Tortura importada atormenta a Polonia
Robert Stefanicki
IPS
22 de julio de 2013
Se descubrió que Polonia albergó una cárcel
secreta de la CIA. En Guantánamo, Cuba, Estados Unidos mantiene otro centro
ilegal de detención. Protestas al cumplirse 10 años de esa prisión, en enero de
2012. Crédito: Amnistía Internacional/Christoph Koettl/CC By 2.0
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VARSOVIA El único signo vital del “aeropuerto internacional” de Szymany son los
mosquitos que se lanzan sobre el raro visitante. El portón está cerrado con un
candado y una cadena oxidada.
La evidencia indica que los últimos viajeros que pasaron por aquí fueron agentes de la Agencia Central
de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y sus prisioneros. Eso fue en 2003.
Poco después, este aeropuerto ubicado 180 kilómetros al norte de Varsovia y en
el pintoresco bosque de Mazury, quedó fuera de servicio.
Obligadas por la ley de libertad de información, las autoridades
aeronáuticas de Polonia han revelado que al menos 11 aviones de la CIA
aterrizaron en Szymany y que algunos de sus pasajeros permanecieron en este
país. La Organización
Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea (Eurocontrol)
no fue informada de esos vuelos.
Desde Szymany se llevaba a los detenidos a una academia de inteligencia cercana, en Stare Kiejkuty,
donde la CIA contaba con instalaciones propias. En 2006, unos meses después de
que se supiera que Polonia albergaba una prisión secreta de la CIA, el
ombudsman (defensor del Pueblo) Janusz Kochanowski visitó el lugar y encontró
que sus pabellones habían sido completamente reformados.
Según una fuente de inteligencia citada por el diario estadounidense The New York
Times, la prisión polaca fue la más importante de esos sitios secretos de la
CIA, donde presuntos sospechosos de terrorismo eran sometidos a interrogatorios
mediante torturas prohibidas en Estados Unidos.
La fuente aseveró que se había elegido Polonia “porque sus oficiales de inteligencia estaban deseosos de
cooperar”.
Rumania y Lituania son los otros dos países europeos con prisiones secretas conocidas, pero no
confirmadas. El resto estaban en Asia y en el norte de África.
Organizaciones de derechos humanos creen que unos ocho detenidos permanecieron en Polonia, entre
ellos Jalid Sheij Mohammad, el pakistaní que confesó haber sido el cerebro de
los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos.
A otros dos hombres, actualmente presos en la base militar estadounidense de Guantánamo, en el curso
de la actual investigación se les reconoció el estatuto de “personas heridas”.
El primero es Abd al-Rahim al-Nashiri, un saudita que supuestamente organizó en 2000 la explosión
del buque estadounidense USS Cole. Él denunció que en los siete meses que pasó
en Stare Kiejkuty, sus captores lo mantuvieron desnudo, encapuchado y
encadenado, lo sometieron a simulacros de ejecuciones y amenazaron con violar a
miembros de su familia.
El segundo, un palestino conocido como Abu Zubaydah, denunció haber sufrido castigos físicos muy
dolorosos, torturas psicológicas y simulacros de ahogamiento.
Las autoridades polacas que aceptaron estas prácticas estadounidenses violaron la Constitución al ceder
control sobre una parte del territorio nacional a un poder extranjero y al
permitir que allí se perpetraran crímenes.
"Polonia no es una
república bananera, nuestros servicios de seguridad no hacen tales cosas a
espaldas del gobierno". - Jozef Pinior
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Las críticas se dirigen principalmente al actual presidente de la opositora Alianza de la Izquierda
Democrática, Leszek Miller, quien fue primer ministro entre 2001 y 2004. Hay
quienes piden que se lo someta a un tribunal especial para juzgar a altos
funcionarios.
Las autoridades abrieron una investigación penal en marzo de 2008. “Esto
indica que en Polonia rige el Estado de derecho”, dijo a IPS el senador Jozef
Pinior. “Pero es preocupante la demora.
El caso ya pasó por tres oficinas fiscales; parece que están tratando de ganar
tiempo”.
Pinior, uno de los dirigentes del movimiento opositor Solidaridad de la década de 1980 y más tarde
miembro del Parlamento Europeo, lleva tiempo presionando para que se investigue
a fondo lo que la CIA hacía en este país y se presentó como testigo en dos
ocasiones. Él asegura haber visto un documento sobre una cárcel de la CIA con
la firma del entonces primer ministro Miller.
“El gobierno polaco, y Miller en especial, debían saber que la existencia de esos sitios en el
territorio nacional no tenían ningún sustento legal”, dijo Pinior. “También
debieron saber de las torturas. Polonia no es una república bananera, nuestros
servicios de seguridad no hacen tales cosas a espaldas del gobierno”.
No está claro todavía cuánto sabían las autoridades sobre Stare Kiejkuty. Algunos exfuncionarios
niegan con vehemencia la existencia misma de la prisión, mientras otros la
admiten, pero rechazando toda responsabilidad.
“Por supuesto que todo lo que ocurrió fue con mi conocimiento”, dijo el expresidente Aleksander
Kwasniewski (1995-2005) en una entrevista publicada por diario Gazeta Wyborcza.
“El presidente y el primer ministro aceptaron cooperar con los servicios
secretos de Estados Unidos porque eso exigía el interés nacional… la decisión
de cooperar con la CIA entrañaba el riesgo de que ellos usaran métodos
inaceptables. Pero si un agente de la CIA trata de manera brutal a un prisionero en un
hotel Marriott de Varsovia, ¿usted acusaría a los directores del hotel?”,
planteó Kwasniewski.
Por ahora, Polonia es el único país que está investigando las cárceles secretas. Lituania cerró su investigación
sin llegar a conclusión alguna. Los funcionarios aseguran que las demoras se
deben a la falta de cooperación del gobierno estadounidense.
En una encuesta efectuada por la consultora SW Research en junio, 82 por ciento de las personas entrevistadas
dijeron que este asunto debe esclarecerse y 78 por ciento opinaron que los
responsables de abusos y de violar la Constitución deben ser sometidos a la
justicia.
“En Estados Unidos se hace la vista gorda; incluso se hubo torturas no tienen voluntad de ir tras los
criminales. Por tanto, Polonia tiene una enorme responsabilidad en proseguir la
investigación y hallar a los culpables. Sería un ejemplo inspirador para el
resto del mundo”, dijo a IPS el abogado Ramzi Kassem, defensor de varios
detenidos en Guantánamo.
De lo contrario, Polonia se mostrará como “un gobierno títere, listo para hacer el trabajo sucio de
Estados Unidos, tal como hacían por entonces Jordania, Egipto y otras
dictaduras, deteniendo y torturando gente porque Washington se los pedía”, añadió.
Si bien ninguno de los grandes partidos políticos de Polonia quiere que salga a la luz la cooperación
con la CIA, el senador Pinior se manifiesta “cautamente optimista”.
“Cualquier intento de encubrimiento sería una enorme vergüenza”, añadió. “Creo que la democracia y
las instituciones polacas son demasiado potentes como para ser manipuladas”.
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