Dos presos sudaneses liberados de Guantánamo, quedan
79 presos exculpados
21 de diciembre de 2013
Andy Worthington
A medida que se acerca el 12º aniversario de la apertura de la prisión de la
"guerra contra el terrorismo" en la Bahía de Guantánamo (el 11 de
enero de 2014), continúa la racha de buenas noticias en relación con la
situación en la prisión, con la noticia de que dos presos -Ibrahim Idris, de 52
años, y Noor Uthman Muhammed, de 51- han sido puestos en libertad en Sudán, y
el Senado ha votado a favor de aliviar las restricciones impuestas por el
Congreso en los últimos tres años. Con la liberación de estos dos hombres son
ya ocho los presos liberados este año, y 158 los que permanecen recluidos.
Hasta hace poco, había habido tres años de inacción en relación con Guantánamo, cuando el Presidente
Obama sólo liberó a cinco presos. Esta inacción se había debido a la oposición
en el Congreso y a la negativa del presidente a gastar capital político para
superar esa oposición. De los cinco hombres liberados, dos -Ibrahim
al-Qosi y Omar Khadr- formaban parte del puñado de presos considerados tan importantes que
habían sido propuestos para juicios ante comisiones militares, y habían
aceptado acuerdos de culpabilidad que estipulaban cuánto tiempo más debían
permanecer recluidos, y tres -un
argelino y dos
uigures, musulmanes de la provincia china de Xinjiang- habían sido
liberados por orden de un juez estadounidense, después de que se les concediera
el hábeas corpus (antes de que el tribunal de apelaciones de Washington D.C. reescribió
las normas de habeas, de modo que ningún preso pudiera ser puesto en
libertad mediante un recurso judicial).
Los tres años de inacción llegaron a su fin en agosto, con la puesta
en libertad de dos argelinos -Nabil Hadjarab y Mutia Sayyab- que, como más
de la mitad de los detenidos, había
sido autorizada por un grupo de trabajo interinstitucional de alto nivel
que el presidente Obama nombró poco después de asumir el cargo en 2009. Su
liberación se produjo tras la promesa de reanudar la liberación de presos que
el presidente Obama hizo en un
importante discurso sobre cuestiones de seguridad nacional pronunciado en mayo.
Ese discurso -y el
nombramiento de enviados en el Pentágono y el Departamento de Estado para
ayudar en la liberación de los presos y el eventual cierre de la prisión- fue
impulsado por una huelga de hambre en toda la prisión, emprendida por la
mayoría de los hombres aún recluidos en Guantánamo, que habían perdido la
esperanza de ser liberados alguna vez, o de recibir algo parecido a la
justicia, y con razón.
A la liberación de estos dos argelinos siguió, a principios de diciembre, la
repatriación de Djamel Ameziane y Belkacem Bensayah, otros dos argelinos
cuya liberación estaba autorizada desde hacía tiempo, aunque, lamentablemente,
ambos temían ser enviados a casa, y, la semana pasada, el
regreso a Arabia Saudí de otros dos presos autorizados, Saad al-Qahtani y
Hamoud al-Wady, este último considerado yemení desde hacía tiempo.
Las liberaciones de los dos hombres a Sudán son dignas de elogio, aunque las circunstancias fueron bastante diferentes a
las de los seis hombres liberados en los últimos cuatro meses.
El primero, Ibrahim Idris, había sido, al igual que estos seis, autorizado para su liberación por el Equipo de Trabajo de Revisión de
Guantánamo del presidente Obama, pero, como explicó Carol Rosenberg en el Miami
Herald, "el Congreso ha bloqueado los traslados desde Guantánamo a
naciones designadas por Estados Unidos como "Estado patrocinador del
terrorismo" [y] Sudán está en la lista."
Lo que impulsó especialmente la puesta en libertad de Idris fue la decisión del Departamento de Justicia de
no impugnar su petición de hábeas corpus, la primera vez que el
Departamento de Justicia lo hace, a lo que siguió que un juez ordenara su
puesta en libertad. Como expliqué en un artículo en julio, "El
esquizofrénico de Guantánamo cuyos abogados intentan que lo envíen a casa",
esto se debió a que Idris, como lo describió el Miami Herald, es
"un sudanés obeso, diabético y esquizofrénico que ha vivido la mayor parte
del tiempo en el pabellón psiquiátrico de Guantánamo desde que llegó a la
prisión del terror estadounidense en Cuba el día que se inauguró".
En su petición de hábeas corpus al juez Royce Lamberth del Tribunal de Distrito de Washington
D.C., la abogada de Idris, Jennifer Cowan, describió la situación de Idris y
los motivos por los que debía ser liberado de la siguiente manera:
La grave enfermedad mental y física de larga duración del peticionario hace prácticamente imposible que participe en
las hostilidades si fuera puesto en libertad, y tanto el derecho interno como
el derecho internacional de la guerra establecen explícitamente que si un
detenido está tan enfermo que no puede volver al campo de batalla, debe ser
repatriado. Si se interpreta de acuerdo con el derecho interno y los principios
del derecho internacional, la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar
("AUMF" [la ley aprobada por el Congreso tras el 11-S, que autoriza
la detención de presos en Guantánamo]) no permite mantener detenido al Sr. Idris.
