worldcantwait.org
ESPAÑOL

Español
English-LA
National World Can't Wait

Pancartas, volantes

Temas

Se alzan las voces

Noticias e infamias

De los organizadores

Sobre nosotros

Declaración
de
misión

21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

"¿Por qué hacer una donación a El Mundo No Puede Esperar?"

"Lo que la gente esta diciendo sobre El Mundo No Puede Esperar


Gira:
¡NO SOMOS TUS SOLDADOS!


Leer más....


Se acaba el tiempo para un afgano retenido por EE.UU.


El centro de detención de la base militar estadounidense de Guantánamo, Cuba, donde Abdul Razzaq Hekmati, que dijo haber sido acusado falsamente, murió el 30 de diciembre.
Crédito...Todd Heisler/The New York Times

Por Carlotta Gall y Andy Worthington
The New York Times
5 de febrero de 2008

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 14 de septiembre de 2023

KABUL, Afganistán Abdul Razzaq Hekmati era considerado aquí un héroe de guerra, famoso por su resistencia a la ocupación rusa en la década de 1980 y más tarde por una audaz fuga de prisión que organizó para tres opositores al gobierno talibán en 1999.

Pero en 2003, Hekmati fue detenido por las fuerzas estadounidenses en el sur de Afganistán cuando, según afirman altos funcionarios afganos, fue acusado falsamente por sus enemigos de ser un comandante talibán. Durante los cinco años siguientes permaneció recluido en la base militar estadounidense de Guantánamo (Cuba), donde murió de cáncer el 30 de diciembre.

El destino del Sr. Hekmati, el primer detenido en morir por causas naturales en Guantánamo, que contó infructuosamente su historia varias veces a funcionarios estadounidenses, demuestra los problemas persistentes de los tribunales de Guantánamo, dicen funcionarios afganos y otras personas que lo conocían.

Los funcionarios afganos, y algunos estadounidenses, se quejan de que se impide a los detenidos llamar a testigos en su defensa, y de que nunca se consulta al gobierno afgano sobre los casos de detención, incluso cuando puede ser de ayuda. El caso del Sr. Hekmati, según funcionarios que lo conocían, demuestra que a veces los estadounidenses no parecen saber a quién detienen. Mientras tanto, los detenidos esperan durante años sin que se resuelvan sus casos.

En respuesta a las preguntas, una portavoz del Pentágono, Cynthia O. Smith, dijo que los tribunales militares de Guantánamo contenían "importantes procesos y protecciones", incluido el derecho a llamar a testigos.

Aunque la Sra. Smith no quiso hablar de detalles concretos, dijo que no había nada que indicara que el caso del Sr. Hekmati se hubiera tramitado indebidamente, y que los detenidos en Guantánamo gozaban de una serie de protecciones, incluida "la oportunidad de que un detenido sea oído en persona, llame a testigos y presente información adicional que pueda beneficiarle."

Si esas protecciones son suficientes ha sido ampliamente debatido y ahora está siendo examinado por el Corte Supremo de Estados Unidos. En los tribunales, que sólo examinan si los detenidos han sido clasificados correctamente como combatientes enemigos, no se permite a los detenidos tener abogados ni ver las pruebas en su contra. El caso ante el Corte Supremo decidirá si tienen derecho a recurrir ampliamente sus detenciones ante un tribunal federal.

De los 275 detenidos en Guantánamo, al menos 180 han intentado impugnar sus detenciones.

Varios altos cargos del gobierno del presidente Hamid Karzai afirman que la detención de Hekmati en Guantánamo fue un grave error. Fueron mencionados por Hekmati en sus audiencias y podrían haber respondido por él. Las actas de las vistas muestran que sólo se hizo un esfuerzo superficial por contactar con ellos.

Dos de esos funcionarios eran hombres a los que Hekmati había ayudado a escapar de la prisión de máxima seguridad talibán de Kandahar en 1999: Ismail Khan, actual ministro de Energía, y Hajji Zaher, general de la Guardia de Fronteras. Ambos dijeron que habían apelado a funcionarios estadounidenses sobre el caso de Hekmati, pero sin resultado.

