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Con el prisionero más viejo de Guantánamo, Saifullah Paracha, finalmente en libertad, aquí está la historia completa de su vergonzoso encarcelamiento de 19 años

3.11.22
Andy Worthington

Traducido por El Mundo no Puede Esperar 16 de diciembre de 2022


Saifullah Paracha, fotografiado después de su liberación de Guantánamo, tomándose una taza de té en un McDonald’s en Karachi.

Tomó diecinueve años y tres meses, pero finalmente Saifullah Paracha, de 75 años, el prisionero más longevo de Guantánamo, ha sido liberado de la prisión y repatriado a Pakistán, en donde ha sido reunido con su familia. La foto arriba de este artículo fue tomado mientras celebraba su libertad con una taza de té en una sucursal de McDonald’s. Fue publicada en Twitter el 29 de octubre por uno de sus abogados, Clive Stafford Smith, el fundador de Reprieve, quien lo llamó “un cumpleaños feliz retrasado”, mencionando que “él nunca debió haber sido secuestrado y encerrado 18 (de hecho) 19 años atrás”.

En un tweet de continuidad, el 30 de octubre, Stafford Smith añadió que “tuvo la plática matutina más linda” con Saifullah, explicando que, hasta el final, la reacción desmesurada e histérica que ha tipificado el trato de 779 hombres que Estados Unidos mayormente acorraló, envió a Guantánamo y sobre quienes fabricó razones para detener indefinidamente sin cargos ni juicio, seguía en el mismo lugar. “Tomó una plantilla de 40 personas llevar a un hombre a casa desde Guantánamo”, escribió Stafford Smith.

La reacción desmesurada fue grotesca en dos frentes: primero, porque Saifullah fue referido como un prisionero modelo en Guantánamo, quien, como explicaron las autoridades estadounidenses en el 2016, “ha sido muy obediente con el staff de detención y defiende puntos de vista moderados y aceptación de las normas occidentales” y “se ha enfocado en mejorar las condiciones del bloque de celdas y ayudar a varios detenidos a mejorar su inglés y habilidades de negocios”; y, segundo, porque un proceso de revisión robusto del gobierno — las Juntas de Revisión Periódicas (PRBs por sus siglas en inglés), involucrando “a un oficial senior del Departamento de la Defensa, Seguridad Nacional, Justicia y Estado, el Comité y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional” — habían concluido de manera unánime, en mayo del 2021, que “no era necesaria la continua detención de ley de guerra para proteger una amenaza significativa a la seguridad de los Estados Unidos”.

La cuidadosa redacción está designada para prevenir que el gobierno estadounidense sea acusado de haber cometido errores en la red de arrastre global post 11/9 que llenó Guantánamo y los “sitios negros” de la CIA, pero en el caso de Saifullah, que fue secuestrado en Tailandia en julio del 2003, a donde había sido atraído por el FBI para asistir a una reunión de negocios no existente, basada en sospechas de estar involucrado con Al-Qaeda, existiendo profundas dudas acerca de estas afirmaciones desde el principio.

La historia de Saifullah y de su hijo Uzair

Un exitoso hombre de negocios, Saifullah había vivido y trabajado en Estados Unidos de 1970 a 1986, cuando se casó y tuvo cuatro hijos. En 2006 investigué su historia — y la de más de la mitad de los hombres detenidos en Guantánamo — para mi libro The Guantánamo Files, basado en un análisis de 8,000 páginas de documentos relacionadas con Guantánamo, que el gobierno estadounidense se vio obligado a liberar a través de una demanda de Libertad de Información (Freedom of Information). Noté que, aunque Saifullah “había reconocido que se había reunido con Osama bin Laden dos veces, en reuniones con hombres de negocio y líderes religiosos en 1999 y 2000”, él “negó los alegatos en su contra, que incluían inversiones para miembros de al-Qaeda, la traducción de declaraciones para bin Laden, unirse en un plan para contrabandear explosivos a los Estados Unidos y recomendar el uso de armas nucleares contra soldados estadounidenses”.

