Una historia de violencia institucional en la frontera de EE.UU.
21 de julio de 2020
Dévora González (SOAWatch) y Azadeh Shahshahani (Project South)
Traducción por Ana Maria Vasquez
Cuando se trata del gobierno de los EE.UU, nadie debe confundir el tamaño de la agencia con el grado
de responsabilidad que tiene la misma. Por ejemplo, la Patrulla Fronteriza de
los EE.UU es la agencia federal de aplicación de la ley más grande del
Departamento de Seguridad Nacional, pero ha operado con poca supervisión
y con impunidad casi total. Con casi un siglo de antigüedad, la
Patrulla Fronteriza se creó bajo el Departamento de Trabajo en 1924 para hacer
cumplir las leyes xenófobas. Enraizada en la opresión sistémica, la agencia ha
fomentado una cultura de
brutalidad entre sus agentes desde su creación. Por lo tanto,
debe ser eliminada.
Historia de la Patrulla Fronteriza
La Patrulla Fronteriza fue creada como una forma de apaciguar a los supremacistas blancos por lo tanto se
convirtió esencialmente en una agencia que funcionaba como “instrumento de
vanguardia del paramilitarismo racial“. Los primeros agentes eran
miembros del Ku Klux Klan, los Rangers de Texas, o de los departamentos de
policía de las ciudades fronterizas. También se creó en respuesta a la
migración a los Estados Unidos, que se controlaba a través de un sistema de cuotas que privilegiaba a
los países de Europa occidental, y excluía explícitamente a otros, como las
personas de Asia. Cuando se hicieron excepciones para migrantes no
blancos, se hicieron al servicio de los intereses capitalistas. Esto incluye a
los migrantes mexicanos, que fueron excluidos del
sistema de cuotas para que las empresas del Suroeste pudieran continuar
beneficiándose de su mano de obra barata. Con la creación de la
agencia, y para controlar la migración desde el Sur, se requirieron puertos de
entrada para ingresar a los Estados Unidos. Para legitimar los puertos de
entrada, fue
criminalizado el cruce de un lado a otro del puerto de entrada, creando así el
concepto de inmigración “ilegal” a los Estados Unidos. Esto impactó
principalmente a los mexicanos, quienes fueron la fuente de mano de obra barata.
La violencia en nombre de la “protección fronteriza” ha sido el modus operandi de la Patrulla Fronteriza.
Las personas que cruzaban para trabajar desde México fueron sometidas a pruebas
de alfabetización, tarifas de ingreso e inspecciones higiénicas degradantes
para “prevenir” la propagación de la enfermedad. Además, los agentes de la
Patrulla Fronteriza eran conocidos por “golpear,
[disparar] y [colgar] a los migrantes con regularidad“. De
1974 a 1989, sólo en la frontera de California / Baja California, 44 personas
resultaron heridas o asesinadas por la Patrulla Fronteriza o por la
colaboración entre la Patrulla Fronteriza y el Departamento de Policía de San
Diego llamada Unidad de Prevención de Delitos Fronterizos.
Para la década de 1980, la migración desde el Sur dejó de ser para obtener empleo, y fue en vez
por la urgencia de huir de las condiciones creadas por la política exterior y la
intervención de los Estados Unidos. Personas centroamericanas se vieron
gravemente afectadas por la violencia en curso y por dificultades
económicas, la mayoría de
estas situaciones fueron exacerbadas por la intervención de los Estados Unidos
en forma de entrenamiento militar y respaldo financiero para
regímenes represivos. De hecho, las violaciones a los derechos humanos y el
genocidio fueron perpetrados por dictadores entrenados en Estados Unidos.
Sacerdotes de alto perfil, comunidades enteras y cualquier persona que
desafiara al Estado eran brutalmente asesinados y desaparecidos por
milicias entrenadas en los Estados Unidos. Los que sobrevivieron fueron
desplazados, sólo para convertirse en refugiados en los Estados Unidos. A
medida que numerosos países estaban involucrados en conflictos prolongados, la
migración a los EE.UU., en lugar de ser temporal, se volvió permanente.
Desafortunadamente, los inmigrantes no europeos, como los
centroamericanos, ingresaron y
continúan existiendo en un clima político que siguió siendo poco acogedor para ellos.
…el verdadero número de personas que han desaparecido cruzando la frontera entre
Estados Unidos y México nunca se conocerá realmente.