"Lo que hizo fue muy importante para todo el pueblo afgano que estaba en contra de los talibanes", dijo Hajji Zaher sobre el papel del Sr. Hekmati en la organización de su fuga de la prisión. "No era un hombre para llevar a Guantánamo".

Hajji Zaher, cuyo padre fue vicepresidente de Karzai durante seis meses, advirtió de que el caso de Hekmati, conocido aquí por su apodo, Baraso, disuadiría a los afganos de apoyar al gobierno contra los talibanes. "Nadie va a ayudar al gobierno", dijo.

El Sr. Hekmati nunca tuvo un abogado, dijo Zachary Katznelson de Reprieve, una organización benéfica británica que representa a varios detenidos de Guantánamo. En su vista de revisión de octubre de 2004, Hekmati pidió expresamente que se contactara con Hajji Zaher y Khan para que actuaran como testigos de apoyo.

El presidente del tribunal militar dijo que el gobierno afgano no respondió a las peticiones de localizar a los hombres, y dictaminó que "no estaban razonablemente disponibles."

Aunque ambos hombres son bien conocidos por las autoridades estadounidenses en Afganistán, tanto Hajji Zaher como el Sr. Khan dijeron que las autoridades estadounidenses nunca les habían pedido que comparecieran.

Acusadores no identificados

En el tribunal al que fue sometido el Sr. Hekmati en Guantánamo en 2004 para evaluar su condición de combatiente enemigo, los funcionarios estadounidenses acusaron al Sr. Hekmati de una serie de cargos formulados por fuentes no identificadas, y sólo se refirieron a él como Abdul Razzaq, su nombre de pila, habitual en Afganistán.

Según las transcripciones publicadas por el Pentágono, los militares estadounidenses acusaron, entre otras cosas, al Sr. Hekmati de estar "en lo más alto de la jerarquía de Al Qaeda", de actuar como contrabandista y facilitador de la misma y de "formar parte de la principal escolta de seguridad de Osama bin Laden". También se le acusó de asistir a un campo de entrenamiento terrorista cerca de Kandahar y de participar en intentos de asesinato contra funcionarios del gobierno afgano.

También se le identificó como alto dirigente de una unidad talibán de 40 hombres, e incluso como comandante supremo en la provincia de Helmand.

Esta última acusación fue rebatida por otro detenido no identificado, que declaró explícitamente que el Sr. Hekmati no se parecía en nada al comandante talibán y que éste "no era la misma persona que el detenido", según la transcripción.

El Sr. Hekmati también negó las acusaciones, afirmando que ni siquiera vivía en Afganistán después de la fuga de la prisión en 1999, cuando se enfrentó a los talibanes. Insistió en que la mayoría de las acusaciones habían sido dirigidas contra él por dos de sus enemigos personales.

El primero fue Sher Mohammed Akhundzada, gobernador de la provincia de Helmand tras la caída de los talibanes, quien, según el Sr. Hekmati, fue directamente responsable de su detención tras denunciar al gobernador por corrupción y por proteger a varios altos cargos talibanes en Helmand.

El segundo fue Mohammed Jan, un primo lejano que le había denunciado falsamente como parte de una larga disputa familiar. "Fue una persona la que les dio información errónea y, sólo por culpa de esta persona equivocada, estoy aquí", declaró Hekmati en su vista de revisión de octubre de 2004.

"No pueden demostrar nada contra mí porque nunca he hecho nada malo", continuó. "La persona que les estaba dando toda esa información errónea, es la persona que mató a mis dos hermanos, a mi hermana, a mi padre y a dos de mis hijos".

Akhundzada negó haber participado en la detención de Hekmati y la atribuyó a un error de las fuerzas especiales estadounidenses. Dijo que a menudo les daban información falsa.

Sin embargo, amigos del Sr. Hekmati dijeron que fue detenido en 2003 por las fuerzas afganas en la capital provincial, Lashkar Gah, durante el mandato del Sr. Akhundzada y posteriormente entregado a las fuerzas estadounidenses.

El Sr. Hekmati mantuvo que se oponía a los talibanes, a los que describió como "gente peligrosa y sucia" que se había desviado del Islam.

