La cadena perpetua para un propagandista de Al Qaeda
no justifica los juicios de Guantánamo
03 de noviembre de 2008
Andy Worthington
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 26 de septiembre de 2023
En cualquier sistema judicial creíble, la condena en vísperas de las elecciones de
un socio de Osama bin Laden por producir material promocional para Al Qaeda,
que animaba directamente a jóvenes impresionables a unirse a una yihad violenta
contra Estados Unidos, sería una victoria rotunda para la administración Bush.
Representaría, aunque tardíamente, un reconocimiento de última hora de que la
administración, cuya conducta en la "Guerra contra el Terror" ha sido
ampliamente criticada por su brutalidad extrajudicial casi indiscriminada, era
al menos capaz de juzgar, condenar y encarcelar a un importante infiltrado de
Al Qaeda por crímenes de guerra antes de entregar las riendas del poder a una
nueva administración.
Pero esto es Guantánamo, y el sistema judicial es cualquier cosa menos creíble. Tras cuatro
horas de deliberaciones el viernes, el jurado militar del juicio de Ali Hamza
al-Bahlul (tal como aparece arriba, en un boceto de la sala en 2004, después de
que le afeitaran el pelo y la barba) anunció hoy que había declarado culpable a
este yemení de 39 años de 17 cargos de conspiración, ocho cargos de incitación
a cometer asesinatos y 10 cargos de proporcionar apoyo material al terrorismo,
y el juez, el coronel de las Fuerzas Aéreas Ronald Gregory, le impuso cadena
perpetua. Sin embargo, cuando comenzó el juicio el pasado lunes, expliqué
que, pasara lo que pasara en los días siguientes, la legitimidad del juicio se
había evaporado
hacía seis meses, cuando al-Bahlul se negó a participar en lo que consideraba
una farsa.
Según las normas establecidas en la Ley de Comisiones Militares, que resucitó el sistema de
juicios -concebido por el vicepresidente Dick Cheney y su asesor más cercano, David Addington- después de que el Corte
Supremo lo declarara ilegal en junio de 2006, los presos podían representarse a
sí mismos en los juicios. Esta enmienda surgió debido a los problemas éticos a
los que se enfrentaban los abogados defensores a los que se exigía que
representaran a clientes reacios, ya que, en el mundo real fuera de Guantánamo,
la representación obligada puede llevar a que el abogado sea castigado. Como
explicaba un
artículo de GQ el verano pasado, "el acusado puede demandar por mala
praxis, y el colegio de abogados puede imponer sanciones, incluso retirarle la
licencia para ejercer."
El derecho a la auto-representación ya ha dado lugar a algunos incidentes extraños que no han contribuido en nada a
mejorar la credibilidad de la administración (como, por ejemplo, cuando Khalid Sheikh Mohammed tuvo la oportunidad de burlarse de su
juez en las audiencias previas al juicio en septiembre), pero, lo que es más
importante, lo que nadie previó -porque la MCA era una pieza de legislación
defectuosa horriblemente apresurada- fue lo que ocurriría cuando los presos
decidieran boicotear por completo los procedimientos.
Como se reveló el lunes pasado, en caso de boicot, el juez intentaría obligar al abogado defensor
militar del preso a representarlo, pero como esto planteaba los mismos
problemas éticos que habían afectado a los abogados en la primera encarnación
de las Comisiones, el abogado de al-Bahlul, el mayor David Frakt, respondió
negándose a cooperar. "Me uniré al boicot del Sr. al-Bahlul a los
procedimientos", dijo, "permaneciendo mudo ante la mesa". Antes
del juicio, explicó que había obtenido un dictamen ético del Colegio de
Abogados de Nueva Jersey, en el que se afirmaba que estaba obligado a seguir
las instrucciones de su cliente, y que no se le permitía repreguntar a los
testigos ni ofrecer ningún tipo de argumento jurídico.
Como resultado, el juicio se desarrolló como un perfecto facsímil de un juicio espectáculo, sin
mención alguna de las torturas que al parecer había sufrido al-Bahlul bajo
custodia estadounidense. Como informó el Miami Herald, las sospechas de que al-Bahlul había sido torturado habían llevado a
dos fiscales a dimitir de la primera encarnación de la Comisión en lugar de
seguir adelante con el caso, y en 2004 el primer abogado militar defensor de
al-Bahlul, el mayor Tom Fleener, había dicho explícitamente al coronel Peter
Brownback, juez en aquel momento: "Creo que el señor al-Bahlul fue
torturado", añadiendo que "iba a ser un problema" en cualquier
juicio al que se enfrentara su cliente.
