El asesinato de hazaras y el ascenso del Estado Islámico en Afganistán
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23 de noviembre de 2015
Las más grandes protestas políticas que haya visto Afganistán en años
tuvieron lugar durante varios días a comienzos de noviembre. Una gran multitud
(unas 10 mil personas según el New York Times) marchó por la capital
hasta el palacio presidencial, coreando “Muerte al talibán, Muerte al Estado
Islámico” (EI [también conocido como ISIS o Daesh]) y pidiendo la dimisión del gobierno.
Entre los manifestantes estaban los familiares de los 7 civiles que
secuestró EI, cuando viajaban el pasado marzo por la provincia de Zabul,
ubicada en el suroccidente de Afganistán. Hace poco los encontraron
decapitados. Entre ellos había 3 mujeres y 2 niños.
El pueblo de Afganistán quedó atónito. Una procesión llevó los cuerpos
desde Zabul hasta Gazni en el centro de Afganistán, una ciudad donde viven
muchos hazaras. Se unieron miles de personas. A pesar de la oposición de las
autoridades, llevaron los cuerpos a la capital. Después de toda una noche de
vigilia bajo la lluvia, unos manifestantes marcharon cargando los ataúdes hasta
el palacio presidencial. Muchos eran jóvenes, y también había miles de mujeres.
Unas mujeres llevaban una pancarta que decía: “Es un crimen ver un crimen y
callar” y culpando al gobierno por complicidad en una reciente ola de
secuestros y asesinatos de gente hazara.
Cuando llegaban al palacio presidencial se toparon con guardias especiales
y soldados. Los guardias dispararon e hirieron a cinco manifestantes, según el
ministerio de salud. Muchos manifestantes lograron entrar a un edificio del
tribunal.
La ocupación estadounidense y los gobiernos que ha impuesto en Afganistán
le prometieron seguridad al pueblo. Desde que los ocupantes intervinieran el
año pasado para poner como presidente a Ashraf Ghani, una de las cuestiones más
importantes que le preocupa a la mayoría de la gente ha sido la seguridad —el
derecho a no ser asesinados o maltratado por alguna de las desbocadas bandas
armadas, incluyendo el talibán y ahora el EI, así como los matones del
gobierno. Ha habido una gran cantidad de informes sobre comandantes yihadistas
incorporados al gobierno que han secuestrado a mujeres jóvenes y adolescentes y
las han violado y luego han pedido rescate. En muchos casos el resultado ha
sido la desaparición de la víctima.
Durante años este tipo de secuestro no ha disminuido sino que ha aumentado.
Y diversos grupos y fuerzas con diferentes motivos ahora son parte de eso. El
ascenso del EI ha complicado enormemente este problema. La gente siente que no
es seguro salir de sus poblados, o hasta caminar en las calles. Se ha
registrado la llegada a Europa de cerca de 146 mil refugiados afganos en lo que
va de 2015.
La existencia del EI en Afganistán se hizo evidente a principios de este
año. Aunque evitaron combatir contra las tropas del gobierno, de EEUU y de
otros ocupantes de la OTAN, frecuentemente chocaron con el talibán. Se dice que
en los distritos de Achin y Pachiragam en la provincia de Nangarhar, les
prendieron fuego a 106 viviendas de gente acusada de cooperar con el talibán.
Finalmente, en abril, bajo el nombre de “Estado Islámico de Jorasán”, el EI
se atribuyó un ataque suicida que mató a gente inocente en Jalalabad. Hoy día
en Afganistán no existe ninguna provincia llamada Jorasán. En el oriente de
Irán existen las provincias de Jorasán del sur y del norte. Jorasán es el
nombre histórico de una región que abarca la mayor parte del Afganistán y
Tayikistán de hoy, y gran parte del nororiente de Irán y cerca de la mitad de
Turkmenistán y Uzbekistán. Al autocalificarse como “Estado Islámico de Jorasán”
el EI anuncia la ambición de extender sus operaciones y dominio a Irán y el
resto de Asia central.
Un reciente informe de un comité de la ONU indica que en este momento el EI
está activo en 24 de las 34 provincias de Afganistán. Este informe también dice
que por lo menos un 10% de los miembros del talibán respaldan al EI. Esto le
agrega mayores dificultades y miseria al pueblo de la región.
