Al ser “combatientes enemigos” y no “presos
de guerra” el reglamento militar nunca ha protegido a los presos de Guantánamo
Una jueza estadounidense confiere autoridad a los médicos para determinar la libertad a
un preso de Guantánamo
Sheren Khalel 14 de marzo de 2020
Fuentes: Middle East Eye
Traducido del inglés para Rebelión
por Beatriz Morales Bastos
Una jueza estadounidense ha ordenado que se conceda a un equipo de médicos
estadounidenses y extranjeros autoridad para decidir si se concede la libertad
a un preso de Guantánamo o si continúa preso, según revelan documentos
judiciales. La jueza de distrito estadounidense Rosemary M. Collyer dictaminó
el viernes que Mohammed al-Qahtani sea examinado por una comisión médica
compuesta por un oficial médico del ejército estadounidense y dos médicos de
“un país neutral”. El equipo médico podrá determinar si se debe transferir a
al-Qahtani a la custodia de Arabia Saudí en virtud de un reglamento militar
basado en el Convenio de Ginebra referente a la repatriación de prisioneros
enfermos y heridos, conocido como Reglamento militar 190-8. Aunque el reglamento se refiere al
trato que se da a los “prisioneros de guerra”, el gobierno estadounidense
considera que las personas encarceladas en Guantánamo son “detenidos” o
“combatientes enemigos”, no prisioneros de guerra. Este reglamento, entre
otros, nunca se había aplicado antes a una persona encarcelada en Guantánamo
debido a esa distinción. Sin embargo, la juez Collyer fue muy clara en su sentencia de 25 páginas: “Si la comisión médica mixta concluye que el señor al-Qahtani cumple las
condiciones para ser repatriado, el Reglamento militar 190-8 exige que sea
repatriado”. Si la comisión médica decide que al-Qahtani sea repatriado,
entonces Estados Unidos debe cumplir la orden “lo antes posible en el plazo de
tres meses” a partir de ser notificado, según el reglamento militar.
El Departamento de Justicia se opuso a la petición, pero no está claro si pretende
apelar la orden de la juez Collyer. El Departamento no respondió a la petición
de un comentario que le hizo Middle East Eye (MEE) y
tampoco la Oficina de Comisiones Militares que supervisa las operaciones en Guantánamo.
El equipo que se encarga de la defensa de al-Qahtani fue quien hizo la petición de
un equipo médico en virtud del reglamento militar debido a sus graves problemas
de salud mental. En caso de que sea puesto en liberta será trasladado a Arabia
Saudí para recibir tratamiento psiquiátrico.
El gobierno estadounidense afirma que al-Qahtani, al que a veces se le denomina el
“vigésimo secuestrador”, desempeñó un papel clave en la planificación de los
atentados del 11 de septiembre contra Estados Unidos [de 2001]. El verano
anterior al atentado al-Qahtani había intentado entrar en Estados Unidos sin
conseguirlo. Unos meses después, en diciembre de 2001, fue capturado durante
una operación estadounidense en Tora Bora, Afganistán, que en aquel momento se
consideraba un bastión talibán cerca de la frontera con Pakistán. En febrero de
2002 al-Qahtani fue trasladado a la cárcel de Guantánamo.
“Esquizofrenia” y “brote psicótico agudo”
Antes de ser capturado en 2001 a al-Qahtani se le había diagnosticado esquizofrenia y
depresión grave en Arabia Saudí. Según los documentos del tribunal, estuvo
ingresado en un hospital psiquiátrico al menos en una ocasión. Una lesión
cerebral traumática provocada por un accidente de coche que sufrió de niño pudo
haber desencadenado sus problemas mentales. Los informes médicos afirman que el
accidente posiblemente provocó un problema neurocognitivo.
“Después de ese incidente sufrió ‘episodios de descontrol extremo de comportamiento’ y
‘alucinaciones auditivas’”, explicaba la juez Collyer en su sentencia
refiriéndose a informes médicos estadounidenses y saudíes.“En una ocasión lo
encontró la policía de Riad en un contenedor de basura y en otra arrojó un
teléfono móvil desde un vehículo en movimiento porque ‘creía que le producía
cansancio y afectaba a su mente”, proseguía la juez Collyer. “En 2002 el señor
al-Qahtani fue ingresado en una unidad del hospital psiquiátrico de La Meca
después de que intentara arrojarse en medio del tráfico”. Según los documentos
del tribunal, como sufrió un “brote psicótico agudo”, mientras estuvo
hospitalizado expresó pensamientos suicidas y se le prescribió medicación antipsicótica.
Antes y después de ser capturado por Estados Uniso al-Qahtani dio muestras de padecer
alucinaciones ya que a veces escuchaba voces de personas que no existían y
hablaba con ellas. Los informes muestran que desde un principio los
interrogadores eran conscientes de sus problemas mentales. Los informes
militares han revelado que fuera de los interrogatorios se mantuvo a al-Qahtani
aislado los primeros 160 días de su encarcelamiento y que fue torturado al
menos 48 de los primeros 54 que estuvo encarcelado. Según los informes
militares, durante esos primeros meses fue hospitalizado reiteradamente y
dejado en unas condiciones que ponían en peligro su vida.
Demasiado torturado para un juicio
Los detalles de las torturas que sufrió se filtraron por primera vez en un registro secreto de interrogatorios de 84 páginas que
consiguió y publicó Time Magazine en 2005. A pesar de las
lagunas de información el registro mostraba que a veces había sido encadenado y
obligado a permanecer de pie durante períodos muy largos de tiempo, se le había
amenazado con un perro militar, le habían afeitado la cabeza y la barba,
obligado a permanecer desnudo, a orinarse encima y se le había privado del
sueño. Más tarde se reveló que se le había aplicado la técnica de “la bañera”,
había sido golpeado, estrangulado y obligado a soportar temperaturas extremas y
posiciones forzadas. Según los informes, los interrogadores también le habían
atado una correa a las cadenas, lo habían llevado por la habitación y obligado
a “hacer varios trucos de perro” y a ladrar.
