Cirugía de emergencia
para el iraquí en Guantánamo revela la crueldad de la prohibición del congreso
para las transferencias por atención médica urgente
1.12.22
Andy Worthington
Traducido por El Mundo no Puede Esperar 5 de enero de 2023
Abd al-Hadi al-Iraqi, fotografiado en Guantánamo, en años recientes, por
representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja.
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Gracias a Carol Rosenberg del New York Times por reportar
acerca de las últimas noticias desde Guantánamo acerca de las problemáticas
consecuencias de la prohibición del congreso sobre prisioneros para ser
llevados, por cualquier motivo, al país — incluso para procedimientos
quirúrgicos complejos que son difíciles de realizar en la remota base naval.
La prohibición ha estado vigente desde los primeros
años de la presidencia de Obama, cuando fue cínicamente introducida por
legisladores republicanos y ha sido renovada cada año en la Ley de Autorización
de la Defensa Nacional (National Defense Authorization Act (NDAA)), aunque,
mientras los prisioneros envejecen, algunos de ellos tienen asuntos médicos complejos
que son difíciles de resolver en la prisión, en donde los equipos médicos
muchas veces carecen de material y personal que se encuentra listo en Estados Unidos.
Como explicó Rosenberg, “la base típicamente envía a
miembros del servicio estadounidense y otros residentes a los EE.UU. para
cuidado complejo”, mientras que vergonzosamente le niega el mismo nivel de
cuidado a los prisioneros, quienes son sujetos a “las restricciones de la
llamada medicina expedicionaria — la práctica de movilizar especialistas y
equipo al pequeño hospital de la marina en Guantánamo específicamente para la
población de la prisión”.
Los complejos problemas médicos de Abd al-Hadi al-Iraqi
De los 35
hombres todavía detenidos, uno con los problemas físicos más complejos es Abd al-Hadi al-Iraqi, un
“detenido de alto valor” detenido en Guantánamo desde el 2007, cuando tenía 46
años. Hoy tiene 61. Un iraquí kurdo cuyo nombre real es Nashwan al-Tamir,
al-Iraqi sufre de estenosis espinal, una condición degenerativa seria y
profundamente dolorosa y, sin embargo, parece que las autoridades ignoraron su
condición los primeros diez años en Guantánamo.
Esto, a pesar del hecho de que el Centro para Víctimas
de Tortura (CVT por sus siglas en inglés) y los Médicos por los Derechos
Humanos (Physicians for Human Rights (PHR)) explicaron en un reporte en el
2019, titulado “Privación y desesperanza: la crisis del cuidado médico en Guantánamo”
Deprivation and
Despair: The Crisis of Medical Care at Guantánamo acerca del cual escribí
aquí, que al-Iraqi le había dicho al personal médico en Guantánamo acerca
de su enfermedad cuando llegó a la prisión en el 2007, las autoridades médicas
“la habían diagnosticado de manera independiente en Guantánamo en el 2010” y
“personal médico externo” había concluido que “obviamente necesitaba una
intervención quirúrgica urgente”.
No fue, sin embargo, hasta septiembre del 2017 que las autoridades tomaron acción alguna, después de que al-Iraqi comenzó con
incontinencia en su celda, después de haber perdido la sensación en la parte
baja de su cuerpo. Como resultado de eso, reportó Rosenberg el momento para el Miami Herald, las autoridades de
Guantánamo “mezclaron un equipo especial de neurocirugía en la base…para
realizar una cirugía de emergencia en la parte baja de la espalda de Hadi”. Los
doctores consultados por los abogados defensores explicaron que la escala de
los problemas de al-Iraqi habían sido revelados durante una tomografía de
contraste y, sin embargo, las autoridades no habían hecho algo al respecto.
Al momento de su emergencia médica, se le solicitó por parte de las autoridades que participara en las audiencias de comisión militar
por su rol como comandante militar para al-Qaeda en Afganistán en los años
previos a su captura, pero tenía tanto dolor que tuvo que asistir en silla de
ruedas. Sus abogados, sin embargo, abrumadores
la situación en la que se encontraba su cliente, echándole la culpa al
“tratamiento inútil” por años en Guantánamo.
