas de castigo civil más intensas en la
historia”, que está en “el cuartil superior de las campañas de bombardeo más devastadoras”.
Por otra parte, la completa aniquilación de Gaza — más allá de cualquier noción de ataques de IA — se dejó abundantemente clara en las
declaraciones genocidas que se derramaron de Israel desde el principio, cuando
los oficiales senior hicieron un llamado para que toda la población de Gaza
fuera referida como objetivo militar legítima. En octubre 13 del 2023, el
primer ministro israelí Isaac Herzog, públicamente declaró que “una nación
entera allá afuera es responsable. No es cierta esta retórica acerca de que los
civiles no saben, que no están involucrados” y, el 28 de octubre, el ex
ministro de defensa Avigdor Lieberman declaró que “no existen civiles inocentes
en Gaza”.
La única concesión otorgada en relación a la inocencia vino cuando, en febrero, en la televisión israelí, el ex oficial de Mossad Rami
Igra hizo la
bizarra declaración de que “En Gaza, todos están involucrados. Todos
votaron por Hamás. Todos arriba de la edad de cuatro años apoyan a Hamás”,
aunque esto no significaba nada, Israel ha asesinado a un gran número de niños
más chiquitos en los siguientes meses.
Una foto de la marcha por Palestina en Londres el 11 de noviembre del
2023. (Foto: Andy Worthington).
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Además, llamados para “asesinarlos a todos” con referencia a los palestinos, se ha convertido en el nuevo himno no oficial de
Israel, como puede ser encontrado en los casi incontables números de llamados
de cada nivel de la sociedad israelí, para la exterminación de cada palestino
en la Franja de Gaza. Hace sólo dos días, en una conferencia de colonizadores
que pedían la colonización de Gaza, una joven israelí, hablando
con Sky News, que la describió como “amable, abierta, elocuente y segura de sí misma”, orgullosamente
declaró, cuando le preguntaron qué debería sucederle a los palestinos
viviendo en Gaza, que “los deberíamos asesinar a todos, hasta el último de
ellos”, añadiendo que “ y si el gobierno no lo hace, deberíamos de sacarlos. Esta
es nuestra tierra y la merecemos”.
Cómo todo esto ha sido permitido de manera indiscutible, un día, será el centro de los casos en contra de la votación nominal de los políticos
occidentales, comentaristas de los medios y de los prominentes individuos israelíes
alrededor del mundo — a menos que el mero concepto de ley humanitaria internacional, de derechos humanos fundamentales y
de rendición de cuentas por crímenes de guerra, de lesa humanidad y de
genocidio, sean destruido.
La segunda fase del genocidio
Entrando a la segunda fase del genocidio de Israel, esto ocurrió de junio a septiembre, cuando, habiendo cruzado la última “línea
roja” supuestamente puesta por los Estados Unidos — atacando Rafah, la ciudad
más al sur en la Franja de Gaza — Israel se encontró con uno de los obstáculos
más inamovibles en todos sus planes — su frontera con Egipto, que, neciamente,
el gobierno egipcio se ha negado a abrir, como la única política alternativa a
la política estable de la exterminación por parte de Israel: la expulsión de
toda la población restante de la Franja de Gaza al desierto de Sinaí.
Fue a este punto que la disidencia dentro del gobierno israelí finalmente surgió, mientras Yoav Gallant, el ministro de defensa y Benny
Gantz, político de la oposición, ambos miembros, junto con Netanyahu, de un
gabinete de tres convocado después del 7 de octubre, abiertamente criticara a
Netanyahu por no tener un plan coherente para “un día después” en Gaza. Gantz renunció
del gabinete de guerra el 9 de junio y las otras preocupaciones militares
fueron expuestas a través de reportes en
los medios israelíes acerca de que “oficiales senior del IDF están preocupados
por cómo la falta de una alternativa a Hamás (gobierno post guerra) estaba
forzando al IDF a regresar y pelear en áreas en donde afirmaban que Hamás ya
había sido derrotado”.
Mientras el IDF se vio metido en la guerra de guerrillas y desplazó palestinos a donde ya eran desplazados nuevamente
mientras el ejército respondió a actividad de reagrupación de Hamás declarando
nuevas zonas militares y emitiendo nuevas órdenes de evacuación (en algunas
ocasiones ordenándoles a las personas que se regresaran a los lugares de donde
venían), la masacre de civiles, fundamentalmente sin objetivo, a través de
bombardeos, redadas, francotiradores y quadcopters continuaba, aunque, detrás
de bambalinas, una nueva, más letal y depravada solución a lo que parecía, en
muchos sentidos, un punto muerto militar, estaba siendo discutida, pavimentando
su camino a lo que se desplegó ahora: “un genocidio dentro de otro genocidio”
que — extraordinariamente, después de un año de atrocidades inimaginables —
está sondeando nuevas profundidades de la perversión humana.
