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Tras una cirugía de emergencia, una muchacha de 10 años con parálisis cerebral está bajo amenaza de deportación

3 de noviembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us


Rosa María Hernández, de diez años, y su prima Aurora Cantú. (Foto: Cortesía Agustina Arroyo)

A las 2 a.m. del martes 24 de octubre, a los padres mexicanos indocumentados de una niña de 10 años les informaron los médicos de un hospital en Laredo, Texas que su hija necesitaba una cirugía de emergencia de la vesícula, y había que trasladarla inmediatamente a un hospital en Corpus Christi, a 240 kilómetros distancia. Rosa María Hernández, quien sufre de parálisis cerebral y tiene la capacidad de una niña de seis años, fue llevada a Estados Unidos cuando fue un bebé de tres meses.

Los padres, temiendo la deportación porque, para viajar de Laredo a Corpus Christi, tendrían que cruzar un puesto de control de la Patrulla Fronteriza, tuvieron que pedir a un pariente ciudadano estadounidense que acompañara a su hija al hospital. En el puesto de control, la Patrulla Fronteriza detuvo la camioneta de emergencia del hospital, y cuando los agentes fronterizos descubrieron que Rosa María era indocumentada, siguieron la camioneta todo el camino hasta Corpus Christi.

Este no fue un gesto humanitario. Ya que la niña estaba en Estados Unidos “ilegalmente”, los agentes insistieron en que esta “extranjera delincuente” estuviera bajo vigilancia a partir de ese momento, porque Rosa María representaba un “riesgo de fuga”. Se mantenían de cerca durante la cirugía y en la sala durante todo el seguimiento médico. Incluso la abogada de la niña tenía que exigir que los agentes se marcharan cuando quería hablar con su cliente.

La abogada dijo al Independent: “Tuvimos un enfrentamiento directo durante unos 45 minutos... porque la Patrulla Fronteriza indicó que la orden del supervisor era que la niña les permaneciera a la vista”. Ella dijo que la Patrulla Fronteriza “no ha podido decirme qué era la amenaza o de qué manera esta niña de 10 años con parálisis cerebral representa [una amenaza] en Estados Unidos. No me han respondido a esa pregunta”.

Desde el hospital, a Rosa María la enviaron a un albergue para menores bajo custodia de la Migra en San Antonio, a unos 240 kilómetros más de distancia. Camino a San Antonio, un guardia armado acompañaba a Rosa María en el vehículo y dos vehículos de la Patrulla Fronteriza y dos otros de ICE siguieron. Aún no está claro si a Rosa María la van a deportar, o si la permitirán regresar a los cuidados de su madre.

Un inmigrante indocumentado del grupo DREAM Activist le dijo al Independent: “Ese es el resultado que la inmigración quiere sacar de esto, que la gente sepa de qué debe temer. Hablando en términos prácticos, en la comunidad, se oye el mensaje”.

Y no, este no es uno de esos casos excepcionales/em>. En mayo, después de que un bebé de dos meses nacido en Harlingen, Texas, requiso cirugía para salvarle la vida en Corpus Christi, la Patrulla Fronteriza se presentó en el hospital y acordó acompañarlos a él y a sus padres indocumentados a través del puesto de control siempre y cuando se pusieran de acuerdo de someterse al proceso de deportación cuando llegaran allí. En febrero, huffingtonpost.com informó que una madre de dos niños, después de ser diagnosticada de un tumor cerebral que requería cirugía en un hospital en Fort Worth, Texas, fue devuelta a la custodia de ICE en el Centro de Detención Prairieland, donde ICE la iba a mantener bajo observación hasta su cirugía.

El maltrato flagrantemente descarado de Rosa María Hernández y otros inmigrantes indocumentados, sirve de un mensaje, señalándoles aún más a las fuerzas fascistas que tienen las riendas sueltas para atacar a los inmigrantes, y una advertencia para los inmigrantes y ellos que los apoyan de lo que les espera bajo las “nuevas normas” de este régimen fascista. Y capta gran parte de la verdad acerca de la determinación de los fascistas de cumplir su objetivo xenófobo y supremacista blanco de librar el país de todos los inmigrantes indocumentados y disuadir a otros de venir.

Esta repugnante deshumanización de los inmigrantes no puede continuar. Hay que detener en seco al régimen fascista Trump y Pence y expulsarlo del poder, lo que no puede pasar sin nuevos ataques y ultrajes por parte del régimen y su base de partidarios racistas y chovinistas. Pero si puede pasar. Y debe pasar.


 

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