Al-Iraqi tuvo cuatro cirugías más en menos de un año, cada una realizada por un equipo médico traído de los Estados Unidos, pero las
autoridades de la prisión todavía insistían en que atendiera las audiencias de
comisión militar. Como explicaron el CVT y PHR en su reporte, a pesar de su
condición, el gobierno “presionó con el enjuiciamiento del Sr. Al-Tamir en las
comisiones militares, que…requerían que se presentara en una camilla, tomara
medicamentos para el dolor durante los procedimientos legales y dormir en el
tribunal cuando los efectos predecibles del medicamento hacían efecto”.
Añadieron que, “Debido al estado frágil del Sr.
Al-Tamir, el oficial médico senior en Guantánamo repetidamente recomendó que no
se le sacara forzosamente de su celda para ir al tribunal…los fiscales le
aseguraron al juez del caso del Sr. Al-Tamir que no necesitaba emitir una orden
para el eso porque el staff no médico de Guantánamo respetaría esa
recomendación. Se equivocaron. La siguiente audiencia los fiscales concedieron,
de hecho, que los comandantes no médicos ahí ‘no están obligados por las
opiniones de los oficiales médicos señor ni a diferir con ellos en cada instancia’”.
A pesar de supervisor cinco operaciones entre el 2017-18, las autoridades de Guantánamo concedieron que al-Iraqi “podría
necesitar cirugías adicionales”, sugiriendo, como yo lo veo, que su condición
era tan severa que el tratamiento médico permitido — volaron a doctores, pero
las inadecuadas instalaciones médicas de la prisión — fueron insuficientes para
cumplir con sus necesidades.
En respuesta a los que se refirieron como un tratamiento inadecuado de al-Iraqi, sus abogados buscaron persuadir al tribunal
estadounidense para que le ordenara al gobierno darle “el cuido médico mejorado
y la supervisión de un doctor civil”, como el Middle East Eye explicó en un
artículo en septiembre del 2021, pero su solicitud fue rechazada en el
2019. Mientras tanto, su caso de comisión military continuó, aunque, para ese
punto “se apoyaba en una silla de ruedas y caminadora dentro de la prisión” y
“también tenía una silla geriátrica acolchonada y una cama de hospital para el
tribunal, la última, para cuando le daban medicamentos fuertes que lo hacían
dormir”, explicó el Middle East Eye.
La publicación del artículo del MEE coincidió con otra emergencia médica en el caso de al-Iraqi y, nuevamente, “se reportó que había
perdido el sentimiento de la parte baja de sus piernas” y que “no podía pararse
o caminar”. Su abogado civil, designado por el Pentágono, le dijo a MEE “me han
dicho que en este momento no puede caminar”.
En una moción de emergencia presentada por sus
abogados, se reveló que al-Iraqi había sido “informado que necesitaba cuidado
especializado” pero que le habían dicho que ese tratamiento “no iba a estar
disponible por varias semanas”.
La última emergencia médica de Abd al-Hadi al-Iraqi
De hecho, el tratamiento requerido parece no haberse
materializado en lo absoluto y no fue sino hasta 14 meses después — el 7 de noviembre de este año — que su condición se
deterioró una vez más a tal grado que volaron nuevamente doctores para su sexta
operación de emergencia. Como explicó Carol Rosenberg, “Un equipo
neuroquirúrgico corrigió tornillos, añadió elementos de titanio y retiró barras
insertadas en la espalda del Sr. Hadi en una larga operación el 12 de
noviembre, según lo presentado al tribunal por un doctor de la prisión. El
prisionero necesitó transfusiones de sangre durante el procedimiento y sufrió
una rotura accidental en su espina dorsal. Los doctores la describieron como
una ‘complicación común’ y dijeron que un neurocirujano la conectaron con un
injerto muscular, suturaron y sellaron”.
Según Rosenberg, el recuento del doctor de la prisión “no contó con la duración de la operación ni tampoco si tuvo éxito”, pero
mencionó que “el equipo quirúrgico se quedó después para monitorear el progreso
del prisionero, que se desmayó del dolor un día después de la operación cuando
el personal militar médico intentó ponerlo de pie para comenzar con el proceso
de rehabilitación que se espera tome meses”. Dada le extensión de sus heridas,
debo mencionar, intentar “ponerlo de pie” parece médicamente erróneo, sino
absoluta y totalmente cruel.
