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Walter Ruiz, abogado en Guantánamo: "El caso del 11-S es el más político que existe en EE.UU."

LA VANGUARDIA VISITA LA BASE DE GUANTÁNAMO

Ruiz lidera la defensa de Mustafa Al Hawsawi, acusado de ocho crímenes de guerra por su presunta participación en los atentados del 11 de septiembre

Walter Ruiz, abogado defensor de Mustafa Al Hawsawi, fotografiado en Camp Justice. Detrás suyo, el recinto vallado donde se encuentran los dos tribunales vigentes en Guantánamo.

Walter Ruiz, abogado defensor de Mustafa Al Hawsawi, fotografiado en Camp Justice. Detrás suyo, el recinto vallado donde se encuentran los dos tribunales activos en Guantánamo.

Javier de la Sotilla
Bahía de Guantánamo
01/05/2024

A diferencia de la mayoría de sus compañeros, el abogado Walter Ruiz comenzó su andadura en Guantánamo vestido con uniforme militar. Estadounidense nacido en Colombia y formado en derecho por la Universidad de Georgia, lidera desde el 2009 la defensa de Mustafa Al Hawsawi, uno de los cinco hombres que se enfrentan a pena de muerte por su presunta participación en los atentados del 11 de septiembre, en los que murieron cerca de 3.000 personas.

Ruiz acumula tres décadas de experiencia en tribunales estatales, federales y militares, en las que ha destacado su defensa exitosa de clientes que evitaron la pena capital. Entró en las Fuerzas Armadas hace 28 años y llegó a Guantánamo como comandante de la Marina. Tras liderar el caso como uniformado durante los primeros años, abandonó el servicio activo y ahora es reservista. Hoy, ya con vestimenta civil, recibe a La Vanguardia en la oficina de prensa de Camp Justice, en la Bahía de Guantánamo.

Su experiencia y sus palabras desprenden el convencimiento de que la democracia pasa por la defensa activa de los derechos civiles de todo ser humano, independientemente de su origen y sus acciones. Y su cliente, a quien se le inculpan los menores delitos de los cinco procesados –su presunto rol fue el envío de ayuda financiera a los secuestradores–, fue torturado durante tres años en un centro de detención clandestino de la CIA tras ser capturado el 2003 en Pakistán. Estos abusos continuaron tras su traslado a Guantánamo, donde sigue preso indefinidamente dos décadas después a la espera de juicio.

Los retrasos se deben, según explica, a que "este es el juicio más político que existe en EE.UU.", así como a la extensa litigación con respecto al acceso a información clasificada y a la evidencia válida para la acusación, que proviene en gran parte de las confesiones que hicieron los cinco acusados condicionados por las torturas de sus interrogadores.

¿Le genera conflicto defender a un presunto planificador del mayor atentado de la historia de su país?

Jamás lo hizo. Primero, porque llegué como militar y no tenía más alternativa que ponerme al servicio de lo que se me asignara. Segundo, porque es una obligación moral. Si yo fuera un doctor en una sala de emergencias y llegara alguien que está herido, mi obligación no sería juzgar por qué llegó y qué fue lo que hizo, sino dar lo mejor de mí para salvarle la vida. En mi carrera, he defendido a muchas personas acusadas de crímenes terribles, pero su derecho a una defensa es un pilar esencial de la democracia. Al mismo tiempo, es difícil, porque he tenido que ver muchas de las pruebas, he conocido a muchas de las familias, he escuchado acerca de su sufrimiento, y sus pérdidas y su dolor.

Después de 15 años en el caso de más alto nivel en Guantánamo, ¿considera que ha podido defender adecuadamente a su cliente?

No creo que haya sido una defensa justa. La Ley de Comisiones Militares del 2009, que rige este proceso, da unas protecciones inferiores al acusado de las que tendría en una corte federal. Además, tenemos un acceso limitado a la información clasificada en la que se basan gran parte de las pruebas de la fiscalía, pues debe ser aprobado por el gobierno. Con los años, hemos podido ver ciertos documentos que creíamos que existían, pero no teníamos, por lo que estábamos litigando ciegamente y tan solo podíamos ver una pequeña ventana.

Además, en Guantánamo es muy difícil tener comunicaciones consistentes con Al Hawsawi, lo que influye significativamente en nuestra relación abogado-cliente. Y el acceso a expertos y testigos es mucho más complicado que en EE.UU., es muy difícil y toma tiempo conseguir que viajen hasta la isla. Y, cuando testifican, el gobierno puede bloquearnos algunas de las preguntas que queramos hacerles invocando el Privilegio de Seguridad Nacional, contra lo que el juez no puede hacer nada. A parte, el hecho de que sea un sitio aislado, y que el proceso no se emita en abierto, complica que periodistas vengan a observar y sean los ojos del mundo, lo que es una parte necesaria en cualquier sistema de justicia.

El propósito de llevar este juicio a Guantánamo es evidente: aislar el proceso y esquivar las leyes federales y la Constitución. Pero, ¿tampoco aplica el derecho internacional?

El gobierno toma la posición de que la Constitución no aplica, pero nosotros seguimos defendiendo que sí debe hacerlo. Además, creemos que ciertas leyes federales son aplicables directamente, porque el distrito federal de Washington, el Distrito de Columbia, es teóricamente el próximo nivel de apelación de la corte militar. En cuanto al derecho internacional, como la acusación considera que este es un tribunal de guerra, nosotros utilizamos la Convención de Ginebra, concretamente el artículo 3 común. Pero, en nuestra defensa, normalmente estamos limitados a usar el texto de la Ley de Comisiones Militares.

