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EXCLUSIVA MUNDIAL: Nuevas revelaciones sobre la tortura de Ibn al-Shaykh al-Libi

18 de junio de 2009
Andy Worthington


En exclusiva mundial, Andy Worthington, autor de The Guantánamo Files, revela nueva información, procedente de una fuente en Libia, sobre Ibn al-Shaykh al-Libi, el ex "prisionero fantasma" estadounidense que murió en una cárcel libia el mes pasado, centrándose, en particular, en las prisiones en las que estuvo recluido y en las formas en que sus interrogadores utilizaron la tortura.

Desde que el mes pasado se supo por primera vez que Ibn al-Shaykh al-Libi (cuyo verdadero nombre era Ali Abdul Hamid al-Fakheri) había muerto en una prisión libia, se ha especulado con que el periódico libio Oea, que afirmó que había muerto suicidándose, estaba encubriendo el hecho de que en realidad había sido asesinado.

Al-Libi, en su día el "prisionero fantasma" más famoso de la administración Bush, había sido el emir del campo de entrenamiento de Jaldan, en Afganistán, pero su notoriedad no se debió a sus propias actividades, sino al hecho de que, tras su captura en diciembre de 2001, fue entregado por la CIA a Egipto, donde, bajo tortura, hizo una confesión falsa de que dos operativos de Al Qaeda habían estado recibiendo información de Sadam Husein sobre el uso de armas químicas y biológicas, que posteriormente se utilizó para justificar la invasión de Irak en marzo de 2003.

La muerte de Ibn al-Shaykh al-Libi

Había varios indicios que apuntaban a que la historia de la muerte de al-Libi era sospechosa. Oea es propiedad de uno de los hijos del coronel Gadafi y, como explicó a Newsweek Hafed al-Ghwell, libio-estadounidense y destacado crítico del régimen de Gadafi, "esta idea de suicidarte en tu celda es una vieja historia en Libia". Añadió que, a lo largo de los 40 años de gobierno de Gadafi, se habían producido varios casos en los que se informó de que los presos políticos se habían suicidado, pero que "luego las familias recuperan los cadáveres y descubren que los presos habían recibido disparos por la espalda o habían sido torturados hasta la muerte".

Además, dos investigadores de Human Rights Watch se habían reunido brevemente con Al Libi en el patio de la prisión de Abu Salim de Trípoli apenas dos semanas antes de su muerte y, aunque se negó a hablar con ellos, dijeron que "tenía buen aspecto", y también se reveló en los días posteriores a su muerte que los abogados de Abu Zubaydah, otro ex "preso fantasma", que fue enviado a Guantánamo en septiembre de 2006, habían estado intentando ponerse en contacto con Al Libi como posible testigo en cualquier próximo juicio en el que estuviera implicado su cliente.

Una semana después de la muerte, Newsweek informó de que los funcionarios estadounidenses "se muestran escépticos sobre el supuesto suicidio" y que la administración Obama "está presionando al gobierno libio para que explique" la muerte de al-Libi. En declaraciones anónimas, un funcionario de la administración "familiarizado con el caso" dijo a Newsweek: "Queremos respuestas. Queremos saber qué pasó realmente aquí".

El artículo de Newsweek también explicaba que los funcionarios estadounidenses temían que la muerte de al-Libi "pudiera reabrir los interrogantes sobre el programa [de la CIA] de "entregas extraordinarias" y complicar aún más los planes del presidente de cerrar el centro de detención de Guantánamo". No tengo ni idea de cómo podría influir la muerte de al-Libi en los planes del presidente Obama de cerrar Guantánamo, pero cuando se trata de plantear preguntas incómodas sobre el programa de "entregas extraordinarias" y tortura de la administración Bush, que implicaba prisiones secretas gestionadas por la CIA y otras prisiones en terceros países, el artículo de Newsweek era ciertamente acertado.

Nuevas revelaciones sobren la tortura de Al Libi

Tras la muerte de al-Libi, han surgido detalles inquietantes sobre su detención en al menos siete lugares distintos de todo el mundo en declaraciones realizadas por una fuente dentro de Libia. Esta fuente, que desea permanecer en el anonimato por su propia seguridad y por la de su familia, ha declarado que se reunió con al-Libi en la prisión antes de su muerte, y que al-Libi le explicó lo que le había ocurrido en los cuatro años y tres meses transcurridos entre su captura y su entrega a Libia en la primavera de 2006.

