Tte. Calley, el único oficial convicto por la masacre de My Lai
massacre, muerto a los 80 años
Por Nick Turse
De Responsible Statecraft
05 de septiembre de 2024
Su rol en la masacre de 1986 de más de 100
vietnamitas fue una peculiaridad, no un error, en la desafortunada guerra
estadounidense en el sureste de Asia.
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En la noche del 15 de marzo de 1968, miembros de la Compañía Charlie, primer batallón de la veinteava infantería, fueron informados
por su comandante, el capitán Ernest Medina, de una operación planeada para el
siguiente día en el área de la provincia de Quang Ngai, en el sur de Vietnam
que conocían como “Pinkville.”
Como recordó Harry Stanley, miembro de la unidad, Medina “nos ordenó ‘asesinar todo en la aldea’”. El miembro de la infantería
Salvatore LaMartina recordó las palabras de medina un poco distintas: fueron
“asesinar a todo lo que respirara”. Lo que golpeó la mente del observador de
artillería James Flynn fue una pregunta de parte de uno de los soldados
“¿Debemos matar a mujeres y niños?”. La respuesta de Medina fue “maten todo lo
que se mueva”. “Kill everything that moves.”
La mañana siguiente, las tropas se subieron a los helicópteros y fueron llevados a lo que pensaban sería una “LZ caliente”
(zona de aterrizaje, por sus siglas en inglés) – una zona de aterrizaje en donde estarían bajo fuego hostil. Mientras
descendían, los estadounidenses que entraron a My Lai se encontraron
únicamente con civiles: mujeres, niños y personas de la tercera edad. Sin
importar, los soldados de la Compañía Charlie ejecutaron las órdenes de Medina
con una espantosa precisión.
Por más de cuatro horas, los miembros de la Compañía Charlie masacraron metódicamente a más de quinientas víctimas desarmadas,
asesinando a algunos solos o en dos, otros en pequeños grupos y recolectando
más en una zanja de drenaje que se convertiría en el infame terreno de
asesinato. No se encontraron con oposición. Incluso se tomaron un silencioso
Descanso para comer a pesar de la matanza.
Una investigación del ejército sobre los asesinatos, eventualmente determinó que treinta individuos estuvieron involucrados en
comportamiento criminal durante la masacre o su encubrimiento. Veintiocho de
ellos eran oficiales, incluyendo dos generales y la investigación concluyó que
cometieron un total de 224 ofensas serias. Sólo uno fue condenado por hacer
algo malo: el teniente William Laws Calley Jr., quien murió el 28 de abril en
un hospicio en Gainesville, Florida, según los registros de la Administración
de Seguridad Social. Tenía ochenta años.
Tomó un año y los esfuerzos herculinos de
un denunciante veterano de Vietnam de 22 años llamado Ron Ridenhour y el meticuloso reportaje de investigación de Seymour Hersh
quien publicó artículos en el periódico acerca de la matanza, para exponer la
masacre de My Lai.
El Pentágono, por su parte, consistentemente luchó para para minimizar lo
sucedido, diciendo que los reportes de los sobrevivientes vietnamitas fueron
extremadamente exagerados. Al mismo tiempo, el ejército enfocó su atención
sobre Calley, el oficial de rango más bajo que podía cargar la culpa de la masacre.
Calley fue sentenciado a cadena perpetua por el asesinado premeditado de no menos de 25 civiles, pero el ex presidente Richard
Nixon lo liberó de prisión y le permitió cumplir el resto de la condena bajo
arresto domiciliario. Eventualmente le dieron libertad bajo palabra después de
sólo cuarenta meses, la mayoría en la comodidad de su propio cuartel. Trabajó
como joyero en Georgia por muchos años y se reusó a comentar la masacre. En
2009 finalmente ofreció una disculpa. “Siento remordimiento por los vietnamitas
que fueron asesinados, por sus familias y por los soldados estadounidenses
involucrados y sus familias”, dijo ante un Club Kiwanis en Columbus.“Lo siento mucho”.
Para los 2000, la masacre que My Lai había sido olvidada casi por completo y lo que
quedaba de memoria pública había sido colorada por los esfuerzos oficiales para
cambiar la responsabilidad del crimen a Calley. Décadas después de la masacre, Ridenhour lo resumiría de la siguiente manera:
Al final, si le preguntas a la gente qué sucedió en My Lai, dirán “Ah, sí, ¿no fue ahí en donde el teniente Calley se
volvió loco y asesinó a todas esas personas?” No, eso no fue lo que pasó. El
teniente Calley fue una de las personas que se volvieron locas y asesinaron a
mucha gente en My Lai, pero esta fue una operación, no una aberración.
