Cerrando la puerta a Guantánamo: El significado de
que Donald Trump no haya nombrado nuevos enviados a Guantánamo
13.4.17
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 24 de agosto de 2023
La semana pasada, Vice News publicó un artículo digno de mención, Trump
no ha nombrado a nadie para hacer un seguimiento de los detenidos de Guantánamo
liberados, destacando cómo la falta de interés de la administración Trump
en comprender la naturaleza de la prisión de Guantánamo en realidad está
poniendo en peligro la seguridad nacional.
Como informó Alex Thompson, aunque Donald Trump "ha prometido tomar el centro de detención
de la Bahía de Guantánamo y llenarlo con 'algunos tipos malos', ... aún no ha
ocupado los dos principales puestos en el gobierno federal específicamente
encargados de supervisar a los más de 700 ex detenidos que ya han sido
liberados para garantizar que no se conviertan en amenazas a la
seguridad."
Bajo la presidencia de Obama, la labor de supervisar a los ex presos y "coordinar sus
transiciones a la vida civil" la cumplían en gran medida "dos
pequeñas oficinas de enviados especiales": "una en el Departamento de
Defensa que revisa a los detenidos considerados para ser puestos en libertad y
hace un seguimiento de los informes de la comunidad de inteligencia sobre ellos,
y otra en el Departamento de Estado que ayuda a coordinar la comunicación entre
los detenidos y sus abogados, los gobiernos de los países de acogida, las
embajadas estadounidenses y el Departamento de Defensa."
Como señaló Thompson, Trump no ha nombrado a un líder para ninguna de las dos oficinas, para
reemplazar a Lee Wolosky en el Departamento de Estado y a Paul Lewis en el
Pentágono, y, según funcionarios actuales y anteriores del Departamento de
Estado que hablaron con él, "múltiples miembros de la oficina de
aproximadamente 10 personas en el Departamento de Estado han sido reasignados
al menos temporalmente", aunque un representante de la oficina de enviados
del Departamento de Estado "sostuvo que, por ahora, la oficina tiene
suficiente capacidad para tratar con los detenidos liberados."
No obstante, Azmat Khan,
miembro de New America en Washington, D.C. (antes New America Foundation), que
estudia cuestiones relacionadas con la lucha antiterrorista, dijo a Thompson
que la administración Trump está "perdiendo información crítica"
sobre dónde están ahora los ex presos "y cómo les va", y Wells Dixon,
abogado senior del Centro de Derechos Constitucionales, que ha estado a la
vanguardia de la lucha legal contra la anarquía de Guantánamo desde que la
prisión abrió sus puertas en enero de 2002, explicó: "Tener a alguien en
el Departamento de Estado es importante para ayudar con la reintegración [de
los presos liberados]. Eso es importante para la seguridad nacional de Estados Unidos".
Sólo
quedan 41 hombres en Guantánamo de los 779 retenidos por el ejército desde
la apertura de la prisión. Nueve
murieron y uno
fue trasladado al territorio continental de Estados Unidos para ser
juzgado, lo que significa que 728 han sido liberados: 532 bajo el mandato de
George W. Bush y los otros 196 bajo el del Presidente Obama. En la medida de lo
posible, se ha repatriado a los presos, pero cuando no ha sido posible -por
temor a malos tratos en sus países de origen o, como en el caso de Yemen, por
la preocupación de toda la clase dirigente estadounidense por la situación de
seguridad- ha habido que buscar terceros países dispuestos a ofrecer nuevos
hogares a los ex presos.
De los hombres liberados, la mayoría, como señaló Alex Thompson, "han comenzado vidas
tranquilas" en sus países de origen o en terceros países dispuestos a
ofrecerles un nuevo hogar, aunque algunos han pasado a tomar las armas contra
Estados Unidos, como indica la Oficina del Director de Inteligencia Nacional en
un informe publicado dos veces al año.