La historia que al-Libi contó a esta fuente en la prisión de Abu Salim me fue relatada por el ex preso de Guantánamo Omar Deghayes, que era sólo un adolescente cuando llegó al Reino Unido en la década de 1980 procedente de Libia, donde su padre, abogado y activista sindical, había sido asesinado por el régimen de Gadafi. No puedo, por supuesto, verificar los detalles de la historia que Deghayes me contó a través de la fuente en Libia, ya que la muerte de al-Libi puso fin a cualquier posibilidad de que algún día pudiera explicar lo que le ocurrió a manos de las fuerzas estadounidenses, las autoridades libias y otros implicados en su entrega y tortura, pero tantos de los detalles se corresponden con hechos que ya se han establecido a través de otras investigaciones, que me parece seguro que la historia es cierta.

Según Deghayes, la fuente libia explicó que Al Libi le contó que, tras su captura, cuando estuvo retenido brevemente en Afganistán (en la prisión estadounidense del aeropuerto de Kandahar y en el USS Bataan, según un informe anterior - PDF), fue trasladado a Egipto, Mauritania, Marruecos y Jordania, y luego fue devuelto a Afganistán, donde estuvo recluido en tres prisiones distintas dirigidas por la CIA o bajo su control. También explicó que fue sometido a tortura en todos estos lugares, y proporcionó detalles inquietantes de cómo fue manipulado por sus interrogadores.

Tortura en Egipto y Mauritania

Todos estos países han sido mencionados en informes anteriores, pero algunos de los detalles son nuevos. La estancia de Al-Libi en Egipto, por supuesto, es de donde se extrajo la famosa mentira sobre Al Qaeda y Sadam Husein, que, por cierto, debería echarse en cara al ex vicepresidente Cheney, cada vez que se le invita a un programa de televisión para que repita sus afirmaciones de que la tortura salvó a Estados Unidos de nuevos atentados terroristas -y para que ignore el papel crucial que desempeñó en realidad en el uso de la tortura para lanzar una guerra ilegal.


Desde Egipto, según la fuente libia, Al Libi fue trasladado a una prisión de Mauritania. Esto ya se había mencionado antes, en un artículo publicado en el New Yorker por Seymour Hersh en junio de 2007, tras las revelaciones publicadas en el Washington Post en noviembre de 2005 de que la CIA había utilizado una prisión secreta en Polonia para recluir a "detenidos de alto valor" (y, al parecer, otra en Rumanía para "prisioneros de menor rango procedentes de Afganistán e Irak"). En diciembre de 2005, ABC News informó de que once "detenidos de alto valor" -incluido Al Libi- habían sido recluidos en Polonia (la lista puede consultarse aquí), y en el New Yorker Hersh explicó cómo le habían dicho que se había elegido Mauritania como nuevo emplazamiento cuando se reveló la existencia de la prisión polaca:

    El ex alto funcionario de los servicios de inteligencia y un asesor del Gobierno me dijeron que, tras revelarse la existencia de prisiones secretas de la CIA en Europa, en el Washington Post, a finales de 2005, la Administración respondió con un nuevo centro de detención en Mauritania. Después de que un nuevo gobierno amigo de EE.UU. tomara el poder, en un golpe de Estado incruento en agosto de 2005, dijeron, fue mucho más fácil para la comunidad de inteligencia enmascarar los vuelos secretos allí.

El problema que plantea esta historia para la cronología que Al Libi contó a la fuente libia es que no mencionó en ningún momento que estuviera retenido en Polonia, e indicó que había sido trasladado a Mauritania tras estar retenido en Egipto, presumiblemente en algún momento de 2002 o 2003. Puede que la fuente se equivocara, aunque también es posible que la administración estadounidense organizara un trato en ese momento, ya que los funcionarios estaban trabajando estrechamente con el gobierno mauritano tras los atentados del 11-S. Mohamedou Ould Slahi, ciudadano mauritano que vivía en Alemania y había estado en contacto con los autores de los atentados del 11-S, fue entregado a agentes estadounidenses en noviembre de 2001, lo que le llevó a declarar en su tribunal de Guantánamo: "Mi país me entregó, saltándose todo tipo de garantías procésales, como un caramelo a Estados Unidos". Slahi declaró también que agentes estadounidenses le habían interrogado en Mauritania un mes antes, cuando uno de ellos amenazó con traer a "gente negra" para torturarle.