Añadí que “estas eran locas acusaciones para cualquiera familiarizado con su historia. Profundamente impresionado por todo lo estadounidense, había vivido en EE.UU. en los 70s y 80s, llevando varios negocios pequeños y tras su regreso a Pakistán, había hecho una fortuna con un negocio de exportación de ropa en sociedad con un empresario judío en Nueva York (una asociación impensable para alguien involucrado con al-Qaeda)”.

También examine cómo su caso fue inextricablemente vinculado con el de su hijo más grande Uzair, quien, en febrero del 2003, viajó a Nueva York “en donde estaba comercializando departamentos a la comunidad paquistaní”. El 31 de marzo del 2003, Uzair fue arrestado por agentes del FBI y acusado de trabajar con Ammar al-Baluchi and Majid Khan, “detenidos de alto valor” que ya estaban en custodia estadounidense, “por darle documentos falsos a Khan para ayudarle a entrar a los Estados Unidos para ejecutar ataques contra estaciones de combustible”, como describí en The Guantánamo Files. En noviembre del 2005, Uzair fue condenado en un tribunal estadounidense y en julio del 2006, a una sentencia de 30 años, aunque, como añadí “dijo que fue forzado a hacer una confesión falsa y tanto Khan como al-Baluchi hicieron declaraciones de que ni Uzair ni su padre habían ayudado a al-Qaeda de manera consciente”.

Esta descripción de la historia de Paracha de hecho parece estar bastante cerca de la verdad, aunque tomó muchos años para que tuviera impacto en los casos de Saifullah y Uzair. En julio del 2007, en uno de mis primeros artículos después de haber completado The Guantánamo Files, revisé nuevamente algunas de mis dudas en un artículo titulado “Guantánamo’s tangled web: Khalid Sheikh Mohammed, Majid Khan, dubious US convictions, and a dying man” (“Le telaraña enredada de Guantánamo: Khalid Sheikh Mohammed, Majid Khan, condenas dudosas y un hombre muriéndose”), presentando al supuesto autor intelectual del 11/9, quien se había presentado ante Saifullah como un hombre de negocios, al igual que al-Baluchi y Khan.

Para ese momento, sabía más acerca de Uzair, aparentemente bajo el consejo de su padre “había ingenuamente intentado asegurar un documento de inmigración para Khan, como un favor para un compañero paquistaní y para poder hacer eso ‘posó como Khan en llamadas telefónicas con el Servicio de Inmigración y Naturalización’; también llamó al banco de Khan, intentando reunir información acerca del papeleo de inmigración a través del internet y aceptó usar la tarjeta de crédito de Khan para que pareciera que estaba en Estados Unidos cuando estaba, de hecho, en Pakistán”. Sin embargo, me di cuenta de que Uzair “negó declarar, como lo intentó hacer el DoJ (Departamento de Justicia por sus siglas en inglés), que ‘sabía por su padre’ que Khan y al-Baluchi ‘eran al-Qaeda’” y que también había negado saber que $200,000, prestados a la compañía de su padre “era dinero de al-Qaeda y que querían tener le dinero de manera líquida para poder usarlo en cualquier momento”.

También descubrí más acerca de su supuesta confesión falsa, como uno de sus abogados, Edward Wilford, “le dijo al tribunal que los alegatos del gobierno se derivaron de una confesión falsa que dio Uzair después de ser ‘sujeto a 72 horas de interrogación sin haberle dicho que podía consultar a un abogado o hablar con sus padres’”.