La tercera fase del genocidio, sucediendo ahora en el norte de Gaza
La tercera fase del genocidio de Israel comenzó hace tres semanas en el norte de Gaza, y así que es profundamente perturbador y
también moral y legalmente inaceptable, que todos los reclamos de Israel acerca
de tener “el derecho de auto defenderse” y sus declaraciones hacia “erradicar
Hamás” y rescatar a los rehenes han caído, como pilares baratos, para revelar
la verdad detrás, entrevista todo este tiempo pero ahora completamente
expuesta: en realidad, lo que Israel busca, y ha buscado siempre, es nada menos
que la completa limpieza étnica, acompañada por una aplastante e indiscriminada exterminación.
Esto ha sido evidente para cualquiera que ha prestado atención de cerca a lo que Israel ha dicho y hecho desde el 7 de octubre del
año pasado, pero, para los que apoyan a Israel en el occidente, su alarmante
llamado de atención, le dio brillo a su incuestionable complicidad en cada
atrocidad que Israel ha realizado durante el último año.
El “Plan del general” propuesto el mes pasado, pero fue implementado
sin ninguna fanfarria el 1 de octubre y nombrado por el general retirado Giora
Eiland, quien lo defendió, es un llamado para la total despoblación del norte
de Gaza, en donde alrededor de 400,000 palestinos habitaban (pro lo menos el 1
de octubre), habiéndose reusado o no habiendo podido cumplir con las órdenes de
evacuación previas.
Según el “Plan del general”, nuevas órdenes de evacuación serían emitidas y, dentro de una semana, aquellos que permanezcan
serían sometidos con hambruna o ejecutados sumariamente sobre la imperdonable
base legal de que, si re reúsan a irse, podrían ser considerados legítimamente
como “terroristas” o, en un escalofriante eco de la “guerra contra el terror”,
como “enemigos combatientes”. Esta propuesta maligna, por supuesto, no tiene
ninguna base en la ley internacional, como civiles no pueden mágicamente
convertirse en combatientes si se reúsan o no pueden obedecer una orden radical
de evacuación que tiene la intención de transformar áreas civiles completas en
áreas militares.
Así como es completamente ilegal en la manera más depravada — y también porque ignora la inhabilidad de varias personas mayores
para dejar sus hogares o aquellos con condiciones médicas serias, aquellos en hospitales,
incluyendo a los gravemente enfermos o heridos, bebés prematuros conectados a
máquinas de apoyo — el plan también fue implementado en
una manera diabólica que ha colapsado todas sus supuestas etapas —
evacuación voluntaria, hambruna, ejecuciones sumarias — en una.
La hambruna vino primero, cuando cortaron todos los suministros — comida, agua, combustible y médicos — el 1 de octubre y los
asesinatos en masa y ejecuciones sumarias comenzaron días después, con apenas
la oportunidad dada para escapar y con algunos de aquellos que intentaron
hacerlo, objeto de francotiradores y quadcopters armados.
Día tras día, en
las últimas tres semanas, los civiles han sido bombardeados
implacablemente en sus hogares, las ejecuciones por parte de francotiradores y quadcopters
han continuado a extenderse, mientras otras acciones depravadas del año pasado
han resurgido — la horrenda e ilegal “guerra contra los hospitales” que fue un
sello distintivo los
primeros meses del genocidio y el cercamiento
de civiles, forzados a separarse por género, con mujeres y niños obligados
a dirigirse al sur en pie mientras que los hombres — y niños arriba de 14 años —
son filtrados, con un incontable número de desapariciones arbitrarias,
encapuchados y amarrados en caravanas de camiones, llevados las prisiones
brutales e incontables de Israel para palestinos, en donde, por lo menos 10,000
personas son detenidas en condiciones notoriamente ilegales y, en donde, como
se ha reportado repetidamente (más
recientemente por una investigación comisión de investigación de la ONU) se
ha extendido el uso de la tortura, violación y asesinato.
Una foto publicada en X el día de hoy (25 de octubre de 2024) de
doctores, enfermeros y hombres y jóvenes desplazados, separados de mujeres y
niñas, después de que el hospital Kamal Adwan fuera invadido por el IDF. La
fotografía fue publicada
por Hossam
Shabat, uno de los pocos periodistas sobrevivientes en el norte de Gaza, quien, junto con cuatro
colegas, fue objetivo
de Israel hace dos días, a través de un desplegado de
prensa que falsamente declaró que todos habían trabajado previamente como
“terroristas” para Hamás o el Yihad Islámico de Palestina.
