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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Andy Worthington habla de Guantánamo con El Mundo no Puede Esperar

12 de agosto de 2009
Andy Worthington


El domingo tuve el placer de participar en una conferencia telefónica organizada por El Mundo no Puede Esperar, consistente en una entrevista con Frank Harper, seguida de una sesión de preguntas y respuestas con los oyentes. Para mí fue una novedad, pero creo que funcionó bien, y estoy encantado de que ahora esté disponible como MP3 en el sitio web de World Can't Wait (aquí está el enlace directo al MP3).

Como explica El Mundo no Puede Esperar en una introducción a la grabación en su sitio web, "la conversación abarcó desde los orígenes de la tortura sistemática en los mismos inicios de la invasión estadounidense de Afganistán, hasta la importancia de la continua denegación de los derechos de habeas corpus a los prisioneros atrapados en la red de arrastre estadounidense, pasando por las formas en que la administración Obama está continuando, con ligeras modificaciones, las políticas del régimen Bush hacia los Convenios de Ginebra y el trato a los prisioneros atrapados en su guerra contra el terror".

En un amplio debate, tuve el placer de abordar, en particular, algunas de las razones por las que tantas personas que no tenían ninguna relación con la militancia acabaron en Guantánamo, hablando de la falta de control en las prisiones de Afganistán que se utilizaron para procesar a los prisioneros, de los pagos de recompensas que estaban muy extendidos, ejemplos de afganos traicionados por rivales o capturados en redadas basadas en información dudosa, y ejemplos de los muchos prisioneros que fueron capturados en Pakistán, a muchos kilómetros de los campos de batalla de Afganistán, donde los pagos de recompensas resultaron atractivos para los representantes del gobierno pakistaní y los servicios de inteligencia.

También hablé del problema fundamental de las definiciones utilizadas en la "Guerra contra el Terror", en la que el gobierno confundió actos de terrorismo con actos de guerra, y decidió detener a personas ni como prisioneros de guerra, protegidos por las Convenciones de Ginebra, ni como sospechosos de delitos, que debían ser sometidos a juicio en tribunales federales, y tras un debate sobre el significado especialmente icónico de Guantánamo, hablé también de los derechos de hábeas corpus de los presos, elogiando a los abogados y a los tribunales -incluido, por supuesto, el Corte Suprema- y señalando lo cómplices que fueron los políticos de la nación al intentar dejar a los presos en un limbo legal para siempre. También hablé de los recientes casos de habeas corpus -y de la cadena ininterrumpida de obstrucción del Departamento de Justicia, desde la administración Bush hasta la administración Obama- que, como he venido informando recientemente (aquí y aquí), ha llevado a una tasa de éxito del 85 por ciento en los tribunales, y a una humillación repetida para el gobierno, ya que, una y otra vez, ha llevado a los tribunales casos débiles e imposibles de ganar.

También aproveché la oportunidad para hablar de la preocupante situación en Bagram, en Afganistán, donde los presos siguen retenidos sin ninguno de los derechos legales concedidos a los presos de Guantánamo, porque la administración Obama se resiste a cualquier forma de escrutinio externo, a pesar de que decenas de presos extranjeros fueron entregados allí hace hasta siete años, y son, de hecho, los mismos que los presos de Guantánamo, como reconoció el juez John D. Bates en abril. También hablé de mis temores de que, aunque la administración tiene cierta base para argumentar que Bagram es un centro de detención en tiempo de guerra, y que los derechos de habeas no deben extenderse a los prisioneros afganos detenidos en Afganistán, el presidente Obama no nos ha proporcionado ninguna prueba de que las Convenciones de Ginebra hayan sido plenamente restablecidas por los militares, y que, en consecuencia, es legítimo temer que los prisioneros retenidos allí sigan sometidos a un régimen en el que, aunque la tortura pura y simple puede haber sido prohibida, el objetivo sigue siendo la recopilación de información, y no la retención de prisioneros para mantenerlos fuera del campo de batalla hasta el final de las hostilidades.

La sesión concluyó con algunas preguntas animadas, y me alegró especialmente poder terminar hablando de los recientes rumores sobre el nombramiento de un fiscal independiente para investigar los crímenes de la administración Bush, y expresar mi esperanza de que, aunque el Fiscal General Eric Holder decida restringir su investigación a quienes sobrepasaron las normas establecidas en los tristemente célebres "memorandos sobre la tortura" publicados por la Oficina de Asesoría Jurídica del Departamento de Justicia, la puesta en marcha de cualquier investigación apuntará inexorablemente a los que están más arriba en la cadena de mando y, finalmente, conducirá a la Oficina del Vicepresidente, donde, como sabemos pero aún no podemos probar, cada aspecto del programa de tortura requería la aprobación de Dick Cheney o de su asesor jurídico (y más tarde Jefe de Gabinete) David Addington.


 

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