worldcantwait.org
ESPAÑOL

Español
English-LA
National World Can't Wait

Pancartas, volantes

Temas

Se alzan las voces

Noticias e infamias

De los organizadores

Sobre nosotros

Declaración
de
misión

21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

"¿Por qué hacer una donación a El Mundo No Puede Esperar?"

"Lo que la gente esta diciendo sobre El Mundo No Puede Esperar


Gira:
¡NO SOMOS TUS SOLDADOS!


Leer más....


En Guantánamo se acusa a un sexto "detenido de alto valor" y aparecen pruebas inquietantes

31 de marzo de 2008
Andy Worthington


El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha anunciado hoy que Ahmed Khalfan Ghailani, tanzano capturado tras un tiroteo en Gujrat (Pakistán) en julio de 2004, será el decimoquinto preso de Guantánamo juzgado por una comisión militar en relación con su presunta implicación en los atentados con bomba contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania el 7 de agosto de 1998.

En concreto, Ghailani está acusado de "asesinato en violación del derecho de guerra, asesinato de personas protegidas, ataque a civiles, ataque a bienes de carácter civil, lesiones corporales graves causadas intencionadamente, destrucción de bienes en violación del derecho de guerra y terrorismo" -además de conspiración para cometer todos los delitos anteriores- por su presunta participación en la obtención y el transporte del material utilizado en la bomba de Tanzania, y por ayudar a comprar el camión que se utilizó en el atentado. También se le acusa de "proporcionar apoyo material al terrorismo", basándose en las acusaciones de que, tras el atentado, huyó a Afganistán, donde siguió trabajando para Al Qaeda "como falsificador de documentos, preparador físico en un campo de entrenamiento de Al Qaeda y guardaespaldas de Osama bin Laden".

Ghailani es el sexto de los 14 denominados "detenidos de alto valor" -los recluidos en prisiones secretas gestionadas por la CIA que fueron trasladados a Guantánamo en septiembre de 2006- que se presenta para ser juzgado por una comisión militar. Se une así a Khalid Sheikh Mohammed, Ramzi bin al-Shibh, Mustafa al-Hawsawi, Ali Abdul Aziz Ali y Walid bin Attash (además de Mohammed al-Qahtani, célebre víctima de torturas en Guantánamo), que fueron propuestos para juicio en febrero, en relación con los atentados del 11-S.

El novedoso sistema de juicios de la "Guerra contra el Terror", concebido por Dick Cheney y sus asesores en noviembre de 2001, aún no ha logrado ninguna condena (lo más cerca que estuvo de conseguirlo fue el acuerdo negociado con el australiano David Hicks el año pasado, que regresó a su país para cumplir sólo siete meses de prisión) y ha estado plagado de controversias desde su creación. Condenados por sus propios abogados defensores militares, desbaratados por sus propios jueces nombrados por el gobierno, desestimados por el Corte Supremo y resucitados después por un Congreso sonámbulo, actualmente cojean hacia los juicios en los casos del canadiense Omar Khadr, que sólo tenía 15 años cuando fue capturado, y cuyo presunto asesinato de un soldado estadounidense es seriamente impugnado por su equipo jurídico, y Salim Hamdan, un yemení que era uno de los chóferes de Osama bin Laden.

Las Comisiones han tropezado en la fase de lectura de cargos en otros dos casos, los de Mohamed Jawad, afgano de sólo 16 años que presuntamente lanzó una granada contra un vehículo en el que viajaban dos soldados estadounidenses y un traductor afgano, y Ahmed al-Darbi, saudí detenido en Azerbaiyán y acusado de conspirar para atentar contra rutas marítimas en Oriente Próximo.

Y lo que es más importante, las comisiones parecen estar fatalmente contaminadas por las acusaciones de tortura, lo que hace dudar que puedan conseguir una sola condena "limpia" que se considere legítima en algún lugar más allá de la propia administración y su cada vez más reducido grupo de animadores.


En esto, el caso de Ahmed Khalfan Ghailani no parece ser una excepción. Ghailani no alegó, durante su tribunal militar del año pasado, que hubiera sido torturado (a diferencia de Khalid Sheikh Mohammed, Abu Zubaydah y Abdul Rahim al-Nashiri, cuya tortura mediante ahogamiento simulado fue admitida recientemente por el director de la CIA, Michael Hayden), pero durante mi investigación para The Guantánamo Files: The Stories of the 774 Detainees in America's Illegal Prison, descubrí una información que indicaba que, ya fuera bajo coacción o por algún otro método, había hecho una acusación falsa contra uno de los presos de Guantánamo.