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Estos horrores finalmente están comenzando a levantar las más pequeñas ondas de preocupación en los gobiernos occidentales, porque es tan
obvio que lo que está sucediendo destruye el engaño de los propósitos de
Israel, que no son otra cosa más que limpieza étnica y exterminación.
Israel estuvo previamente al tanto de que cualquier intento de reclamar de manera permanente la tierra de la Franja de Gaza como
suya cruzaría una particular y evidente “línea roja” — en especial, las
resoluciones repetidamente aprobadas por las Naciones Unidas confirmando que
Gaza (y Cisjordania y Jerusalén) constituían el Territorio Palestino Ocupado y,
como fue confirmado
en una innovadora opinión de la Corte Internacional de Justicia en julio, que
cada aspecto de su ocupación es ilegal.
Como resultado, a través del primer año de sus implacables ataques contra Gaza, Israel se ha rehusado a definir sus
aspiraciones más profundas y a largo plazo, pero ahora todo está saliendo a la luz.
Aunque el “Plan de Generales” proponía crear una “zona militar cerrada” en el norte de Gaza, esta semana, colonizadores — representados
por los ministros abiertamente de extrema derecha en el gobierno de Netanyahu, Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich
y la matriarca colonizadora fanática Daniella Weiss —
mantuvieron una conferencia de dos días a las afueras de la Franja de Gaza, en
la cual dejaron claro lo que está detrás del plan: la colonización del norte de
Gaza y la creación de colonias israelíes.
Preocupaciones acerca de la limpieza étnica también comienzan a reverberar en el occidente en relación a Líbano, una nación
soberana que Israel empezó a atacar el 23 de septiembre, utilizando su manual
de Gaza para destruir
barrios completos y atacando
hospitales bajo la misma base falsa de atacar objetivos militares (esta vez
en conexión con Hezbollah en lugar de Hamás) forzando la evacuación de más de un millón de
personas y, mientras esparcían terror en las ciudades, incluyendo la
capital, Beirut, enfocándose específicamente, en términos de limpieza étnica,
sobre todo el sur de Líbano, con el mismo objetivo que en Gaza, de despoblarlo
y después reclamarlo, ocuparlo y establecer colonias israelíes.
La amenaza para todos
Con el occidente ahora en la mira, mientras su indulgencia de los horrores impronunciables de Israel, por un año entero, bajo
la base falsa de la auto defensa, ahora ha sido completamente expuesto como una
farsa, ha llegado el tiempo de reflexionar sobre cómo esto ha sido
supuestamente justificado por un solo día de resistencia armada y cómo está
minuciosamente rota la noción de que estos ataques ocurrieron de la nada.
Nunca en la historia, una matanza de un día por parte del ala del ejército de gente oprimida había causado que todo el occidente se
uniera en respaldar, apoyar y armar incondicionalmente una respuesta genocida
de esta severidad tan extrema, sólo para que se revelara, eventualmente, que,
todo este tiempo, no era nada más que un proyecto colonialista europeo que
involucra la limpieza étnica o la exterminación de una población entera.
Los líderes occidentales se vieron atrapados en la histeria manufacturada alrededor de falsas
afirmaciones de 40 bebés decapitados y violaciones masivas y sistémicas o
quedarse atrapados en la emoción de los asesinatos masivos de musulmanes (como
con la visita
de Netanyahu al congreso en julio cuando le dieron la bienvenida como el
héroe más grande dela historia humana) que ignoraron completamente el contexto
letal. Los eventos del 7 de octubre no sucedieron de la nada, llegaron después
de 75 años de agresión unilateral (de parte de Israel) en los cuales Gaza fue
bombardeada regularmente y atacada con acciones enfermamente descritas por Israel
como “podando el pasto” en las que, por los últimos 15 años, 20 palestinos han
sido asesinados por cada israelí (alrededor de 6000 contra 300).
Esto nunca se trató de Hamás o de los rehenes, se trató de la venganza final sobre el pueblo que Israel se dedicó tan
asiduamente, por 76 años, en silenciar y forzar al despreciable desamparo, a
asesinar a los más posibles y después a tomar el control de su tierra.