Tortura en Marruecos y Jordania

Desde Mauritania, Al Libi afirmó que lo habían llevado a Marruecos. Poco se ha sabido anteriormente sobre esta afirmación, aunque el escritor y periodista Peter Bergen señaló en un importante estudio sobre "entregas extraordinarias" el año pasado que Marruecos fue uno de los países en los que estuvo recluido Al Libi, y si efectivamente fue llevado allí a finales de 2002 o en algún momento de 2003, se habría correspondido con el tiempo en que estuvo recluido el residente británico Binyam Mohamed (entre julio de 2002 y enero de 2004), cuando existía claramente una relación activa que implicaba el uso de la tortura y que fue negociada entre los gobiernos estadounidense y marroquí.


Desde allí, según Al Libi, fue trasladado a Jordania, a un centro de detención dirigido por el tristemente famoso GID (Departamento General de Inteligencia). En un informe de abril de 2008, titulado "Double Jeopardy" (Doble peligro), Human Rights Watch descubrió que la CIA había entregado al menos a 14 presos no jordanos a la custodia jordana entre 2001 y 2004, y un ex preso detenido en 2004-2005 dijo a un investigador que "un guardia habló de un preso libio que había sido entregado por los estadounidenses", y que "creía que el nombre del preso era Ibn al-Shaykh al-Libi, pero no estaba seguro".El ex preso también explicó que este preso libio estaba "recluido en la última planta de las instalaciones del GID, lejos de todos los demás presos", y que un guardia se lo había dicho.

Escondían a un libio que había sido entregado por los estadounidenses para ser interrogado. No querían que el CICR supiera de él. Y no querían que el libio supiera dónde estaba. Así que eligieron guardias de piel oscura, y les pusieron pantalones verdes y camisas amarillas, para que el libio pensara que estaba en África.

Human Rights Watch también señaló que otra fuente, que había tenido contacto con al-Libi, dijo que creía que estuvo retenido en Jordania "durante un par de meses", y esta mención de "un par de meses" me parece especialmente interesante, porque encaja con la propuesta de la fuente libia de que al-Libi no estuvo retenido hasta dos años en Egipto, como han tendido a sugerir informes anteriores, sino que en realidad fue trasladado durante un periodo de dos años entre Egipto, Mauritania, Marruecos y Jordania hasta que, si el autor y periodista Stephen Grey está en lo cierto, fue devuelto a Bagram el 22 de noviembre de 2003, a una parte secreta de la prisión, gestionada por la CIA, que se conocía como "El Hangar".

Identificación de otros prisioneros mediante tortura

Lo que hace que este escenario sea aún más convincente, sin embargo, es el comentario de la fuente libia, del que nunca se había informado anteriormente, de que, en cada prisión, otros "sospechosos de terrorismo" fueron llevados ante al-Libi, y se le exigió que identificara a los que conocía o, bajo tortura, a los que no conocía.

Esto concuerda en parte con la noticia de su muerte publicada en el diario Oea, que señalaba que "había abandonado Libia en 1986 para viajar a Marruecos, Mauritania y después a Arabia Saudí, donde fue reclutado en 1990 para unirse a militantes islamistas en Afganistán" (en otras palabras, que pasó un tiempo en dos países en los que posteriormente fue entregado por la CIA), y también indica que, esencialmente, fue llevado a una gira de tortura por prisiones de África y Oriente Medio para identificar a quienes se habían entrenado en Jaldan -o, de nuevo, a quienes no lo habían hecho, pero que fueron implicados mediante el uso de la tortura.

