Un fracaso en encontrar responsable a Gina Haspel hizo posible su nominación
Curt Wechsler | Marzo 17, 2018
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 13 de abril de 2018
Pocas
personas han pagado el precio profesional por estar involucrados en el programa
de tortura de Estados Unidos, señala el autor de Rogue Justice Karen Greenberg. John Yoo, el autor de los infames
memos de tortura en el 2002, declarando la tortura como una práctica legal, es
todavía profesor en Berkeley. Steven Bradbury, quien autorizó las técnicas
“mejoradas” de interrogación, es Consejero General del Departamento de
Transporte de los Estados Unidos. El
deshonrado fiscal general Alberto Gonzáles eventualmente consiguió un
trabajo como decano en la Belmont University College of Law en Nashville,
Tennessee en donde actualmente enseña Ley Constitucional. Los antiguos
administradores de la Bush y Obama encontraron puestos en negocios y academias
(universidades, fundaciones, despachos de abogados, think tanks, corporativos…) y sirven para arbitrar la opinión
pública en los crímenes del régimen Trump/Pence.
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La selección que hizo el presidente con Haspel para
directora de la CIA “es una cachetada en la cara de quienes respetan la ley”,
dice Greenberg. “No fue un gesto casual. Revela un desafío necio de las normas
civilizadas acerca de la permisividad de torturar y construye sobre la
indefendible clandestinidad que todavía rodea el programa”. Pero podría apuntar
a un público ajuste de cuentas con por la administración de la nominada de uno
de los “sitios obscuros” más famosos de la CIA en Tailandia, conocido como el Detention Site Green
en donde se llevaron a cabo dos de las más brutales interrogaciones de dos
sospechosos de al-Qaeda: Abu Zubaydah y Abd al-Rahim al-Nashiri. “Gina
sangrienta o "Bloody Gina" también jugó un papel importante en la
destrucción de vídeos de evidencia de lo ocurrido en el sitio. El ex oficial de
contraterrorismo de la CIA John Kiriakou recuerda acerca de la tortura: “usaron
el “waterboarding” 83 veces sobre Abu
Zubaydah. Posteriormente fue sujeto de privación de sueño, lo encerraron en una
jaula para perros grande por semanas, lo metieron en un ataúd lleno de
insectos, sabiendo que tenía fobia a los mismos”.
Las audiencias de confirmación para la elección
sugerida de Trump para la CIA deberían sugerir una examinación y repudiación inequívoca de las políticas de tortura
descubiertas por el
Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos sobre el programa de
detención posterior al 11/9. “Debemos condenar las decepciones que se han
visto entre los estadounidenses”, dice Greenberg, “solo cuando se hagan
públicos los detalles será posible que el país acepte responsabilidad acerca de
lo ocurrido, para declararlo erróneo y al hacerlo poder seguir adelante, lejos
de la tortura”.
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