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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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El legado terrorista propuesto por Bush: una base legal para la guerra perpetua

01 de septiembre de 2008
Andy Worthington


Justo cuando uno piensa que no puede haber más propuestas escandalosas por parte del actual gobierno de pato cojo, y que todo se reduce a una carrera directa entre Barack Obama, un hombre con un profundo respeto por el Estado de Derecho, y John McCain, quien, me temo, puede permitir que los espíritus malignos de Dick Cheney y David Addington mantengan su presencia en los pasillos del poder, George W. Bush, el presidente menos popular de la historia, ha hecho un último intento desesperado por asegurar su belicoso legado deslizando un pasaje extraordinario en la legislación propuesta que trata sobre las apelaciones legales presentadas por los prisioneros de Guantánamo a raíz de la sentencia del Tribunal Supremo. Bush, el presidente menos popular de la historia, ha hecho un último intento desesperado de asegurar su belicoso legado deslizando un pasaje extraordinario en la legislación propuesta que trata de las apelaciones legales presentadas por los prisioneros de Guantánamo a raíz de la sentencia del Corte Supremo en el caso Boumediene contra Bush.

Como lo describió Eric Lichtblau en el New York Times, los asesores del Presidente, creyendo que "muchos estadounidenses pueden haber olvidado" que "Estados Unidos sigue en guerra contra Al Qaeda" -lo cual es un error fácil de cometer, dado que es tan peligroso como engañoso calificar de "guerra" la resistencia a pequeñas bandas de criminales terroristas- "quieren que el Congreso lo diga" y que "reconozca de nuevo y explícitamente que esta nación sigue inmersa en un conflicto armado con Al Qaeda, los talibanes y organizaciones asociadas, que ya se han proclamado en guerra contra nosotros y que se dedican a la matanza de estadounidenses."

Debo admitir que en realidad no puedo entender por qué los asesores del Presidente deberían considerar este compromiso como especialmente importante, ya que la legislación aprobada por el Congreso tras los atentados del 11-S -la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar, aprobada el 14 de septiembre de 2001- nunca ha sido derogada, y establece, de forma inequívoca que "el Presidente está autorizado a utilizar toda la fuerza necesaria y apropiada contra aquellas naciones, organizaciones o personas que él determine que planearon, autorizaron, cometieron o ayudaron a los ataques terroristas ocurridos el 11 de septiembre de 2001, o que albergaron a dichas organizaciones o personas, con el fin de prevenir cualquier acto futuro de terrorismo internacional contra Estados Unidos por parte de dichas naciones, organizaciones o personas."

Notoriamente, esta es la legislación que lanzó la toma de poder que es el principal legado de la "Guerra contra el Terror" para el poder ejecutivo de los Estados Unidos: la declaración de guerra abierta que permitió al Presidente y a sus asesores iniciar dos guerras, socavar la Constitución estadounidense, hacer trizas las Convenciones de Ginebra, desdeñar el habeas corpus, destrozar la Carta de Derechos, desechar el Manual de Campo del Ejército, crear de la nada un sistema de juicios espectáculo para terroristas, espiar impunemente a ciudadanos estadounidenses y despreciar la Convención de la ONU contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.

Por lo tanto, sólo puedo suponer que, como una especie de grotesca pareja de poder que renueva ostentosamente sus votos matrimoniales, Bush, Cheney y Addington han presentado esta legislación en un intento de renovar sus propios votos mortales de horror interminable con el Congreso y el pueblo estadounidense. Miopes y arrogantes hasta el final, presumiblemente interpretarán esto como un intento de apoyar a John McCain y al Partido Republicano frente a un asalto a la seguridad nacional por parte de los liberales retrógrados, mientras que todos los estadounidenses lúcidos deberían verlo como lo que realmente es: otro intento cínico de absolver a la administración de su vasto catálogo de crímenes de guerra intentando una vez más engañar al público estadounidense de que son los salvadores de Estados Unidos en lugar de un poder ejecutivo dictatorial, al servicio únicamente de sus ansias de poder y de las arcas de sus aliados corporativos manchados de sangre, y que como resultado exigen que el pueblo estadounidense viva en un estado permanente de miedo paranoico y xenófobo.


 

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