Para privar a sus enemigos vietnamitas de comida, reclutamientos, inteligencia y otros tipos de apoyo, los americanos le
ordenaron a la policía que convirtieran franjas grandes del sur rural de
Vietnam en “zonas de fuego libre”, sujetas a intensos bombardeos y
fuego de artillería que estaba expresamente diseñado para “generar refugiados,
sacar a las personas de sus casas en nombre de la “pacificación”. Casas fueron
quemadas, aldeas completes aplastadas y la gente fue forzada a ir a precarios
campos de refugiados y barrios marginales sucios sin agua, comida y techo. La cantidad de asesinatos fue inmensa.
Más al sur de My Lai, en la altamente poblada Mekong Delta, en el sur de Vietnam, la Operación
Speedy Express fue una pesadilla para los civiles. Una investigación
de los periodistas de Newsweek Kevin Buckley y Alexander Shimkin encontró que, durante la operación, que duró de
diciembre de 1968 a mayo del 69, la novena división de infantería
estadounidense reportó haber asesinado 10,899 tropas enemigas pero recuperó
únicamente 748 armas (por comparación, las fuerzas del sur de vietnam luchando
junto con la novena — muy desacreditadas por su falta de habilidad de combate —
capturó más de diez veces la cantidad de armas).
Un denunciante de la novena división de infantería explicó que muchos de aquellos enemigos muertos fueron, de hecho civiles. “Un batallón mataría tal vez a 15-20 al día.
Con cuatro batallones en la brigada, tal vez serían 40 a 50 diarios o 1200-1500
por mes, fácilmente”, escribió en una carta para un alto mando del ejército.
“Si tengo el 10% de razón, y créanme, es mucho más, entonces les estoy tratando
de decir acerca de 120-150 asesinatos o una My Lai cada mes por más de un año”.
Tal vez la evidencia más clara de que la masacre de My Lai fue producto de una política de comando y no únicamente el liderazgo pobre
de Calley “una operación, no una anomalía” como lo puso Ridenhour, fue una
misión que se condujo por una unidad completamente distinta el mismo día que la
masacre de My Lai, al mismo tiempo, no muy lejos.
Mientras que miembros de la compañía Charlie pastoreaban aldeanos aterrorizados a la famosa zanja de drenaje, los hombres de
la compañía Bravo, cuarto batallón, tercera infantería, fueron enviados a un
pueblecito de la costa cercana de My Khe. Como los soldados que entraron a My Lai, la compañía B no encontró
fuerzas enemigas mientras se acercaron y vieron únicamente civiles — la mayoría
mujeres, niños y ancianos.
Sin embargo, el teniente Thomas Willingham tenía sus dos metralletas derramando fuego preparatorio hacia el enclave. Cuando las
pistolas pararon, los estadounidenses entraron al pueblecito. El operador de
radio de Willingham, Mario Fernandez estaba en posición para ver todo lo que su
comandante hacía. Según
documentos del ejército, Fernandez dijo que los primeros hombres en entrar
al pueblo discriminadamente salpicaron el área con disparos de rifles. Después
el resto de la unidad entró a la aldea y Willingham dio órdenes de destruirla.
El hombre de infantería Homer Hall dijo que se movieron a través de la aldea lanzando granadas sin revisar si había civiles
dentro. “Sólo las lanzaron sin avisarles”, dijo un miembro de la unidad Jimmie
Jenkins. Según Fernandez, cuando los vietnamitas salieron de los bunkers, les dispararon.
“Algunos agarraron a una mujer y dos niñas, dos niñas”, recordó Jenkins. “Se juntaron y vieron cómo dos hombres los mutilaron”.
Otros aldeanos fueron fusilados mientras intentaban correr hacia lo seguro. Donald Hooton, hombre de infantería, según un reporte del ejército, “asesinó a un niño
vietnamita no identificado disparándole en la cabeza, probablemente, con una
pistola calibre 45”. Un americano que mantenía la cuenta dijo que 155 personas
murieron en My Khe y un oficial de investigación de la armada estadounidense
encontró que “no existe evidencia confiable para fundamentar lo dicho de que
las personas asesinadas fueran, de hecho, VC (fuerzas enemigas)”.
William Calley fue un participante clave en la masacre de My Lai, pero no tuvo nada que ver con la matanza, el mismo día, en My Khe ni
después en el año durante Speedy Express. Un estudio del 2008 por investigadores de la escuela médica de Harvard
y el Instituto de Métricas de la Salud y Evaluación de la Universidad de
Washington, sugirió que 3.8 vietnamitas, combatientes y civiles, fueron
asesinados durante el conflicto. Los descubrimientos llevaron a que el gobierno
oficial de Vietnam de 1995 creyera el estimado de más de 3 millones en total,
incluyendo 2 millones de civiles.
Calley jugó un papel sólo en una pequeña fracción de aquellas muertes. Y, mientras que en el 2009 dijo que sólo estaba siguiendo
órdenes — una defensa que rechazó el jurado militar en su corte marcial —
William Calley ofreció una disculpa (no obstante tarde) por sus crímenes. Es
mucho más de lo que ha hecho el Pentágono por todo el sufrimiento y la muerte que desencadenó durante la Guerra
de Vietnam.
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