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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

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La Corte Suprema estadounidense apoya el encierro de por vida sin cargos ni juicio en Guantánamo. Solo jueza Breyer disiente.


Moath al-Alwi, en una foto de Guantánamo incluida en su expediente militar clasificado, fechada en marzo del 2008 y publicada por Wikileaks en abril del 2011 después de ser filtrada por Chelsea Manning.

Por Andy Worthington
Close Guantánamo
Junio 16, 2019

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 24 de junio de 2019

¿Se acuerdan cuando las cortes estadounidenses garantizaban que los derechos de cualquier individuo de no ser encarcelado indefinidamente sin cargos ni juicios, en acuerdo con todas las leyes y acuerdos domésticos e internacionales?

Sí. Nosotros también, pero desafortunadamente todo eso cambió hace casi 15 años, cuando la Suprema Corte, en el caso llamado Hamdi v. Rumsfeld, que involucraba al único ciudadano estadounidense en Guantánamo, Yasser Hamdi, nacido en Baton Rouge, Luisiana en 1980, pero que vivía desde pequeño en Arabia Saudita, determinó que los prisioneros extranjeros en Guantánamo podrían, sí, adivinaste, ser detenidos indefinidamente sin cargos ni juicios.

Hamdi, arrestado en Afganistán en diciembre del 2001, había estado detenido en Guantánamo hasta que las autoridades se dieron cuenta que era ciudadano estadounidense. Cuando eso pasó, lo movieron a un calabozo en territorio nacional en donde se convirtió en uno de los tres ciudadanos o residentes detenidos como “combatientes enemigos” y en donde fue sujeto a tortura (los otros eran Jose Padilla, ciudadano americano y el residente legal Ali al-Marri).

En el fallo de Hamdi, la Suprema Corte (en opinión plural escrita por Justice Sandra Day O’Connor) específicamente determinó que la AUMF (Autorización para Uso de Fuerza Militar), autorizada por el Congreso una semana después del 11/9 y la autorización al presidente para barrer a todos los que él considerara como conectados con al-Qaeda o con los talibanes o que estuvieran relacionados con los ataques del 11/9, que podrían ser detenidos “por la duración del conflicto relevante” para prevenir su regreso a los campos de batalla, una decisión que efectivamente avalaba un paralelo y una innecesaria versión de la Convención de Ginebra, que permite la detención de los combatientes hasta el fin de las hostilidades.

Sin embargo, mientras que la fraseología específica del fallo de Hamdi no suena como una autorización para la detención indefinida sin cargos ni juicio, en realidad, eso es lo que ha transpirado, ya que todos los esfuerzos por parte de los prisioneros en los últimos 15 años para establecer que el “conflicto relevante” ya terminó, han terminado rechazados en las cortes.

En enero del 2015, el presidente Obama, declaró en su discurso de Estado de Unión, “Esta noche, por primera vez desde el 11/9, nuestra misión de combate en Afganistán, está terminada”. Los abogados de Mukhtar al-Warafi, un prisionero yemení le pidió a la corte federal ordenar su libertad, como expliqué en un artículo, porque, como lo describió Shane Harris en un artículo para el Daily Beast, al-Warafi dijo que “desde que Obama declaró que la guerra en Afganistán terminó, ya no hay fundamentos para su detención”. Como explicó Harris, “cuando los abogados estadounidenses respondieron, argumentaron que, de hecho, las hostilidades no habían concluido y que todavía había bases para detener al hombre. Eso podría ponerlos en la extraña posición de contradecir al presidente, argumentando que solo porque el comandante en jefe diga que la guerra terminó, no necesariamente lo hace cierto”.