Hay claros indicios de que fuerzas del gobierno afgano y estadounidenses
han observado la creciente influencia del EI en Afganistán pero no han hecho
nada o no han podido evitar su influencia. Algunas personas piensan que el
gobierno afgano y sus patrocinadores estadounidenses permitieron
deliberadamente que creciera el EI porque al ser una fuerza hostil al talibán
podrían minarle e éste la capacidad de combatir al gobierno y a la ocupación.
Otros piensan que las autoridades no podían predecir auténticamente que el EI
sería capaz de establecerse en Afganistán, dada la existencia del talibán y la
presencia de tropas de EEUU, y que simplemente han demostrado ser incapaces de
detener a EI. Existe una sensación muy generalizada de que de una u otra forma
EEUU y su actual gobierno afgano son los culpables del auge del EI.
Sin embargo, la gente que fue hasta el palacio presidencial en busca de
justicia llevó su justa rabia al lugar equivocado. El presidente y todo el
gobierno no pueden ayudar porque son parte del problema. No sólo no han
protegido al pueblo sino que, incluso más fundamentalmente, ellos y sus
patrocinadores imperialistas, que invadieron el país y todavía lo ocupan, son
el factor más grande en la inseguridad del pueblo, tanto de forma directa como en
términos de las consecuencias de la situación que ellos han perpetuado en el
país, en la región y más ampliamente. Todo esto engendró ola tras ola de
fundamentalistas religiosos.
Por ejemplo, la base más fuerte del EI en Afganistán está en Nangarhar, que
limita con Pakistán. Los ataques de drones estadounidenses y las campañas
militares paquistaníes han empujado a los talibanes paquistaníes desde
Waziristan, Pakistán hacia Afganistán, especialmente a Nangarhar. EI ha podido
atraer a gente del talibán paquistaní, como un talibán de alto rango que se
incorporó en enero al EI.
Parece que EI espera usar el impulso (y las armas y el dinero) que ha
adquirido en su más amplio conflicto con el imperialismo para aprovecharse del
descontento que ha aumentado en las filas del talibán durante los últimos años.
El rápido avance del EI en Irak y Siria y de su influencia en Libia, Egipto y
otras partes ha afectado a algunos elementos del talibán que están frustrados
por la prolongación de la guerra con el gobierno y EEUU. Algunos están
decepcionados por las negociaciones del talibán con el gobierno.
Las siete personas decapitadas en Zabul eran pobres. Como muchas otras, viajaban
en busca de un trabajo temporal cuando fueron retenidas por el EI, encarcelados por
7 u 8 meses y luego asesinados por ser chiitas.
Este giro en los acontecimientos plantea una seria amenaza que puede dar
lugar al tipo de violencia sectaria entre chiitas y sunitas que se ha estado
dando en Irak y Pakistán durante años. Los hazaras son la minoría étnica más
oprimida de Afganistán y a la vez, por ser chiitas, una minoría religiosa. El
talibán no ha optado por acentuar el conflicto entre sunníes y chiitas, pero
para el EI el odio contra el islam chiita y sus practicantes es central a su
identidad y objetivos ideológicos y políticos.
Claramente el avance del Estado Islámico en Afganistán es impulsado por la
situación en el más amplio Medio Oriente. El EI ha gozado de la neutralidad o
de cierto respaldo de Arabia Saudí y los Estados del Golfo, pero no hubiese
logrado controlar una tercera parte de Irak sin haberse ganado a los jóvenes
iraquíes indignados con la invasión estadounidense y hartos del régimen chiita
implantado bajo la ocupación. Al mismo tiempo EI aprovechó el vacío de poder en
la guerra civil en Siria atizada por las potencias imperialistas y regionales.
Esto le ha permitido posicionarse como el principal oponente a la dominación
imperialista de toda una franja del planeta, e imponer sus reivindicaciones
religiosas como la única alternativa.
Si es cierto que el EI, así como otras variedades del fundamentalismo
islámico, no podrían existir sin el imperialismo, sus crímenes y todo lo que
hace a los otros países, entonces la inevitable conclusión es que no se puede
liberar al pueblo de este flagelo sin oponerse, en vez de respaldar, a las
potencias imperialistas, su sistema global y sus aliados políticos y títeres
regionales. Después de todo, cuando la gente protestó por el asesinato de los
hazaras el gobierno afgano respaldado por EEUU y miles de tropas
estadounidenses los abaleó.
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