También supe qué tan enfermo estaba Saifullah, habiendo sufrido dos ataques al corazón en Bagram, la principal prisión estadounidense en Afganistán, a donde lo llevaron después de secuestrarlo, en julio del 2003 y otro ataque más en Guantánamo, a donde fue transferido en septiembre del 2004. Otro de sus abogados, Gaillard T. Hunt, sugirió que su tratamiento médico en Guantánamo era “a lo mucho incompetente y negligente en el peor de los casos”, explicando que “él no podía tener una cateterización cardiaca en Guantánamo porque las reglas requieren que todos los prisioneros en el hospital estén encadenados a las cuatro esquinas de la cama. El cardiólogo dijo que esto era peligroso para el paciente, pero la administración de la prisión no acordó”.

De candidato a juicio a “prisionero para siempre”

Nada de lo anterior, sin embargo, convenció a las autoridades estadounidenses de su determinación de que Saifullah era “un importante miembro de la red de apoyo internacional de al-Qaeda que le daba asistencia a sus operaciones y personal”. La afirmación estaba contenida en su Resumen de Valoración de Detenido (Detainee Assessment Brief), un documento clasificado, datado el 1 de diciembre del 2008, que se hizo público en abril del 2011, después de ser filtrado con otros expedientes relacionados a casi todos los prisioneros, por Chelsea Manning, publicados por WikiLeaks en un proyecto en el que trabajé como socio mediático.

Útilmente, sin embargo, el expediente también reveló que estaba “en un alista de detenidos de riesgo desde un punto de vista de salud”, mencionando que su diabetes y otras afectaciones, así como su historial de “enfermedad arterial coronaria” — aunque sus ataques al corazón nunca fueron especialmente mencionados.

El análisis exagerado del rol de Saifullah, como revelado en el expediente, presumiblemente formó la base de la recomendación, en enero del 2010, para el primer proceso de revisión del presidente Obama, el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo, para que fuera puesto en juicio, junto con otros 35 hombres de 240 detenidos al principio de esa presidencia. Eso, sin embargo, nunca sucedió y, para el 2013 había sido cambiado a una categoría de prisioneros — correctamente identificada en los medios mainstream como “prisioneros para siempre” — que no son acusados, pero tampoco son recomendados para liberación y que serían detenidos indefinidamente sin cargos ni juicio a menos que un nuevo sistema de revisión, conocido como Juntas de revisión periódica, estableciera que era seguro recomendarlos para ser liberados.

La PRB de Saifullah tomó lugar en marzo del 2016, pero su continuo encarcelamiento sin cargos ni juicio fue aprobado un mes después, porque se “rehusó a tomar responsabilidad por estar involucrado con al-Qaeda, su inhabilidad y negativa a distinguir entre contactos legítimos y e infames contactos de negocio, su indiferencia hacia el impacto de sus acciones previas, su falta de plan para prevenir la exposición a las posibilidades de reconectar”, como explicaron los miembros de la junta.

Como otro de sus abogados, David Remes, había explicado, Saifullah “no puede mostrar ‘remordimiento’ por cosas que mantiene no haber hecho”, pero, para cualquiera como él, que mantuvo su inocencia en una audiencia de PRB, era imposible asegurar una recomendación de liberación. Las PRB no estaban preocupadas con verificar la inocencia o culpa, sino, en lugar de eso, como un proceso tipo libertad condicional, la culpabilidad era asumida (como era, de hecho, regla general en Guantánamo), necesitando arrepentimiento y un plan creíble para una vida pacífica si eran liberados.

Con la negación de Saifullah para mostrar arrepentimiento, no importaba que, como David Remes también explicara a los miembros de la Junta en su audiencia, “el Sr. Paracha ha sido una enorme influencia positiva sobre otros detenidos. Le llaman “tío”, un término de gran respeto para hombres mayores y buscan su consejo. Sabio y comprensivo, desmotiva el conflicto y calma a los detenidos cuando están agitados. Promueve la armonía entre religiones. Ha enseñado clases de administración de negocios e inglés. Una vez, cuando otros espacios no estaban disponibles, enseñó una lección en una celda”.