En condiciones no coercitivas, con interrogadores expertos como los agentes del FBI que interrogaron inicialmente a al-Libi tras su captura (antes de que los agentes de la CIA tomaran el relevo, lo encerraran en una caja diminuta y lo enviaran a Egipto, mientras uno de los agentes le decía: "Vas a ir a El Cairo, ¿sabes? Antes de que llegues allí voy a encontrar a tu madre y me la voy a follar"), es posible que este enfoque hubiera aportado información genuina, pero en las circunstancias que realmente prevalecieron -en las que el ahogamiento simulado produjo la falsa confesión sobre el vínculo entre Al Qaeda y Sadam Husein- la imagen que se evoca es la de un tipo aterrador de caza de brujas internacional, tan alejada de las nociones de justicia, búsqueda de la verdad y responsabilidad gubernamental como es imaginable.

Además, la historia se vuelve aún más escalofriante al comprobar que a los presos también se les mostraban repetidamente fotografías de otros "sospechosos de terrorismo" para que los identificaran. No hay informes que confirmen que esto le ocurriera también a al-Libi, pero es inconcebible que no ocurriera, y con regularidad, porque le ocurrió a todos los demás presos considerados de valor para los servicios de inteligencia. Uno de ellos fue Ali al-Hajj al-Sharqawi (también identificado como Abdu Ali Sharqawi), un yemení capturado en Karachi en febrero de 2002. Entregado por la CIA a Jordania, donde permaneció recluido dos años antes de ser entregado a Afganistán y luego a Guantánamo, donde sigue recluido, explicó al-Sharqawi en una nota escrita durante su detención en el GID en 2002, que posteriormente fue sacada de contrabando de la prisión,

    Me interrogaban todo el tiempo, de día y de noche. Me enseñaron miles de fotos, y quiero decir miles, no exagero... Y entre todo esto están las torturas, los abusos, los insultos, las humillaciones. Me amenazaron con abusar sexualmente de mí y electrocutarme. Me dijeron que si quería marcharme con una discapacidad permanente, tanto mental como física, eso se podía arreglar. Dijeron que tenían todas las facilidades de Jordania para conseguirlo. Me dijeron que tenía que hablar, que tenía que contárselo todo.

Al-Sharqawi también explicó, tal como lo describió Human Rights Watch, que "los interrogadores del GID estaban extremadamente deseosos de proporcionar información a la CIA". En su nota de la prisión, declaró

    Cada vez que el interrogador me pregunta por una información determinada, y yo hablo, me pregunta si se la he contado a los estadounidenses. Y si le digo que no, salta de alegría, me deja y va a informar a sus superiores, y ellos se alegran.

Human Rights Watch afirmó también que Al Sharqawi "dijo más tarde a sus abogados que uno de sus interrogadores jordanos reconoció que estaba haciendo preguntas que los estadounidenses le habían facilitado."

Otro relato detallado fue el de Abu Hamza al-Tabuki, ciudadano saudí, capturado en Karachi, Pakistán, a finales de 2001 y devuelto a Arabia Saudí a finales de 2002 o principios de 2003 (y posteriormente puesto en libertad), que escribió un relato de sus experiencias que fue puesto a disposición de Human Rights Watch por un antiguo preso que había estado detenido con él.

Como explicó Human Rights Watch en su informe, "Al-Tabuki afirmó que el objetivo de los abusos era obtener información, incluso información falsa" y en su relato escribió,

    Las preguntas se centraban en Osama bin Laden y sus esposas e hijos, en su localización y en los miembros de Al Qaeda. Me mostraron fotografías de individuos yemeníes, saudíes, jordanos y egipcios, con y sin barba. Me preguntaron cómo se llamaban y me obligaron a identificarlos aunque no los conociera. Muchas veces incluso me inventaba nombres porque no sabía quiénes eran y me obligaban bajo coacción física a identificarlos.

    Me torturaron mucho para que les confesara los objetivos estadounidenses que Al Qaeda planeaba atacar, aunque yo no tenía conocimiento de ello. Incluso me obligaron, mediante tortura, a inventarme objetivos ficticios sobre los que informar a los estadounidenses. Sus amos [estadounidenses] descubrirían más tarde que se trataba de amenazas vacías y que esos objetivos se habían inventado bajo tortura.

