worldcantwait.org
ESPAÑOL

Español
English-LA
National World Can't Wait

Pancartas, volantes

Temas

Se alzan las voces

Noticias e infamias

De los organizadores

Sobre nosotros

Declaración
de
misión

21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

"¿Por qué hacer una donación a El Mundo No Puede Esperar?"

"Lo que la gente esta diciendo sobre El Mundo No Puede Esperar


Gira:
¡NO SOMOS TUS SOLDADOS!


Leer más....


El ex fiscal de Guantánamo condena los juicios "caóticos" en el caso de una adolescente víctima de tortura

14 de enero de 2009
Andy Worthington


El 13 de enero, en una declaración presentada ante un Tribunal de Distrito de Washington D.C. en el caso del preso de Guantánamo Mohamed Jawad, el teniente coronel Darrel Vandeveld, ex fiscal del sistema de juicios de la Comisión Militar, realizó el que quizá sea el ataque más contundente contra el programa de detención del ejército estadounidense por parte de un ex miembro del equipo del Pentágono hasta la fecha.

Hablando del hombre al que una vez se le encargó procesar, Vandeveld dijo que la detención continuada del prisionero Mohamed Jawad es "algo más allá de una parodia", e instó a que Jawad fuera puesto en libertad dada la "falta de cualquier prueba creíble".

Parte de esta información se reveló en septiembre de 2008, después de que Vandeveld (que ha servido en Bosnia, África, Irak y Afganistán en los años transcurridos desde los atentados del 11-S, y ha recibido varias condecoraciones militares) dimitiera como fiscal, quejándose de que "no se habían facilitado pruebas potencialmente exculpatorias" al equipo de defensa de Jawad, y de que su descubrimiento accidental de información relativa a los malos tratos de Jawad le ayudó a pasar de ser un "verdadero creyente a alguien que se sentía realmente engañado".

Sin embargo, nunca antes se había revelado públicamente otra información, y la declaración de Vandeveld, en una revisión de hábeas corpus desencadenada por una sentencia del Corte Supremo el pasado mes de junio, constituye la crítica más sostenida al emblemático sistema de juicios para sospechosos de terrorismo de la administración Bush desde que el coronel Morris Davis, antiguo fiscal jefe de la Comisión, dimitiera en octubre de 2007. Davis explicó que lo había hecho debido a la politización del sistema de juicios, a los intentos de avalar el uso de pruebas obtenidas mediante tortura y a la negativa del abogado jefe del Pentágono, William J. Haynes II, a aceptar que los juicios previstos pudieran acabar en absoluciones.

La declaración de Vandeveld explicaba que se incorporó a la fiscalía de la Oficina de Comisiones Militares (OMC-P) en mayo de 2007, y describía cómo, basándose en su experiencia civil como fiscal general adjunto superior en Pensilvania, pensó inicialmente que el caso de Jawad "parecía tan sencillo como los delitos callejeros que había enjuiciado por docenas en la vida civil".

Jawad, de nacionalidad afgana, fue acusado de lanzar una granada contra un jeep en el que viajaban dos soldados estadounidenses de las Fuerzas Especiales y un intérprete afgano, mientras el vehículo se encontraba atascado en un mercado de Kabul el 17 de diciembre de 2002. Vandeveld dijo que inicialmente pensó que Jawad era culpable porque había sido detenido "casi inmediatamente" por agentes de la policía afgana y miembros del Ejército Nacional Afgano y, según afirmó, había "confesado libremente" haber lanzado la granada. Además, al parecer había explicado que había sido reclutado por Hezb-e-Islami Gulbuddin, un grupo insurgente afgano, había "reivindicado la autoría exclusiva del atentado" y había "proclamado su orgullo por llevar a cabo el atentado", y también había declarado "que repetiría el atentado si se le daba la oportunidad".

Respaldando esta confesión había otra declaración, hecha unas horas más tarde a soldados de las Fuerzas Especiales estadounidenses de la misma unidad que los heridos en el atentado. Vandeveld explicó que, según el informe del interrogatorio, los soldados llevaron a Jawad a una base de operaciones avanzada, donde, tras negarlo inicialmente, "acabó confesando su papel en el atentado, esta vez en una cinta de vídeo grabada por personal estadounidense".