Ignorando a propósito las consecuencias de la intervención de EE.UU., la Patrulla Fronteriza continuó y
continúa operando sin ninguna visión de la política exterior considerando su
presencia continua en las tierras fronterizas y el desarrollo de centros de
detención con fines de lucro no sólo justificables, si no también
necesarios. CoreCivic
(formalmente conocido como Corrections Corporation of America – CCA) se fundó
en 1983 y firmó su primer contrato con los Servicios de
Inmigración y Naturalización (INS) en Houston para administrar el primer centro
privado de detención ese mismo año. La cultura de
crueldad en la que ha existido la Patrulla Fronteriza se ha
expandido a centros de detención con fines de lucro, políticas de migración, y
militarización de las tierras fronterizas. La Patrulla Fronteriza está
arraigada en políticas xenófobas y continúa deshumanizando a las personas
mientras se beneficia de la necesidad que tienen los migrantes de viajar al
Norte por razones económicas o políticas.
Prevención a través de la disuasión
En 1994, la Patrulla Fronteriza implementó su estrategia de
Prevención a través de la disuasión en un intento por controlar
la migración desde puntos de entrada no autorizados. Para hacerlo, creó un
peligro mortal para que las personas decidieran no cruzar. Esta
estrategia aumentó drásticamente el número de agentes de la Patrulla
Fronteriza, además de crear puntos de control, torres y muros para convertir en
armas a los paisajes naturales. Además, esta estrategia va acompañada de
condiciones de detención infrahumanas, ha mejorado el complejo industrial
corporativo, y ha dado lugar a la promulgación de políticas como la Operación
Streamline, que aumentó la criminalización de la migración sin tener en cuenta
las condiciones que hacen huir a las personas. En 2003, la Patrulla
Fronteriza se convirtió en parte de la Aduana y Protección Fronteriza de los
Estados Unidos (CBP), asumiendo una misión antiterrorista cuando se reorganizó en
el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), sin abordar nunca la cultura de
brutalidad de la que deriva, sino prosperando en ella.
Las tácticas implementadas por la Patrulla Fronteriza como resultado de la estrategia de Prevención a través de
la disuasión, resultan en muertes y desapariciones. No Más Muertes
(No More Deaths, en inglés), una organización de ayuda humanitaria localizada
en el desierto de Sonora, grabó imágenes
de 2010-2017 de la Patrulla Fronteriza cortando, arrojando y
destruyendo galones de agua para aquellos que cruzan. La principal causa de muerte de las
personas cuyos cuerpos son encontrados en el desierto de Sonora es la
exposición a los elementos. Desafortunadamente, rastrear la causa de
muerte de personas encontradas revela una realidad deprimente; es decir,
que la única evidencia de los viajes de los migrantes a los EE.UU. son restos
óseos. Si bien, a veces, hay pistas sobre cómo murió un
individuo, para muchos la causa de la muerte permanece indeterminada. Como
resultado, el verdadero número de personas que han desaparecido cruzando la
frontera entre Estados Unidos y México nunca se conocerá realmente.
…la crueldad bajo la cual se creó la Patrulla Fronteriza nunca se ha desmantelado.
Desde 2010, 102 personas han
muerto a manos de la Patrulla Fronteriza y miles han desaparecido,
y, sin embargo, ningún agente de la Patrulla Fronteriza ha sido
responsabilizado por asesinato alguno, incluso cuando estos casos violan la
soberanía de otro Estado-nación. Sergio Adrián Hernández Güereca y José
Antonio Elena Rodríguez son dos de las seis personas asesinadas en suelo
mexicano por agentes ubicados en el lado estadounidense de la frontera, estableciendo
un precedente inquietante para que los agentes actúen por su propia cuenta
matando con impunidad. Sergio Adrián Hernández Güereca fue asesinado el 7 de
junio de 2010, en Ciudad Juárez, por el agente de la Patrulla
Fronteriza Jesús Mesa Jr. en El Paso, Texas. No se han presentado cargos
penales contra el Agente Mesa. Además, a principios de este año, la Corte
Suprema dictaminó que la familia Hernández Güereca no tiene derecho a presentar
cargos civiles ya que “Hernández no
tenía protección constitucional contra el uso asesinato en virtud de la Cuarta
Enmienda, así como los derechos al debido proceso bajo la Quinta Enmienda,
porque no estaba en los Estados Unidos“.