En julio del 2015, la sugerencia de Harris se convirtió en realidad, cuando, como lo describió el New York Times, y como expliqué en un otro artículo, el juez de distrito Royce C. Lamberth, “determinó que, a pesar de lo que el Sr. Obama dijo acerca del estatus de la guerra en Afganistán, allá continúan las luchas entre los Estados Unidos y los talibanes. Como resultado…el gobierno retiene la autoridad legal de detener a los combatientes enemigos, incluidos los miembros talibanes, para prevenirlos de regresar a la batalla”. El juez Lamberth declaró “una corte no puede ver los discursos políticos aislados para determinar las realidades actuales y realísticas solamente porque hacerlo sería más fácil que ver toda la evidencia relevante. El gobierno no siempre dice lo significa o hace significado de lo que dice”.

Moath al-Alwi

Subsecuentemente, Moath al-Alwi (aka Muaz al-Alawi), un prisionero yemení detenido en Guantánamo desde el 16 de enero del 2002, a cinco días de haber abierto la prisión, retomó el argumento de “fin de la guerra”. Al-Alwi ha pasado años buscando legalmente su salida de Guantánamo. En junio del 2004, en el mismo día en el que fue el fallo de Hamdi, la Suprema Corte también dio el fallo de Rasul v. Bush, en que los prisioneros en Guantánamo podían pedir a las cortes federales decretos federales de habeas corpus para la revisión de la legalidad de su detención. Los abogados podían representar clientes de la prisión y en el 2005 al-Alwi solicitó el decreto de habeas corpus. Desafortunadamente, el Congreso les quitó el derecho de habeas a los prisioneros y no fue hasta el 2008 en Boumediene v. Bush, que la Suprema Corte revisó los casos de Guantánamo, dándoles a los prisioneros derechos de habeas garantizados constitucionalmente.

La petición de habeas de Al-Alwi fue decidida subsecuentemente en diciembre del 2008, cuando el juez de distrito Richard Leon falló a favor de la continuación de la detención porque él se había “hospedado en casas asociadas con los talibanes y al-Qaeda…recibido entrenamiento militar en dos campos distintos cercanamente asociados con al-Qaeda y los talibanes y había apoyado a las fuerzas de lucha talibana en dos frentes distintos en la guerra contra la Alianza del Norte”. En otras palabras, como expliqué en un artículo en ese momento, el juez Leon decretó que “podía ser detenido indefinidamente sin cargos ni juicios porque, a pesar de haber viajado a Afganistán para luchar contra otros musulmanes antes del 11 de septiembre del 2001, “suponiendo que no tuviera asociación alguna con al-Qaeda”, y habiendo declarado que “su apoyo a y su asociación con los talibanes fue mínima y no dirigida a los Estados Unidos o a las fuerzas de coalición”, él estaba en Afganistán cuando el conflicto se convirtió en una guerra diferente con la invasión estadounidense en octubre del 2001”.

Al-Alwi apeló, pero su apelación fue rechazada en el tribunal de apelación de D.C. en junio del 2012.También solicitó su liberación a través de la Junta de Revisión Periódica, un tipo de liberación bajo probatoria establecida bajo el presidente Obama, que fue rechazada en octubre del 2015.

Lo que es particularmente deprimente acerca de todo esto, es que, aunque al-Alwi, a través de los años, resistiendo la ilegalidad fundamental de su detención convirtiéndose en uno de los huelguistas de hambre de periodos largos, no parece representar ningún tipo de amenaza para los Estados Unidos. En el 2017, fue celebrado dentro de los que se inclinan a recordar que los prisioneros de Guantánamo son seres humanos, como un artista talentoso que pasaba todo su tiempo construyendo embarcaciones bellísimas con cartón y cualquier otro material que pudiera conseguir.


Un barco construido por Moath al-Alwi, en la exposición de "Art from Guantánamo Bay," realizada del 2017-18 en el John Jay College of Criminal Justice in New York.