Como explicara también Remes, “El Sr. Paracha también dio consejos de cooperación con el gobierno en procesos de revisión judicial y administrativa. Cuando la Suprema Corte en 2004 dio a los detenidos luz verde a los detenidos para buscar casos de habeas corpus, el Sr. Paracha les pidió a sus compañeros que aceptaran ayuda de parte de los abogados americanos. Cuando comenzó la Junta de Revisión Periódica en julio del 2013 les pidió que participaran en el proceso”.

Inquietantemente, los miembros de la junta también ignoraron los pasajes acerca de Saifullah y Uzair en el resumen desclasificado del reporte del Comité de Inteligencia del Senado sobre el programa de tortura de la CIA, publicado en diciembre del 2014. En él, el Comité rechazó reclamaciones hechas por la CIA de que fue gracias el uso de la tortura, que fueron identificados Uzair y Saifullah, destacando que los Paracha habían estado en el radar de los servicios de inteligencia paquistaní mucho antes de la tortura, pero también, de manera más importante, expresaron escepticismo acerca de la afirmación de que sabían que estaban involucrados en un intento de contrabandear explosivos a los Estados Unidos, una declaración atribuida a Khalid Sheikh Mohammed.

Como un “oficial de contraterrorismo de la CIA” comentó, “otra vez, otra operación de KSM digna de lamentables cabezas de chorlito … ¿por qué ‘contrabandear’ explosivos cuando puedes obtenerlos aquí en los Estados Unidos? Ni el fertilizante para bombas o explosivos normales son tan difíciles de conseguir. Ramzi Yousef (el sobrino de KSM que intentó explotar las torres gemelas en 1993) vino a EE.UU. con una maleta y cien dólares y obtuvo aquí todo lo que necesitaba. Esta “confesión” de KSM podrá ser verdad, pero parece bastante rara para mí”.

En el 2017, el encarcelamiento de Saifullah fue nuevamente sostenido por una PRB, aparentemente consignándolo a encarcelamiento sin fin sin cargos ni juicio, aunque, en octubre del 2018, Mansoor Adayfi, un ex prisionero que había sido liberado en Serbia en el 2016 escribió un extraordinario y brillante testimonio acerca de él, titulado “Saifullah Paracha: el padre noble, hermano y amigo para todos en Guantánamo”, que fue publicado exclusivamente en el sitio web de Close Guantánamo.

En él, Mansoor escribió ampliamente acerca de cómo Chacha (“tío” en urdu) inspiró a los prisioneros más jóvenes, a través de enseñarles inglés, preparando un “plan de negocios” — para una granja de ‘leche y miel’ en Yemen”, que algunos yemeníes utilizaron es sus PRB, a través de la cocina y del importante apoyo emocional. “Él me trató como a su propio hijo y yo lo amo como un padre”, escribió Mansoor.

El punto de inflexión: la condena de Uzair es anulada

Cuando el punto de inflexión llegó a la fortuna de Saifullah, no fue por algo que haya sucedido en Guantánamo, en donde, espero haber establecido, la culpabilidad es presunta, y los esfuerzos extenuantes son persistentemente hechos para refutar cualquier otra versión de eventos; sino vino de EE.UU., en donde la ley — aunque muchas veces abusada — todavía involucra un análisis robusto de hechos por parte de un juez (un lujo que sólo se aplicó en Guantánamo del 2008 al 2010, cuando la Suprema Corte le garantizó a los prisioneros los derechos de habeas corpus garantizados constitucionalmente cuando un juez de tribunal de apelaciones es motivado políticamente a conspirar para hacer insignificantes esos derecho).

En julio del 2018, en Nueva York, la jueza Sidney H. Stein, que había sido la jueza en el juicio original de Uzair y le había dado una sentencia de 20 años, anuló la sentencia y ordenó un nuevo juicio, después de concluir que el permitir que la sentencia existente se sostuviera sería un “manifiesto de injusticia”, como expliqué en un artículo en marzo del 2020.

