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Cómo conocí, finalmente, al ex prisionero de Guantánamo Mohamedou Ould Salahi como un hombre libre

15.3.22
Andy Worthington

Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 15 de abril de 2022


Mohamedou Ould Salahi y Andy Worthington conociéndose por primera vez en la Chatham House en Londres el 10 de marzo del 2022 (Foto: Bernard Sullivan)

El jueves pasado, en la Chathman House, el instituto de política independiente en St. James Square, Londres, finalmente pude conocer a alguien que admiro enormemente, de quien he estado escribiendo desde el 2006 — Mohamedou Ould Salahi (conocido como Slahi), ex detenido de Guantánamo, sobrevivente de tortura y autor del superventas Guantánamo Diary, quien formó parte de una discusión acerca de Guantánamo con Rachel Briggs de la Chathan House y Sonia Sceats de Freedom from Torture, como parte de un tour por el Reino Unido.

He sido parte de varios eventos en línea con Mohamedou en el último año (leer aquí, aquí y aquí), pero conocerlo en persona fue una emoción particular. Era tan gracioso y alegre como esperaba y, en el evento, habló convincentemente acerca de la importancia del perdón, mensaje que ha extendido a todos los que lo torturaron y abusaron de él y que es un aspecto que define su filosofía.

La primera vez que me encontré con el caso de Mohamedou fue en 2006-07, mientras investigaba y escribía acerca de los hombres detenidos en Guantánamo para mi libro The Guantánamo Files, publicado en septiembre del 2007.

Los primeros cuatro años de la historia de Guantánamo, fue imposible escribir un recuento coherente de quién estaba detenido. El gobierno de Bush se negó a dar cualquier información en relación a ellos — ni siquiera sus nombres — y no fue sino hasta abril y mayo del 2006 que listas de prisioneros fueron públicamente publicadas después de que el Pentágono perdiera una demanda de Libertad de Información por parte de la Associated Press.

También fueron publicados resúmenes desclasificados de evidencia en contra de prisioneros (que eran impresionantemente bastante poco sustanciosos) y muchas miles de páginas de transcripciones de revisiones superficiales — los tribunales de revisión de estatus de combatientes — que el gobierno estadounidense había sostenido en 2004-05, que fueron designados para habilitar paneles de tres oficiales militares para designar, como simple formalidad, como “enemigos combatientes”, por captura, a los hombres que eran “culpables” de cualquier cosa por la cual eran vagamente acusados y quienes podían continuar a ser detenidos sin derechos.

Los resúmenes desclasificados de evidencia y las transcripciones — que muchas veces eran traducidas del árabe que la mayoría de los hombres hablaba y muchas veces revelaban confusión por parte de los prisioneros, mientras eran confrontados por alegatos extremadamente vagos cuya proveniencia, más que nada, no les era dada a conocer — generalmente sólo me dieron, a lo mucho, breves croquis de quiénes eran estos hombres y la diferencia entre sus historias y lo que el gobierno estaba diciendo.

Ocasionalmente, sin embargo, las voces de los prisioneros brincaban de las páginas y un ejemplo memorable era Mohamedou. Relatando cómo había sido entregado a los agentes estadounidenses por las autoridades de su propio país, Mauritania, en noviembre del 2001, Mohamedou dijo, en inglés (que no hablaba antes de su captura), “Mi país me entregó, recortando cualquier tipo de proceso de ley, como un dulce a los Estados Unidos”.

Utilicé esa cita en mi libro, al igual que al discutir la horrenda tortura de Mohamedou, ordenada por el secretario de defensa Donald Rumsfeld, basada en la errónea creencia de que estaba involucrado con al-Qaeda y continué a seguir su historia, particularmente cuando el entonces fiscal asignado a su juicio de comisión militar, el teniente coronel Stuart Couch renunció en lugar de continuar con el caso, horrorizado por la falta de evidencia y por la tortura a la que fue sujeto Mohamedou.

La cooperación post-tortura de Mohamedou — después de haber sido llevado en una lancha y amenazado con la muerte — significó que él y otro prisionero que cooperó fueron encarcelados de manera separada del resto de la población, y fue ahí, irónicamente, en donde tuvo permitido comenzar a escribir las experiencias que eventualmente se convirtieron en el “Diario de Guantánamo”. Poco después de que estas circunstancias fueron reportadas por Peter Finn para el Washington Post, en un artículo titulado “Para dos detenidos que dijeron lo que sabían, Guantánamo se convierte en una jaula dorada”, parecía haber un progreso significativo en su caso, cuando, en marzo del 2010 su petición de habeas corpus fue otorgada por un juez en el tribunal de distrito, el juez James Robertson.