Y, sin embargo, mientras la limpieza étnica sistémica o exterminación de 400,000 personas en el norte de Gaza está siendo
alarmantemente expuesta, los líderes del occidente — y, particularmente, los
medios occidentales — continuaron
a satisfacer los alegatos evidentemente risibles de Israel de que cada uno
de los bombardeos, cuyo único propósito ha sido ya expuesto, claramente se ha
revelado como pretexto para la exterminación masiva de civiles, estaba
destinado a eliminar objetivos militares, una persistente y perniciosa mentira
que debería haber sido irrevocablemente desacreditada.
El cuerpo internacional que supuestamente es capaz de ponerle un alto a lo que Israel está haciendo — las Naciones Unidas, cuya
fundación se supone que la prevención de otro holocausto — se ha visto envuelto
en un acto en sí incapaz, más que nada por el poder del veto de los Estados
Unidos, uno de cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU,
quien, como los supuestos “ganadores” en la Segunda Guerra Mundial, se
otorgaron el derecho de anular la voluntad de la mayoría.
El Consejo de Seguridad es el único cuerpo de la ONU que puede imponer acción — implementando sanciones, por ejemplo, o
estableciendo una fuerza de paz — pero, bloqueado por los EE. UU, no tiene
poder alguno, incluso después de que su corte, la Corte Internacional de
Justicia (ICJ) concluyera, en enero, que Israel estaba
involucrado en un “posible genocidio” en Gaza y emitiera medidas
provisionales para abordar las atrocidades que aumentaban, mismas que fueron completamente
ignoradas por Israel; que, decidió lanzar una
guerra de propaganda divisoria en contra de la UNWRA, la agencia de la ONU
responsable por brindarle ayuda a los palestinos, acusándola de haber sido
infiltrada por miembros de Hamás involucrados en los ataques del 7 de octubre,
en otra mentira más sin fundamentos que, sin embargo, se alió entusiastamente
con los medios occidentales y los líderes políticos corrieron a quitarle los fondos.
Con la ONU sin poder, la responsabilidad para detener el genocidio queda en los países poderosos que apoyan a Israel — principalmente
Estados Unidos, pero también Alemania, el Reino Unido y otros países occidentales.
Todos, sin embargo, han permitido — o acogido voluntariamente — la colonización por parte de Israel de su política exterior,
con el único propósito de apoyar y defender a Israel, sin importar lo bárbaro
de sus acciones, para darle armas y asistencia militar y continuar haciéndolo,
aunque eso destruya la mera existencia de la ley humanitaria internacional,
regresándonos a un mundo en el que sólo el poder hace el bien.
Nuestros líderes le están abriendo la puerta a tal depravación, a diferencia de después de la Segunda Guerra Mundial cuando los
oficiales senior sobrevivientes responsables por el holocausto de los nazis
fueron enjuiciados y encontrados culpables, que, en esta ocasión el holocausto de
Israel de los palestinos no sólo no será castigado, será celebrado y dará
un escalofriante modelo para futuros conflictos, especialmente aquellos que
involucran cualquier tipo de resistencia armada hacia la opresión occidental o
apoyada por el occidente y llevará a una permanente erosión de la libertad de expresión, el derecho a protestar y el
derecho a disentir en el occidente.
Como dijo Craig Mokhiber, el ex oficial de la ONU que renunció en los primeros días del genocidio, en protesta por la impotencia de
la comunidad internacional en prevenir las acciones de Israel, recientemente en
X, “Israel y sus representantes están creando un modelo para el S. XXI
destruyendo los límites de lo que es un comportamiento aceptable. Si la tortura
sistémica, las ejecuciones sumarias, las masacres, asesinato de niños,
doctores, periodistas, humanitarios y todos los civiles son aceptables, si la
ley internacional ya no tiene efecto alguno, si el apartheid y el genocidio
están bien, estamos en problemas”.
Añadió que “Los representantes de Israel también están
erosionando la libertad de expresión y derechos humanos a través del occidente”
y concluyó declarando que “ciento noventa y tres gobiernos están observando. No
se engañen. Puedes ser el siguiente. Aislen el regimen
de Israel. Arresten a sus líderes. Envíen una fuerza de protección. Detengan esto aquí y ahora”.
David Miller, un académico británico que ganó un importante caso de trabajo en el Reino Unido este año, cuando, después de haber
sido despedido de la Universidad de Bristol por supuesto anti semitismo, un
tribunal encontró que fue despedido injustamente y sujeto a discriminación
porque “sus creencias anti sionistas califican como filosóficas y como
características protegidas” bajo la Sección 10 de la Ley de Equidad del 2010,
recientemente explicó las líneas de batalla de manera más clara. En una publicación
en X escribió cómo el Estado de Israel — bajo su gobierno sionista — ha
convertido el mundo entero en una zona de guerra.