La segunda petición de habeas de Al-Alwi’s entregada en el 2015, fue rechazada por la corte de distrito y otra apelación por el en el tribunal de apelación de D.C. en agosto del 2018. Después, él le pidió a la Suprema Corte considerar que, como lo describió el New York Times, “las bases legales para retenerlo como un prisionero de tiempos de guerra ya no aplicaba porque había pasado mucho tiempo desde su captura y porque el conflicto en Afganistán había cambiado”.

La Suprema Corte y el jueza Breyer

La semana pasada, sin embargo, desafortunada pero predeciblemente, la Suprema Corte rechazó tomar su caso, pero en una declaración que acompañaba la negativa, el jueza Stepeh Breyer declaró que era “ya tarde para confrontar una pregunta difícil abierta por Hamdi”: si la “detención por la duración del conflicto relevante” pudiera significar “detención perpetua”.

En específico, Breyer escribió:

    "La opinión plural del jueza O’Connor (en Hamdi) advirtió que “si las circunstancias prácticas” de ese conflicto fueran “en tu totalidad distintas a los conflictos que informan el desarrollo de la ley de guerra”, el “entendimiento” de la corte acerca de lo que la AUMF autorizó “pudieran desenmarañarse”. De hecho, a la luz de la “naturaleza poco convencional” de la “guerra contra el terror”, había un “prospecto substancial” de que la detención para la “duración del conflicto relevante” pudiera ser el monto de la “detención perpetua”. Pero como esto “no era la situación que enfrentaban desde esa fecha”, la pluralidad reservaba la pregunta acerca de si la AUMF o la Constitución permitirían tal resultado."

Con la referencia del caso de al-Alwi, Breyer mencionó que la corte de apelaciones (la Corte de Circuito de D.C) “estuvo de acuerdo con el gobierno acerca de que podían continuar su detención mientras persistan las “hostilidades armadas” entre los Estados Unidos y los talibanes y al-Qaeda”. El gobierno afirma que tales hostilidades continúan, pero no afirma que el fin esté a la vista. Como consecuencia de esto, al-Alwi enfrenta el prospecto real de que pasará el resto de su vida detenido bajo su estatus como combatiente enemigo de una generación atrás, aunque el conflicto del día de hoy pueda diferir sustancialmente del que el Congreso anticipó cuando pasó la AUMF, así como los “conflictos que informan el desarrollo de la ley de guerra”.

Breyer concluyó que “Yo, en un caso apropiado, concedería certiorari para hablar acerca de, si, en relación a la duración y otros aspectos del conflicto relevante, el Congreso ha autorizado y la Constitución permite la detención continua”.

La intervención de Breyer es recomendable, pero como Mark Joseph Stern explicó la semana pasada en un artículo para Slate, llega 15 años tarde. Al momento de Hamdi, cuatro juezas formaban la pluralidad (O'Connor, Juez Presidente William Rehnquist, Anthony Kennedy, y Breyer), mientras que otros dos David Souter y Ruth Bader Ginsburg, “concurrieron con el criterio de la pluralidad acerca de que los las protecciones de los procesos deberían de estar disponibles para que Hamdi pudiera desafiar su estatus y detención, proveyendo una mayoría para esa parte del fallo”, pero “disidiendo del fallo de la pluralidad de que la AUMF estableciera autorización del congreso para la detención de los enemigos combatientes”.

Solo uno de ellos, Clarence Thomas, estuvo totalmente del lado de la administración de Bush, mientras que otros dos, el conservador Antonin Scalia y el veterano liberal John Paul Stevens, disintieron, notando, como Mark Joseph Stern lo puso, que “el Congreso ha fracasado en suspender la orden de habeas corpus, que concede a los individuos el derecho de desafiar su detención” y que “a menos y hasta que el Congreso suspenda ese derecho, que solo puede hacer en “casos de rebelión o invasión”, el presidente no puede revocar el debido proceso de los ciudadanos”. Más aun, como lo describe Stern, Scalia comentó que “la AUMF no otorga los poderes de detención en el extranjero que el gobierno dice. Aunque Hamdi debería o tener un juicio justo o ser liberado”.