Vergonzosamente, sin embargo, el gobierno apeló — después de que el fiscal general Eric Holder había, de manera muy poco profesional, declarado que “aunque obviamente respetamos la decisión tomada por el juez, esperamos que un tribunal de apelaciones pueda revisar la evidencia que presentamos en los procedimientos de habeas y pueda llegar a una conclusión contraria” — en septiembre del 2020 un tribunal de apelaciones llegó a un fallo. Esto significó que el caso supuestamente tenía que ser enviado de vuelta a un tribunal inferior para ser reconsiderado, pero nunca pasó y pasaron los años pareciendo que Mohamedou había sido olvidado.

Todo esto cambió en enero del 2015, cuando se publicó el Diario de Guantánamo a una ovación amplia. El camino a mi eventual reunión con Mohamedou comenzó cuando Bernard y Susie Sullivan, una pareja retirada en Dorset con un entusiasmo por el activismo por los derechos humanos, escogió el caso de Mohamedou a través de un artículo que Susie estaba leyendo en un periódico. Ella sugirió hacer algo para ayudarlo y se acercaron al PM Tom Brake, demócrata liberal, quien sostuvo una reunión parlamentaria acerca del sufrimiento de Mohamedou en abril del 2016, a la cual fue su hermano Yahdih y su abogada Nancy Hollander y en la cual los actores Sanjeev Bhaskar y Toby Jones leyeron pasajes de su libro.

Conocí a Bernie y Susie en la reunión y hemos estado en contacto desde entonces. Para nuestra felicidad, Mohamedou fue aprobado para ser liberado por una Junta de Revisión Periódica y en octubre del 2016, fue finalmente liberado, aunque no es un hombre libre ya que Estados Unidos presionó al gobierno de Mauritania para que no le diera un pasaporte y yo reporté acerca de este predicamento particular en marzo del 2019.

Eventualmente Mohamedou recuperó su pasaporte y mientras, su historia llegó a más gente todavía cuando el director de cine Kevin Macdonald adaptó Guantánamo Diary para la película “The Mauritanian” con Tahar Rahim como Mohamedou, Jodie Foster como Nancy Hollander y Benedict Cumberbatch como el teniente coronel Stuart Couch. Aprovechando la habilidad de viajar de Mohamedou, Bernie y su sobrina Orien organizaron el tour para él que todavía sigue y que llevó, después de todos estos años, a que eventualmente lo conociera.

Cuando le conté cómo me había enterado de él en primer lugar, me dijo que él se había enterado de mí cuando los prisioneros en Guantánamo, por un rato, podían ver las noticias — pero sólo, de manera bizarra, Press TV en donde, del 2008 al 2010, fui parte regular de sus programas.

Mohamedou me contó que, cuando me vio en Press TV, diciendo la verdad acerca de Guantánamo, pensó “Me pregunto si en algún momento voy a conocer a este tipo”.

Pensé lo mismo acerca de él cuando leí el comentario de “barra de dulce” en el 2006 y fue un pequeño asombro, entonces, cuando fue un placer finalmente conocernos.

Estoy deseoso en tomar parte en las pláticas con Mohamedou en la Universidad de Brighton el próximo jueves 17 de marzo, después de la proyección de “El Mauritano” en el Teatro Trinity en Tunbridge Wells el domingo 20 con otra proyección con Kevin Macdonald y Nancy Hollander (vía Zoom) al igual que verlo nuevamente en su evento en el LSE en London este miércoles 16.

Entre otras cosas, discutiremos, esto seguro, cómo, aunque Mohamedou es ahora libre en muchos sentidos, esa libertad todavía depende de la buena voluntad del gobierno estadounidense y muchos otros prisioneros están en el lugar en el que Mohamedou estuvo por años después de su liberación, como describió en Chatham Hoyse, en arresto domiciliario básicamente.

Alrededor del mundo, ex detenidos que fueron repatriados o reubicados en terceros países cuando no fueron capaces de repatriarlos o fue tomado como poco seguro hacerlo, permanecen fundamentalmente sin derechos, sin poder viajar, sin poder recibir visitas, sin poder trabajar y sin poder defenderse a sí mismos de acoso arbitrario.

Como he mencionado previamente, estoy en las etapas iniciales de establecer una nueva campaña, el Guantánamo Accountability Project, para abordar cómo el estigma de Guantánamo continúa a afectar a ex detenidos y ultimadamente hacer un llamado a que los responsables, en el gobierno estadounidense, sean hechos responsables. Por favor ponte en contacto si ese es un proyecto en el que te gustaría participar.


 

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