La naturaleza cambiante de la tiranía
Curt Wechsler | 14 de febrero de 2018
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 23 de febrero de 2018
“Ya
sea que Trump/Pence sea una réplica directa del régimen nazi tiene poca
relevancia comparada con los cambios serios que representa”, argumenta
Henry Giroux de Truthout. “Cuando la gente en el poder y con influencias se mantiene en silencio
ante las “políticas implacables y las mentiras” de la administración de Trump, promueven
la violencia expresa característica de los regímenes autoritarios: limpieza
racial, militarismo sin control y guerra de clases. La primera baja de la era
de Trump es la verdad, la segunda es la responsabilidad moral, la tercera es lo
que queda de la justicia y la cuarta es el incremento masivo en la miseria
humana y sufrimiento de millones de personas”.
“Trump
es una amenaza siniestra para la democracia y la vida”, observa Masha
Gessen, escritora del The New Yorker. “Meramente mitigar el daño hecho
por la ascendente postura anti inmigrante no es suficiente”. Ella enmarca el
asunto de la inmigración en lo moral antes que en lo económico (que los
inmigrantes son gente buena que beneficia la economía). El acercamiento de
Gessen habla de “la responsabilidad americana en un mundo en el que decenas de
millones de personas han sido desplazadas por la guerra, el hambre y la
violencia”.
“Esto significaría hablar no solo acerca de los refugiados de haitianos o
salvadoreños que están siendo deportados de Estados Unidos, sino de los cientos
de miles de refugiados sirios y yemenís que no tienen esperanza alguna para
entrar a lo que es el país mejor apto para darles refugio. Podría ser el
indicio del futuro de un planeta que se está convirtiendo en un lugar no
adecuado para que los humanos habiten y de la responsabilidad americana hacia
aquellos que pierden sus hogares como resultado de esta incapacidad. Significa,
incluso, el cuestionamiento de la premisa de que tener la suerte tonta de nacer
en Estados Unidos le da a un grupo de gente el derecho de decidir quiénes entran”.
El historiador británico Richard Evans nota que hay más
de una manera de destruir una democracia (enviar tropas a las calles,
contaminar estaciones de radio y arrestando políticos). “Incluso si Hitler no
fuera directamente elegido para gobernar, su nombramiento como líder del Reich era
legal y constitucional”. El intento de Donald Trump de triturar
las normas políticas y sociales fue claro desde el
principio: “En las primeras semanas del régimen de Trump y Pence, han empezado a subvertir la
separación de poderes y la separación entre la Religión y el Estado”,
lee el desplegado de RefuseFascism.org Un llamamiento a la
acción:
“…han clamado por una nueva
carrera armamentista nuclear, han satanizado a la prensa y han desechado el
mismo concepto de la verdad reemplazándola con sus propios “hechos
alternativos” inventados. Ya se puede decir de Trump y Pence que “primero vinieron por” los musulmanes,
luego los mexicanos, luego todos los refugiados, luego las mujeres, luego los
negros y latinos, las personas LGBTQ, el medio ambiente y todo aquel que no se
conforme o no se someta a su visión y plan para una nación unida en torno a la
supremacía blanca y una forma política del fundamentalismo cristiano que con
razón se puede llamar fascismo cristiano”.
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“Hoy en día, los movimientos fascistas y neo fascistas están incrementando”,
advierte el educador de estudios sociales Alan Singer. Aquellos que dicen que
“aquí no pasa eso”, nos recuerdan que la
amenaza doméstica en Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial era muy
real: el 20 de febrero de 1939, alrededor de 22,000 fascistas americanos
llevaron a cabo una marcha “pro-alemana, pro-nazi” en el Madison Square Garden
de Nueva York. El fotógrafo John Gutmann documentó un evento similar en San Francisco City Hall en 1935
(fotografía). Marchas similares de llevaron a cabo en
todo el país.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Departamento de Guerra de Estados Unidos publicó
un memorando llamado "Fascism!" que declaraba que “el fascismo no es la
cosa más fácil de identificar o analizar, o ya en el poder, de destruir…es
importante para nuestro futuro y el del mundo que la mayor cantidad de gente
posible comprenda las causas y prácticas del fascismo para combatirlo”.
“Lo que hace posible que alguien como Trump obtenga el poder y se mantenga ahí, es
obtener la lealtad de gente, tanto votantes y políticos , que no siendo
supremacistas blancos, más o menos creyentes en la ley, están dispuestos a
juntarse con racistas y gente que quebranta la ley si eso es conveniente para
ellos”, escribió el columnista del New York Times, Paul Krugman en un artículo
de opinión acerca de la sentencia (y posterior perdón por parte del presidente)
del sheriff Joe Arpaio, conocido supremacista blanco.
Las políticas autoritarias que actualmente sufrimos no son estáticas, el fascismo
avanza por etapas. El alojamiento, la conciliación e incluso la colaboración,
sirven para normalizar crímenes contra la humanidad perpetuados en nuestro
nombre. “Si bien el régimen de Trump y Pence actúa rápidamente, aún no han consolidado
completamente su régimen, ni tampoco han podido implementar su programa
completo”, dice RefuseFascism.org>, “pero eso es su objetivo y
es muy posible. Tal vez sólo requiera una sola crisis fuerte, internacional o
nacional, para que este régimen apriete el gatillo. No nos queda mucho tiempo.”
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