Tortura en Afganistán



Según la fuente libia, tras su encarcelamiento en Jordania, Al Libi fue trasladado a Afganistán, donde pasó un tiempo en tres prisiones gestionadas por la CIA: "El Hangar", en el interior de la base aérea de Bagram, la "Prisión Oscura", cerca de Kabul, donde estuvieron recluidos decenas de prisioneros, y otra prisión en el valle de Panjshir, en las montañas al norte de Kabul, que fue el hogar de Ahmed Shah Massoud, líder de la Alianza del Norte, asesinado sólo dos días antes de los atentados del 11-S.

Pocos investigadores se han topado con el uso de la prisión de Panjshir como parte de una red de prisiones secretas utilizadas por la CIA en Afganistán, pero se mencionó brevemente el verano pasado en el juicio por la Comisión Militar de Salim Hamdan, chófer de Osama bin Laden, cuando el juez del caso, el capitán de la Marina Keith Allred, descartó el uso de cualquier testimonio obtenido cuando estuvo detenido en la prisión de Panjshir poco después de su captura -y donde según Hamdan los agentes de la CIA "le ataron repetidamente y le pusieron una bolsa sobre la cabeza". Keith Allred, descartó el uso de cualquier testimonio obtenido cuando estuvo recluido en la prisión de Panjshir poco después de su captura -y donde, según Hamdan, agentes de la CIA "le ataron repetidamente, le pusieron una bolsa en la cabeza y le tiraron al suelo"- debido a los "entornos y condiciones altamente coercitivos en los que se realizaron."

Además, Omar Deghayes me dijo que, en Guantánamo, otro preso había hablado de haber estado recluido con al-Libi en la prisión de Panjshir. Ese preso -que sigue recluido- es Sanad al-Kazimi, un yemení capturado en los Emiratos Árabes Unidos en enero de 2003, que luego fue entregado a prisiones secretas de la CIA en Afganistán -incluida la "Prisión Oscura"-, donde fue torturado durante un año y ocho meses antes de ser trasladado a Guantánamo.


En mi libro The Guantánamo Files, también habló de la prisión de Panjshir, ya que fue mencionada por Abu Yahya al-Libi, uno de los cuatro presos que escaparon de Bagram en julio de 2005, en un post de un oscuro sitio web en francés, que desde entonces ha desaparecido de Internet. Abu Yahya al-Libi describió a 12 presos que estuvieron detenidos con él en Bagram (sólo algunos de los cuales fueron trasladados posteriormente a Guantánamo), y explicó cómo habían pasado por una red de prisiones secretas de la CIA en Afganistán, incluida Panjshir, donde todos habían soportado "duras torturas". No mencionó a Ibn al-Shaykh al-Libi, pero sí proporcionó la información más extraordinaria sobre la ubicación de la prisión, explicando que, en febrero de 2004, él y un prisionero argelino llamado Abdul Haq (cuyo paradero actual se desconoce) se habían escapado realmente de la prisión de Panjshir durante un día y medio, antes de ser recapturados en la "nieve torrencial y el frío glacial" de las montañas.

Un corolario sobre khaldan

Por si esto no fuera suficientemente inquietante, de lo que nadie quiere hablar es del hecho de que, a lo largo de sus años como emir del campo de entrenamiento de khaldan, al-Libi no estuvo vinculado a al-Qaeda. Operador independiente y veterano de la resistencia muyahidín a la ocupación soviética de Afganistán, al-Libi se dedicó a proporcionar entrenamiento militar a muyahidines de todo el mundo, incluidos los que querían continuar la lucha contra la Unión Soviética en Chechenia.


Esto no significa, por supuesto, que no fuera una figura peligrosa, ya que entre los antiguos alumnos de su campamento se encontraban, al parecer, Zacarias Moussaoui, un fracasado vigésimo secuestrador de los atentados del 11-S, y el fracasado terrorista de los zapatos Richard Reid (ambos cumplen cadena perpetua en Estados Unidos), y el interés de otros que asistieron al campamento se centraba en operaciones terroristas en el norte de África y Europa, pero sí indica que la insistencia de la administración Bush en relacionar toda la actividad de los muyahidines con Al Qaeda estaba muy fuera de lugar, y también demuestra que el "adiestramiento terrorista" -o "preparación para la yihad"- era un campo amplio que incluía el adiestramiento en defensa propia y la preparación para actividades militares en nombre de otros musulmanes, además de lo que generalmente entendemos por terrorismo.