Sin embargo, cuando Vandeveld empezó a investigar las pruebas del caso de Jawad, se sorprendió al descubrir que localizar los documentos pertinentes era extraordinariamente difícil, porque el departamento de acusación de la Comisión estaba en "estado de desorganización" y "carecía de toda organización discernible". Explicó que no "esperaba que los posibles crímenes de guerra se presentaran, al menos al principio, en 'paquetitos ordenados'", como los que "montarían las agencias de policía civil y las fiscalías", pero quedó consternado al descubrir que

    las pruebas, tal y como estaban, permanecían dispersas en un incomprensible laberinto de bases de datos... o esparcidas por las fiscalías en cajones, estanterías repletas de contenedores de plástico vagamente etiquetados, o incluso simplemente apiladas sobre las mesas de los fiscales que habían abandonado la Comisión para ir a otros destinos. Además, descubrí que la mayoría de las pruebas físicas que se habían recogido habían desaparecido o se habían almacenado en lugares que ninguna persona con antigüedad en las Comisiones o conocimiento institucional de las mismas podía identificar con algún grado de especificidad o certeza.

Como resultado, Vandeveld no pudo localizar documentos cruciales, como la confesión grabada en vídeo de Jawad y cualquier información que le permitiera corroborar las declaraciones realizadas por "dos supuestos testigos presenciales del atentado, que supuestamente habían declarado a un interrogador estadounidense que habían presenciado personalmente cómo Jawad arrojaba la granada". Aunque explicó que le resultaba "difícil" "aceptar que el ejército estadounidense pudiera haber fracasado tan estrepitosamente en seis años de esfuerzos", empezó a dudar de "la conveniencia de intentar procesar al Sr. Jawad sin tener ninguna garantía de que, mediante el ejercicio de la diligencia debida, pudiera reunir y organizar las pruebas de forma que cumplieran nuestras obligaciones profesionales comunes."

A pesar de estos recelos, Vandeveld declaró que se aferró a la creencia de que el caso podía enjuiciarse "ética y satisfactoriamente" hasta mayo de 2008, cuando una sucesión de descubrimientos provocó su dramática marcha.

La primera tuvo lugar después de que un nuevo abogado defensor militar, el mayor David Frakt, fuera asignado al caso de Jawad. Mientras intentaba reunir documentos para Frakt a raíz de una solicitud de presentación de pruebas, Vandeveld obtuvo una copia de los registros del Sistema de Gestión de Incidentes de Detenidos de Jawad, que registra todos los movimientos de los presos. En los registros, descubrió que Jawad había intentado suicidarse el 25 de diciembre de 2003 "golpeándose repetidamente la cabeza contra una de las paredes de su celda". Tras notificar este incidente al equipo de la defensa, Frakt respondió señalando que los registros también "reflejaban 112 movimientos inexplicables de celda a celda durante un periodo de dos semanas, una media de ocho movimientos diarios durante 14 días."

Tras investigar más a fondo, Vandeveld y Frakt averiguaron que Jawad había sido sometido a un programa de privación del sueño conocido como "programa de viajero frecuente". Vandeveld añadió que Jawad lo había mencionado en una vista a principios de mayo, pero que había desestimado sus afirmaciones por considerarlas una "exageración", y explicó: "Me faltan las palabras para expresar el dolor de corazón que experimenté cuando llegué a comprender el maltrato inútil y puramente gratuito que mis compañeros infligían al Sr. Jawad". Más tarde descubrió que, aunque el programa había llegado supuestamente a su fin en marzo de 2004, "se llevó a cabo de forma sistemática con un gran número de detenidos al menos hasta 2005", y se consideraba "parte del procedimiento operativo estándar de la época".

Profundizando más, Vandeveld descubrió que la declaración de Jawad bajo custodia afgana, que se presentó como su "confesión personal", no podía haber sido escrita por él porque era "analfabeto funcional". Comprobó que en realidad la había escrito uno de los agentes de policía afganos, que la había redactado en dari y no en pashto, la lengua materna de Jawad. Además, cuando obtuvo un resumen del posterior interrogatorio de Jawad en Estados Unidos -cuya obtención "requirió una cantidad de tiempo ridícula"- descubrió "diferencias materiales" entre las declaraciones, "lo que nos llevó a mí y a otros fiscales a preguntarnos si alguna de ellas podía utilizarse para establecer la verdad".

Vandeveld explicó que entonces empezó a sospechar que la primera declaración de Jawad "había sido simplemente inventada por uno de los policías afganos", que "de forma chapucera intentó 'autentificarla'" añadiendo la huella del pulgar de Jawad, pero añadió que incluso esto resultó ser falso. La huella fue "enviada al laboratorio criminalístico del ejército para su análisis, que concluyó que no era la del Sr. Jawad".