"Los talibanes y Al Qaeda son lo mismo", declaró en su audiencia ante la junta de revisión en septiembre de 2005. "Cuando voy contra los talibanes voy contra Al Qaeda. Hay una expresión en pastún que dice que no puedes sostener dos sandías en una mano al mismo tiempo".

La única acusación que aceptó fue la de haber trabajado como camionero para los talibanes, pero dijo que le habían obligado a trabajar para ellos tres meses al año, como a todo hombre sano durante el régimen talibán.

Varias personas en Afganistán, entre ellas Hajji Mir Wali, miembro del Parlamento, y el mulá Abdul Salam Zaeef, ex embajador talibán en Pakistán, que estuvo recluido en una celda junto al Sr. Hekmati en Guantánamo durante tres meses en 2003, confirmaron que fue camionero para el gobierno talibán en la década de 1990.

Pero el mulá Zaeef dijo que el Sr. Hekmati nunca pudo haber vuelto a trabajar para los talibanes después de 1999, tal fue su furia por la fuga de la prisión que organizó.

Hajji Wali, que conocía bien al Sr. Hekmati, dijo: "Fue un error de los americanos. Sé que no tenía relaciones con los talibanes".

Sin embargo, los estadounidenses que formaban parte de su tribunal y de las juntas de revisión parecían no ser conscientes de la trascendencia de la fuga de la prisión ni de la importancia de los hombres a los que había ayudado a escapar y a los que había pedido que llamaran como testigos.

La fuga de la prisión

La fuga de 1999 supuso una profunda humillación para el gobierno talibán, que bloqueó carreteras y registró casas en todo el país durante días y ofreció un millón de dólares por la captura de los fugados. Dos familiares del Sr. Hekmati fueron gravemente torturados por los talibanes tras la fuga, en busca de información.

Dos de los hombres liberados por Hekmati, Khan y Hajji Zaher, volvieron al campo de batalla para dirigir las fuerzas contra los talibanes. Ambos recibieron un importante apoyo estadounidense en 2001 y trabajaron con unidades de las Fuerzas Especiales.

Un tercer hombre que escapó con ellos fue otro comandante de la Alianza del Norte antitalibán, el general Mohammed Qasim.

Según el relato del Sr. Hekmati en su comparecencia en septiembre de 2005, organizó la fuga porque se oponía a la "crueldad e injusticia" de los talibanes.

El Sr. Hekmati dijo que había escrito una carta en la que esbozaba su plan de fuga, que su hijo, Hekmatullah, que trabajaba como oficial de inteligencia en la prisión de alta seguridad de los talibanes, pasó de contrabando al Sr. Khan. Khan puso entonces a Hekmati en contacto con su propio hijo, que le dio 20.000 dólares para comprar un Toyota Land Cruiser como vehículo de huida.

El Sr. Hekmati dijo que, como su hijo gozaba de la confianza de los talibanes, pudo acompañar a los tres prisioneros una noche hasta donde él esperaba en la oscuridad con el vehículo. Hekmatullah corroboró gran parte del relato de su padre en una entrevista realizada en 2002.

Los hombres escaparon a Irán, donde el Sr. Khan proporcionó al Sr. Hekmati y a su familia una casa y ayuda económica a cambio de su osadía. Hekmati declaró que no regresó a Afganistán hasta 2002, tras el derrocamiento de los talibanes y la instauración del gobierno provisional de Karzai. Al cabo de un año fue detenido.

Los tribunales militares

En un informe de febrero de 2006, basado en un análisis de documentos publicados por el Pentágono, investigadores de la Facultad de Derecho de la Universidad Seton Hall, en Newark, concluyeron que nunca se había llamado a comparecer en Guantánamo a ningún testigo externo. El teniente coronel Stephen E. Abraham, ex oficial de inteligencia de Estados Unidos que había trabajado en los tribunales, dio un paso al frente el pasado mes de junio para criticar los tribunales.