Uno de los asesinatos más emblemáticos es el de José Antonio Elena Rodríguez, a quien el agente Lonnie
Swartz asesinó dándole 10 balazos en la espalda a través del muro
fronterizo, el 10 de octubre de 2012, mientras estaba en su
ciudad natal de Nogales, Sonora. Swartz alegó que actuaba en defensa
propia y, sin embargo, tuvo la oportunidad de recargar su arma para continuar
disparando al adolescente que ya estaba muerto. Swartz fue
enjuiciado dos veces en Tucson, AZ; durante el primer juicio,
fue declarado inocente del asesinato en segundo grado y se enfrentó a un jurado
indeciso en los cargos de homicidio involuntario y voluntario. Durante el
segundo juicio, fue exonerado de homicidio involuntario con un jurado indeciso
sobre homicidio voluntario. El caso no fue a juicio por tercera vez. Siete años
después de su asesinato, la madre de Elena Rodríguez, Araceli Rodríguez, y la
abuela, Taide Zojo, continúan buscando justicia.
Esperan presentar su caso ante la Corte Suprema a pesar del precedente
alarmante establecido por el caso Hernández Güereca.
Los abusos contra los derechos humanos por parte de la Patrulla Fronteriza provienen de la
militarización del territorio fronterizo y el aumento del uso de las
detenciones. Las condiciones
tortuosas en las instalaciones de corta duración, como la desnutrición, la
falta de agua y la falta de atención médica, incluso impuestas a las mujeres
embarazadas, son frecuentes y han empeorado bajo la administración
de Trump. Desde diciembre de 2018 hasta mayo de 2019, a
href="https://www.southernborder.org/deaths_by_border_patrol">cinco niños
murieron bajo custodia de la Patrulla Fronteriza. Felipe Gómez
Alonzo, un niño de ocho años de Guatemala, murió de influenza tipo B, el
23 de diciembre de 2018, bajo custodia de la Patrulla Fronteriza.
Fue transportado a un hospital en Nuevo México, donde descubrieron que tenía
fiebre de 103 grados°F (39.4°C). Después de ser observado durante 90
minutos, regresó a la custodia de la Patrulla Fronteriza y, por la
noche, estaba “vomitando, con
náuseas y letargo, perdió el conocimiento durante el traslado al mismo hospital
… Fue declarado muerto a las 11:48 pm“. Unos meses después, el
19 de mayo de 2019, Carlos Gregorio Hernández Vásquez, un joven de 16 años, que
también era Guatemalteco, murió en el sur de Texas, en una estación
de la Patrulla Fronteriza, por gripe, sin recibir
atención médica, a pesar de su fiebre de 103 grados °F
(39.4°C). Un video del centro de detención muestra que estuvo “retorciéndose
durante al menos 25 minutos en el piso y en un banco de concreto. Lo muestra
tambaleándose hacia el baño y desplomándose en el suelo, donde permaneció, en
la misma posición, durante las siguientes cuatro horas y media“.
Gómez Alonzo y Hernández Vásquez son ejemplos de que la crueldad bajo la cual
se creó la Patrulla Fronteriza nunca se ha desmantelado. En cambio, ha crecido
y mata, sin
remordimientos, con
sus políticas y tácticas, directa e indirectamente.
…la Patrulla Fronteriza continúa prosperando en su cultura de la crueldad mientras
opera con un alarmante nivel de impunidad…
La Patrulla Fronteriza, COVID-19 y las protestas de Vidas Negras Importan
(Black Lives Matter)
La Patrulla Fronteriza ha hecho una práctica de mantener a las personas en condiciones inhumanas: el agua
no está disponible, los alimentos los enferman, las celdas están demasiado
frías que les llaman congeladores y están atestadas de gente, la atención
médica es insuficiente que hasta niños mueren bajo su custodia y las mujeres
embarazadas son maltratadas y no obtienen la atención adecuada.
Ahora que estamos en una era de una pandemia global cual requiere
distanciamiento social, lavado frecuente de manos y uso de máscaras, para
mantener y proteger a los demás, la Patrulla Fronteriza ha “implementado el
tipo de sistema de deportación “exprés” que el presidente Donald Trump ha usado, durante
mucho tiempo, ensalzado
como su enfoque preferido para la aplicación de la ley de inmigración”. Incluso
antes de ser trasladados a una estación de la Patrulla Fronteriza , y sin ninguna
evaluación médica, los migrantes son expulsados en un promedio de 96 minutos.
La Patrulla Fronteriza deporta a alrededor del 85% de las personas que detiene
y criminaliza a quienes tienen deportaciones previas. La retórica de
proteger las fronteras contra las enfermedades es una vez más parte de la
narrativa pública de la Patrulla Fronteriza, y ahora incluso impide a los niños
las protecciones que una vez recibieron. “La enfermedad no
conoce la edad”, dijo a la prensa el comisionado interino de CBP, Mark Morgan.