En otra declaración presentada ante el tribunal, los abogados de al-Iraqi mencionaron que habían consultado a un neurocirujano
practicante, que declaró que “corría el riesgo de parálisis”. El neurocirujano
señaló que, en Estados Unidos “hubiera sido llevado para operarlo el día que
descubrieron su condición” pero que las logísticas de obtener expertos médicos
en Guantánamo significaban un retraso de cinco días.
El consejo de neurocirujano replicó con las opiniones
expresadas el año pasado por Scott Roehm del Centro para Víctimas de Tortura,
quien le dijo al Middle East Eye que “si dicho caso médico sucediera en EE.UU., una persona vería a un especialista
‘en horas’”. Roehm añadió que, “si no puede caminar, debería estar en un
hospital, no en una celda” y también dijo que otros prisioneros “tenían que
cargar a Hadi para que usara el baño”.
Roehm mencionó que el Departamento de la Defensa fue
“indispuesto o incapaz, o ambos, de lidiar con este tipo de asuntos médicos,
que en algunos casos no es sorprendente”, porque la prisión “no se hizo para
ser un asilo de ancianos después de dos décadas”. Añadió que “si los reportes
de lo que sucede son precisos, no satisfacen ni de cerca el estándar de cuidado
que todos los hombres se suponen tienen que recibir en Guantánamo”.
En el caso de al-Hadi, el fin a su purgatorio médico está, supuestamente, a la vista, aunque todavía está por verse. En junio,
aceptó un acuerdo negociado en sus procedimientos de comisiones militares, que,
como expliqué
en su momento, resultó en una sentencia a diez años, que se anunciará en el
2024, para permitirle al gobierno estadounidense “encontrar una nación
simpatética que lo reciba y le pueda dar cuidado médico de por vida”, como explicó
Carol Rosenberg y que lo detenga mientras cumple el resto de su condena.
En su reporte la semana pasada, Rosenberg mencionó que Susan Hensler “ha estado viajando al extranjero en búsqueda de un país que lo
reciba para darle el cuidado médico de por vida”, pero debo preguntarme qué tan
pronto estará un tercer país para responder a cualquier petición de encarcelar
a al-Iraqi por ocho años y darle cuidado médico y mencionar que, en el caso de
Majid Khan, un paquistaní que también firmó un acuerdo negociado en relación a
su participación con al-Qaeda y quien ha sido un testigo arrepentido y
cooperativo, cumplió su sentencia hace nueve meses y, sin embargo, el gobierno
estadounidenses no
ha encontrado un tercer país preparado para ofrecerle un nuevo hogar.
A penas el mes pasado, la Comisión Interamericana en Derechos
Humanos (le única organización oficial en las américas que tiene el poder
de “promover y proteger derechos humanos en el hemisferio americano”) tuvo una
audiencia cerca de Guantánamo en la que los abogados no sólo se quejaron acerca
del fracaso de la administración de Biden de liberar a los 20 hombres (de los
35 en total) que han sido aprobados para ser liberados pero siguen ahí, pero
también habló específicamente acerca de las necesidades de salud de los
prisioneros y los fracasos del gobierno por abordarlos de manera adecuada.
Wells Dixon del Center for Constitutional Rights,
por ejemplo, habló de un incidente en septiembre cuando uno de sus clientes fue
hospitalizado, diciéndole las autoridades del IACHR “no tienen un plan de largo
plazo de cuidado para hombres así cuya transferencia fue aprobada y continúan
detenidos enfermos” llamando su actitud “inaceptable e inconsciente”.
El Middle East Eye mencionó
que, en junio de este año, Corry Jeb Kucik, el jefe médico en Guantánamo,
declaró en una audiencia de comisión militar que “la única máquina para
resonancias magnéticas (MRI por sus siglas en inglés) transferida a la isla,
que fue utilizada para escanear el cuerpo humano y dar imágenes de los órganos
de una persona para diagnóstico, ha estado fuera de servició desde noviembre
del 2021”, como un ejemplo de su concesión que “mientras el cuidado primario ya
estaba disponible para la población de la prisión, procedimientos más
específicos o tratamientos no fueron posibles en la base”.