Nuevas investigaciones desenterraron más pruebas de abusos sistemáticos. "Por pura casualidad", "tropezó" con un resumen de una entrevista con Jawad, realizada por un agente de la División de Investigación Criminal del Ejército, "que se había añadido al expediente del juicio en un caso en el que un guardia de la prisión de Bagram había sido acusado del asesinato de un detenido". A partir de esta entrevista, Vandeveld supo que Jawad "había sufrido numerosos malos tratos" mientras estuvo recluido en Bagram desde diciembre de 2002 (cuando murieron dos presos a manos de las fuerzas estadounidenses) hasta febrero de 2003, entre los que se incluían haber sido "empujado por una escalera mientras estaba encapuchado y encadenado". El agente, que testificó en una vista sobre el caso de Jawad el pasado mes de agosto, explicó que la declaración de Jawad "era totalmente coherente con las declaraciones de otros prisioneros recluidos en Bagram en aquella época y, lo que es más importante, que decenas de los guardias habían admitido haber maltratado a los prisioneros exactamente del modo descrito por Jawad".

Más o menos al mismo tiempo que encontró la declaración de Bagram, Vandeveld también recibió una copia de un informe de un psicólogo del Equipo de Consulta de Ciencias del Comportamiento, que había "preparado una evaluación del estado mental del Sr. Jawad". Le preocupó descubrir que

    La evaluación psicológica no se realizó para ayudar a identificar y tratar cualquier trastorno emocional o psicológico que pudiera estar sufriendo el Sr. Jawad. Por el contrario, se llevó a cabo para ayudar a los interrogadores a extraer información del Sr. Jawad, incluso explotando sus vulnerabilidades mentales para conseguirlo. Esta flagrante traición a las obligaciones profesionales de un supuesto sanador hacia un detenido me pareció especialmente despreciable.

La decepción final de Vandeveld se refería a cuestiones relacionadas con la edad de Jawad en el momento de su captura y con el cargo de "intento de asesinato en violación del derecho de guerra" que se le imputaba. Explicó que la "hipótesis de trabajo" en la OMC-P era que, en el momento de su captura, Jawad "tenía probablemente 18 o 19 años y que había mentido sobre su edad al ser interrogado sobre este asunto". Inicialmente, a Vandeveld no le preocupaba especialmente el hecho de que "prácticamente toda la documentación relativa al Sr. Jawad desde su primer año en Guantánamo indicara que su edad era de aproximadamente 17 años", porque la OMC-P había acusado a Omar Khadr, que tenía 15 años en el momento de su captura, y "parecía haber poca preocupación sobre la conveniencia de acusar a menores como criminales de guerra".

Sin embargo, tras escuchar las "repetidas afirmaciones del mayor Frakt de que los niños soldado tienen derecho a ser tratados de forma diferente a los adultos, y de que estamos obligados por tratado a ofrecerles oportunidades de rehabilitación y reintegración", Vandeveld explicó que se sintió "profundamente molesto por el hecho de que no se hubieran ofrecido tales oportunidades al Sr. Jawad, quien, independientemente de lo que supuestamente hubiera hecho, conservaba sus derechos fundamentales como ser humano".

Añadió que este énfasis en los derechos fundamentales le llevó a tener "serias dudas sobre la decisión del Presidente de no aplicar los Convenios de Ginebra a los prisioneros", porque "uno de los argumentos más repetidos para adherirse al derecho de la guerra es que anima a los enemigos a corresponder". Como complemento, criticó a los tribunales y juntas de revisión que se habían establecido en Guantánamo para revisar los casos de los presos porque no habían proporcionado a ninguno de ellos una "oportunidad significativa de establecer su situación ante un tribunal legítimamente interesado en averiguar la verdad", y añadió que las actas que revisó en el caso de Jawad y otros "me parecieron la peor clase de broma". Concluí personalmente que las vistas eran poco más que una farsa muy burocratizada".

Inspirándose de nuevo en los argumentos del mayor Frakt, Vandeveld reconoció que "emprendió una revisión más exhaustiva de las leyes tradicionales de la guerra", retomando las dudas que había expresado "uno de los fiscales más sagaces" cuando Jawad fue acusado por primera vez en octubre de 2007. En aquel momento, este fiscal había "cuestionado que atacar a un objetivo lícito (soldados enemigos uniformados) con un arma lícita (una granada de mano) en medio de un conflicto armado pudiera considerarse plausiblemente una violación del derecho de la guerra". Vandeveld explicó que en aquel momento no estaba "persuadido", pero que en el verano de 2008 había cambiado de opinión y se tranquilizó cuando, en el juicio de Salim Hamdan, el juez, el capitán de navío Keith Allred, dictó una instrucción que era "prácticamente indistinguible" de la postura adoptada por el mayor Frakt.