Como Stern procedió a explicar, “Scalia y Stevens, los extraños compañeros de litera que defendieron el habeas corpus, ya no están. La corte de Guantánamo cambió votos, O’Connor y Kennedy renunciaron y fueron sustituidos por Samuel Alito y Brett Kavanaugh. Ambos se oponen firmemente a los derechos de los detenidos en Guantánamo. De hecho, mientras trabajaba para la Corte de Apelaciones para el Circuito del distrito de Columbia, Kavanaugh jugó un papel importante en lastimar los esfuerzos de Kennedy en garantizar protecciones constitucionales en Guantánamo.

Mark Joseph Stern también preguntó qué, para Breyer, sería “un caso apropiado” para certioari. “¿Por qué no es el caso de al-Alwi uno apropiado?”, preguntó, notando que “Breyer no contestó”. En defensa de Breyer, de cualquier manera, podría ser que correctamente conjeturó que, dada la actual alineación de la Suprema Corte, ninguna victoria es posible. Con Kavanaugh habiéndose recluido de los asuntos de Guantánamo dado su historial, cualquier fallo sería probablemente dividido en 4-4 con Breyer, Ruth Bader Ginsburg y dos de los nominados de Obama, Sonia Sotomayor y Elena Kagan de un lado y Thomas, Alito, el otro nominado de Trump Neil Gorsuch y John Roberts del otro, preservando el exhaustivamente insatisfactorio estado de asuntos actual.

Y todavía la necesidad de que alguna parte de la maquinaria del gobierno estadounidense tome acción para ponerle fin a esta vergonzosa situación es de urgencia perpetua, si es que la ley significa algo en los Estados Unidos.

Como explicó Mark Joseph Stern, desde Hamdi, “la Suprema Corte ha permitido una expansión de la detención indefinida más allá de los llamados enemigos combatientes. En dos casos recientes, la mayoría conservadora ha permitido que la administración de Trump detenga a ciertos inmigrantes de manera indefinida, un desarrollo que Breyer condena como una traición a “nuestros valores básicos”. Con el visto bueno de la corte, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas está creando un archipiélago de Guantánamos en donde el debido proceso ha sido suspendido para inmigrantes”. Como lo menciona Stern, también, Breyer escribió un desacuerdo en 2018 “Sería alarmante para mí creer que el Congreso” quisiera un resultado así”.

La conclusión de Stern es relevante:

    "Existe una lección que debe ser recogida de estos terribles casos: el poder de la detención indefinida es un arma que los presidentes pueden empuñar atronada y brutalmente. En Hamdi, la Suprema Corte le entregó esta arma a la rama ejecutiva, que continua a usarla en una manera predecible aterradora y arbitraria. El Congreso debe revocar la AUMF, así como cualquier otro estatuto, particularmente las leyes de inmigración, que argumentativamente pueden ser interpretadas para permitir la detención sin fin. No se puede confiar en que la Suprema Corte pueda forzar el debido proceso, a pesar de las peticiones de Breyer. Si el Congreso no le pone un fin a esta crueldad inconstitucional, nadie lo hará."

O, como lo plasma en un editorial Los Angeles Times, acerca de si “la naturaleza de la guerra actual contra al-Qaeda y grupos similares justifica la detención no limitada”, “mientras más pronto enfrente esta pregunta la Suprema Corte, mejor será, porque parece haber poca oportunidad de que el Congreso o la administración de Trump toquen el tema. Aun así necesita ser atendido, porque es completamente hostil hacia nuestras leyes y nuestra Constitución retener a docenas de personas por décadas o incluso indefinidamente en una prisión fuera del país sin acusarlos con algún crimen específico o sin permitirles enfrentar a sus acusadores o refutar los cargos presentando evidencia”.

No podríamos estar más de acuerdo.


 

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