El caso de Ammar al-Baluchi, quien desarrolló daño cerebral después de haber sido utilizado como
maniquí para entregamiento de la CIA en “sitios negros”
Ammar al-Baluchi, fotografiado en Guantánamo en años recientes por representantes del
Comité Internacional de la Cruz Roja
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El Middle East Eye mencionó el caso de Ammar
al-Baluchi (también conocido como Ali Abdul Aziz Ali), quien también busca una
audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Inter-American
Human Rights Commission). Otro “detenido de alto valor” también acusado de
estar involucrado en los ataques del 11 de septiembre, al-Baluchi “sufre de
severo daño cerebral como resultado de su trato en ‘sitios negros’ de la CIA”,
como explicó el Middle East Eye en un
artículo el mes pasado, después de hablar con una de sus abogadas, Alka
Pradhan, quien acababa de regresar de visitarlo en Guantánamo.
A principios de este año, nuevos documentos desclasificados de un reporte de la CIA del 2008 revelaron
que “en un sitio secreto de detención en Afganistán”, después de su captura en
el 2003, “fue usado como un maniquí vivo para entrenar interrogadores, quienes
se formaban para tomar turnos y golpear su cabeza contra la pared de
aglomerado, dejándolo con daño cerebral”, explicó el Guardian.
Pradhan le dijo al Middle East Eye que, durante su última sesión con al-Baluchi, “su estado estaba
tan mal, que no pudo leer o completar pensamientos completos”. Como lo describe
ella, “Ammar tiene daño cerebral, derivado de su tiempo en sitios negros — y
los efectos de ese daño cerebral se han visto verdaderamente reflejados en sus
habilidades cognitivas. Su habilidad, por ejemplo, de leer documentos, de unir
pensamientos complejos que pudieran contribuir a su defensa y su habilidad de
sentarse con nosotros para hacer una estrategia están comprometidos a este punto”.
Añadió que, en Guantánamo, “no hay esperanza en vista
por el tipo de cuidado médico complejo que él necesita, tanto psicológico como
físico”. Para eso, ella ha estado pidiéndole al Tribunal de Distrito en
Washington, D.C. que permita que una Comisión Médica Mixta — un panel de
expertos independientes conformado por un oficial médico del ejército y dos
doctores de un país neutral escogido por el Comité Internacional de la Cruz
Roja — para visitar Guantánamo y hacer una valoración del estado mental de
al-Baluchi bajo la Regulación Armada 190-8.
Pradhan y el resto del equipo legal de al-Baluchi citó
un
“fallo histórico” de marzo del 2020 por la jueza Rosemary Collyer del
Tribunal de Distrito en Washington, D.C. en el caso de Mohammed al-Qahtani,
quien fue torturado en Guantánamo a pesar de sufrir severa esquizofrenia. La
jueza Collye ordenó que se le permitiera a una CMM hacer una visita y evaluar a
al-Qahtani, pero, en lo que Pradhan describe como una respuesta “torpe” y
“escrita a la ligera” bajo Donald Trump, los abogados del Departamento de
Justicia “acertaron que los detenidos en Guantánamo no eran sujetos a la
regulación 190-8 y que, debido a eso, no podían recibir una CMM”.
El Middle East Eye añadió que “la administración de Biden discutió la decisión de la corte
en ese caso transfiriendo a Qahtani a Arabia Saudita, pero Pradhan dice que el
fallo de la jueza Collyer sentó un precedente para que Baluchi sea evaluado
independientemente por un equipo médico externo”.
También explicó cómo “un neuropsicólogo realizó una RM de la cabeza de Baluchi en octubre del 2018 y encontró ‘anormalidades indicando
daño cerebral de moderado a severo’ en las partes de su cerebro que afectan la
formación de memoria, recuperación y regulación del comportamiento”, cómo
“según la valoración de otro neuropsicólogo a principios del 2020, su función
psicológica había ‘disminuido seriamente’ como resultado de tortura, dejándolo
con una multitud de problemas, incluyendo herida cerebral traumática, ansiedad,
depresión, síndrome de estrés post traumático” y cómo otra RM en el 2021 reveló
que ”una lesión de columna había crecido a un ritmo alarmante”.