Sin ninguna de estas inconvenientes distracciones, la acusación tuvo libertad para mostrar la
película que al parecer había hecho al-Bahlul, y para presentar el testimonio
del agente especial del FBI Ali Soufan, quien declaró
que, en los interrogatorios, al-Bahlul le había dicho que "lo consideraba
uno de los mejores vídeos de propaganda que tenía al-Qaeda hasta la
fecha", y que Osama bin Laden estaba "tan impresionado" con él
que ascendió a al-Bahlul para que se convirtiera en su secretario de medios de comunicación.
La acusación también presentó el testimonio por videoconferencia de tres miembros de un grupo de
jóvenes de Lackawanna, Nueva York -los llamados "Seis de
Lackawanna"-, a los que se había animado a viajar a un campo de
entrenamiento afgano antes de los atentados del 11-S, para "limpiar sus
pecados y despejar un camino recto hacia el cielo entrenándose para la
yihad", y a los que se había mostrado el vídeo. Condenados en 2003, en
plena paranoia de la "guerra contra el terrorismo", a penas de cárcel
de entre ocho y diez años por proporcionar "apoyo material al terrorismo",
los hombres arrojaron más luz sobre su propio fracaso a la hora de abrazar el
terrorismo que sobre cualquier otra cosa.
Uno de los tres, Yassein Taher, declaró que los reclutas del campamento "lloraron y
gritaron alabanzas cuando vieron el vídeo", pero añadió que se sintió
conmocionado, sorprendido y asustado al descubrir que el campamento reclutaba
activamente terroristas suicidas y tenía "una hoja de inscripción para el
martirio". Otro de los hombres, Sahim Alwan, dijo que le mostraron el vídeo
en casas de huéspedes de Pakistán y Afganistán, y quedó
"horrorizado". "Yo mismo me di cuenta de que estaba muy
metido", explicó, y añadió: "Quería salir de allí". Taher y
Alwan declararon entonces que "fingieron emergencias familiares y huyeron
del campamento", y Reuters añadió que el tercer hombre, Yahya Goba, "completó el
entrenamiento pero se negó a jurar lealtad a Bin Laden."
Lo que resulta especialmente angustioso del juicio de al-Bahlul no es la cuestión de su
implicación en Al Qaeda. Es algo que nunca ha negado y, como también informó
Reuters, durante la proyección de la película, "se sentó a la mesa de la
defensa radiante de orgullo en algunos segmentos y asintiendo con la cabeza a
las palabras de Bin Laden", y también "golpeó con el puño la mesa una
vez ante la mención de la profanación de las mujeres musulmanas". Además,
Ali Soufan declaró que al-Bahlul le había dicho: "Todo lo que creo está en
esa cinta", y Soufan y un investigador de la Marina, Robert McFadden,
declararon que al-Bahlul les había "dicho que los civiles estadounidenses
eran objetivos legítimos, ya que 'pagan impuestos y apoyan la guerra contra los musulmanes'".
Sin embargo, al no haber un caso para la defensa, se ha permitido a la administración eludir la
cuestión del trato que recibió al-Bahlul bajo custodia estadounidense y también
se le ha permitido ignorar la afirmación del mayor Frakt, hecha antes de que
comenzara el juicio, de que al-Bahlul "no era un combatiente
operativo", "no desempeñó ningún papel en la planificación de
actividades terroristas" y "no participó en actividades
terroristas". La administración alardeará de haber logrado una importante
victoria en la "Guerra contra el Terror", pero la culpabilidad de
al-Bahlul debería haberse confirmado en un tribunal federal, donde no habría
podido anotarse una victoria propagandística para Al Qaeda al ser condenado en
un juicio parcial.
Rompiendo su silencio antes de que se anunciara la sentencia, al-Bahlul dejó
claro este punto al decirle al coronel Gregory: "Siga adelante con su
juicio y yo continuaré con mi boicot. Haga usted lo que quiera. Tiene órdenes
de los políticos y no las aceptaré".
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