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El otro hombre, Noor Uthman Muhammed, no fue autorizado a ser puesto en libertad, pero
es otro de los siete presos que han sido sometidos a juicios ante comisiones
militares y han sido condenados tras los juicios (en dos casos) o han aceptado
acuerdos con la fiscalía (en los otros cinco). Al igual que David
Hicks y Salim
Hamdan (excarcelados bajo el mandato de George W. Bush), e Ibrahim al-Qosi
y Omar Khadr (excarcelados anteriormente bajo el mandato del presidente Obama),
Muhammed aceptó un acuerdo con la fiscalía cuando su caso llegó a juicio en
febrero de 2011.
Muhammed, que en algún momento fue instructor en un campo de entrenamiento militar en Afganistán -uno que, cabe
señalar, no estaba alineado con Al Qaeda-, aceptó un acuerdo de culpabilidad
que le concedía 34 meses de prisión adicional antes de su puesta en libertad,
periodo de 34 meses que finalizó este mes.
Como
expliqué en el momento de su declaración de culpabilidad, creía que una de
las razones por las que las autoridades deseaban evitar un juicio era porque el
campo al que asistía Muhammed, Khalden, estaba dirigido por Ibn
al-Shaykh al-Libi, quien, sometido a tortura en Egipto (donde había sido
entregado por la CIA tras su captura en Afganistán), mintió sobre las
conexiones entre Sadam Husein y Al Qaeda, que se utilizaron para justificar la
invasión de Irak dirigida por Estados Unidos, y que
murió en una prisión libia en 2009 tras ser devuelto al coronel Gadafi.
Gadafi. Otra razón para el acuerdo de culpabilidad, pensé, era que el guardián
del campo era Abu
Zubaydah, todavía detenido en Guantánamo, un presunto "detenido de
alto valor", para quien se aprobó por primera vez el programa de tortura
de Bush. Inicialmente considerado el número 3 de Al Qaeda y sometido a
submarino en 83 ocasiones tras su captura en 2002, resulta que Zubaydah nunca
fue miembro de Al Qaeda.
Para más información sobre Noor Uthman Muhammed, recomiendo el detallado
artículo de Tyler Cabot para Esquire de 2011, que publiqué con comentarios
adicionales aquí.
Al igual que con todos los acuerdos de culpabilidad alcanzados en Guantánamo -y las dos condenas de la comisión
militar tras los juicios-, Estados Unidos siempre ha afirmado que podría seguir
reteniendo a los prisioneros como "combatientes enemigos" incluso
después de que sus condenas hayan llegado a su fin, pero esta es, por supuesto,
una propuesta inaceptablemente escandalosa, e incluso bajo la presidencia de
Bush nunca se intentó. Sin embargo, lo que resulta más significativo para la
administración Obama es que se ha considerado importante poner en libertad a
los presos en la fecha acordada en sus convenios de declaración de culpabilidad
porque las autoridades han estado intentando por todos los medios persuadir a
otros presos para que acepten convenios de declaración de culpabilidad,
generalmente a cambio de proporcionar información sobre sus compañeros de prisión.
A medida que se acercaba el momento de la liberación de Noor Uthman Muhammed, Charlie
Savage informó para el New
York Times sobre los retrasos en la tramitación de su puesta en
libertad, pero a principios de diciembre, como informó Reuters, estaba claro que
sería repatriado.
A su regreso a Sudán, Idris declaró en una rueda de prensa: "Hemos sido
sometidos a una tortura meticulosa y diaria", y añadió que los presos que
iniciaron una huelga de hambre fueron "doblemente torturados... en una
isla aislada, rodeados de armas". También dijo: "Estábamos
indefensos".
También explicó que Noor Uthman Muhammed no pudo asistir a la rueda de prensa porque había sido
trasladado al hospital para convalecer.
Por supuesto, es sumamente importante que el gobierno de Obama respete los acuerdos
a los que ha llegado en las comisiones militares, pero sigue siendo
inevitablemente cierto que otro preso considerado lo bastante importante como
para ser sometido a juicio (aunque no fuera ningún actor importante) ha sido
puesto en libertad, mientras que 79 presos tan insignificantes que fueron
autorizados a ser puestos en libertad siguen detenidos.
Dos tercios de estos hombres son yemeníes, y es necesario tomar medidas en el nuevo
año para comenzar a liberarlos. Han pasado casi exactamente cuatro años desde
que el presidente Obama
impusiera la prohibición de liberar a los yemeníes cuya puesta en libertad
acababa de autorizar su propio grupo de trabajo, debido al revuelo que se formó
tras el atentado fallido contra un avión el día de Navidad de 2009, que había
sido urdido en Yemen.
En mayo, cuando el presidente Obama prometió reanudar la liberación de presos, también
retiró su prohibición, pero todavía no se ha liberado a ningún yemení. Ya es
hora de que el presidente Obama empiece a liberar a algunos de estos hombres
que, durante los últimos cuatro años, han estado recluidos sobre la base de la "culpabilidad
por nacionalidad". No se aceptan más excusas.
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