20 años desde la invasión ilegal de
Irak… ¿Por qué siguen Bush, Cheney y Blair libres todavía?
20.3.23
Andy Worthington
Traducido por El Mundo no Puede Esperar 12 de abril de 2023
Un collage de George W. Bush, Tony Blair y la invasión de Irak creado para Salon en 2015.
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Hace 20 años, un día como hoy, la coalición encabezada por EE.UU.
invadió Irak ilegalmente, sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU
y con base en afirmaciones falsas de que Irak poseía armas de destrucción
masiva, que podría utilizar para lanzar un ataque contra el Oeste.
Aquellos de nosotros que somos lo suficientemente viejos para haber
vivido esta espantosa época y haber reconocido el alcance de las mentiras, no
hemos perdonado — y jamás lo haremos — a aquellos que nos llevaron a una guerra ilegal.
Para los neoconservadores en la administración de George W. Bush —
principalmente el vicepresidente Dick Cheney y el Secretario de Defensa Donald
Rumsfeld — Irak fue un asunto sin terminar después de la primera guerra en 1991
y, desde 1998 en adelante, Irak fue un cambio de régimen a través del centro de
estudios del Project for a New American Century (PNAC), fundado en 1997,
cuyos miembros incluyeron otras figuras prominentes de la administración de George
W. Bush, incluyendo a Paul Wolfowitz (el adjunto de Rumsfeld), Richard Perle (consejero
del Pentágono como director del Comité Asesor de la Junta de Política de la
Defensa (Chair of the Defense Policy Board Advisory Committee)) y John Bolton (otro
consejero de seguridad que también fue embajador de la ONU del 2005-06).
Los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 finalmente les
dieron a los neoconservadores del PNAC la oportunidad para presionar para un
cambio de régimen en Irak como parte de la “guerra contra el terror” del
gobierno de Bush declarara como resultado de los ataques. Oficiales británicos que
estuvieron presentes en el Pentágono al momento de los ataques mencionaron con
conmoción cómo la inmediata respuesta de algunos oficiales estadounidenses fue
sugerir la inmediata invasión de Irak, aunque subsecuentemente tomó tiempo para
que se fabricaran excusas.
Éstas involucraron falsas declaraciones acerca de que Saddam Hussein
tenía un programa portátil de armas biológicas (inventadas por una fuente
iraquí conocida como ‘Curveball’) y que — para amarrar la “guerra contra el
terror” — los representantes de al-Qaeda se habían reunido con Saddam Hussein
en un esfuerzo para asegurar armas químicas y biológicas. Esta fue una mentira
que dijo Ibn al-Shaykh al-Libi, quien manejaba un campo de entrenamiento
independiente en Afganistán y quien hizo la falsa declaración después de que
fuera detenido en Afganistán en diciembre del 2001 y enviado a Egipto para ser torturado.
En abril del 2009, escribí extensivamente acerca de este episodio y del
rol traidor de Dick Cheney al usarlo para justificar la invasión ilegal de
Irak, en un artículo titulado “Incluso
en el mundo crudo de Cheney, la historia de Al-Qaeda-Irak es una nueva bajeza”
; con un artículo de seguimiento, después, al-Libi, que había sido enviado de
vuelta a Libia después de años en “sitios negros”, murió en una prisión libia
semanas después, titulado “Dick
Cheney y la muerte de Ibn al-Shaykh al-Libi”.
El Reino Unido jugó un rol muy importante en justificar el falso
prospecto para la invasión de Irak, en una historia turbia que involucró lo que
fue descrito como un “informe sexuado” relacionado con inteligencia acerca de
las supuestas ADM (armas de destrucción masiva o WMD, por sus siglas en
inglés), la muerte misteriosa del experto en armas Dr. David Kelly y un ataque
sin precedentes contra la BBC por parte de Tony Blair y su secretario de prensa
Alastair Campbell.
Aunque la presión para la guerra tuvo un encuentro con protestas
globales sin precedentes — con decenas de millones de personas protestando
alrededor del mundo el 15 de febrero del 2003, incluyendo por lo menos uno y
medio en Londres, que fue por mucho la protesta más grande de la cual he sido
parte — todos fuimos aplastados, como moscas inoportunas, por nuestros líderes.
Este fue el resultado que llenó a muchos manifestantes de profundo malestar
acerca de la efectividad de la protesta, pero también sirvió para recordarles a
otros que, cuando millones se unen contra la injusticia, el único resultado
sensato de un movimiento de protesta enorme debe ser reusarse a regresar a casa
e intentar provocar una revolución aterciopelada.