Sin embargo, a pesar de la lógica clara para que se
permitiera una visita al-Baluchi por pate de una CMM, el gobierno de Biden
continúa a resistir su implementación. Como dijo Pradhan “De verdad no entiendo
lo que la izquierda está haciendo, intentando encontrar una manera de cerrar
Guantánamo muy lentamente”. Cuando se le pidió que comentara, Scott Roehm
añadió “Si la meta es cerrar Guantánamo y una comisión médica mixta debe
concluir que esta persona está tan enferma, debilitada, malherida, etc, tienen
que ser repatriados y eso facilita su clausura”.
En toda probabilidad, la resistencia de la administración de Biden, en el caso de al-Baluchi, es porque los acuerdos
negociados están en curso en su caso; y el de otros cuatro hombres acusados de
participar en los ataques del 11/9, en un intento de romper el bloqueo de 14
años desde que fueron acusados por primera vez bajo George W. Bush y los
oficiales no quieren, por lo tanto, socavar estas negociaciones. Sin embargo,
en el caso de Abd al-Hadi al-Iraqi, un acuerdo negociado ya fue logrado y, como
resultado de eso, la posición del gobierno — que parece significar nada más que
un cruce de dedos esperando que la parálisis permanente pueda ser evitada antes
de su sentencia en el 2024 — parece particularmente inaceptable.
La ley de autorización de la defensa nacional
En este frente, ayudaría si la restricción de llevar prisioneros a Estados Unidos por cualquier razón fuera eliminada de la ley de
autorización de la defensa nacional (National Defense Authorization Act) este año, pero, otra vez, es casi
certero, como es el trabajo de los Comités de Servicios Armados del senado y la
Cámara de Representantes, consolidar la ley para el próximo año, que eso no sucederá.
En junio, la
versión de la Cámara de la NDAA (por sus siglas en inglés) sostuvo la
prohibición existente de prisioneros a Libia, Somalia, Siria o Yemen — con
Afganistán añadido en una modificación — aunque, reflexionando en el estrecho
control demócrata de cámara baja, como explicó un resumen, no “incluyeron las
prohibiciones arbitrarias de estatuto sobre la transferencia de detenidos desde
el centro de detención en la bahía de Guantánamo, en Cuba, que obstaculiza el
progreso hacia su clausura”, dejando abierta, por lo tanto, la posibilidad de
transferencias al territorio estadounidense, también por urgencia médica.
En el senado, sin embargo, en donde, como explicó
The Hill, “Los demócratas necesitarían el apoyo del GOP para pasar la ley de
defensa”, una movida que enfrentaría “un muro de oposición de parte de los
republicanos”, la
versión final de la ley debidamente retuvo el conjunto completo de
prohibiciones apoyadas por republicanos que han hecho tanto para impedir los
esfuerzos de cerrar Guantánamo por tantos años — “una prohibición en la
transferencia de detenidos de Guantánamo a los EE.UU.” por cualquier motivo,
así como “una prohibición para el uso de fondos del Departamento de la Defensa
(DoD) para construir o modificar instalaciones en territorio nacional para
albergar detenidos de Guantánamo” y, como en la versión de la Cámara, una
prohibición para liberar prisioneros a Libia, Somalia, Siria, Yemen y Afganistán.
Después de las intermedias, con los demócratas perdiendo la Cámara pero asegurando el control del senado, podría ser que la
NDAA del próximo año pueda finalmente dar la oportunidad para que se levante la
prohibición de llevar detenidos al territorio nacional por cualquier motivo,
pero, si eso alguna vez sucede, deja a Abd al-Hadi al-Iraqi confiado en visitar
doctores por un año más, esperando a que su condición no se deteriore tanto que
sea tan severa que lo deje permanentemente paralizado y esa, debería decir de
manera tan dura, es una situación vergonzosa que defender para el gobierno estadounidense.
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