“Cuando [los menores de edad] cruzan la frontera, representan un riesgo
absoluto y concreto para la salud pública de este país y de todas las personas
con las que entran en contacto“. Las nuevas normas de inmigración, implementadas
el 21 de marzo de 2020, bajo la apariencia de la pandemia mundial
de salud han llevado a la Patrulla
Fronteriza a expulsar y detener a más de 10,000 solicitantes de asilo mexicanos
y centroamericanos sin la capacidad de ejercer su derecho a buscar refugio y
asilo. Bajo la administración Trump, se han perdido décadas de
trabajo para proteger los derechos de los migrantes y los refugiados, ya que la
Patrulla Fronteriza opera con un poder ilimitado y sin control; esencialmente, funciona
como una organización paramilitar que viola continuamente los derechos humanos
y civiles.
En medio de COVID-19, enfermedad que impacta con mas fuerza a las personas de color, protestas a gran
escala de las Vidas Negras
Importan (Black Lives Matter) han estallado en los Estados
Unidos y en todo el mundo para poner fin al asesinato de personas Negras
sancionado por el Estado. El linchamiento a sangre fría de George Floyd
por cuatro policías
de Minneapolis, el 25 de mayo de 2020, además de los asesinatos
de Tony McDade, Breonna Taylor, Ahmaud Arbery, Michael Lorenzo Dean, Atatiana
Jefferson y muchos otros, han provocado una ira justa contra la violencia
estatal que sirve para defender la supremacía blanca y el capitalismo, una
y otra vez, a costa de la vida Negra. Cuando las protestas ganaron
fuerza y la policía de Minneapolis se retiró, Trump twitteó: “cuando comienza
el saqueo, comienzan los disparos“. Más tarde, ese día,
un avión no tripulado CBP Predator, utilizado con frecuencia para la vigilancia
en las tierras fronterizas para crear una “barrera
tecnológica compuesta por un mosaico de herramientas como drones y sensores
para ayudar a vigilar e identificar a personas no autorizadas“, voló
sobre los manifestantes en Minneapolis. Según un portavoz de CBP, el avión no
tripulado Predator fue desplegado “para
proporcionar video en vivo para ayudar a la conciencia situacional a petición
de nuestros socios federales de aplicación de la ley en Minneapolis“.
La Patrulla Fronteriza no sólo es culpable por el asesinato de miles de
personas obligadas a huir de sus países de origen y migrar al Norte, sino que
también ayuda a la represión y al asesinato violento de personas Negras en este país.
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El 31 de mayo, Morgan anunció a través de Twitter: “CBP actualmente
está desplegando oficiales, agentes y activos de aviación en todo el país a
pedido de nuestros socios federales, estatales y locales que enfrentan las
acciones ilegales de los manifestantes. CBP lleva a cabo su misión en todo el
país, no sólo en la frontera, de conformidad con las leyes federales”.
Para el 1 de junio, la Patrulla Fronteriza también estaba presente en DC, Buffalo,
Chicago, Detroit, El Paso, Miami y San Diego. El consejero
legislativo principal de la Unión Americana de Libertades Civiles, Neema Singh
Guliani, respondió: “El uso de esta
tecnología de la agencia militar para vigilar a los manifestantes dentro de las
fronteras de Estados Unidos es profundamente inquietante, especialmente dada la
falta de políticas claras y fuertes de CBP para proteger la privacidad y los
derechos constitucionales … El uso de drones por parte de la agencia sobre la
ciudad debería detenerse de inmediato“.
La Patrulla Fronteriza continúa abusando de su poder sin responsabilidad. Continúa actuando manera que
deshumaniza y oprime a las comunidades de color, y se mantiene fiel a sus
raíces de supremacia blanca. Estos son ejemplos de por qué ahora, más que
nunca, hay que desmantelar la Patrulla Fronteriza.
Dévora González es una organizadora de campo con el Observatorio por el Cierre de la Escuela de las
Américas; ella twittea @SOAWatch.
Azadeh Shahshahani es directora legal y de defensa del Proyecto Sur y ex
presidente del Gremio Nacional de Abogados. Ella twitea @ashahshahani.
Publicado en inglés en: https://scalar.usc.edu/works/cec-journal-issue-7/tbd2
Publicado en español en: https://soaw.org/una-historia-de-violencia-institucional-en-la-frontera-de-ee-uu/
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