En Close Guantánamo llevamos
mucho tiempo mostrando nuestra disconformidad con el tipo de cifras que
maneja el DNI sin ningún tipo de documentación que las respalde, y mientras que
el último informe sugiere que 121
ex presos se han reinsertado (16,9%), nos convencen más los informes de New
America, que en 2013 cifraban la
tasa de reinserción en tan solo el 4%.
Aunque cuestionamos las cifras, sin embargo, y tampoco podemos hablar de reincidencia sin expresar
nuestra consternación por la forma sensacionalista en que la mayoría de los
principales medios de comunicación tratan los informes del DNI, está claro que la
tasa de reincorporación fue mucho menor bajo Obama que bajo Bush -de los
supuestos 121 casos, sólo 8 (4,4%) fueron bajo Obama, mientras que los otros
113 (21,2%) fueron bajo Bush- y parte de ello se debe, sin duda, al papel
desempeñado por los enviados.
Hablando de las dos oficinas de los enviados, Azmat Khan declaró que "tener ese puesto
cubierto fue extraordinariamente útil para los abogados de los detenidos
liberados y para asegurarse de que los detenidos liberados estaban siendo
retenidos en zonas seguras". Añadió, tal y como lo describió Alex
Thompson, que "la presión política del Congreso también hizo que la
administración Obama fuera mucho más cauta de lo que había sido la
administración Bush", aunque, dicho sea de paso, ésta fue también
"una de las razones por las que el centro de detención sigue abierto".
Lee Wolosky, que fue el enviado especial para el Cierre de Guantánamo en el Departamento de Estado
desde 2015 hasta que Trump asumió el cargo, dijo a Thompson que la
administración Obama "trabajó duro para asegurar una transición suave para
los detenidos liberados para que pudiera vivir una vida "sin la
tentación" de ir al campo de batalla." En palabras de Wolosky,
"tiene que haber algún mecanismo para supervisar a estas personas porque
supervisar las garantías de seguridad nos ayudó a evitar problemas."
Thompson procedió a explicar que el Departamento de Estado "negocia con los países de acogida para garantizar
que los detenidos liberados tengan acceso a cosas como empleo, atención
sanitaria y vivienda para asegurar una transición más suave a la vida
civil" y que, además, "negocian acuerdos de seguridad entre Estados
Unidos y los países de acogida para restringir los viajes, organizar la
vigilancia y garantizar el intercambio de información de inteligencia".
Paul Lewis, que fue enviado especial del Departamento de Defensa para el Cierre de Guantánamo desde 2013
hasta la toma de posesión de Trump (y cuyas
recientes reflexiones sobre la necesidad de cerrar Guantánamo se publicaron
aquí), coincidió con su homólogo del Departamento de Estado. "Incluso
si el presidente no quiere cerrar Guantánamo", dijo, "su
administración sigue teniendo la responsabilidad de supervisar a los detenidos liberados".
No obstante, como también señaló Thompson, parece "extremadamente improbable" que Donald Trump
"cubra los puestos de enviado", porque "todavía tiene que cubrir
la gran mayoría de los casi 4.000 puestos políticos en todo el gobierno federal
-ha calificado muchos de ellos de 'innecesarios'- y propone un recorte del 28%
en el Departamento de Estado", para añadir a su declarado entusiasmo por
mantener abierto Guantánamo, en lugar de nombrar a nuevos funcionarios para
puestos que contengan las palabras "Cierre de Guantánamo" en sus títulos.
Y, sin embargo, como ocurre con tantas otras cosas relacionadas con el desprecio de Trump por la maquinaria
administrativa del Gobierno, no hay ningún indicio de que su actitud
indiferente o desdeñosa vaya a hacer que el Gobierno sea más eficiente y más
útil para el pueblo estadounidense o, en el caso de Guantánamo, que el abandono
de toda supervisión directa y asistencia a los antiguos presos vaya a hacer
algo para que Estados Unidos esté más seguro.
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