En un escrito presentado al Corte Supremo, los condenó por basarse en pruebas generalizadas que habrían sido desestimadas por cualquier tribunal competente, y por estar concebidos para refrendar la afirmación de la administración de que los detenidos habían sido designados correctamente "combatientes enemigos" cuando fueron capturados y que podían ser retenidos indefinidamente.

En un segundo escrito, presentado en noviembre ante el Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos para el Circuito del Distrito de Columbia, el coronel Abraham explicó que "no tenía conocimiento de ningún intento realista" de "identificar o siquiera intentar presentar ante el tribunal testigos o sus declaraciones", y concluyó que todo el proceso "estaba diseñado para celebrar tribunales sin más testigos que el detenido acusado".

Esta es una de las razones por las que funcionarios afganos han pedido que los detenidos afganos sean trasladados de Guantánamo a Afganistán. "Por supuesto que un proceso judicial necesita testigos, documentos y pruebas", declaró el ministro de Justicia, Mohammad Sarwar Danish. "La mayoría de estos casos no han llegado a juicio, y no están procediendo, y por eso pedimos que sean trasladados aquí".

Tras la detención de Hekmati, dos de los hombres que sacó de la cárcel, Khan y Hajji Zaher, dijeron que habían pedido a funcionarios estadounidenses y afganos su liberación. "Pedí ayuda al presidente Karzai, pero desgraciadamente no sirvió de nada", dijo Khan. También se lo pidió al entonces embajador estadounidense en Afganistán, Zalmay Khalilzad, sin resultado.

"Lo intentamos, pero no funcionó", declaró Hajji Zaher en una entrevista telefónica. "Cuando envían a alguien a Guantánamo, tienen sus propias normas".

Tras la muerte del Sr. Hekmati en Guantánamo, su cuerpo fue devuelto a Afganistán y enterrado en silencio en una tumba sin nombre en Kandahar el 8 de enero. Su familia no se atrevió a asistir al funeral, temerosa tanto de los talibanes como de los estadounidenses, dijeron sus amigos.

Mientras los talibanes se han reafirmado en gran parte del sur de Afganistán, el hijo del Sr. Hekmati permanece escondido. Ni él ni ningún pariente o anciano de su tribu recogieron el cadáver de su padre.

"Está atrapado en medio", dijo Hajji Wali, un amigo de la familia. "Tiene miedo de los talibanes y miedo del gobierno y de los estadounidenses, porque los estadounidenses se llevaron a su inocente padre y podrían llevárselo a él también".

Nota de la redacción: 7 de febrero de 2008
Un artículo de portada del martes describía los problemas de los tribunales de la base militar estadounidense de Guantánamo, vistos a través de la incapacidad para resolver el caso de Abdul Razzaq Hekmati, héroe de guerra afgano que murió allí el 30 de diciembre tras cinco años de detención. El artículo citaba a varios funcionarios afganos que afirmaron que estaban dispuestos a presentar pruebas de que había sido acusado falsamente, pero que nunca se les dio la oportunidad de hacerlo.

Andy Worthington, periodista independiente que trabajó en el artículo bajo contrato con The New York Times y figuraba como coautor del mismo, realizó parte del reportaje inicial pero no participó en su totalidad, y The Times verificó la información que proporcionó. Esto incluía el hecho de la muerte del Sr. Hekmati, y el contenido de las transcripciones publicadas por el Pentágono que mostraban que las acusaciones contra el Sr. Hekmati habían sido hechas por fuentes no identificadas y que el tribunal de Guantánamo nunca había llamado a testigos externos solicitados por los detenidos.

Worthington ha escrito un libro, "The Guantánamo Files: The Stories of the 774 Detainees in America's Illegal Prison", en el que sostiene que Guantánamo forma parte de lo que describe como una respuesta cruel y equivocada de la administración Bush a los atentados del 11 de septiembre. También ha criticado duramente Guantánamo en artículos publicados en otros medios.

Los editores no conocían la posición abierta de Worthington sobre Guantánamo. Deberían haber descrito su contribución al reportaje en lugar de incluirlo como coautor, y haber señalado que tenía un punto de vista.


 

¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.

 

¡El mundo no puede esperar!

E-mail: espagnol@worldcantwait.net