Como lo describió, “la guerra en el Levante no tiene fronteras, porque el sionismo no las tiene. Así que, cuando tú, en el Reino
Unido, Francia o Alemania, tienes mezquitas que están siendo cerradas y hogares
musulmanes siendo redados y académicos despedidos y periodistas arrestados por
la policía “anti terror”, eso está siendo hecho directamente para el Estado de
Israel. Tu Estado está en guerra contigo porque el Estado de Israel lo está. Y
los soldados de Sion han penetrado el establecimiento de seguridad de tu Estado
para hacer su política, penetrado los medios para hacerte un enemigo público,
penetrado los partidos políticos para crear soldados extremistas que ejecutarán
sus estrategias en el gobierno”.
Miller le pidió a toda la gente con mente clara en el occidente que reconozca esto y que “se despierte del estupor de la negación
para aceptar que existe una guerra global, marxista y de eliminación que se
está peleando en contra del islam y los musulmanes (y todos sus disidentes de
la supremacía judía) por parte del Estado de Israel”.
Como añadió, “Entender que el movimiento sionista y los supremacistas judíos en general luchan esta guerra ocupando instituciones,
ya sean las del estado o grupos activistas locales o tu consejo o incluso tu
mezquita. No se trata sólo del ‘lobby’ y los megas donadores. La guerra va todo
el camino, calle por calle, en toda Europa. En donde encuentres supremacistas judíos,
encontrarás la guerra. Confróntala en donde la encuentres”.
Como continuó a explicar, exhortando un paso atrás de las protestas públicas masivas que, mientras que son “simbólicas y levantaron
la moral en Palestina en los primeros días de la guerra, no hacen nada material
para prevenir el genocidio o crear la rendición de cuenta para sus
perpetradores”, es crucial reconocer que “los perpetradores de este genocidio
están alrededor de ti. Donadores al IDF u otras instituciones sionistas pueden
estar en tu calle o en tu lugar de trabajo y ciertamente en tu barrio o ciudad.
‘Beneficencias’ sionistas, que canalizan efectivo para el terrorismo sionista o
para avanzar la causa de la supremacía blanca están en las ciudades británicas
más importantes. No se les puede permitir operar como algo normal mientras
llevan a cabo este genocidio. Puede ser que nosotros en el Reino Unido no
liberemos a Palestina, pero puede ser que Palestina nos libere”.
Miller está indudablemente en lo correcto. Los efectos del apoyo de un gobierno “de hierro” hacia el vergonzoso, ilegal, asesino
régimen de apartheid de más de 76 años (llevando ahora hacia un genocidio) ha
infectado cada aspecto de nuestra vida en el occidente. Podemos decir que, si
reflexionamos sobre esto, que Hollywood, por ejemplo, rehúsa permitir que
emerja cualquier producto que humaniza a los palestinos o represente la lucha
como válida — reforzando persistentemente, al mismo tiempo, nociones de que los
judíos eran las únicas víctimas de la historia a través de películas del
holocausto nazi.
Además, es demasiado claro, de manera alarmante, que los medios más importantes del occidente son controlados por individuos que, si
no son sionistas per se, apoyan a Israel hasta tal punto — que un genocidio se
ha llevado a cabo por un año con tan poca indignación expresada en la
televisión o en nuestros periódicos que cualquiera que no ponga mucha atención
no sabe que la entidad genocida que posa como nuestro amigo está masacrando
bebés y niños con tal malevolencia y regocijo que incluso las ofrendas más
violentas de nuestra industria de entretenimiento — películas de guerra,
fantasías de distopia, todo el genero de “horror” — está siendo reemplazado por
la realidad.
Si crees que algo de lo anterior suena alarmista — o incluso, más depresivo, “anti semita” — entonces o no estás poniendo atención o
eres cómplice de los horrores más allá de la tolerancia. Nada define los
tiempos que estamos viviendo con tal claridad moral como la necesidad no sólo
de detener el genocidio de Israel sino de repudiar profundamente la base de lo
que está haciendo y la mentalidad enferma que los motiva.
Si no nos unimos para condenar estos horrores, para repudiarlos y remover de posiciones de poder e influencia a todos los dedicados
en justificarlos, el futuro se ve muy desolador. No sólo se sentirá Israel
libre de exterminar a toda la población palestina y libanesa, sino que nosotros
en el occidente nos encontramos silenciados, perdiendo nuestros trabajos o
encarcelados en un futuro de distopia en el que quadcopters armados llenan
nuestros cielos con su zumbido despiadado y cada movimiento que parezca que
establece una resistencia significativa será oprimido sin piedad.
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