La guerra por sí misma fue, como cualquiera con algo de sentido previo
sabía, un desastre. Cientos de miles de iraquíes han muerto en lo que el
proyecto ‘Costs of War’
de la Universidad de Brown llama “violencia directa relacionada con la guerra causada por Estados Unidos,
sus aliados, el ejército iraquí y la policía, las fuerzas de oposición al
momento de la invasión hasta octubre del 2019”, y otros nueve millones que han
sido desplazados.
Opiniones difieren acerca de qué tan estable está Irak ahorita, pero lo
que no estaba en duda era lo desestabilizadora que fue la invasión y ocupación
(y brutalidad estadounidense) en términos de desencadenar violencia sectaria —
inicialmente, a través de la cabeza teórica de la insurgencia, Abu Musab
al-Zarqawi y después a través de Daesh (también conocido como ISIS o Estado
Islámico), lidereado por Abu Bakr al-Baghdadi, quien procediera a aterrorizar
no sólo a Irak sino a mucho del Medio Oriente (especialmente Siria) y para
inspirar ataques terroristas en el Oeste.
De manera irónica, ISIS se reunió
por primera vez en Camp Bucca, una de las muchas prisiones estadounidenses
en Irak, aunque generalmente es menos conocida que su mucho más brutal
contraparte Abu Ghraib, en donde se tomaron las fotos de prisioneros siendo
sujetos a tortura y abuso (bajo órdenes del ex comandante militar Geoffrey
Miller de Guantánamo que fue enviado a “Guantánamo-lizar” Abu Ghraib en el 2003).
En un artículo del Guardian
acerca de los orígenes de ISIS en el 2014, Martin Chulov
explicó la importancia de la prisión, declarando que “la revelación de abusos
en Abu Ghraib había tenido un efecto radicalizado sobre muchos iraquíes,
quienes veían la supuesta civilidad de la ocupación estadounidense como una
pequeña mejoría sobre la tiranía de Saddam. Mientras que Bucca había tenido
algunas quejas de abusos antes de su clausura en el 2009, era vista por los
iraquíes como un símbolo potente de una política injusta que arrasaba con
esposos, padres e hijos — algunos de ellos no combatientes — en redadas de
barrios regulares y los enviaba a la prisión por meses o años”.
Como mencionó Chulov, “en ese momento, el ejército estadounidense
respondió que sus operaciones de detención eran válidas y que prácticas
similares habían sido implementadas por otras fuerzas en contra de las
insurgencias — como los británicos en Irlanda del Norte, los israelíes en Gaza
y el West Bank y los regímenes sirios y egipcios”, sin ningún tipo de
reconocimiento evidente de cómo todo lo anterior representaba unos de los más
notorios abusos de derechos humanos en la historia reciente.
Hoy, mientras reflexionamos acerca del comienzo de la invasión y
ocupación ilegal de Irak, no puedo dejar de notar que, sólo hace tres días, la
Corte Criminal Internacional emitió
una orden de arresto en contra de Vladimir Putin (y Maria Lvova-Belova, la
comisionada para los derechos de los niños en la Oficina del Presidente de la
Federación Rusa) “por el crimen de guerra de la deportación ilegal de la
población (de niños) y la transferencia ilegal de la población (de niños) de
áreas ocupadas de Ucrania a la Federación Rusa” y, sin embargo, a la fecha,
ninguno de los responsables del asesinato en masa de civiles en Irak, desde el
2003 hacia adelante, han sido enfrentado responsabilidad por sus acciones.
Como explicó George Monbiot en un artículo para el Guardian
el día de hoy, ¿‘Cuántos de aquellos que piden el arresto de Putin
fueron cómplices de la invasión ilegal de Irak’?, la hipocresía es asombrosa.
“Quién es enjuiciado”, explicó Monbiot “es un asunto de la justicia de los
vencedores”. Hasta que fuera anunciado este gran cargo, los únicos casos
llevados ante la ICC — 31 en total — habían involucrado a líderes africanos.
Como declaró Monbiot, “¿Es esto porque África es el único continente en
donde han ocurrido crímenes contra la humanidad? No. Es porque los africanos
acusados de dichos crímenes no gozan de las protecciones políticas otorgadas a
los líderes del occidente que perpetúan atrocidades incluso más grandes”.
Putin (y Maria Lvova-Belova) ahora ha sido añadidos a esta lista, pero,
hasta que George W. Bush, Dick Cheney, Tony Blair y otros hayan enfrentado responsabilidad,
la mentira permanente será que, en el occidente, los líderes, de alguna manera
están arriba de la culpa, que cuando son acusados de crímenes de guerra (y la
evidencia indiscutible existe para establecer que es, de hecho, el caso) la
única responsabilidad civil es pretender que es aceptable, de hecho, cuando se
examina el comportamiento de nuestros propios líderes considerar los llamados
para su enjuiciamiento nada más que una diferencia de opinión que, mientras
permitida, no debería ser tomada seriamente.
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