En 2008 se desestimaron “sin perjuicio [de su derecho]” los cargos de crímenes de
guerra, pero poco después los fiscales militares afirmaron que iban a tratar de
volver a presentar cargos. Susan J. Crawford, que era la presidenta de la
comisión militar en aquel momento, afirmó en 2009 que no iba a permitir que se
presentaran nuevos cargos, con lo que lo excluyó del caso conjunto de pena de
muerte de cinco presuntos autores del 11 de septiembre que estaban siendo
juzgados en el tribunal de guerra de Guantánamo. Crawford afirmó que Estados
Unidos no pedirían la pena de muerte para al-Qahtani debido a las torturas que
había sufrido a manos del ejército estadounidense.
Los abogados del gobierno Bush aprobaron legalmente las “técnicas de interrogatorio
mejoradas”, pero según Crawford “la forma en que las aplicaron era
excesivamente agresiva y demasiado persistente”. En febrero de 2009 Crawford
declaró al Washington Post: “Nosotros torturamos a al-Qahtani. El trato que se le dio entra dentro de la definición
legal de tortura y por ese motivo no remití el caso para su procesamiento”. En
aquel momento la juez afirmó: “Uno piensa en la tortura, piensa en algún acto
físico espantoso que se hace a un individuo. Este no fue un acto en particular,
solo fue una combinación de cosas que tuvieron un impacto médico en él, que
dañaron su salud. Fue agresivo e injustificado. Y coercitivo. Claramente
coercitivo. Fue ese impacto médico el que me llevó a denominarlo tortura”.
Cinco años después de las declaraciones de Crawford sobre al-Qahtani, el Informe sobre la tortura del Senado reveló que los
otros acusados del caso conjunto del 11 de septiembre también habían sido torturados,
pero el caso continúa por ahora, aunque a un ritmo lento. El juicio oficial por
el 11 de septiembre empezará en junio de 2021, casi 20 años después de los atentados.
El tribunal de guerra, un embrollo legal
En caso de que los presos de Guantánamo sean acusados se les juzgará en la base
militar [de Guantánamo] en un tribunal especial de guerra, también conocido
como la Oficina de Comisiones Militares, que tiene unas normas y reglamentos
diferentes del sistema judicial estándar de Estados Unidos.
En 2006 el Tribunal Supremo [estadounidense] dictaminó que el sistema de
comisiones militares original violaba la Constitución y los Convenios de
Ginebra. Tras el fallo del Tribunal el Congreso reformó las normas y ese mismo
año aprobó la Ley de Comisiones Militares que creaba una nueva estructura para
los juicios por comisiones. La ley prohíbe los testimonios basados en torturas,
aunque permite los testimonios basados en coacciones.
Además de su propio tribunal, el campo de prisioneros de Guantánamo también tiene su
propia Junta de Libertad Condicional. Antes de que cualquier prisionero sea
puesto en libertad debe obtener la aprobación de la Junta de Revisión Periódica
del tribunal de guerra, que está formada por representantes de seis organismos
federales, incluida la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI, por
sus siglas en inglés), que supervisa las agencias de inteligencia de Estados
Unidos como la CIA, la agencia que desarrolló y dirigió el programa de tortura.
Los abogados defensores se oponen firmemente a que la ODNI participe en la
Junta de Revisión Periódica ya que consideran que hay un conflicto de intereses.
En 2010 la Junta de Libertad Condicional denegó la puesta en libertad de
al-Qahtani y recomendó que fuera procesado de nuevo. El tribunal no aprobó
dicha recomendación. En sesiones más recientes acerca de su libertad
condicional celebradas en 2016 y 2018 la Junta determinó que al-Qahtani era una “importante amenaza continua para la seguridad
de Estados Unidos”, pero no recomendó su procesamiento.
La Junta afirmó que no podía “evaluar el estado mental actual del interno debido a
que continuamente se negaba a responder a las preguntas de la Junta referentes
a las razones por las que había viajado a Afganistán”. Según el New York Times, fue después de esta sentencia cuando los abogados de al-Qahtani
solicitaron al tribunal del distrito de Estados Unidos que ordenara al
Pentágono aplicar a su cliente las protecciones estipuladas en los Convenios de
Ginebra, que ponen en funcionamiento las regulaciones militares para
prisioneros de guerra que permiten al equipo médico conjunto evaluar si está lo
suficientemente sano como para seguir preso en Guantánamo.
Al principio de su primer mandato el presidente estadounidense Donald Trump cerró
un mecanismo que tramita las puestas en libertad ordenadas por la Junta de
Libertad Condicional y que deja pocas esperanzas de que alguien sea puesto en
libertad, incluidos quienes se determina que son inocentes. En caso de que el
equipo médico se pronuncie a favor del traslado de al-Qahtani a Arabia Saudí no
está claro que se necesite el mecanismo de liberación.
Sheren Khalel es una periodista que reside en Washington DC y trabajó anteriormente
en todo Oriente Próximo sobre todo en cuestiones relacionadas con los derechos
humanos, los problemas de los refugiados y los conflictos.
Fuente: https://www.middleeasteye.net/news/us-judge-gives-doctors-unprecedented-authority-determine-whether-one-gitmo-detainee-released
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