Para que sea un tribunal de guerra primero debe haber, lógicamente, una guerra. Sin embargo, el 11 de septiembre del 2001, EE.UU. no la había declarado todavía. ¿En qué se ampara el gobierno?

La posición de EE.UU. es que sí estábamos en un estado de guerra, aunque no había sido declarada, y había una autorización para utilizar fuerza militar. Para defender su posición, ellos citan por ejemplo los ataques a la embajada de Kenia (1998) y el ataque al barco USS Cole (2000). Nosotros tomamos la posición opuesta, por lo que eso es parte del conflicto legal.

Cuando el presidente George Bush declaró la Guerra contra el Terror, autorizó también el uso de "técnicas de interrogatorio mejoradas", lo que ha recibido la condena de la comunidad internacional. Veinte años después, ¿sigue vigente la tortura?

Aunque el gobierno siga usando ese eufemismo para tratar de minimizar lo que ocurrió, nosotros siempre queremos dejar claro que fueron torturas. En los términos en que ocurrió entre el 2003 y el 2006, hoy en día no siguen presentes. El presidente Barack Obama ya admitió que eso había sido tortura, y hace años que no está permitida. Pero lo que existe ahora es una forma distinta de tortura, porque siguen detenidos indefinidamente y sin juicio, lo que es un claro abuso físico y psicológico. Eso mismo confirmó la relatora especial de la ONU, Fionnuala Ní Aoláin, en un informe tras su visita el año pasado a la prisión, en el que hizo fuertes críticas a su funcionamiento.

¿Qué torturas le ha detallado su cliente, Al Hawsawi?

Hay ciertos aspectos que le puedo comentar, porque han sido desclasificados, pero otros no, que dejan una oscuridad sobre lo que ocurrió. En su caso, entre el 2003 y el 2004, fue torturado en una de las cárceles secretas de la CIA. A él lo colgaron con cadenas del techo, desnudo y con temperaturas de frío extremo. Le echaron agua helada y le sometieron a ahogamientos. También, en Guantánamo, lo tiraron contra las paredes, le privaban el sueño y no le dejaban dormir durante más de cuatro días seguidos. Y lo metían a menudo en una caja bastante pequeña, como un ataúd, en régimen de aislamiento, y lo mantenían ahí como un animal. Todas estas formas de tortura, junto a otras que no le puedo explicar, se hacían de manera simultánea, y han contribuido obviamente a un estado de deterioro mental y físico.

El lunes pasado, en el inicio de la 50ª audiencia prejudicial, lo vimos cojeando a su entrada al tribunal y al llegar le dejaron un cojín para sentarse. Durante la sesión, renunció a su derecho a estar presente. ¿Son consecuencias de las torturas que sufrió?

No podemos explicar exactamente qué ocurrió, porque eso sigue estando clasificado. Pero creemos que el término correcto para referirnos a ello es abuso sexual, entendido como la penetración del recto sin una razón médica o sin consentimiento. Consecuencia de ello, Al Hawsawi ha tenido bastantes problemas en el área rectal. Ha tenido operaciones para reconstruir una parte del ano y le ha dado con el paso de los años mucha dificultad para sentarse y evacuar. Cuando va al baño, es un proceso muy doloroso para él. También tiene muchos problemas en las vértebras del cuello, que vienen de la forma en la que fue lanzado contra las paredes y otras formas de tortura. Además de problemas para dormir y de oído, le cuesta escuchar. Eso es una consecuencia de que utilizaban música muy fuerte, como el hard rock, para debilitarlos y ponerlos en un estado en que podrían ser explotados para conseguir información.

Hay torturas clasificadas y también desclasificadas. ¿Hasta qué punto pueden utilizar en su estrategia legal evidencias de que ocurrieron?

De dos formas. En primer lugar, para tratar de excluir pruebas contra él, es decir, toda la información que le dio al FBI de forma condicionada por las torturas. Defendemos que esas evidencias no pueden ser usadas en un juicio porque, en nuestro sistema, la información que proporciona el sujeto tiene que ser voluntaria. La segunda forma es para mitigar la pena. Si es condenado, nosotros utilizaremos el trato y la tortura que recibió para pedirle al jurado militar que baje la pena porque él ya ha sido castigado de muchas formas, y podría evitar la pena de muerte.

Parece optimista con que algún día comenzará el juicio, después de más de una década en fase prejudicial. ¿A qué atribuye tantos años de retraso?

Además de las dificultades propias de Guantánamo, el acceso a información clasificada y la litigación sobre la evidencia válida, sin duda se está retrasando tanto porque es el caso más político que existe en EE.UU.

Los acusados fueron capturados entre el 2002 y el 2003, y no llegaron a ninguna corte hasta el 2008. Entonces, no tenían abogados defensores, ni ningún tipo de asistencia legal. Esos seis años fueron pura política. Cuando Obama fue elegido, lo paró con el propósito de llevarlo a una corte federal en Nueva York, lo que desencadenó una dura batalla con los republicanos, que no querían traer el caso a EE.UU. porque afirmaban que eran criminales muy peligrosos. Así que en el 2012 regresó a Guantánamo. Más recientemente, cuando estábamos tratando de llegar a un acuerdo con el gobierno para resolver el caso fuera de un juicio, los republicanos le pusieron bastante presión al presidente, que tuvo que salir a decir que no iba a apoyar una resolución negociada.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20240501/9605067/walter-ruiz-abogado-guantanamo-caso-11-s-mas-politico-estados-unidos.html


 

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