Como resultado de todos estos factores, Vandeveld "se convenció de que el Sr. Jawad no debía ser procesado". Consciente de que la OMC-P no estaría dispuesta a retirar los cargos y de que, en cualquier caso, la administración "seguiría reteniendo al Sr. Jawad indefinidamente como combatiente enemigo, independientemente de la escasez o falta de fiabilidad de las pruebas presentadas contra él", intentó negociar un acuerdo de culpabilidad, por el que Jawad se sometería a "un breve período de custodia adicional", que se "dedicaría a rehabilitarlo y prepararlo para reintegrarse en la sociedad civil".

Sin embargo, sus esfuerzos fueron rechazados por la OMC-P, y después de que su lealtad "empezara a ser vista con el tipo de sospecha que sólo albergan los verdaderamente acosados", y de que el fiscal jefe, el coronel Lawrence Morris, se mostrara "duramente despectivo e incluso desdeñoso con cualquier propuesta de resolver el caso por menos de una condena de varios años", "pidió que se le permitiera abandonar las Comisiones". Llegó a la conclusión de que, dado que era imposible certificar que se habían realizado descubrimientos en un caso tan sencillo como el de Jawad, "ningún fiscal de las Comisiones podría hacer tales declaraciones con precisión y honestidad" en ningún otro caso. Y añadió:

    El caótico estado de las pruebas, las restricciones excesivamente amplias e innecesarias impuestas con el pretexto de la seguridad nacional y la ausencia de un método sistemático y fiable de conservación y catalogación de las pruebas, que han plagado los Tribunales y las Comisiones desde su creación... hacen imposible que nadie implicado (los fiscales) o atrapado (los detenidos) en las Comisiones albergue la más remota esperanza de que la justicia sea un objetivo alcanzable.

Desde la marcha de Vandeveld, el caso de Jawad ha seguido desmoronándose. Explicó que, en su opinión, "cualquier posibilidad de éxito en el procesamiento se perdió para siempre, y con razón", cuando el juez Henley "dictaminó que no bastaba con que el gobierno demostrara que un acusado era un combatiente ilegal; también tenía que demostrar que el presunto delito era una violación del derecho de la guerra". Esto llevó al gobierno a admitir que "no tenía pruebas para demostrar una violación del derecho de la guerra", y cualquier esperanza persistente por parte de la OMC-P de que Jawad pudiera ser procesado con éxito debería haberse desvanecido cuando Henley "suprimió todas las declaraciones supuestamente autoinculpatorias del Sr. Jawad porque [consideró] específicamente que las declaraciones eran producto de la tortura".

Mientras se presentaba hoy la declaración de Vandeveld, Hina Shamsi, de la ACLU, que representa a Jawad en su revisión de hábeas corpus, me dijo: "Este joven no representa una amenaza; hasta su antiguo fiscal lo dice". Añadió que la declaración de Vandeveld "explica exactamente por qué las comisiones militares son una afrenta tanto a la ley como a las nociones de decencia. El presidente electo Obama debe cumplir su promesa de cerrar Guantánamo y desechar las Comisiones Militares, y debe hacerlo rápidamente, con un plan integral y transparente que ponga fin a esta farsa".

Cuando hablé con el teniente coronel Vandeveld, me dijo: "Creo que hay muchas posibilidades de que se desestime el caso de Jawad y de que el Tribunal de Distrito ordene su puesta en libertad". Sus sentimientos se hacían eco de las palabras finales de su declaración:

    Seis años es tiempo suficiente para que un muchacho de dieciséis años cumpla su condena prácticamente en régimen de aislamiento, en un país lejano, por razones que quizá nunca llegue a comprender del todo. Pido respetuosamente a este tribunal que declare que la detención continuada del Sr. Jawad no está respaldada por ninguna prueba creíble... El Sr. Jawad debe ser puesto en libertad para reanudar su vida en la sociedad civil, por su bien, y por nuestro propio sentido de la justicia y tal vez para restaurar una medida de nuestra humanidad básica".


 

¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.

 

¡El mundo no puede esperar!

E-mail: espagnol@worldcantwait.net