A diferencia de Guantánamo, en donde las verdades inconvenientes aparentemente pueden ser ignoradas eternamente, especialmente a través de las PRB, en donde ni siquiera les importa la verdad, la jueza Stein examinó la evidencia y concluyó que cualquier cosa incriminatoria que haya expresado Uzair había sido por “una combinación de miedo, intimidación y agotamiento” en su interrogación inicial. La jueza Stein también se basó en reportes que establecían que Majid Khan, Ammar al-Baluchi and KSM habían hecho declaraciones que “directamente contradecían el caso del gobierno” de que Uzair Paracha “conscientemente ayudó a al-Qaeda”, deteniéndose particularmente en una declaración realizada por Khan, quien “les dijo a las autoridades que él jamás le había dicho al Sr. Paracha acerca de sus lazos con Qaeda, a quien describe como inocente”.

Tomó otros 20 meses, pero, en marzo del 2020, el gobierno estadounidense abandonó sus esfuerzos para buscar un nuevo juicio y Uzair — a quien el arrebataron su estatus permanente como residente estadounidense — fue enviado a casa, como un hombre libre. Para Saifullah, sin embargo, el limbo de Guantánamo continuó. Como expliqué en ese momento, “mientras que Uzair Paracha es ahora un hombre libre, no existe garantía alguna de que su padre también sea liberado, porque, aunque a pesar de las profundas dudas acerca de la confiabilidad de aquellos que, bajo coacción, lo acusaron de saber que estaba involucrado con al-Qaeda son igual de aplicables en el caso de Saifullah Paracha, la horrible verdad acerca de Guantánamo es que suposiciones son consideradas más convincentes que la evidencia”.

De hecho, tomó otros 14 meces para que una PRB finalmente aprobara a Saifullah para liberación, el 13 de mayo del 2021 y casi otro año y medio para que finalmente fuera enviado a casa, aunque, el mayo pasado, Shelby Sullivan-Bennis, otra de sus abogadas, declaró que pensaba que “lo regresarían a casa en los siguientes meses” porque “los paquistanís lo quieren de vuelta y nuestro entendimiento es que no existen impedimentos para su regreso”.

Podrá no haber impedimentos, pero en Guantánamo no se necesitan impedimentos cuando el modus operandi que prevalece, cuando tiene que ver con la liberación de hombres aprobados para ser liberes, es el colosal estado de inercia.

También estoy emocionado por Saifullah, pero ninguno de nosotros olvida a los otros veinte hombres que han sido aprobados para ser liberados — tres desde el 2010, uno desde el 2019 y 16 desde que el presidente Biden tomó el poder (algunos como Saifullah, dijeron que Estados Unidos ya no los quería detener el pasado mayo) — continúan detenidos, porque no existe un mecanismo legal que obligue al gobierno estadounidense a liberar hombres cuya liberación ha sido ordenada por procesos administrativos como las PRB y su predecesor, el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo.

También esperando liberación está Majid Khan, cuyo relato verídico ayudó a concretar la liberación de Uzair — y por extensión, la de Saifullah. Khan expresó total remordimiento de su rol como facilitador de al-Qaeda, convirtiéndose en un testigo cooperador y, eventualmente, recibiendo una sentencia y un acuerdo negociado en el 2012 que terminó el 1 de marzo de este año. Seis meses después, sin embargo, todavía está en el limbo, ya que ningún país ha sido encontrado todavía que le ofrezca un nuevo hogar y, como con los otros 20 hombres mencionados anteriormente, no existe señal alguna de urgencia requerida para asegurar su liberación por parte del gobierno de Estados Unidos.

Vergonzosamente, esta inercia también es mantenida porque los demócratas tienen miedo de una reacción violenta por parte de los republicanos en el congreso y también porque a los medios mainstream — y, tristemente, a la mayoría de los americanos — simplemente no les interesa.

Mientras celebramos la liberación de Saifullah, es momento de sobrepasar esta inercia e indiferencia y para que todos los otros hombres aprobados también sean liberados.


 

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