En el caso del campo de khaldan, por ejemplo, rara vez o nunca se menciona que la negativa de al-Libi a cooperar con Osama bin Laden llevó a los talibanes a cerrar el campo en 2000, aunque esta historia surgió en Guantánamo en dos ocasiones distintas y tiene ramificaciones no sólo para el caso de al-Libi, sino también para el de Abu Zubaydah. Zubaydah, un supuesto "detenido de alto valor", es descrito habitualmente como un "alto operativo de Al Qaeda", a pesar de que, según Dan Coleman, del FBI, un interrogador de la vieja escuela que participó en su caso antes de que la CIA se hiciera cargo de él, y que se oponía implacablemente al uso de la tortura, no era más que "un "guardián de refugio" con problemas mentales que afirmaba saber más sobre Al Qaeda y su funcionamiento interno de lo que realmente sabía".

La opinión de Coleman fue reforzada en Guantánamo por Khalid al-Hubayshi, un saudí que posteriormente fue liberado de Guantánamo, quien explicó en su tribunal que, lejos de ser un cerebro, Abu Zubaydah era responsable de "recibir gente y financiar el campamento [de Khaldan]", que una vez le compró billetes de viaje y que era el hombre al que acudía cuando necesitaba un pasaporte de sustitución. Al-Hubayshi también señaló que Zubaydah no mantenía una relación duradera con Bin Laden. Cuando se le preguntó: "Cuando estabas con Abu Zubaydah, ¿viste alguna vez a Osama bin Laden?", respondió: "En 1998, Abu Zubaydah y Osama bin Laden no se caían bien", y añadió: "En 2001, creo que la relación estaba bien". Aunque al-Hubayshi no mencionó a al-Libi, también explicó que Bin Laden presionó a Zubaydah para que cerrara Khaldan, esencialmente porque quería dirigir más campamentos él mismo.

En 2007, después de que Abu Zubaydah y otros 13 "detenidos de alto valor" fueran trasladados a Guantánamo desde prisiones secretas de la CIA, a Zubaydah se le permitió por fin hablar en su tribunal, cuando explicó que fue torturado por la CIA para que admitiera que trabajaba con Osama bin Laden, pero insistió: "No soy su socio y no soy miembro de Al Qaeda". También explicó que su única función era gestionar una casa de huéspedes utilizada por quienes se entrenaban en Khaldan, y confirmó el análisis de al-Hubayshi sobre su relación con Bin Laden, diciendo: "Bin Laden quería que Al Qaeda tuviera el control de Khaldan, pero nosotros nos negamos porque teníamos ideas diferentes."

Sus comentarios cobraron aún más importancia esta semana, cuando la ACLU, tras haber conseguido, mediante una demanda de libertad de información, obligar a la CIA a revisar pasajes de su testimonio que habían sido censurados en 2007, publicó una nueva versión de la transcripción del tribunal (PDF), en la que figuraba Zubaydah declarando que, después de que operativos de la CIA le torturaran para que admitiera que era el socio de Bin Laden y el número tres de Al Qaeda, "Me dijeron que lo siento, descubrimos que no eres el número tres, ni un socio, ni siquiera un combatiente".

Además, Abu Zubaydah explicó que se oponía a los ataques contra objetivos civiles, lo que le enfrentó a Bin Laden, y aunque admitió que había sido enemigo de Estados Unidos desde la infancia, por su apoyo a Israel, señaló que su enemistad era hacia el gobierno y el ejército, y no hacia el pueblo estadounidense. Lo mismo puede haber ocurrido con Ibn al-Shaykh al-Libi, cuya motivación parece haberse centrado más en proporcionar entrenamiento a los musulmanes para superar la opresión en sus países de origen, y en los países donde los musulmanes estaban siendo oprimidos, que en apuntarse a la yihad global de Bin Laden contra Estados Unidos. Sin embargo, a menos que salgan a la luz documentos que proporcionen detalles de sus interrogatorios, su muerte el mes pasado -en circunstancias que parecen haber beneficiado tanto al gobierno libio como al estadounidense, ya que la bandera estadounidense se izó sobre la embajada estadounidense en Trípoli por primera vez en 30 años, sólo tres días después de su muerte- significa que nunca lo sabremos con certeza.


 

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