Uno de los aspectos más inquietantes de la recopilación de pruebas utilizadas contra los presos de Guantánamo es la acumulación de acusaciones desde los Tribunales de Revisión del Estatuto de Combatiente iniciales, convocados entre julio de 2004 y marzo de 2005 para evaluar si habían sido designados correctamente como "combatientes enemigos", hasta las sucesivas rondas de Juntas Administrativas de Revisión anuales, convocadas para evaluar si siguen constituyendo una amenaza para Estados Unidos o si siguen teniendo valor para los servicios de inteligencia.

Al rastrear la acumulación de acusaciones, un enorme número de afirmaciones se atribuyen a "un alto operativo de Al Qaeda" o a "un alto lugarteniente de Al Qaeda". Al no facilitarse nombres, ha sido imposible determinar la fuente de estas afirmaciones, aunque con frecuencia son tan contradictorias con la cronología previamente establecida de las acciones de los prisioneros -por ejemplo, situándolos en campos de entrenamiento y en casas de huéspedes cuando ni siquiera estaban en Afganistán- que resulta evidente que muchas de estas afirmaciones, si no la mayoría, se produjeron bajo coacción, probablemente cuando se mostró a los supuestos "detenidos de alto valor" el "álbum familiar" de prisioneros que se utilizó desde los primeros días de las prisiones gestionadas por Estados Unidos en Afganistán, a finales de diciembre de 2001.

Sólo en una ocasión descubrí que una de esas fuentes de "Al Qaeda" había sido nombrada, y no era otra que Ahmed Khalfan Ghailani. Como expliqué en el capítulo 20 de The Guantánamo Files, "el yemení Mohammed al-Hanashi ... admitió ante su tribunal en 2004 que llegó a Afganistán ocho o nueve meses antes del 11-S y que luchó con los talibanes. Sin embargo, en el momento de su revisión, en 2005, se habían añadido nuevas acusaciones, incluida la afirmación de que Ahmed Khalfan Ghailani "le identificó por haber estado en el campo de al-Farouq [el principal campo de entrenamiento para árabes, asociado en los años anteriores al 11-S con Osama bin Laden] en 1998-99 antes de pasar al frente en Kabul". En otras palabras, aunque al-Hanashi admitió haber viajado a Afganistán para servir como soldado de infantería de los talibanes, a un hombre que estuvo detenido en circunstancias extremadamente dudosas en otra parte del mundo se le mostró su foto y se le ocurrió una historia sobre haberlo visto dos o tres años antes de su llegada a Afganistán, lo que, en adelante, se consideraría una prueba en su contra."

Por supuesto, pasará algún tiempo antes de que el caso de Ghailani llegue a juicio, ya que el coronel Steve David, principal abogado defensor de la Comisión, ya está luchando para encontrar suficientes abogados militares que representen a los que ya han sido acusados, pero está claro, sólo por este ejemplo, que accidentalmente se coló en la red, que la calidad de las confesiones de Ghailani será controvertida, y que se plantearán preguntas sobre las circunstancias en las que fueron recogidas.

La gran ironía de su caso es que las principales pruebas contra él no proceden de los dos años y dos meses que permaneció bajo custodia secreta de la CIA, sino del testimonio de otros hombres, como Mohamed al-Owhali, Wadih El-Hage, Mohammed Sadiq Odeh y Khalfan Khamis Mohamed, que, aunque fueron capturados en el extranjero y "entregados" a territorio estadounidense en 1998 y 1999, fueron trasladados para ser sometidos a un juicio penal, en lugar de ser recluidos en el sistema ad hoc de prisiones secretas gestionadas por la CIA que se desarrolló tras el 11 de septiembre. Posteriormente fueron interrogados, acusados y procesados con éxito por su implicación en los atentados de la embajada africana en octubre de 2001, y condenados a cadena perpetua, sin utilizar ninguna de las técnicas de tortura (conocidas eufemísticamente como "técnicas de interrogatorio mejoradas") que la administración Bush introdujo tras los atentados del 11-S.

Aunque existen otras complicaciones en los casos de los terroristas de las embajadas africanas -entre las que destacan el papel del agente doble Ali Mohammed y la falta de comunicación entre la CIA y el FBI-, el hecho de que se pudieran llevar a cabo con éxito los enjuiciamientos sin recurrir a la tortura debería haber enviado un mensaje claro a la administración Bush, apenas unas semanas antes de que Dick Cheney autorizara sigilosamente al Presidente a capturar a presuntos terroristas en cualquier lugar del mundo, designarlos "combatientes enemigos", retenerlos sin cargos ni juicio y, en caso necesario, juzgarlos ante Comisiones Militares, que había otras formas de enfrentarse a una amenaza terrorista sin recurrir a la tortura, el encarcelamiento sin cargos y los dudosos juicios espectáculo.


 

¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.

 

¡El mundo no puede esperar!

E-mail: espagnol@worldcantwait.net